MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Luis Harss aparece

1.31.2008
Luis Harss en su estudio, donde aún usa máquina mecánica para escribir. Foto: Melisa Verner. Fuente: adn.cultura

Luego de ser el Sumo Pontífice de la crítica literaria lainoamericana, y ser uno de los responsables del Boom Latinoamericano gracias a su libro Los nuestros, Luis Harss desapareció a principios de los 70 y no se supo más de él. Tomás Eloy Martínez lo encuentra de casualidad y le hace una entrevista donde recuerda, entre otras cosas, aquel grupo que se llamaba a sí mismos (con una ironía que sería mal vista en los anónimos blogs contemporáneos) La Mafia y que cambió para siempre la literatura en nuestro idioma.

Dice Harss sobre el inicio de Los nuestros: "Existía la Mafia, como Fuentes, Cortázar y Vargas Llosa llamaban a su grupo de amigos; era una especie de trenza de escritores dispersos por México, París, Buenos Aires. Se leían los unos a los otros, y se admiraban. ...sa era la nueva novela latinoamericana de aquellos años. En realidad, antes no había existido en el nivel continental, como sí sucedió con los poetas. Toda esta gente vivía en el idioma más que en el país. Los unía la idea de que su país común era el idioma español, y ese idioma era un artefacto arcaico y rechinante que necesitaba ser revivido y renovado, reclamaba desesperadamente una transfusión de sangre y de vida. La Mafia, entonces. La primera punta de ese ovillo que conocí fue Cortázar. Cortázar me dijo: "¿Sabés que hay otro tipo, acá a la vuelta, que se llama Mario Vargas Llosa? Ha publicado un solo libro, no es muy conocido todavía, pero es un excelente escritor. Te lo recomiendo". Lo encontré en un cuartito oscuro y allí me senté con él ante un grabador. Y así con los otros. Los llamaba por teléfono o me presentaba en su casa, llamaba a la puerta, y decía: "Me dicen que has publicado una novela muy buena" Algunos de ellos me tuvieron que prestar sus libros. Así los fui conociendo. (...) Los autores mismos me fueron llevando de uno a otro. Cortázar, sí, me dio el envión y me aportó su criterio. Antes de escribir el capítulo sobre él, leí Rayuela y todos los cuentos que había publicado hasta ese momento. Le entregué mi texto y él hizo varias marcas. Me decía "acá está mal" o "no es así". El capítulo sobre Cortázar es el más confuso de mi libro, porque es el que escribí más a tientas. Pero desde otro punto de vista es el más completo porque tuvo la amabilidad de aclararme cada cosa que yo no entendía. De ahí pasé a Vargas Llosa, y a los demás.

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Más Martín Amis

Martín Amis insiste. Fuente: descontexto

En una entrevista publicada en The Independent Martin Amis comenta la polémica sobre el Islam que lo ha tenido cabezón los últimos meses del año. Pueden ver la entrevista original en la edición virtual del diario, bajo el título "The two faces of Amis, o un resumen en castellano en Revista Ñ. También un extenso post dedicado al tema en The Literary Saloon.


Dice la nota en Ñ: "No obstante, en una entrevista publicada esta martes por el diario británico The Independent, Amis volvió a defender sus anteriores dichos. "Hay que tener en cuenta el momento en que hice (esas declaraciones). Se había descubierto la tercera conspiración yihadista en trece meses (para hacer estallar en pleno vuelo sobre el Atlántico varios aviones). Mis hijos estaban tomando ese verano vuelos transatlánticos", recuerda el escritor. "Alguien vino a verme desde Londres y me dijo que estaba prohibido incluso llevar consigo un libro en un vuelo transatlántico. Se me ocurrió que era un triunfo de las fuerzas de la estupidez, de la literalidad, de la ignorancia y la falta de sentido del humor", agrega en referencia al Islam. Según Amis, sus ataques contra los extremistas musulmanes no tienen nada de racistas: "Si fuesen protestantes anglosajones quienes hacen esas cosas, yo mismo estaría dispuesto a aceptar que se me impusieran restricciones con tal de que sirvieran para acabar con ese nivel de violencia". Para él, su propuesta de registrar preventivamente en particular a los musulmanes "no es una cuestión moral" sino una cuestión de "eficacia, algo que a uno no le gusta tener que hacer, pero cuando las cosas alcanzan cierta magnitud, no hay más remedio que planteárselo".

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Love story

Carátula de la antología. Fuente: amazon.co.uk

Cuando me pidieron una antología de la literatura peruana, supe de inmediato que no quería hacer una antología "canónica" (los mejores cuentos de...) ni tampoco una compilatoria sino una de autor, es decir, una antología que reúna cuentos con que me identifico y sobre un tema con que me sienta cómodo. La primera opción obra eran los viajes (así apareció Pasajeros Perdurables). La segunda eran las historias de amor imposible. Me entero por Rodrigo Fresán, para Radar Libros, que esta segunda antología la ha hecho Jeffrey Eugenides y tiene el sugestivo título de My Mistress’s Sparrow is Dead: Great Love Stories From Chekhov to Munro.

Dice la reseña: "Una antología que es un amor a primera vista y lectura, y Eugenides –están advertidos– propone aquí una fiesta de tristezas ya desde el título, cuya elección y función el antólogo explica en un preciso e iluminador prólogo donde lo señala como acaso el primero en escribir largamente sobre un love affaire en detalle y en extenso, y en donde todo terminó mal. Veintiséis invitados donde, por invocar a algunos (y luego de preguntarles a colegas y conocidos acerca de cuáles eran sus amores escritos preferidos) hay sitio tanto para “The Dead” de James Joyce como para “Spring in Fialta” de Vladimir Nabokov o “Dirty Wedding” de Denis Johnson. Y, sí, están los siempre nuevos y modernos clásicos como Carver y Maupassant y Faulkner y Malamud y Babel y Kundera y Ford y Musil y Brodkey y Paley y Trevor. Pero, también, selecciones más inesperadas –pero ampliamente justificables– como George Saunders, Mary Robison, Lorrie Moore, Eileen Chang, Gilbert Sorrentino, David Gates y la gran Deborah Eisenberg, así como los maduros novatos Miranda July y Stuart Dybek y David Bezmogis. Y, en el subtítulo, Chejov y Munro, su descendiente directa, se besan y, acaso, seguro, se despiden con lágrimas de feliz infelicidad. Y claro, toda antología tiene una siamesa fantasma donde se pasean los ausentes. Así, extraña que no haya algo de Haruki Murakami (“On Seeing the 100% Perfect Girl One Beautiful April Morning” hubiera encajado aquí a la perfección) o de García Márquez, a quien Eugenides ha reconocido desde siempre como uno de sus maestros (y ahí está el evidentemente marqueziano párrafo perfecto que abre Las vírgenes suicidas). Quién sabe. Unas ausencias sí han sido aclaradas por el anfitrión: Eugenides no pudo conseguir los derechos de “Brokeback Mountain” de Annie Proulx y descartó la sugerencia del “Secretary” de Mary Gaitskill por “no tratar exactamente del amor”.

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El autor enmascarado

Autor enmascarado. Fuente: la gran obra

Las leyes del mercado actuales dictan que un libro anónimo es invendible. Sin embargo, uno no deja de pensar que si todos los libros se publicasen de manera anónima muchas cosas cambiarían (y otras no). Algunos libros muy celebrados fueron publicados anónimamente ¿lo sabían? Yo me he sorprendido. Lo cuenta la revista Ñ.

Dice: "Los primeros lectores de Los viajes de Gulliver o de Sensatez y sentimientos, por ejemplo, tuvieron que adivinar quiénes podrían ser los autores. El anonimato no es necesariamente la ausencia de nombre literal. Con frecuencia es difícil distinguir entre un trabajo anónimo y un seudónimo. Robinson Crusoe fue publicado en 1719 sin el nombre de su autor, pero la portada rezaba "escrito por Sí Mismo", por lo que podría decirse que aparecía bajo el seudónimo Robinson Crusoe. En los nueve tomos del Dictionary of the Anonymous and Pseudonymous Literature of Great Britain(1882), hay miles de páginas con obras en inglés que fueron publicadas por primera vez sin los nombres de sus autores. ¿Por qué era tan importante permanecer en el anonimato? En el caso de The Rape of the Lock, de Pope, y Don Juan, de Byron, el efecto buscado fue provocar curiosidad y disparar conjeturas. El anonimato a veces se consiguió de manera elaborada. Jonathan Swift transcribió con la letra de otro hombre una parte de Los viajes de Gulliver y la dejó en secreto en la casa del editor Benjamin Motte. El manuscrito iba acompañado de una carta de un tal Richard Sympson, supuesto primo de Gulliver, y ofrecía el resto de los Viajes a cambio de 200 libras. Motte aceptó la oferta misteriosa y unas noches después recibió el resto del libro.

(...) Tradicionalmente, el deseo de evitar la identificación pública como autor estuvo asociado a mujeres escritoras, al menos hasta el siglo XIX. Tras la publicación anónima de su primera novela, Sensatez y sentimientos, Jane Austen visitó una biblioteca con su hermana Cassandra, quien sabía de su autoría, y su sobrina Anna, que no lo sabía. Anna encontró un ejemplar de la novela, lo dejó de lado con desprecio y exclamó, para sorpresa de sus tías: "Ah, eso deber ser basura, estoy segura desde el título".

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Postales de Hay Festival Cartagena 2008

1.30.2008
El salto cualitativo: los Bogotá39 en Cartagena. Foto: Daniel Mordzinski. Fuente: cartagenablog

Mientras preparo un texto un poco más extenso sobre el Hay Festival Cartagena 2008, les dejo en este fotolog creado en las añares épocas de Bogotá39 una serie de postales del Hay Festival Cartagena 2008, para que se den una idea -muy pequeña frente a lo que realmente sucedió- de lo que pasó por allá.

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Lavoe

Héctor Lavoe. Fuente: dario aspesani

Un tributo al gran Héctor Lavoe de parte de algunos escritores invitados al Hay Festival Cartagena 2008.

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Me voy al Hay Festival- Cartagena

1.22.2008
Rayuelita. Fuente: blog del Hay Festival Cartagena 2008

Este jueves 24 empieza el Hay Festival Cartagena 2008 y en este mismo momento me dispongo a hacer las maletas (camisas cortas, un par de pantalones, ¿habrá que llevar algo que abrigue?) para tomar un Avianca (6:10 de la mañana rumbo a Bogotá y de ahí a la caribeña Cartagena. Me encontraré ahí con algunos buenos amigos del Bogotá39; extrañaré a otros amigos del mismo grupo que no podrán ir (nos han dividido por continentes); bailaré salsa si san Ismael Rivera me lo permite (y si no, tendré que bailar nomás con el senegalés Baaba Maal), pero sobre todo escucharé lo que tienen que decir escritores de decenas de países, algunos de ellos sólo documentos en jpg en este Moleskine Literario y pronto de carne y hueso.

Si quieren saber algo del Festival, les dejo el programa extenso de actividades y también la lista completa de invitados. Los que no me pierdo (además de los compañeros de B39): Alice Walker, Kiran Desai, John Lee Anderson, Stephen Frears, Aminatta Forna, Antony Beevor, Monica Ali, Anne Enright, Peter Ho Davies, Yasser Abdel-Latif, Jorge Herralde, Juan Cruz, Ana María Moix, Homero Aridjis, Martín Kohan, Alberto Barrera Tyska,Andrés Hoyos, Héctor Abad Faciolince, Jorge Franco.

Por otra parte, estoy llevando también la cámara de fotos (muy magullada desde que mi hijo ha decidido ser fotógrafo) y mi computadora. Espero no tener problemas, como los tuve en Bogotá, para postear en este blog. Pero si los tuviera y no saben de mí en unos días, habrá que recurrir nomás a la cochina competencia (sí, en efecto, Gastón García, el de las libretas muji, irá y ya enlazó su blog, que lo hará además en tándem con Daniel Mordzinski... ¡así quien puede competir!)

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Cinco amores imposibles

Domenique Sanda interpretando -de manera absolutamente inobjetable- a la inasible Micol en la película de De Sica basada en El jardín de los Finzi Contini. Fuente: zvezdoliki

El excelente escritor argentino Eduardo Berti (finalista del Herralde con Todos los funes) tiene un blog llamado "Bértigo" en el cual está pidiendo a algunos escritores que elaboren un Top Five literario. Según el mismo Berti: "no se trata, para nada, de un ránking ni mucho menos de una lista canónica. Se trata, más bien, de cinco libros que repentinamente ellos quieran proponer y compartir con los demás". Me pidió participar y elaboré una lista de libros , cinco como piden las normas, que contiene igual número de mujeres literarias de las que me enamoré profundamente y sin esperanzas, como debe ser.

Dejo aquí tambíén la lista:

La verdadera vida de Sebastian Knight, de Vladimir Nabokov.
Ahí está Claire, tan delicada, tan olvidadiza, tan frágil. ¿Cómo no amarla intensamente? ¿Cómo no desear recoger las cosas que ha olvidado y seguirla por las calles y los pasadizos para entregárselas? ¿Cómo evitar preguntarle si ya dejó de estar resfriada, si nos acompaña a beber algo en un café, si ya no de sufre por Sebastián? A Claire, además, le han dedicado –a través de una astucia literaria de Knight- la más hermosa y triste carta de final del amor. Pavese decía que cuando una mujer inteligente quiere arreglarte la vida lo consigue a veces; pero si quiere destruírtela lo consigue siempre. Claire era de las que te arreglaba la vida. Y estoy seguro de que ella lo conseguiría siempre.

“La segunda juventud”, de Luis Loayza.
Graciela es la protagonista de ese cuento final, mi favorito en la literatura peruana, del libro Otras tardes. Alguna vez Graciela correspondió con una pequeña pasión a aquel amor limeño, mortecino y desesperado como la garúa que antes le brindó el narrador. En el cuento ya no es una chica joven, aunque sigue siendo hermosa, y se acaba de separar de un marido que es un pelotudo que juega tenis y se blanquea los dientes. Graciela es una mujer crepuscular, apacible, lúcida, con un gran sentido del humor. Para ella no habrá una segunda juventud, felizmente. Ahora Graziela es más fuerte y más intensa, más sabia que antes. Aunque se ríe con dulzura y promete nuevos encuentros es obvio que está fuera del alcance del narrador. Y está fuera del alcance también, aunque nos duela aceptarlo, de sus lectores.

El jardín de los Finzi-Contini, de Giorgio Bassani.
Si se me concediese convertirme un personaje literario, al menos por unos instantes, me gustaría ser el chico que se levanta sobre la cerca en el jardín y descubre el rostro amadísimo de Micol Finzi Contini. Micol es la vecina perpetua, no por vecina menos imposible. Me gustaría jugar tenis con ella. Me gustaría ver de reojo sus piernas, acariciar de casualidad la voluminosa cascada de su cabello rubio, sorprenderme si la atrapo mirándome con curiosidad o afecto o gracia con aquellos ojos enormes. Me gustaría estar a su lado y descubrir esa soledad inmensa de ser Micol y durante ese lapso de gracia tentar la posibilidad, la minúscula posibilidad, de conseguir que una mujer como ella, en medio de aquel jardín familiar, se enamore de mí.

Clea, de Lawrence Durrell.
No la imagino bella. Es dulce, es generosa, quizá es seria. Pasamos demasiado tiempo enamorados de Justine, perdiéndonos en su exotismo, su sensualidad, el laberinto de sus pensamientos y justificaciones, como para comprender casi al final del último tomo de El cuarteto de Alejandría, durante un ridículo accidente en medio del mar que puede tener consecuencias fatales, que la mujer a quien jamás nos resignaríamos a perder es a Clea.

Tokio blues, de Haruki Murakami.
El mundo se divide en dos: los que se enamoran de Naoko y los que se enamoran de Midori. Y yo, a pesar de las apariencias y de esta misma lista, voy por Midori. El adolescente narrador de la novela no se da cuenta de eso, y aquello es su perdición. Por mirar cómo Naoko iba arrojando los lastres de su vida en aquel pozo espectral en mitad de un bosque, hasta terminar arrojándose a sí misma, se perdió el espectáculo luminoso de las piernas de Midori expuestas por una minifalda inolvidable; de la sonrisa de Midori en lo alto de una azotea; de las conversaciones pornográficas y los chistes tontos de Midori; de los ojos chispeantes de Midori que apenas ocultan sus lentes de sol; de la capacidad para superar el dolor, la pérdida y hasta la felicidad que tiene Midori; y sobre todo se perdió ese espléndido milagro de encontrar a una chica que es capaz de mirarte a los ojos y decirte, sin verdades veladas, escondrijos ni trucos: te amo.

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good ol’ Charlie Brown

Charlie Brown. Fuente: redkid

John Cheever y John O’Hara y Richard Yates.:he aquí, según Rodrigo Fresán, el canon que explica a Charlie Brown, en el que tambiéna aparecen como estrellas rutilantes Salinger, Quino, Chris Ware y Daniel Clowes y Charles Burns, películas como The Royal Tenembaums y series como Seinfeld. En el suplemento "Radar", Fresán comenta la biografia de Charles Schulz en un extraordinario artículo.

Dice Fresán: "aquí ya está el germen identificable de un futuro e inmediato virus más que interesante: niños de cabeza grande que hablan con expresiones de adultos (ese insistente good ol’ ya en la primera entrega) y a los adultos no se los ve ni se los verá jamás por ninguna parte. Se habla de ellos pero han desaparecido como exterminados por una bomba atómica que sólo acaba con los mayores de la especie. Y entonces lo comprendemos: es 1950 y estos niños –los niños de Peanuts– son, culturalmente, los hijos de los personajes disfuncionales y martirizados y martinizados de John Cheever y John O’Hara y Richard Yates. Así que, tal vez, mejor no verlos junto a niños, porque los niños suelen terminar muy mal en sus relatos. Y otra cosa: uno de los niños –pero pronto sabremos que no será el único– no vacilará en reconocer y hasta intentar propagar el odio por uno de los suyos desde ese mundito en la página de historietas de un diario. Y ese mundito –el campo de béisbol, los jardines nevados, las aulas, las ventanillas de autobús, los cordones de vereda, los livings, la colonia de vacaciones, el “kiosco” de la psicoanalista, el frente al que se pasa en un aula, las camas y la casita del perro– es una jungla. (...) Los personajes de Peanuts tienen un curioso patrón de crecimiento: apenas sumaron un par de veranos e inviernos desde 1950 y los que empezaron como bebés se desarrollaron hasta alcanzar la estatura de los mayores y allí se quedaron y allí seguirán para siempre. En algún lugar entre los ocho y los diez años de edad. No importa demasiado porque los niños de Peanuts han crecido en otras partes: en los Glass de Salinger, en las pesadillas de los comics de Chris Ware y Daniel Clowes y Charles Burns, en la conciencia política de esa prima lejana que es Mafalda, en películas como The Royal Tenembaums, en series de televisión como Seinfeld, en el indestructible vínculo de ese otro niño con ese animado tigre de peluche, en todas partes y, muy especialmente, en el recuerdo de los tormentos pesados y las ligeras alegrías de nuestras propias infancias cuando la cabeza (y lo que ésta contenía) pesaba tanto más que nuestros frágiles cuerpitos.

Además, recuerda en palabras del propio Schulz el origen del comic: "Cuando yo era un niño, creía que mi rostro era algo tan soso que la gente no me reconocería si me viera en algún sitio diferente de donde solían verme. Siempre me sorprendía que cuando, de compras con mi madre por el centro de St. Paul, me encontraba con algún compañero de escuela o con una maestra, éstos supieran que era yo. Yo pensaba que mi aspecto muy común era como un disfraz perfecto. Fue esta extraña manera de pensar y sentir las cosas que inspiró el rostro redondo y común de Charlie Brown (...) durante mi infancia en el colegio no es que me odiaran porque yo no le importaba tanto a alguien como para odiarme (...) Charlie Brown tiene que ser el que sufre, porque es la caricatura de la persona común. Y la mayoría de nosotros estamos mucho más familiarizados con el fracaso que con el triunfo"

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Cuestión de espacio

Libros hasta el techo. Fuente: paper cuts

¡Estoy feliz! O más precisamente, entusiasmado. ¡Cómo no se me ocurrió antes! Esta fotografía publicada en el Paper Cuts , el blog del NYT, acaba de resolver mi problema de espacio (vivo en un estudio de 30 mts2) Yo creo que sí me resulta. ¿Alguien conoce a un buen carpintero?

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Fadanelli, boxeador frustrado

Guillermo Fadanelli. Foto:Foto: Yolanda Martínez. Fuente: adn cultura

No, no quiero decir que Guillermo Fadanelli ha tomado la justicia con sus manos ante la crítica adversa (como lo hizo un rollinga escritor peruano hace unos años en episodio de triste recordación) sino que en entrevista con ADN Cultura él se ha considerado así: un boxeador frustrado, un escritor ocioso, chico malo, camisas exóticas, editor underground y fan de John Fante. Actualmente disfruta de una beca en Berlín y su novela Malacara salió el año pasado en Anagrama.

Dice Fadanelli: "El lector siempre es un desconocido, y me intimida cuando se vuelve real. Creo que los comentarios o reacciones que despierta la novela son apostillas que completan la obra, incluso forman parte de su historia. Lo que sí me molesta es que las sociedades sean cada vez más idiotas, pero ahí encuentro una virtud: nos obligan al exilio, entendido como "conocimiento de uno mismo".

También declara: "Coincido con Malacara en que el escritor es un dios mediocre, pero eso no me ha hecho un ser desgraciado; al contrario, la literatura hace más tolerable el duro "inconveniente de haber nacido", como diría Cioran (...) mí me gusta imaginar la novela como un universo que ningún dios domina. Cómo escribir sin la pedantería del pequeño dios que crea mensajes y lleva al lector de la mano hacia una catarsis: ése, y no otro, es "el" asunto. Para mí la literatura es una extensión de la amistad, y por suerte hay una larga lista de autores que considero mis amigos, aunque no todos los libros que han escrito me interesan: Philip Roth, Thomas Bernhard, Jorge Ibargüengoitia, Rubem Fonseca, Roberto Arlt, Fernando Vallejo, entre muchos otros. Publicar -más que escribir- es un acto impúdico, sobre todo ahora que hay tanto ruido. Prefiero leer, aunque continúo escribiendo a causa de una costumbre maníaca, y porque todavía espero encontrarme en el futuro con un par de sorpresas.

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2,073

Mary Shelley. Fuente: letralia

Antes de que las noticias sobre el calentamiento global y el asteroide que va a chocar con el planeta (esas cosas que sabe la NASA pero no se las dicen a nadie) nos asutaran a todos, pensar en el año 2,073 era posible. Por eso Mary Shelley, la mamá de Frankestein, en el remoto año de 1826, escribió una novela futurista y la ubicó en ese año. Se llama El último hombre y aparece traducida en España por primera vez.

Dice la nota: "Año 2073: una extraña epidemia, fruto de una guerra, avanza por el planeta hasta empezar a extinguir a la humanidad. Esta simple trama de novela futurista, bautizada además como El último hombre, no tendría quizá mucho atractivo hoy si no fuera porque fue escrita en 1826 por Mary Shelley. Muchos la consideran su novela más ambiciosa y un ejemplo típico de roman à clef. La obra, que estuvo siempre a la sombra del Frankenstein que escribió ocho años antes, aparece ahora por primera vez traducida al español por El Cobre. Amén de una crítica a la estructura social de la época, cada personaje responde al núcleo cercano de la escritora: si el narrador, Lionel Verney siente la angustiosa soledad que sufría la autora tras la muerte de su compañero, el poeta Percy Shelley; el inevitable lord Byron muda en lord Raymond, que lucha en Constantinopla por la libertad de un pueblo que no es el suyo, como hizo el autor romántico. "

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Ibargüengoitia 80

Jorge Ibarguengoitia. Fuente: letras libres

Si no hubiera subido a ese fatídico avión en 1983, que también se llevó a Manuel Scorza, este años el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia hubiera cumplido 80 años. En "Milenio" comentan lo que se prepara para celebrar su natalicio , que incluye una exposioción, y en "El Universal" Gonzalo Valdés Medellín escribe una columna de opinión sobre el estupendo narrador y dramaturgo. Además, en Letras Libres aparece un inédito del autor, "Isabel cantaba", presentado por Guillermo Sheridan.

Dice la nota: "Para conmemorar el 80 aniversario de su natalicio, la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) preparó la exposición Los pasos de Ibargüengoitia, integrada por fotografías, documentos, libros, video y hasta sonidos de una conferencia dictada por el escritor en agosto de 1966 en el Palacio de Bellas Artes, bajo el título Los narradores ante el público.“Se trata de ofrecer una visión íntima del escritor”, contó Beatriz Castillo, curadora de la muestra, “por lo cual hasta pedimos el apoyo de su viuda Joy Laville, a quien pertenecen algunas de las fotografías, y quien ha manifestado su emoción porque al escritor se le habían organizados presentaciones de sus libros, conferencias o montajes de sus obras, pero nunca una exposición. A ella le va a dar mucho gusto ver a tantos Jorge’s juntos.”La muestra tiene el propósito de dar a conocer el entorno del escritor guanajuatense, desde su nacimiento hasta sus últimas actividades, mediante el uso de los acervos de la coordinación, que no sólo son bibliográficos o hemerográficos, sino además audiovisuales, siendo la primera ocasión en que se ofrece este panorama múltiple. (...) De entre los cuatro expedientes, con alrededor de 400 documentos o fotografías, la fonoteca cuenta con una grabación de aquella conferencia de Ibargüengoitia en la cual se preguntaba acerca de las razones de su escritura. Asimismo, se presentará el video de un programa realizado por el escritor, con el que se complemente ese acercamiento íntimo al escritor, asegura Beatriz Castillo.

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Handke quiere irse

Peter Handke, no te vayas. Foto: Gabriele Senft. Fuente: NRhZ

Reconozco que, pese a lo pólémico del personaje, soy un lector fanático de Peter Handke desde que leí en la universidad El miedo del portero frente al penalty, El chino del dolor y en especial Desgracia impeorable. Un gusto que, debo decir, no comparto con ninguno de mis conocidos que lo consideran denso o aburrido. Por eso, esta noticia me deja un poco desolado: Handke se plantea dejar la literatura.

Dice la nota: "El controvertido escritor austriaco Peter Handke se plantea dar por terminada su carrera literaria por considerar que ha dicho ya todo lo que tenía que decir en su vida. "Tras casi 40 años de desempeñar este maravilloso oficio, a veces pienso: has bosquejado, suavemente o con energía, todo lo que tenías que bosquejar en tu vida. Ahora es tiempo de terminar", dice Handke en una entrevista que publica la revista alemana Cicero en su edición de febrero. Handke, de 65 años, logró reconocimiento como narrador a partir de la publicación en 1979 de la novela El miedo del portero ante el penalti y como dramaturgo su obra siempre suscitó polémicas. Además, Handke colaboró intensamente, como guionista, con el cineasta Wim Wenders, en películas como Falso movimiento y Cielo sobre Berlín.

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Gonzalo Rojas inaugura

Gonzalo Rojas en Cuba. Fuente: revista eñe

Imitando a Pablo Neruda leyendo poesía -"para que se rían" dijo- el vitalísimo poeta chileno Gonzalo Rojas inauguró la semana de deliberaciones del Premio Casa de Las Américas en Cuba. Habló también de César Vallejo, Jorge Luis Borges y Octavio Paz. Además, se declaró "fidelista" aún. Nadie es perfecto.

Dice la nota: "El escritor llegó a Cuba el pasado sábado para inaugurar la edición 49 del Premio Casa de las Américas, que se extenderá hasta el día 31 con el concurso de unas 400 obras de 24 países en los géneros de poesía, cuento, ensayo de tema histórico-social, literatura brasileña y literatura caribeña en francés o creole."Yo tengo el Cervantes, no sirve para nada, todos los premios son inútiles, pero este premio me gusta, este premio me es", indicó el escritor sobre un concurso regional del cual ha sido jurado y donde en 1964 obtuvo mención por su poemario Fragmentos.En declaraciones confesó que no estaba seguro de escribir "poesía todos los días", aunque afirmó que: "pienso poéticamente, vivo poéticamente, apuesto mi vida a la poesía como siempre".Añadió que estar en La Habana es como el "oxígeno mismo, un oxígeno tremendo, el mismo oxígeno que se me dio aquí el primero de enero del 59", fecha del triunfo de la revolución.

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Recuperación de Donoso

1.21.2008
José Donoso recuperado. Fuente: retratoshablados

La novela de José Donoso, recuperada por Julio Ortega, Lagartijas sin cola ha sido motivo de un extensa reseña en Radar Libros, escrita por Osvaldo Aguirre. Además, entrevistan a Julio Ortega sobre el hallazgo.

Dice Julio Ortega: "Digamos, primero, que todo gran escritor es sobrevivido por sus inéditos. Hay que desconfiar, digo yo, de los narradores que lo tienen todo publicado y compiten con ellos mismos en fatigar las prensas. Pero la prueba de fuego no es la valoración misma de esos inéditos sino la trama delicada que no acaba de resolverlos. Yo he tenido la suerte de aventurarme en los manuscritos de Vallejo, de Borges, de Cortázar, pero el encuentro de este texto de Donoso es más intrigante. En todo crítico hay un personaje de Henry James, alguien que vive la novela de un manuscrito como un misterio. El hecho es que no sabemos por qué Donoso abandonó esta novela. Y su lugar en la obra es extraño, casi una fábula póstuma sobre la precariedad del artista en una época en que el escritor se ha convertido en un productor de residuos, en un agente residual.

[Respecto a si por culpa de la dictdaura no publicó el libro antes el autor] Pilar Donoso, su hija, así lo entiende y yo le creo. Pero caben otras explicaciones, y en este momento creo en varias porque dudo haya una sola. He pensado que los personajes provienen, tal vez, del entorno de amigos y que Pepe sintió que esta vez se metía demasiado con la vida de los otros. Lo hizo algunas veces, y le costó mucho. Enrique Planas, narrador peruano, me ha convencido de que la trama homosexual, que no está desarrollada aunque es un motivo explícito, puede haber sido otra causa. Y tiene razón. También es una novela emotiva, cuyo crecimiento narrativo va en contra de su decrecimiento interno, ya que se trata de una renuncia.

También dice Ortega: "(...) la novela es sobre un pintor que en un instante de lucidez entiende que no puede seguir produciendo para un mercado que dictamina su obra, su éxito o fracaso. Decide retirarse en un pueblo perdido y no pintar más. Ese gesto romántico es sin embargo polémico porque cuestiona al sistema. Pero su rebeldía no es ejemplar, es tarde también para eso. Donoso se decide por la fabulación paranoica del artista sin lugar en este mundo. Quizá la novela es inacabable por eso, no tendría sentido como un best-seller entre novelas premiadas. Es, digamos, la única novela impremiable."

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Lo nuevo de Oe

Carátula de la nueva novela de Oe. Fuente: sicocha.co.ja

Vía The Literary Saloon me entero de que ha aparecido una nueva novela de Kenzaburo Oe en Japón, bajo el título Routashi Anaberu Rii Souke Dachitsu Mimakaritsu" ("The beautiful Annabel Lee was chilled and killed"). La novela tiene dos novedades, por lo menos: la protagonista es una mujer y, aunque por el título no lo parece, el final es feliz. La novela está inspirada, como es obvio, por el poema "Annabel Lee" de Edgar Allan Poe.

Dice la nota: "The book opens with a scene of the novelist (also the narrator of the story) being reunited with a film producer after a 30-year interval. Once they had tried to make a movie in Japan with an internationally renowned actress named Sakura commemorating the 200th anniversary of the birth of the German writer Heinrich von Kleist (1777-1811). In the process, however, it was revealed that Sakura had been sexually abused by her American guardian during the Occupation. After another scandal involving the film crew, production of the movie stopped. In Oe's new novel, the plan to make the film is given a second try on Sakura's initiative.

Dice Oe: "This is the first time I have chosen a woman to be the leading figure," Oe says. He adds that although women are the protagonists in "Ame no Ki (Rein Tsurii) o Kiku Onna-tachi" (Women listening to a 'rain tree,' 1982), "Jinsei no Shinseki" (An Echo of Heaven, 1989) and "Shizukana Seikatsu" (A Quiet Life, 1990), he used the women as mirrors to write about men. "This is the first time I decided to depict a woman," Oe says. "For the first time, I decided to write a novel with a happy ending, where someone flees from a place of suffering. A woman, wounded as a girl 30 years earlier, is healed after finally filming a movie. [The novel] ends with the woman, who is like Annabel Lee, facing a bright future. I intentionally hoped to offer up some optimism (...) I like forming grand plans and begin writing in the hope of pulling them off, but I always come upon the fact that the novel will not end unless there is a setback. If you think about it, if the leading character is watashi or boku [I], there is no way the character will succeed. This time I chose a woman as the main character and led her to a happy ending. After I finished writing, I felt that a bright outlook gained after overcoming life's difficulties is about actively accepting one's youth anew"

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Lost Zweig

Cartel de la película. Fuente: brasilemdia

Dicen que Stefan Zweig se suicidó dejando en su nota final un agradecimiento a país que lo acogió antes de su muerte: "Antes de abandonar esta vida, con pleno conocimiento, y lúcido, me urge cumplir con un último deber: dar gracias a este maravilloso país, Brasil, que tanto me ha ofrecido". Los años perdidos de Zweig en Brasil son motivos de una película: Lost Zweig

Dice la nota: "Basada en la obra Morte no Paraíso (1981) del periodista Alberto Dines, Lost Zweig es el primer testimonio que indaga en este pasaje olvidado —puede que intencionadamente— de su biografía. Son muchos los que piensanque Zweig pudo haber sido objeto de una conspiración. Al parecer, no se realizó autopsia ni se llevó a cabo una investigación sobre los hechos y, días antes de su muerte, el propio escritor hablaba de unas cartas anónimas amenazantes. Aunque no entra a analizar estas hipótesis, el director, Sylvio Back, reconstruye con detalle su ‘vida brasileña’ desde que llegó exiliado en 1941. Desde la tensión entre sus recuerdos de la Europa prehitleriana y la ilusión de que Brasil le devolviera su confianza en el mundo a las duras críticas que sufrió por la publicación de ‘Brasil: País del Futuro’; sin olvidar sus delicadas relaciones con la dictadura de Vargas."

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Más ventas

Público asistente interesado en los libros que ofrecen las editoriales de la 21 Feria Internacional del Libro de Guadalajara. © Cortesía FIL Guadalajara/Michel Amado Carpio

Más notas sobre la complejidad del negocio literario en España y América Latina. ¿Realmente es un boom o más bien una falsa alarma? Gracias a The Literary Saloon me entero de una nota en The Economist al respecto escrita a partir de las ventas en la FIL Guadalajara.

Dice la nota: "In the past five years big international publishers such as Planeta, Santillana and Random House Mondadori have bought local imprints throughout the Spanish-speaking world. This lets them market books worldwide while selling at local prices, and scout for promising writers. Deals that offer rights across several regions are becoming more common. And although the number of titles published in Spain has declined slightly for the past few years, it is growing strongly in Latin America. Five Latin American countries now have higher rates of book readership than Spain.
Even so, distribution in Latin America remains difficult. As if to underscore this, a container of books was stolen on the way to Guadalajara. Counterfeits are also a problem for publishers. Riccardo Cavallero, boss at Random House Mondadori, the leader in Spanish-language paperbacks, says that in Chile sales of pirated books can equal those of legitimate copies. There is also a wide variation between Spanish-language markets. Mexico has few bookshops—one for every 82,000 people, or an eighth of the number in Spain. And the enthusiasm at Guadalajara notwithstanding, the industry frets that readers are scarce or, sniffily, that they prefer self-help books to more elevated fiction. Novelists and poets in Latin America are often prominent public intellectuals. In Mexico writers can still benefit from generous tax breaks, stipends and government appointments. “The idea is that culture generates the nation,” says Álvaro Enrigue, a novelist. This system may produce fine literature, but the resulting work does not always have broad appeal: a well-received Mexican novel may sell only 5,000 copies worldwide, though political non-fiction can sell 100,000 and be very influential. Things are better in Argentina, by contrast. It has a bookshop for every 48,000 people, more than 2,000 public libraries, and avid readers. Its publishers produce nearly eight times as many titles as Mexico's, even with less than half the population. The economic crisis six years ago boosted local publishing by making imported books prohibitively expensive. Costs remain low there, and many companies—such as Planeta, which publishes the Spanish translations of “Harry Potter”—print books in Argentina for distribution abroad. The biggest hurdle now, says Daniel Divinsky, who publishes “Mafalda”, a children's title that has sold more than 20m copies since the 1970s, is that Argentina's creaking printing infrastructure is running at maximum capacity.

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Crímenes de tinta

¿Así serán las reuniones del jurado? Fuente: calafell notices

Bajo el poco sutil nombre de "Crímenes de tinta" (que más parece el título de una serie policial de TV cutre), la policía catalana está promocionando el primer premio de literatura policial en lengua catalana. La mejor noticia es que el jurado lo conformaránn no sólo escritores sino policías ¡Eso sí que será buenísimo!

Dice la nota: "Los Mossos d'Esquadra, igual que hace la policía francesa, patrocinarán un nuevo premio de novela negra, Crímenes de Tinta, que será además el primero del género en lengua catalana y que editará el grupo RBA. El primer premio literario en catalán de novela negra, de intriga y policíaca, estará dotado con 25.000 euros y la obra tendrá que ser inédita. La novela ganadora, que se fallará el 24 de abril próximo, Día de las Esquadres, será publicada por editorial La Magrana, del grupo RBA.

Los responsables de Interior han comentado que con la creación del premio Crímenes de Tinta se retende "fomentar la creatividad literaria en lengua catalana en aquellos géneros que tratan temáticas relacionadas con los ámbitos competenciales del departamento". Al mismo tiempo, también persigue "profundizar en la integración social de los hechos policiales y aproximar la cultura y la policía, ha añadido Boada.

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¿Quién quiere pertenecer?

1.20.2008
Consultants experiencing a writers block. All drawings copyright © Rob Nuijten, Amsterdam

Desde hace unas semanas, el suplemento "Babelia" le dedica una columna a la literatura latinoamericana. La inauguró Jorge Volpi, con un excelente artículo quiero subrayar, y ahora me invitaron a mí a participar. Se la dediqué a la pluralidad que, creo yo, es el rasgo distintivo de la literatura peruana -y universal- en la actualidad:

Actualización 21/01.- Paolo de Lima comenta en su blog el artículo y pone entre comillas el término "pluralidad". Mientras tanto, Daniel Salas en "El Gran Combo" y Gustavo Faverón en "Puente áereo" replican la posición de Paolo de Lima.

"No es necesario tener un blog de actualidad literaria, como es mi Moleskine Literario, para estar enterado de que las broncas literarias existen en todas partes y con igual intensidad -y necedad-. Basta leer cualquier biografía de escritores, cualquier historia de una época, para enterarse de peleas y más peleas. Cambian los actores, cambian los argumentos, cambia todo y lo que sea, cambia la calidad literaria y la calidad humana, pero no cambia el instinto de enfrentamiento y la necesidad de derrotar (con argumentos o sin ellos) al otro. En Perú, hace unos años se originó una bronca de agitadas consecuencias cuyo germen fue, justamente, un encuentro literario de narradores peruanos en Madrid. La discusión tuvo sobre todo aristas intrascendentes pero también cierto cuestionamiento interesante. En su parte más frívola, se discutía sobre el tamaño de la foto en los artículos en una revista de actualidad; las veces que aparecía el nombre de X o de Y en los periódicos; quién vendía más libros y quién tenía más homenajes en los colegios fiscales; quién publicaba en las editoriales "imperialistas" y quién se autopublicaba por decencia. También se rebajó el nivel a ciertos chismes -no del todo faltos de interés como souvenir literario- sobre la higiene de ciertos escritores o sacados al fresco por amarillentas reseñas escritas 25 años atrás y guardadas con celo, con la esperanza de disfrutar una cena fría. Finalmente, la frivolidad dio paso a la paranoia y se habló de "mafias literarias" organizadas con enorme cálculo y profesionalismo para evitar que ciertos escritores tuvieran éxito (aunque esas mafias no pudieron evitar ser bombardeadas con artículos de página entera en los mismos diarios acusados de "mafiosos").

En su parte más sensible, sin embargo, la br1onca literaria no carecía de interés. Se discutía, en primer lugar, sobre la necesidad absolutamente justificable de ser "reconocido" por el otro. ¿Reconocemos los escritores peruanos la existencia de los otros escritores? ¿Qué tan abarcador era aquel "punto ciego" que no nos permitía reconocernos unos a los otros? En ese sentido, se resumió la cuestión como una pelea de criollos versus andinos (aunque la versión de un crítico más agudo fue hegemónicos versus excluidos) y aunque se trató de simplificar la complejísima historia de separaciones y violencia de Perú en acusaciones con nombres propios, es innegable que no es fácil para el mundo literario peruano, eminentemente limeño, reconocer lo que sucede en ciertas regiones del país (no necesariamente andinas, por cierto).
Por otra parte, los argumentos de esta discusión que me parecieron más atractivos fueron los vinculados a la representación de la literatura peruana. El grupo de los que se consideraban a sí mismos "excluidos" reclamaba que un grupo se había arrogado para sí mismo, de manera injusta y arbitraria, la representación de Perú. Eran ellos los que se promocionaban en revistas y encuentros literarios como "escritores peruanos", solventados además por el marketing de sus editoriales transnacionales, y cabía preguntarse: ¿Con qué derecho? La propuesta de ellos, sin embargo, no era tan ingenua: lo que proponían era que la verdadera literatura peruana era la excluida. Es decir, la de ellos. Una literatura, de más está decir, vinculada a los conflictos sociales y a la descripción regionalista en contra de novelas "criollas", con sospechosa influencia norteamericana y que a veces, vade retro, ni siquiera sucedían en Perú.

La pelea por quién era el justo representante de la literatura peruana (una discusión inexistente en la época de José María Arguedas, por ejemplo, en que nadie dudaba de que él era obligatoriamente el escritor peruano y lo que se discutía era hasta qué punto podíamos permitir influencias extranjeras para no perder la peruanidad. ¿Dejábamos de ser escritores peruanos si introducíamos monólogos interiores, si mencionábamos el jazz en vez del huayno o si dividíamos la novela como Rayuela?) se ha convertido en un sinsentido actualmente. La noción misma de una literatura nacional me parece discutible, al igual que es discutible la idea de un canon único y unidireccional.
Ya es bastante complejo tratar de entender qué une a un país con una geografía tan variada, una sociedad tan dividida e incluso multilingüe como Perú. ¿Cómo podría entonces alguien decir que tal autor representa inequívocamente a la literatura peruana? La ambición por apoderarse de la totalidad de la representación literaria del país (de cualquier país, pero sobre todo de uno como Perú) es anacrónica no sólo por darle la espalda al mundo que nos tocó vivir sino, sobre todo, por ir contracorriente de la noción de antitotalitarismo con la que hemos crecido. Porque querer representar al país y convertirse en la única voz autorizada es de un absolutismo insufrible y manifiesta un deseo dictatorial sólo justificable por las nociones políticas maoístas con que se educaron algunos de esos escritores. En un mundo donde cada vez existen más libertades individuales y más minorías reconocidas, donde estamos aprendiendo a reconocer al otro por sus diferencias, y donde la literatura mundial muestra una pluralidad como nunca antes, ¿por qué alguien querría escribir la gran novela peruana o latinoamericana y silenciar a los demás?
Desterremos la palabra "tolerancia", muy del agrado de estos escritores dispuestos a tolerar con buen humor a los que consideran minorías hegemónicas o excluidas, y propongamos a cambio "pluralidad". Y en vez de pelearnos por estar falsamente unidos en torno a una obligación, hagámoslo por defender la diferencia de los demás.

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François Nourissier se despide

Francois Nourissier. Foto: Serge Picard. Fuente: lemonde

El jurado del premio Goncourt François Nourissier se ha jubilado dejando una sabrosa entrevista en Le Figaro que el suplemento "Radar Libros" resume así:

"François Nourissier, el veterano jurado y ex presidente del Goncourt que decidió alejarse por estos días del premio más castigado de Francia, explicó en una rara entrevista concedida a Le Figaro las razones de su alejamiento. “Me voy como quien no quiere la cosa. Las discusiones de la Academia demandan una energía que a esta edad, y dado mi estado de salud, ya no tengo más.” Cuando se le preguntó cuál de los jurados fue el que más lo marcó, nombró a Hervé Bazin por ser maníaco y extraño. Por su parte, el libro premiado que más lo satisfizo fue Ingrid Caven de Jean-Jacques Schuhl, un escritor “también raro”. La cosa se puso un poco más interesante cuando el periodista le preguntó de qué se arrepentía durante los treinta años que integró el Goncourt: “De no haber premiado nunca a Houellebecq. Una vez fuimos recibidos por el presidente Chirac, que me reprochó haberlo defendido a Houellebecq, un escritor inflado, según sus palabras. Yo le repliqué que no era su rol tomar partido de eso, y en ese encuentro llegué a brindar por Michel Houellebecq”. Con respecto a cómo ve el futuro del Goncourt, Nourissier se mostró optimista: “Cada año predicen su muerte y todos los años la novela premiada es sensación en todos los diarios. La academia Goncourt tiene al menos una ventaja: mantiene viva la literatura”.

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Martínez sobre "Seinfeld"

Los cuatro protagonistas de Seinfeld. Fuente: adn cultura

Soy un fan casi incodicional de "Seinfeld" aunque, probablemente, debería especificar que lo soy sobre todo de su co-creador Larry David. Y ese gusto es compartido con otros escritores (salvo Mario Bellatin, que es un apóstata). Alguna vez me confesó Alan Pauls que ver la serie fue muy bueno para escribir El pasado. Pero no es el único narrador argentino subyugado: Guillermo Martínez escribe brevemente sobre la serie en el especial sobre sit-coms gringas que presenta ADN cultura:
"Si bien Seinfeld se presenta a sí misma como una sitcom "sobre nada", basta mirar cualquier episodio al azar para advertir que esta "nada" nunca es menos de dos historias -desarrolladas y resueltas en media hora- siempre ingeniosas y sutilmente conectadas, más una cantidad de chistes y diálogos brillantes, más la destreza escénica y los tics extraordinarios de George, Kramer, Elaine, más esa cualidad inasible, tan infrecuente en televisión, y que podríamos llamar, en sucesivas aproximaciones, talento, clase, originalidad, gracia La serie fue a duras penas sostenida en el aire, durante cuatro temporadas, por una cantidad fiel pero minoritaria de espectadores. Finalmente "explotó" cuando la pusieron a continuación del programa líder Cheers y fue descubierta por millones. La base de la comicidad, casi siempre, es detectar detalles ínfimos de la vida cotidiana y agrandarlos hasta el absurdo con la lupa de la obsesión, de la fobia, o del entusiasmo equivocado. Sin proponerse provocar, Seinfeld llegó lejos como pocas series en cuanto a humor negro (la muerte desternillante de la novia de George), o al sexo (la apuesta sobre quién resistirá más tiempo sin masturbarse). Y posiblemente más lejos que todas en cuanto a inteligencia. "

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Ermitaños literarios

La última foto conocida de JD Salinger. Fuente: caretas

La muerte de Julien Gracq ha hecho recordar a muchos la figura del escritor retirado, el eremita, que muere en silencio y lejos de cualquier plataforma mediática (incluso hay pocas fotografías suyas, ni se diga de asistir a programas de TV o mantener blogs). ¿Es la figura del escritor ermitaño un dinosaurio pronto a desaparecer en tiempos mediáticos? Jesús Marchamalo, para el ABCD las letras, menciona algunos casos notables:

"A pesar de este mercado de vanidades, este escaparate de notoriedad, hay quien decide convertirse en eremita de las letras. El escritor alemán Patrick Süskind, por ejemplo, raramente concede entrevistas, ni aparece fotografiado, y ha rechazado varios premios. Tampoco Philip Roth resulta especialmente accesible. Vive en su casa de Conecticut, apenas da entrevistas -un síntoma recurrente- y se precia de no haber aparecido jamás sonriendo en una foto. Y hay quien, como Thomas Pynchon, ha hecho de su defensa de la intimidad una seña de identidad. De él se cuenta que ni siquiera sus editores lo conocen, y que destruyó documentación sobre su servicio militar y su paso por el instituto para borrar las huellas de su pasado. Aunque sin duda el personaje esquivo por definición sea Salinger, cuya última foto conocida, increpando al fotógrafo que se la hacía, dio la vuelta al mundo. Últimamente, Cormac McCarthy, autor de La carretera y No es país para viejos, también se ha pasado al bando de los huidizos. McCarthy, según su agente, no existe para los periodistas, ni existe para sus editores. Y aunque en junio de 2007, a los setenta y tres años, concedió su primera entrevista en televisión a Oprah Winfrey (tampoco es una mala elección), entiende que su escritura y su obra hablan perfectamente por sí mismas.
Pimpampum de feria. «Es cierto que todavía el escritor mantiene una aureola sacra -opina el editor Constantino Bértolo-. Provoca una curiosidad saber cómo es, qué piensa, cómo se expresa. Creo que en este sentido aún hay cierta necesidad de tocar al santo. Pero hay quienes tienen claros los límites. Hace tiempo conocí a Naipaul y, aunque tiene fama de maleducado, no se niega a participar en un diálogo sobre su obra, siempre desde el respeto. No entiende que alguien pueda ir a hablar de sus libros sin haberlos leído, o que le saque a colación otros temas que nada tienen que ver con la literatura, o que lo traten no como a un escritor sino como a un pimpampum de feria. Es perfectamente capaz de distinguir entre el autor y la obra.» En España, entre otros muchos silenciosos ilustres, Javier Marías, que es relativamente reacio a aparecer en los medios de comunicación fuera de los estrictos periodos de promoción, y Rafael Sánchez Ferlosio: no suele conceder entrevistas, ni hacer apariciones públicas, ni declaraciones. Parece que cuando el entonces director del Instituto Cervantes y hoy ministro de Cultura, César Antonio Molina, le comunicó en un acto público que pensaban poner su nombre a una biblioteca, el escurridizo Ferlosio le miró, tomó la palabra, y allí mismo le dijo que de ninguna manera.

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Kjartan Fløgstad en Chile

Kjartan Fløgstad. Foto: TRULS BREKKE. Fuente: dagbladet

Kjartan Fløgstad es un escritor noruego cuya obra puede leerse traducida en Lengua de Trapo. Actualmente, está de visita en Chile (uno de los escenarios de su última novela traducida Paraíso en la tierra) y ahí lo entrevistan para la Revista de Libros de "El Mercurio" ¿Quieren saber cómo viven los escritores escandinavos? Esto dice Fløgstad:

"En general, Noruega no es Paraíso en la tierra. Sin embargo, no cabe duda de que los escritores escandinavos, y los noruegos en particular, tenemos condiciones de trabajo inigualables. El estado compra, por ejemplo, 1.000 ejemplares de cada título nuevo de literatura original y poesía traducida para distribuir a las bibliotecas populares por todo el país. Hay un sistema sofisticado de becas literarias y también un sueldo garantizado para artistas, etc. Todo esto sirve para mantener viva una cultura literaria en un país que tiene menos de 5 millones de habitantes. En los países hispanohablantes la situación es muy distinta. El castellano es un idioma universal, la versión original de una novela chilena puede tener lectores por todo el mundo. En sociedades tan pequeñas e igualitarias como las escandinavas, escribimos todos los escritores para un público culto y totalmente alfabetizado. Todavía quiero creer, o quiero tener la ilusión de que mi próxima novela puede ser leída por todos, al mismo tiempo por un embajador y un campesino; un catedrático, una profesora de escuela primaria y un obrero industrial. Es probablemente una ficción, pero quizás sea ésta la ficción más importante que los escritores -noruegos o chilenos- estamos cada día tratando de crear.

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Carver principiante

Raymond Carver. Foto: Marion Ettlinger Fuente: lemonde

Como regalo de fin de año, el New Yorker publicó un asombroso texto en el que se veían las sugerencias y los tijeretazos que Gordon Lish, el astuto editor, hacía al cuento "Beginners" de Raymod Carver. Ver ese texto, incluso si conocíamos la historia, era asombroso. En "Babelia", Antonio Muñoz Molina comenta el tema.

Dice: "Suele pensarse que este tono de sutil o explícita celebración llegó a la literatura de Carver en su segunda vida, según se afianzaba su amor con Tess Gallagher y su celebridad de escritor, en el tiempo demasiado breve en el que aún no sabía que iba a morirse con cincuenta años de un cáncer de pulmón. La sequedad quirúrgica de su primer estilo parecía que daba paso a una nueva complacencia en la escritura, a una riqueza mayor de pormenores y de matices. Pero en literatura todas las explicaciones claras son dudosas, y todo prestigio tiene una parte mayor o menor de malentendido. Multitudes de imitadores han venerado la inflexible austeridad expresiva de Raymond Carver y, como suele suceder, la han simplificado hasta la caricatura, pero ahora vamos sabiendo que el propio Carver no era del todo responsable de los despojamientos máximos de su estilo. En su número de fin de año The New Yorker publicó un relato inédito que se titula Beginners y que es una versión previa del que hasta ahora conocemos como De qué hablamos cuando hablamos de amor. El amigo y editor de Carver, Gordon Lish, eligió el nuevo título, pero no sólo ayudó a corregir la escritura y la trama: añadió cosas, suprimió casi la mitad del texto, cambió el final. En 1980, en una carta llena de inseguridad y de remordimiento, Carver le pidió a Lish que retirara ese cuento y alguno más del libro que iba a publicarse. Estaba agradecido al editor que lo apoyó tanto en sus años peores, temía parecer ingrato, perder su amistad: pero tampoco quería que su historia quedara desfigurada. Leídas ahora, una al lado de la otra, las dos versiones dejan una sensación desconcertante: el texto original de Carver revela honduras que se han perdido en el otro; lo que hasta hace nada nos parecía un modelo de contención en el cuento que conocíamos ahora tiene algo como de catatonia emocional y expresiva. El libro, a pesar de todo, se publicó así, y tuvo tanto éxito que cambió para siempre la carrera de Raymond Carver, quien nunca mostró en público su discrepancia con Lish, aunque rompió con él poco tiempo después. El estilo de aquellos cuentos, tan único, era en parte la invención de otro hombre. El reconocimiento público se otorgaba a alguien que era parcialmente un impostor. Pero quién no se siente así al recibir ciertos elogios; quién tiene el coraje necesario para negarse a aceptar algunas formas de admiración que intuye falsas o completamente equivocadas.

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Librerías en Argentina

Librería "boutique del libro" en Buenos Aires. Fuente: boutiquedellibro

Todos los años, amigos y alumnos míos sueñan con ir a un Safari Literario a Buenos Aires. Pero ¿Es es eso un mito o es ciertamente boyante la industria libresca en Argentina? Altos alquileres, precios bajos, pocos lectores, impuestos, excesivas novedades: un artículo de Silvina Friera nos devuelve a la complicada realidad de las librerías argentinas.

Dice la nota: "Los libreros consultados por Página/12, Skidelsky, los hermanos Fernando y Alejandro Pérez Morales, de La Boutique del Libro, y Marcelo Berstein, de Librerías Paidós, coinciden en afirmar que la subida de precios de los locales, en centros comerciales o en las principales avenidas (Corrientes, Santa Fe, Las Heras), los afecta a todos. “Una librería vende entre 1300 y 2000 pesos por metro cuadrado”, calcula Skidelsky. “En Galerías Pacífico, donde estamos nosotros y Cúspide –que está hace ocho meses sin local por estas mismas prácticas: el que tenía antes se lo dieron a Etiqueta Negra, la casa de ropa que viste a Marcelo Tinelli–, pasé de vender de 1300 pesos a 2000, pero es una circunstancia muy particular en donde de un día para otro me convertí en la única librería”, explica el dueño de Capítulo Dos. “Si en 80 metros de librería voy a vender 1500 pesos, pero en un lugar que no es el mejor del shopping, estamos hablando de una venta de 120 mil pesos mensuales. Las librerías tienen un precio de venta al público, pero después hay que realizar los descuentos. Si vendo 120 mil pesos de promedio y me queda de margen bruto 50 mil, ¿cómo hago para pagar 50 mil de alquiler y después los sueldos, las cargas sociales, los impuestos? Es imposible”, responde Skidelsky."

"“Es cierto que se publican más libros, pero esos libros duran veinte o treinta días y después son reemplazados por otros. Muy pocos son los títulos que perduran”, sostiene Alejandro Pérez Morales. “Nosotros recibimos 300 novedades mensuales, y los libros que van a la estantería, que son los que más me interesa porque el fondo, lo que tenés en la estantería es lo que más vale, son cuatro o cinco. Los demás son devueltos y los editores los terminan liquidando a precios viles. Pueden editar, si quieren, cien mil títulos, pero el asunto es cuántos de esos libros perduran. Además, que se edite más no quiere decir que se lea más”, sugiere el librero. Skidelsky subraya que la barrera de edición bajó muchísimo. “Hoy cualquiera que quiera editar puede hacerlo, y me parece que las editoriales se están entrampando porque hay servicios de novedades hasta en enero, pero no hay mercado para eso”, plantea el dueño de Capítulo Dos. “Para tener este tipo de discusiones hay que correrse del bronce, porque si no parece que hay cosas que resultan antipáticas de decir. Si uno dice que se edita demasiado, alguien te puede replicar, pero ‘cómo, ¿vos no estás a favor de la bibliodiversidad?’. Que un libro se edite para estar veinte días en una librería y después terminar en un depósito no le sirve a nadie, menos al autor que quizá estuvo trabajando tres años en escribirlo. Un país que edita como mínimo veinte mil ejemplares por año, y va terminar teniendo menos librerías y de 80 metros cuadrados, que alguien me explique cómo harán los libreros para exhibir esos libros. No hay manera. Si estudiás el caso español, ocurre que hace años que se cierran librerías independientes o se achican. En España muchos editores te cuentan que los libreros les devuelven las cajas cerradas porque no tienen ni tiempo ni espacio para exhibir las novedades.”

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Rutas salvajes

Sean Penn con Jon Krankauer. Fuente: national geographic

El hecho que Sean Penn haya decidido usar la novela de Jon Krakauer, Hacia rutas salvajes, como principio para su nueva película no es una casualidad. En una entrevista en "El País" confiesa cómo la literatura nutre siempre su interés artístico y de qué manera el espíritu dostoyevskano matiza sus actuaciones y sus filmes.

La cubierta del libro era demasiado bonita para no sacarle provecho inmediatamente: la fotografía en blanco y negro de un autobús, en plena naturaleza, cubierto a medias por la nieve. Después el título, Hacia rutas salvajes, incrustado en mayúsculas sobre el cliché, como si las letras formaran parte del paisaje. Desde el primer vistazo, Sean Penn (Santa Mónica, 1960) sabía que llevaría a la pantalla el relato del periodista Jon Krakauer. "Se me heló la sangre en las venas. Pensaba hacer mi lectura del fin de semana, pero las imágenes vinieron con las palabras. Tenía que adaptarlo". Una afirmación de Sean Penn se subraya siempre con un cigarrillo encendido. (...)

El entorno directo de Penn es, desde siempre, ajeno al mundo del espectáculo y está formado en gran parte por escritores. Entre ellos, el dramaturgo David Rabe y Charles Bukowski, que desempeñó, hasta su muerte en 1994, el papel de padre espiritual para el actor. "Él y su mujer fueron como unos padres. Estábamos juntos muy a menudo, era en los años ochenta, y llenaron una ausencia". Añadiremos también al novelista Harry Crews, quien aparece brevemente en Extraño vínculo de sangre, y del que Penn había intentado adaptar El rey del KO, la historia de un boxeador que se queda fuera de combate, completamente solo, en las discotecas clandestinas de Nueva Orleans. "Crews es el poeta de los extremos. Su lenguaje me obsesiona", reconoce el actor. Como el de Krakauer en Hacia rutas salvajes. Primero oyó sonidos, luego murmullos. Y estos murmullos remitían a otro punto crucial del libro. El recorrido de Christopher McCandless está subrayado por sus lecturas: La llamada de la selva, de Jack London; La muerte de Iván Ilitch; Doctor Zhivago. "La idea de un viaje a través de un espacio, como a través de los libros, me seducía, puesto que así enfoco mi vida: entre libros". Elegir un libro es un comportamiento reciente en él. Antes de llegar a los 40 más bien esperaba que los libros vinieran a su encuentro. Así se montó El juramento. Buscando una novela policiaca susceptible de hacer que Jack Nicholson, la estrella de su anterior película, Cruzando la oscuridad, deseara trabajar de nuevo con él, Penn había visto cómo su productor le proponía La promesse (Albin Michel, 1990), de Friedrich Dürrenmatt. "Cada etapa de mi vida corresponde a la lectura de un libro. Empecé por Salinger, luego Dostoievski. Crimen y castigo me encantó. Los monólogos de Raskolnikov sobre la razón y la locura desempeñaron un papel decisivo en mi carrera de actor".

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¿Y cómo va la muerte del libro?

1.18.2008
Óleo de Chardin que ilustra el artículo de Domínguez Michael. Fuente: fragmentos-letras libres

A partir de un artículo de Michel Melet, titulado "¿Y cómo va la muerte del libro?" Christopher Domínguez Michael se pregunta en su blog de Letras Libres por los nuevos avances tecnológicos y su relación con el libro. Y como un nuevo pero ardiente creyente en la tecnología según propia confesión (y que además usa Mac, como debe ser) la postura del crítico mexicano es optimista.

Dice el post: "Otro mito pertinaz comentado por Melot es aquel que dice que la televisión substituyó a la lectura. No fue así. La televisión substituyó a las partidas de cartas, al jugueteo mecánico en el piano o a la observación idiota del fuego hogareño. Melot admite que las estadísticas arrojan una paradoja: cada día se lee menos pero los lectores son más numerosos. Porque la lectura se ha diversificado, ya no dominan los lectores de libros serios encuadernados, ahora acompañados por quienes leen en línea, consumen artículos y toda clase de impresos o imprimibles, una categoría nueva. Ello no quiere decir que el lector arquetípico, el lector filósofo, el lector que pintó Chardin, vaya a desaparecer porque, como Melot alega, “el mal del libro es incurable. Pero nunca lo mata.” Se publican, por supuesto, toneladas de mala literatura e, inclusive, se publican toneladas de libros estúpidos, dañinos, fanatizantes, empezando por una parte de la propaganda distribuida desde hace siglos por las letradísimas religiones del Libro durante mil quinientos, dos mil años. En la época de Cervantes o en la de Flaubert también se publicaban porquerías inenarrables que, justamente, por serlo, quedaron olvidadas y perdidas, sometidas a la crítica marxista de los ratones pero disponibles para alimentar las investigaciones sociológicas o bibliográficas en el dominio de la teoría de la percepción. Siempre ha habido, por ejemplo, libros de superación personal: antes pasaban por devocionarios o literatura beata, de edificación. Y antes de Cristo no existía esa frontera, al parecer: la filosofía era a la vez práctica y metafísica. Es más: si Sócrates o Aristóteles entraran a cualquier librería del siglo XXI y buscasen libros de su profesión, les sería más fácil acercarse, al menos en primera instancia, a los autores de superación personal que a Hegel o a Jaspers.

(...)

Decir, como se dice, que las cadenas sólo venden mierda, es una verdad a medias pues la mitad de los libros que se venden en la FNAC, en Barnes & Noble o hasta en la Gandhi son maravillosos, gracias, entre otras razones, a una revolución ya vieja y triunfante y que en su momento también suscitó la santa cólera, la revolución del libro de bolsillo. Ese tema también lo trata Melot, al rebatir el pesimismo de George Steiner, quien llegó a temer la desaparición de los hardcovers. El propio Steiner renunció a esas predicciones y ahora mira ese escenario con perplejidad pero sin indicios apocalípticos (...) La aparición del libro-consola no significa que vayan a desaparecer los libros impresos, lo mismo los que atesoramos los bibliómanos con todo el sentimentalismo del coleccionista y sus amaneramientos, mismos que comparto hasta grados patológicos. Tampoco se irán los batalladores libros de bolsillo, con la lamentable excepción de aquellos que se fabricaron en la segunda mitad del siglo XX con pulpas de papel periclitable y que, como ninguna otra cosa, amenazaron al libro de una verdadera muerte física por pulverización. El consumidor de libros ya no acepta tan fácilmente esos libros malhechos, que se desencuadernaban, brutalmente pegados, sin coser y cuyas páginas amarrilleaban en un santiamén. Yo dedico algunas horas al año a posponer la muerte irremediable de mis ejemplares, por ejemplo, de la Colección Austral y requiero de la constancia de mis caprichosos encuadernadores. Dice Melot que los profetas de la muerte del libro ya se cansarán y les sugiere cambiar de rubro y pregonar, por qué no, la futura muerte de la digitalización. Quizá, digo yo, vivimos en la época de oro del libro y educados en el arte de la deploración, nos negamos a admitirlo. En el Kindle o en sus predecesores, que en un cerrar y abrir de ojos se venderán a la salida del metro Chapultepec, se almacenarán baratijas pero también manuscritos antes limitados a los eruditos, hemerotecas enteras. Quizá el Libro que Vendrá no ha llegado y está por llegar, me digo, en plan mesiánico y blanchotiano, al mismo tiempo que corroboro que me he transformado en un progresista. Y peor todavía, también observo me he vuelto un tanto bobalicón: a veces creo que vivimos en el mejor de los mundos posibles y me atormenta, al caer la noche, creerlo. Me digo entonces que el optimismo es una fantasía defensiva. Etcétera."

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Pauls y Proust

Alan Pauls. Fuente: o biscoito fino e a masa

Con uds. la ingeniosa lectura que Jean Francois Fogel hace de Historia del llanto (Anagrama) de Alan Pauls. ¿Esconde Pauls en su escritorio alguna olorosa magdalena?

Dice Foguel: "Ahora, no tengo la más mínima duda: a pesar de ser un novelista argentino, Alan Pauls podría ser una autor francés ; Acabo de terminar la lectura de su Historia del llanto y su castellano construido a base de frases largas y de un uso generoso de los incisos se parece cada día más a la música de Marcel Proust. En el final de La vida descalzo, su ensayo sobre la playa, había robado (un robo vergonzante y tan inteligente que se mere un elogio eterno) una frase de Proust sobre el vínculo entre la lectura y la enfermedad. Tengo mi sospecha con relación a su historia muy personal del llanto y de la necesaria relación del llanto con el dolor. No tiene el valor de robar la famosa frase "La force qui fait le plus de fois le tour de la terre en une seconde, ce n'est pas l'électricité, c'est la douleur" (la fuerza que más veces da vuelta a la tierra en un segundo no es la electricidad sino el dolor), pero hay una música, una respiración de las emociones que pertenecen al novelista francés. Quizás no hay una frase en el libro copiada en Proust, pero todas son muy parecidas.

"Si hay algo en verdad excepcional, eso es el dolor, escribe Pauls... El dolor es lo excepcional, y por eso es lo que no se soporta." Hay que entender esta idea del dolor: no se trata de algo físico, trivial, se trata de la crueldad de la humillanción, de la vergüenza. Al contar una vida (¿autobiografía?) Pauls se ubica en detalles sentimentales, personajes cuya falsedad es obvia, momentos de pánico frente a la muerte o a la perdida del ser amado. Aun más, el texto se dedica al llanto como proceso de formación: el niño disfrazado de Superman rompe un vidrio y sufre más de descubrir que no puede ser Superman que de sus heridas. Al final, y sin decirlo nunca, Pauls demuestra cuánto son necesarias las experiencias negativas y los dolores para constituir una personalidad. Hasta tal punto que su narrador mide sus propias limitaciones en las limitaciones de su llanto. Al no conseguir lágrimas en una situación que supone lágrimas se descubre a sí mismo.

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