MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Listas, listas, listas

11.30.2009
Christmas books. Photograph: Graeme Robertson. Fuente: The Guardian

Y ya empezaron a aparecer las Listas de los Mejores Libros del 2009 en los diarios norteamericanos, que no esperan a que llegue diciembre para hacerlas (y me parece interesante, así saben qué regalar en navidad). El primero en lanzar su lista ha sido, desde luego, The New York Time con los 100 libros notables de la temporada, sin orden (el único traducido en Ficción es El Museo de la Memoria de Orhan Pamuk). Aquí algunas de sus elegidas que me llaman la atenciój:

The Antologhist de Nicholson Baker
Chronic City de Jonatham Lethem
A Gate at the Stairs de Lorrie Moore
Invisible de Paul Auster
Jeff in Venice, Death in Varanas de Geoff Dyer
Love and Obstacles: Stories de Aleksandr Hemon
'Nocturnes: Five Stories of Music and Nightfall' de Kazuo Ishiguro
Love and Summer de William Trevor
The Little Stranger de Sarah Waters
Too Much Happiness de Alice Munro
Wolf Hall de Hillary Mantel

En la página The Literary Saloon dejan, además, otras listas: My book of the year opiniones recopiladas por The Telegraph; Christmas Books recomendados por The Guardian; Las novelas del año escogidas por The Sunday Time (para ellos, la "Novela del Año" es Brooklyn de Colm Toibin) y Book Of The Year de Financias Time, una lista que tiene la virtud de ser la única que considera la reaparición de Thomas Pynchon (Inherent Vice).

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Turistas literarios

Carátula del libro. Fuente: moleskine

Con la sangre despierta es el título de una Antología de viajeros realizada por Sexto Piso en la que se cuenta la primera llegada, el primer contacto, de una serie de escritores latinoamericanos con países de distintos continentes. Son once viajeros y once ciudades. Hay textos de Ricardo Sumalavia (Seúl), Rodrigo Rey Rosa (Tánger), Santiago Roncagliolo (Madrid), Rodrigio Fresán (Caracas), Rafael Gumucio (Nueva York) o Francisco Goldman (México), entre otros. Habrá que buscar en el stand del Fondo de Cultura Económica de la feria Ricardo Palma para no perdernos este libro que promete mucho. La contratapa dice:

A golpe de tecla hoy se puede estar en cualquier parte; hacer una visita virtual a los tesoros del Louvre o dar un paseo por las tiendas de moda de la Quinta Avenida; trasladarse de un sitio a otro a gran velocidad en un solo fin de semana. La tecnología y los servicios de televisión por cable han desvanecido el aura romántica y misteriosa del encuentro, del primer encuentro. «Haberlo visto todo», «haber estado en todas partes», es una experiencia común y generalizada, de la que este libro no habla; Con la sangre despierta trata sobre la experiencia de «haberlo vivido», de haber estado allí, de haber sufrido y gozado al mismo tiempo el primer encuentro con una ciudad ajena, de haber absorbido de ella todo lo que puede ofrecer, todo lo que puede esconder, lo que nos hace quererla, admirarla, pero también, a veces, padecerla. Como escribe Juan Manuel Villalobos en el prólogo, la ciudad que uno descubre a su llegada es uno, porque el verdadero encuentro de cada uno de los once escritores que narran su primer arribo a ese lugar desconocido, es, por sobre todas las cosas, con ellos mismos, con lo que fueron alguna vez, con lo que dejaron de ser, para fundirse y fundarse, como una ciudad, de nuevo. El resultado son estas once crónicas, tan diversas como los autores y ciudades que las componen, en las que el lector encontrará una mirada fundacional a cada una de las urbes que acogieron a los escritores durante periodos variados. Algunos de ellos se toparon con barreras lingüísticas infranqueables, culturas hostiles e indiferentes, revoluciones en ciernes, crisis económicas e intentos de asalto, que hoy narran con la cálida nostalgia de la distancia. En todos los casos, asistimos al registro de una experiencia fresca, que exigía permanecer en todo momento alerta o, en otras palabras, «con la sangre despierta».

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Noticias de Guadalajara

La FIL Guadalajara en pleno. Fuente: revistañ

Mientras José Emilio Pacheco es asediado en el recinto ferial, la ciudad de Los Ángeles es la Invitada de Honor en la FIL Guadalajara que empezó la semana pasada. Un contacto con el spanglish. En el suplemento Ñ se comenta la razón de tal elección y, además, se comenta el Premio FIL otorgado al venezolano Rafael Cadenas:

La elección de Los Angeles como invitada de honor tiene una razón para algunos desconocida: es la segunda ciudad con mayor población de mexicanos después del Distrito Federal. "En estos tiempos en los que algunos políticos hablan de levantar muros, deberíamos hablar de construir puentes", dijo Antonio Villaraigosa, alcalde de la ciudad estadounidense, en el acto de inauguración. A través de Los Angeles, explica Marco Antonio Cortés Guardado, rector de la Universidad de Guadalajara, se hará presente la diversidad cultural de Estados Unidos. Y en este sentido se realizarán homenajes a escritores estadounidenses como Raymond Chandler, Thomas Pynchon, Charles Bukowski y una videoconferencia con el autor de Crónicas marcianas, Ray Bradbury. Sin embargo, el primer homenaje de la FIL fue para un opositor del gobierno de Hugo Chávez. El poeta venezolano Rafael Cadenas recibió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2009. Elegido por un jurado notable, integrado entre otros por el narrador y poeta colombiano Darío Jaramillo y el crítico venezolano Gustavo Guerrero, Cadenas recibió el mismo reconocimiento que años anteriores se les otorgó al portugués Antonio Lobo Antunes, el español Juan Goytisolo, el guatemalteco Augusto Monterroso o el peruano Julio Ramón Ribeyro.Nacido en la ciudad venezolana de Barquisimeto, al borde de Los Andes, en 1930, Cadenas es el autor de una obra poética extensa: Cuadernos del destierro (1960) y Falsas maniobras (1966) son dos libros en los que su poesía se define como un oficio ético, según el crítico Adolfo Castañón. "No quiero estilo sino honradez", escribe Cadenas. "Quiero exactitudes aterradoras", continúa con la vehemencia de un manifiesto en uno de sus poemas. "A mí me gusta pasar inadvertido, pero esta vez creo que no pude lograrlo", contaba Cadenas, agradecido, en el escenario del auditorio durante la entrega del premio. Cadenas es uno de esos poetas que prefieren el silencio y considera que el "bien leer y el bien escribir" es una de las pocas formas de resistencia aunque también, con cierta nostalgia, dice que en estos tiempos "el poeta ya no cuenta con los asideros formales que le servían de apoyo: como la metáfora".

La nota curiosa la ha puesto el narrador norteamericano Richard Ford, quien se auto-invitó a la FIL Guadalajara. Los organizadores se volvieron locos:
Richard Ford llamó a los organizadores y quiere darse una vuelta por la FIL. De manera inesperada, uno de los escritores estadounidenses más importantes de la actualidad, compañero de generación y amigo de Raymond Carver y Tobias Wolff, avisó que llega a la ciudad mexicana este miércoles por la noche. Emocionados, pero todavía sin comentarlo, los organizadores ya organizaron una firma de ejemplares para el día jueves. Frank Bascombe, protagonista de la trilogía integrada por las novelas El periodista deportivo, El día de la Independencia y la reciente Acción de Gracias, cotizará en alza por estos días en México.

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José Emilio Pacheco, premio Cervantes

José Emilio Pacheco. Fuente: elpaís

El poeta mexicano José Emilio Pacheco ha ganado hoy el Premio Cervantes de Literatura, el más importante de habla hispana, por el conjunto de su obra. "Es un premio a la literatura mexicana" ha declarado el poeta, habitual visitante de Lima -hace unos años la FIL Lima le rindió un homenaje- y no solo un gran poeta, sino también un prosista delicadísimo. El poeta se encuentra en Guadalajara, participando de la FIL Guadalajara, celebrando con todos. Dice "El País":
"Quiero dejar claro que este premio es para toda la literatura mexicana, que no sale mucho de nuestras fronteras". Así se ha expresado hoy José Emilio Pacheco tras conocer que había sido galardonado con el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas. Pacheco considera el fallo del jurado "una irrealidad" que nunca aspiró a recibir, según ha dicho a Efe en declaraciones telefónicas desde Guadalajara (México), donde asiste a la Feria Internacional del Libro (FIL). El escritor ha insistido en que "no esperaba" recibir este premio, que considera el más importante de la lengua castellana. El poeta, prosista y traductor, nacido en Ciudad de México en 1939, ha resaltado la generosidad del jurado por fijarse en su obra cuando "hay tantos buenos escritores". "No me puedo quejar", ha subrayado. Ha explicado que el premio le toca "muy hondo" y le afecta "muchísimo". Sobre los múltiples homenajes recibidos en 2009, al cumplir 70 años, el poeta afirmó que fueron "una gran sorpresa, como la de esta mañana", aunque reconoció que tanta celebración le causa "mucha fatiga" y que se cansa "de una manera terrible". Ayer mismo, en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, frente a un grupo de periodistas que se lo pasaron en grande, Pacheco sacó a pasear su fina ironía: "Temo aburrirles, contarles siempre lo mismo. Así que si se empeñan en seguir haciéndome entrevistas, no tendré más remedio que inventarme otra biografía". Una periodista mexicana le preguntó: "Maestro, después de haber recibido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, ¿cree usted que le pueden dar el Premio Cervantes?". Su respuesta fue: "Para nada. Aunque con el Reina Sofía eso se quebró de alguna manera, yo soy el eterno finalista. Y en Norteamérica eso de ser finalista es un prestigio. Los autores lo ponen hasta en la solapa de sus libros... Fue finalista de tal o cual premio. Pero aquí en México eso no es así. Aquí es un deshonor"

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John Lennon, la biografía total

11.27.2009
Family Room: John, Sean, Yoko. 1977 Fuente: keno.org

Anagrama ha tenido la maravillosa idea de publicar la biografía de Philipp Norman sobre John Lennon, uno de los espíritus más delicados y necesarios del siglo XX. Son 840 páginas documentadas sobre el complejo mundo de un genio musical. Basta escuchar "Beautiful boy", por ejemplo, dedicada a Sean, para saber que Lennon es de otra madera, de otro mundo. Una reseña en El Cultural de hoy nos recuerda que ahorremos 34 euros este mes. Es un libro imprescindible sobre un artista imprescindible. Dice la reseña:

Norman es un escritor preciso, metódico, minucioso. Un artesano del género biográfico. Justo lo que estaba pidiendo la vida anárquica, estrambótica, desordenada y disipada de Lennon. Juntos han puesto en las librerías la información más amplia, veraz y detallada posible sobre el hombre que escribió “Imagine”. Un libro ambicioso que nos permite aproximarnos como nunca a la mente de Lennon, puesto que desvela no sólo detalles familiares y personales habituales, la mayoría ya conocidos, sino fascinantes pormenores del complejo proceso creativo, la génesis y el desarrollo de sus ideas, de sus sentimientos, de sus canciones [...] Es una larga historia. Philip Norman la cuenta de manera cronológica, con todo lujo de detalles pero de manera sorprendentemente amena. Es capaz de narrar, por poner un ejemplo, el mal beber que tenía Lennon después de describir cada uno de los tragos que tomaba (excelentes vinos, bebidas exóticas, coñacs añejos, whiskies de malta o vodkas rusos): “uno o dos pelotazos convertían al simpático, amable y generalmente razonable John en un John belicoso, malhumorado y cruel, sin percatarse del mucho ruido que hacía, ni de a quién insultaba ni de lo inocente o indefensa que pudiera ser la víctima de su lengua hiriente como un gato de nueve colas”. Lennon era consciente de su irascibilidad, pero culpaba de ella tanto a los otros miembros de los Beatles como a la presión de la fama. Y a los medios. “Unos hijoputas bien jodidos, eso eran los Beatles”, recuerda, “porque tienes que ser un cabrón para triunfar, eso es un hecho. Y los Beatles eran los hijoputas más grandes del mundo. éramos los césares. ¿Quién va a meterse contigo cuando hay un millón de libras a ganar, todos los regalos, los sobornos, la policía y los enrollados?”. [...] La buena noticia para los numerosos seguidores de Lennon que odian a Yoko Ono es que el nombre de la japonesa no aparece hasta la página 451. La mala, que tras leer el libro queda confirmado que John la amó sobre todas las cosas, hasta el punto de sacrificar por ella la estabilidad de los Beatles. Su aparición en la vida de Lennon, en el ecuador de esta biografía, acabó con la magia de la banda más importante de todos los tiempos: definitivamente, Ono sustituyó a Paul Mc Cartney en el puesto de la otra mitad creativa de la banda. “Yo junté a la banda. Y yo la deshice. Es así de simple”, sentencia Lennon. Era el final de los Beatles, la banda que la noche del domingo 9 de febrero de 1964 enfiló la carretera del éxito reuniendo delante de la televisión a 73 millones de personas, “la audiencia televisiva más grande que había habido en Estados Unidos”, para disfrutar de su actuación en el Ed Sullivan Show. Después llegaron los números 1 en las listas, la popularidad desbordada, las excentricidades y las cifras millonarias: sólo en los años 70 vendieron 400 millones de discos, que en los 80 se convirtieron en más de mil millones. Mucho más que cualquier otro grupo de la historia. Tras 786 inolvidables páginas es Sean, el hijo de John y Yoko, quién recuerda los cinco años que vivió junto a su padre en un emocionante capítulo final: “se sentía muy inseguro en todo. La gramática y la escritura, sus conocimientos para escribir y leer música, en todos los modos establecidos del conocimiento de las cosas. Y eso que fue un inconveniente que convirtió en una ventaja. Inventó un modo de escribir canciones desde la inseguridad. Para un hombre, sentirse inseguro y cuestionarse a sí mismo del modo en que lo hizo mi padre en sus canciones es un fenómeno postmoderno. Artistas como Mozart o Picasso nunca lo hicieron”. El cierre perfecto para una biografía grandiosa que, pese a ser necesariamente unidireccional, ilumina toda una época, varios géneros musicales y una forma de vida tan creativa como salvaje. Nunca imaginamos las colosales contradicciones y sombras de un artista cuya asombrosa originalidad musical, y un apasionado compromiso social, coexistían con sombríos desequilibrios emocionales. Y nunca lo hicimos porque jamás estuvimos tan cerca de Lennon como después de leer este libro.

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¡Estoy contigo, Mayra!

Lucián, el bello hijo de Mayra Santos Febres, ante la atenta mirada y el babero de su madre. Fuente: LUGARMANIGUA

Conozco, admiro y adoro a Mayra Santos Febres desde hace una década, aunque nuestra amistad se ha afianzado en los últimos años. Y como adoro a Mayra, también adoro al buenote de su compañero Mario y a sus dos hijos hermosos, Aidara (2 años, la conocí recién nacida) y Lucián (4 años, ya está criado). Pero además de admirar, conocer y adorar a Mayra y a su familia, tengo un hijo de seis años y por eso puedo sentir como mía la indignación y la frustración en el último post de Mayra Santos Febres en su blog "Lugarmanigua" sobre una mala experiencia en la tienda Ekléctica del viejo San Juan. Para mi sorpresa, la volcánica Mayra se comportó como una lady. De haberme sucedido a mí y a Andreas, seguro cogía un bate de béisbol y le rompía el eclecticismo y todas las cortinitas de la amargada ésa. Es indignante para un padre soltero como yo cuando un aguafiestas le pide a mi hijo que no coja eso, como si sus manos fueran tijeras o manchas de tinta, que no ría tan fuerte en un lugar público, o que no corra por los pasadisos de las tiendas de departamentos (como si no nos antojara a todos correr por esos laberintos y jugar un rato como niños). Idiotas. Dejo aquí la anécdota solo como solidaridad y pretexto para mandarle un abrazo fuerte a Mayra, Mario, el bello Lucián y la adorable Aidara. ¡Y que brinquen y salten y toquen y ensucien todo lo que quieran en el Mundo, que el Mundo es de ellos!
[...] Entramos a Eclectika, frente a Marshalls. Allí, a Lucián y a Aidara les llamó la atención una cortina de campanitas que cuando ellos la tocaban, sobana hermoso. Pensé en cobijarme en esa tienda porque conozco a Maria y a otra de las dependientas. Había sido cliente asidua y pensé que allí me iban a entender. A darme cobijo con mis hijos mientras llovía. Pero quien estaba allí era un americano flaco que me miró con cara de pocos amigos desde que entré. No hice mas que trasponer la entrada cuando ya me estaba diciendo en un español mal mascullado- los niños no pueden estar jugando así con las cosas. Agarré a Lucián y a Aidara y salí de la tienda. Me senté afuera, donde estaba un banquito, a esperar a que Mario llegara con el carro y a cobijarme de la lluvia inminente. Una gringa más flaca que el de adentro salió a decirme- "Estos bancos son privados. Se tiene que mover de aquí. "Yo comencé a caminar anonadada. No lo podía creer. Me sacaban de adentro y de afuera de la tienda. Y todo porque andaba con mis dos niños. Sí, son pequeños. No son los niños mejor portados de la faz de la tierra. A Lucián le gusta correr por las tiendas. A Aidara, tocar cosas. Tienen 4 y 2 años. Pero son gente, que un días e convertirán en adultos. Que tienen que aprender a interaccionar con espacios públicos. Si nos permiten pisarlos.Viré hacia la tienda y me le encaré a la dueña. Le dije que esas no eran formas de tratar a un cliente. Que , a fin de cuentas, mis hijos no estaban jugando, ni gritando, ni rompiendo nada. Que nunca más volvería a comprar nada en la tienda. Ella, me dijo que no había nada qué discutir, Que me guardara mis razones. Que si yo no puedo "controlar a mis hijos", ella tiene derecho a reservarse la admisión dentro de su tienda. Y fuera también. Mis niños se portaron en Ecléticka mejor que en las demás tiendas. No se treparon en ningún sitio, no tiraron nada, no gritaron, dijeron hola, buenos días y Lucián , asustado, dijo "perdón" al primer dependiente que nos sacó de la tienda . Mientras discutía con la otra mujer, Lucián quiso congraciarse. Le enseñó un coquí que le habíamos comprado. "Esto es un coquí"- le dijo. "En muy bonito". La dueña lo ignoró totalmente y siguió en su diatriba de controlar a los niños -como si yo fuera una madre supervisada por el Departamento de la Familia. En que ella tenía derecho a reservarse mi admisión. "Derecho de adimisión". Cada vez, veo más de estas actitudes anti- madre y anti- niños en la calle, en establecimientos públicos, tiendas, restoranes, etc. Y los niños, ¿dónde van a aprender a comportarse. a interactuar. A ser gente. ¿O fue que la estadounidense me trató así por razones distintas a que yo era una madre de nenes chiquitos? ¿Era porque yo era una madre negra con dos nenes, negros también? ¿Sin padre cerca? ¿Obviamaente, una madre que no puede controlar a sus hijos? A la gente que teine hijos, les recomiendo que no pisen esa tienda. Les van a hacer pasar un mal rato. Yo ya no lo haré. Por la cara de mi hijo asustado, intentando congraciarse con aquella "dueña" de tienda que no lo haré. Nunca más.

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El regreso de Alvaro Pombo

Alvaro Pombo. Fuente: abretelibro.com

Todos vuelven, como dice el vals. Con la novela «La previa muerte del lugarteniente Aloof» (Anagrama), Alvaro Pombo regresa a su editorial ideal, Anagrama, luego de un ligero paseo inter-planetario. La novela ya recibió una reseña en el ABCD Cultura de José María Pozuelo en la que dice:

Pombo ha entregado, como quien no quiere la cosa, su libro más cervantino y, en todo caso, uno de los que mejor definen las diferentes facetas de su dimensión de escritor. Podría decirse que contiene la poética de quien se apresta a entregar el testigo de una declaración de amor a la literatura como forma más noble (y quizá última) de restitución de la vida, cuando va sabiendo que el porvenir es más corto y la muerte está presente en todo el manuscrito, en su dibujo directo o más aún el indirecto, en forma de metonimias: la falta de significancia o de sustancia, también el desamor, o la manera como la soledad anuda la rutina, que comparten Aloof y quien lo lee e interpreta. He dicho que este libro contiene la almendra de las facetas literarias de Álvaro Pombo, pero he de aclarar que ninguna mujer es relevante aquí, y no aparece la burguesía santanderina, y apenas la religión, tres ejes transversales de su narrativa. Pero, no dándose tales temas externos, está su forma interior, ésa que define su peculiar estilo: por un lado, el trasvase de exterioridad a interioridad. [...] La aventura que Pombo ha urdido le permite transitar desde fuera hacia dentro por los lugares donde se deciden las preguntas fundamentales para quien escribe y quien vive: ser más allá de la nada, ver convertida su no realidad en verosímil forma de vida. Pombo ha saltado a la verdadera aventura que a un escritor le es dado alcanzar en la edad de la melancolía.

En el mismo ABC, entrevistan a Alvaro Pombo para acercarnos más a sus intenciones con el lugarteniente Aloof y esta "novela de chicos" y aventureros melancólicos, como la califica:

[...] en esencia, Pombo sigue siendo Pombo. El mismo que dicta sus novelas –otra vez la voz- y es capaz de adelantar el título y contenido de su próxima novela, «De viejos y cocodrilos», antes incluso de hablar de la que trae entre manos. Será que, como señala más tarde, todo forma parte de un mismo plan en el que lo importante es liberarse «del pasado y del futuro». «Más que liberarme de lo que hice, me interesa liberarme de todo lo que me ha obsesionado, cosas como el amor, el material de desecho autobiográfico o la muerte. Son cosas de las que me tengo que liberar para encontrar, sino la felicidad, una suerte de compromiso», explica. «La previa muerte del lugarteniente Aloof» es, de hecho, un volantazo hacia la novela de aventuras a la que Pombo ha llegado siguiendo una cita de T.S. Eliot. «Los hombres viejos deberían ser exploradores», dejó dicho el Nobel de Literatura, algo que el autor de «Contra Natura» toma como propio. Y sí, dice viejos. «No somos personas mayores o tercera edad. Somos viejos. Viejos de toda la vida. No somos tan delicados, así que viejos nos va muy bien», asegura. Viejo y aventurero, Pombo relata en «La previa muerte del lugarteniente Aloof» la historia de un profesor de literatura jubilado que encuentra dos cuadernos manuscritos en los que el enigmático Aloof –distante en inglés- relata una de sus aventuras. No faltan tiros, machetes y soldados, pero lo que a primera vista Pombo define como «una novela que se puede leer en el cuarto de baño en tres o cuatro sentadas» se acaba convirtiendo en una reflexión sobre la naturaleza misma de la aventura. «¿Qué pasa cuando un hombre de acción regresa a casa?», se pregunta Pombo, para quien este libro, «una novela de chicos», es como un historia de «marineros que pierden la gracia del mar y lo llevan de pena». «Ponerse una guerrera para darle al tampón en el Ministerio de Defensa… ¿Este es el destino de los héroes?», añade.

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Missing en Lima

Invitación del grupo Santillana a lectura de Alberto Fuguet. Fuente: moleskine

Y ya que hablamos de Alberto Fuguet y su novela Missing (Alfaguara) recupero del blog de Alberto, Apuntes autistas, esta entrevista que José Tsang le hizo para la revista "Caretas" de la semana pasada y que anticipa algunos de los temas del libro. Dice:

–En Missing, tu tío Carlos no es el único tema. Reflexionas sobre por qué crear.
–Missing es también una investigación acerca de la memoria de mi familia y mi rol como el escritor de ella, de qué es una novela o cómo se escribe una, y de los riesgos de la inmigración. Es más que un libro o la invención de un mundo. Con Missing fui detective, removí secretos y alteré destinos. Eso, por muy intenso que sea un libro, se logra poco.

–¿Cómo ha reaccionado tu familia? ¿Sigues siendo el incomprendido?
–Ahora soy el regalón. Acá la gente pensó que me habían desheredado. Todo lo contrario: están felices. Le pedí a mi padre su bendición para escribir Missing. Por algo soy el escritor de la familia. Es cierto: algunos quedan mal pero eso no implica que sean malos. Las familias normales no tienen artistas; sí las raras, las disfuncionales. Quizás la pasé mal pero ya no.

Missing empezó como un pedido de la revista Etiqueta Negra. Ahora están el filme Sudor e Iquitos.
–No quiero hablar mucho de Sudor, porque mientras menos se habla, más se hace. Eso sí, el apoyo de la gente de Loreto es asombroso. Respecto a planes, estoy a la espera de Perdido, la novela gráfica basada en el guión que no se filmó. Y estoy armando un libro de cuentos para el otro año, justo para los 20 años de la salida de mi primer libro de cuentos. También rodaré un corto en marzo acerca de un sudamericano que intenta tocar country en Nashville.

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Hoy: Feria del Libro Ricardo Palma

Cartel de la feria. Fuente: elcomercio


A pesar del duro golpe que recibió la tradicional Feria del Libro Ricardo Palma de Miraflores, al negársele el permiso de realizarse en el Parque Kennedy, la Cámara Peruana del Libro a buscado el mal menor y regresa al vértice del Museo de la Nación El acceso no es fácil, no hay la posibilidad de ir a pasear todos los días por el parque y ver novedades como otros años, está muy junta en fechas a la Feria Internacional del Libro para hacer una diferencia, así que el éxito está por verse. Pero al menos en el aspecto de organización de eventos culturales, Doris Moromisato no se ha quedado atrás y la feria Ricardo Palma trae bastantes invitados atractivos. Se inicia hoy viernes 27 de Noviembre y estará hasta el 10 de diciembre. Dice la nota:

Con el lema “la tradición va donde tú estés”, la Feria del Libro Ricardo Palma se monta este año en el Vértice del Museo de la Nación, en San Borja. Los que estábamos acostumbrados a pasearnos por el parque Kennedy de Miraflores por esta época del año para ojear las novedades editoriales y aprovechar para adquirir libros que de otro modo no conseguiríamos, tendremos que cambiar nuestra rutina para disfrutar este placer. Pero si bien el cambio de costumbres siempre genera molestias, debemos reconocer la capacidad de movilización de esta feria, lo que demuestra que está más viva que nunca. Hoy la feria se inaugura a la 1 p.m. y estará abierta al público hasta el 10 de diciembre. Habrá un importante homenaje a los 80 años del nacimiento de Julio Ramón Ribeyro y a esto se debe el nombre del recinto ferial: La ciudad de Ribeyro, en la que todos sus espacios públicos y “calles” tienen nombres de sus libros. Además habrá un homenaje a los 30 años del personaje Cuy (cómic), del escritor Juan Acevedo. Como siempre, nos visitarán destacados escritores extranjeros: Ariel Olivetti (Argentina), Álvaro Bisama (Chile), Alberto Fuguet (Chile), Margarita García (Colombia), Sergio Ocampo Madrid (Colombia), Mauricio Vargas (Colombia), Vivian Abenshushan (mexicana que presentará su libro “Para entender: Julio Ramón Ribeyro”), Marco Antonio Campos (México), Leandro Sagastizábal (Argentina) y Vanessa de Oliveira (Brasil). Además, como siempre habrá muchos lanzamientos de libros para niños. Paralelamente a las actividades literarias y a las presentaciones de libros con recitales musicales, los visitantes podrán gozar de conciertos de Miki González, Shantall, La Mente, Los Mirlos y Sabor y Control.

En este blog de "El Comercio" pueden ver la programación de la Feria. Lo más destacado de hoy es la presentación del libro de Alberto Fuguet Missing (Alfaguara) a cargo de Renato Cisneros en el Auditorio Julio Ramón Ribeyro. A las 7:00 pm. Y mañana, a las 12 am, estará Fuguet en el Ovalo Gutiérrez (librería Crisol) leyendo unos fragmentos del libro.

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Un cuento mío en SoHo

11.26.2009
Sleeping Beauty. Foto: Dina Goldstein. Fuente: the fire wire

La estupenda revista Soho de Colombia, en su edición de noviembre, tuvo una idea muy divertida. Nos pidió a tres escritores latinoamericanos (Jorge Volpi, Marcelo Birmajer y a mí) que nos basáramos en unas fotografías extraordinarias de la canadiense Dina Goldstein para su Proyecto Fallen Princesses y escribiéramos un cuento. Las fotografías de Goldstein son continuaciones gráficas de los cuentos de hadas, cuyo "y vivieron felices por siempre" es engañoso. En ellas se ve a una Cenicienta más bien feliz esperando un taxi, o bebiendo en un pub, en una ciudad del midwest norteamericano; a una Caperucita Roja obesa en medio del bosque, bebiendo su segundo milkshake del día, aprovechándose de la cesta de comida chatarra de la abuela; a una subversiva Jasmine armada de fusil, más furiosa que nunca, en plena Guerra de Irak; a la pelirroja sirenita, Ariel, atrapada en un acuario a merced de los turistas, como un delfín reducido en su enorme pecera climatizada; a la princesa del guisante, el cuento de Hans Christian Andersen, sentada -posiblemente incómoda al notar el guisante como auténtica princesa- sobre una pila de colchones arrojados en un basurero; a Belle, de la Bella y la Bestia, sometida a la cirujía plástica para seguir haciendo honor a su nombre y la imposible "bella" del cuento antes de que la inevitable vejez y su deterioro haga preguntar: ¿cuál Bella?, o peor aún ¿cuál Bestia?

Las tres fotos elegidas por Soho para los cuentos son: La sufrida vida marital de Blanca Nieves cuidando niños y perros ante un Príncipe-Al-Bundy ocioso y sacavueltero (el cuento lo hizo Marcelo Birmajer); el cáncer de la bella Rapunzel, que seguirá viviendo pero la quimio le ha quitado el poder de su larga y perfecta cabellera (el cuento lo escribió Jorge Volpi); y la Bella Durmiente que no despierta, encerrada en un geriátrico, ante su aburrido y anciano príncipe azul cuyos besos no funcionan. Ese cuento me pertenece (se titula originalmente "Mientras ella duerme") y, aunque he recibido críticas muy malas entre los lectores, que lo han encontrado una pérdida de tiempo, soso, lento, aburrido e insípido, la verdad es que me alegró mucho escribirlo. Creo que finalmente he logrado equilibrar el deseo por escribir, de ser escritor, y el deseo de entender las cosas que me pasan. Más allá de la buena o mala prosa, de mostrarme ingenioso o culto o de las ganas de divertir a mis lectores, ahora me interesa entender qué está pasando conmigo y eso me sucede desde que escribí "Lindbergh" hace varios años. Y Un lugar llamado Oreja de perro. Y mi novela inédita. Sí, me alegró poder escribir este cuento pues, para decirlo con las palabras lúcidamente cursis del narrador de El cuerpo de Giulia-no (la olvidada novela de Jorge Eduardo Eielson): me ayudó a entender cosas que antes tan solo lloraba.

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Nuevo manuscrito de Kafka

Franz Kafka, más kafkiano imposible. Fuente: revistañ

El proceso de Kakfa no termina. Ahora, entra en escena una caja fuerte en Zurich donde podría haber manuscritos ambicionados por varios herederos y países. Debieron quemar todo y al diablo. ¡Oh Kafka! ¡Oh Humanidad! Dice la nota en Ñ:

La odisea de ambiciones y traiciones que ha revelado la disputa por el legado de Franz Kafka (1883-1924) ha dado un nuevo giro con el hallazgo de una caja fuerte en Zúrich, que puede cambiar la suerte de los demandantes israelíes en el caso."Pensamos que en Zúrich están los documentos más importantes y por eso fueron sacados de Israel de forma clandestina, vulnerando la ley", afirmó a Efe el abogado de la Biblioteca Nacional de Israel, Meir Heller, que lucha en un "kafkiano" proceso judicial por el legado de uno de los escritores más importantes del siglo XX.Pese a no ser un texto literario, la misiva está considerada una de las cumbres de la escritura de Kafka y su venta en una subasta alcanzaría, con toda seguridad, cifras de muchos dígitos. [...] "Brod nunca vendió una sola obra de Kafka porque era un anticapitalista convencido y admiraba a su amigo de una forma imposible de describir. Antes incluso de que Kafka muriera, Brod buscaba en las papeleras para rescatar los textos que éste tiraba", explicó a Efe Nurit Pegui, investigadora de la Universidad de Haifa enfrascada en una tesis doctoral sobre Brod.Hoffe, en cambio, se hizo millonaria con la venta del original de "El proceso" (hoy en el Archivo de Literatura Alemana de Marbach), vulneró un contrato con las autoridades israelíes para fotocopiar el legado y cobró una jugosa suma a una editorial suiza a cambio de unos diarios de Brod que nunca entregó."Sí, Kafka se revolvería en la tumba si supiera cómo han acabado sus manuscritos, Brod, con lo anticapitalista que era, lo haría aún más", apunta Heller entre risas. [...] El descubrimiento de la caja fuerte de Zúrich, propiedad de Eva Hoffe, es una arma de doble filo para la biblioteca israelí en un litigio legal que ha dejado sesiones a puerta cerrada repletas de gritos y amenazas.De momento, se esperan para diciembre y enero nuevas vistas en este zigzagueante proceso repleto de sorpresas en el que se decidirá el destino del legado del literato que plasmó como nadie las angustias del hombre moderno.

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Literatura alemanan en Argentina

Marcel Beyer. Foto: Sven Paustian. Fuente: altefeuerwache.com

El Goethe Institut de Buenos Aires invitó a ese país a cuatro escritores alemanes, y uno suizo, para que visiten Argentina y así se estrechen los lazos entre la literatura argentina (próxima estrella en Fránkfurt) y la narrativa alemana de última hornada. La nota de Ariel Magnus en el ADN Cultura al respecto me deja con una frase que me causó gracia (y que podría subrayar con literaturas de otras nacionalidades e idiomas) "Godard decía que prefería ver una mala película americana a ver una mala película noruega. En ese sentido, yo también prefiero una mala novela estadounidense a una mala novela alemana" Lo dijo Ulrich Peltzer (1956), el mayor de todos, quien interesó a Eterna Cadencia quien posiblemente lo traducirá. Otro dato que me causó risa es que otro de ellos, el suizo Rolf Lappert, alquiló un departamento en San Telmo y terminará una novela. El sueño realizado de todos los escritores que conozco: alquilar un departamento en Buenos Aires y terminar una novela. Yo lo intenté alguna vez, pero no se dio. De estos cinco escritores que visitaron Argentina el único al que tenemos realmente acceso es a Marcel Beyer, de quien Debate a publicado sus dos novelas principales El técnico de sonido y Espías (esta última está en la mesa de remates de todas las ferias del libro peruanas, vale la pena). Un caso curioso es que, a pesar de su juventud, Beyer recurre obsesivamente al tema de la posguerra mundial. Sin embargo en Kaltenburg (Edhasa), su nueva novela, no ha dejado de lado esas preocupaciones por el mundo nazi aunque ahora se centra en la figura real del zoólogo Konrad Lorenz. En ADN Cultura, Ariel Magnus lo entrevista sobre esta novedad y ahí Beyer explica:

"En noviembre de 2001, sentado en un café de Barcelona, vi un viejo mozo y pensé que debía de haber visto muchas cosas en su vida -cuenta-. Me interesaba una figura así, un hombre al que nadie le pregunta nada, pero que podría contar muchas cosas sobre el siglo XX. Me lo imaginé hablando con algún cliente que alguna vez fue un pez gordo del franquismo. Tardé dos años en empezar a escribir la historia. Entretanto, el mozo se convirtió en un ornitólogo y el personaje pasó a estar inspirado en el zoólogo Konrad Lorenz, una figura que yo conocía de chico aunque recién a fines de los años noventa descubrí su pasado nazi.

-¿Por qué ese interés, ya presente en sus otros libros, por figuras de pasado oscuro?
-A mí me educaron mirando lo bueno. Y entonces es lógico que uno desarrolle un interés por conocer el otro lado. En los años sesenta la diferencia entre buenos y malos era muy clara. Habría sido un escándalo que uno dijera que se encontró con un nazi simpático. ¡Pero los hay!

En los últimos años se ha registrado un cambio de perspectiva en el abordaje de la Segunda Guerra y sus consecuencias. El interés parece haberse desplazado de las víctimas del Holocausto a las víctimas de la guerra en general, empezando por los propios alemanes. ¿Cómo ve esa evolución?
-Este cambio respecto de qué víctimas lamentamos viene de la mano de otro cambio sospechoso, según el cual todos los testigos tienen razón: yo recuerdo de una forma y usted de otra. Se tiende cada vez más a aceptar la opinión de viejos miembros de la SS que dicen: "Yo lo vi así". Eso es muy peligroso.

-Pero su libro trata el bombardeo de Dresde, emblema de esa nueva mirada.
-Ese bombardeo juega un papel muy importante en la identidad de los habitantes de esa ciudad. No podía esquivar esa noche si quería escribir sobre Dresde. El bombardeo fue el 13 de febrero. Y el 14 de febrero los últimos judíos que vivían en Dresde tenían que presentarse en cierto lugar para ser transportados a los campos de exterminio. Por eso hay personas que hoy dicen que ese bombardeo les salvó la vida, porque al día siguiente ya ni se hablaba de los transportes. En mi libro quise reflejar ese conflicto.

-¿Existe aún la diferencia Este-Oeste en la literatura alemana?
-Sí, absolutamente. Lo normal es que un autor del Este hable de su vida en la República Democrática Alemana. No sé si la prensa aceptaría fácilmente el libro de un autor del Este donde no se hable de eso. Como autor de Alemania Occidental, yo tengo mucha mayor libertad.

-Pero vuelve una y otra vez al nazismo.
-Es verdad. En ese sentido, quizá no soy tan libre. Es una herencia que llevo conmigo. Mis abuelos vivieron esa época, y algo de ellos seguramente perdura en mí.

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Pamuk ama al mundo

Orhan Pamuk. Foto: Daniel Mordzinski. Fuente: elpaís

A raíz del post que escribí hace unas horas, sobre el escritor y el sufrimiento, quiero hacer una aclaración: Es distinto pensar que los escritores son personas infelices a decir que los escritores son unas infelices personas llenas de rabia y odio contra el mundo, a quienes les gusta escribir para esparcir su odio y su frustración con ventilador. Digo esto porque justo ayer, con K., vimos un documental sobre Fernando Vallejo. En un momento, la pantalla se redujo a una serie de adjetivos con los cuales Vallejo hablaba de su propia obra (desde "luminosa" hasta "oscura", desde "roja" hasta "negra", "visceral" y "alegre" y "arbitraria", etc) Eran casi 30 o más adjetivos. Pero de todos ellos solo uno me pareció acertadísimo, justísimo: "verborreica" o algo así. es decir, y aquí van más adjetivos, farragosa, grandilocuente, retórica, incontinente. Verborreica. Me gusta La virgen de los Sicarios. Pero no me gusta Vallejo, me parece un escritor prescindible, inútilmente agresivo, verborrágico. Qué diferencia con Orhan Pamuk, por ejemplo, que acaba de decir en una entrevista publicada en la revista Ñ a raíz de El museo de la memoria (Mondadori): " Ser novelista es amar el mundo, acariciarlo con palabras". He ahí la gran verdad literaria, lo que nunca aprenderá Vallejo y sus lentes ahumados llenos de rencor y pánico a los hombres. Uno escribe desde la infelicidad, es cierto. Pero escribimos porque vivimos en el presente, con los ojos abiertos, y hemos aprendido a amar el mundo, a sentir compasión por él, a aceptarlo sin odio y a comprenderlo. Escribir, incluso desde la infelicidad y la depresión, es un acto de amor, de fe. Es una meditación. Dice Pamuk:


En un momento, Kemal dice que el amor es "profunda compasión", "atención devota", "respeto y reverencia" por la persona amada, por las historias integradas a las actividades, los lugares y los objetos cotidianos. Eso me resulta muy similar a la idea budista de "atención plena", pero a través del apego piadoso en lugar de mediante el desapego. ¿Hay aquí una correspondencia?


Me identifico con la atención de Kemal como amante respecto de su amada porque es como la atención que un novelista presta a las palabras. En última instancia, ser novelista es, en cierto sentido, amar el mundo, acariciar el mundo con palabras. Es prestar atención a todos los detalles que uno ha vivido y experimentado. Este libro es el más personal, el más íntimo de los que escribí. Es todas las cosas que viví y vi en Estambul en toda mi vida. Es un panorama escrito con amoroso detalle. Escribir este libro me hizo sentir muy feliz. Me produjo tanta felicidad que diría que me salvó en épocas políticas muy conflictivas. Después de escribir todas las mañanas de siete a once, pude enfrentar las tensiones del resto del día durante esos largos meses. (Nota del editor: Pamuk fue procesado en 2005-2006 por "insultar a Turquía" al abordar el tema de la masacre de armenios en una entrevista que concedió a un diario suizo. Luego las acusaciones se retiraron). A los cincuenta y siete años soy menos experimental y más maduro. Lo que más quiero es transmitir la forma en que veo la vida. Por otra parte, escribir novelas durante treinta y cinco años me enseñó una gran humildad. Me enseñó a ser respetuoso del maravilloso detalle del mundo.


¿Usted es un escritor occidental o no occidental?


Hace treinta y cinco años que trato de evitar esa categorización. Dostoievsky era tanto un escritor occidental como no occidental. Dostoievsky creía, como yo, que la occidentalización, o ahora la globalización, era inevitable, pero eso no debe derivar en la represión del pasado, de la gente común y su cultura. El problema con la occidentalización desde arriba, como la vivimos tanto en Rusia como en Turquía, es que se convierte en un símbolo de distinción entre la gente: "el estilo francés" es elegante y glamoroso; "el estilo turco" es retrógrado y pedestre. A las clases altas les alegra tanto ser las primeras en tener la nueva afeitadora eléctrica porque eso significa que son occidentalizadas y mejores que todos los demás. En mi novela doy muchos ejemplos de eso.

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Edwards homenajeado

Jorge Edwards. Foto: Luis Magan

Jorge Edwards está en Perú para ser jurado del Premio Nacional de Novela de la PUCP y para ser nombrado Profesor Honorario en la Universidad Católica. Y, de paso, para ver si puede jugar un partidito de tenis con Alonso "La Torre de Lima" Cueto, nuevo ídolo del deporte blanco categoría senior. En el diario "El Comercio" entrevistan a Jorge Edwards aprovechando su visita:

Sea por su antigua profesión de diplomático o por su oficio de escritor siempre llega a países en momentos picantes…
Llegué a París en 1968 y a los pocos días se armó la revolución. Estuve en Berlín y casi se cae el muro. Llegué a Estados Unidos el año pasado y me tocó la elección de Obama en Chicago. Mi casa quedaba a seis cuadras de la casa de Obama y la celebración quedaba un poquito más allá. En mi casa había dos personas amigas de él y una profesora de sus hijas. Bueno, pura coincidencias.

Coincidencias que le permiten alimentar la memoria. Antonio Muñoz Molina resalta de usted al escritor memorialista. ¿Le molesta que lo encasillen así?
Ocurre que yo he escrito memorias que son decididamente memorias. “Persona non grata” es una memoria de tres meses en Cuba y “Adiós poeta” es sobre el Neruda que yo conocí. Después he escrito libros de ficción donde se incluye mucho la memoria. Estos procesos de la memoria histórica y personal que se entrelazan me interesan como método narrativo. Muñoz Molina tiene razón. A él le gustan mis crónicas de “El País”. Yo le digo: “Lee alguna de mis novelas”. Los escritores somos muy perezosos para leer a nuestros contemporáneos.

Usted ha dicho que la figura del exilio, voluntario o involuntario, le conviene al escritor
El verdadero escritor nunca es una persona enteramente integrada. A mí me hubiera ido mucho mejor si me dedicaba a abogado, pero preferí dedicarme a escritor y escapé por la vía de la diplomacia pensando que me iba a dar tiempo para escribir. Me equivoqué. En la diplomacia hay un horario de oficina y burocracia y después hacer una cantidad de cosas que son tonterías pero hay que hacer. Escribía a horarios muy extraños, pero me permitió escapar del ambiente local chileno y conocer el mundo. Después Pinochet me hizo el gran favor de despedirme de la diplomacia, cosa que celebré mucho .

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El escritor infeliz ¿solo un mito?

broken typewriter buried in leaves. Autor: John Wollwerth Fuente: shutterstock

Nunca me pierdo En Minúsculas, el blog de Ezequiel Martínez en Ñ. Y es que siempre termina sorprendiéndome con datos que saca de no sé dónde, no sé en qué tiempo. A partir de la lectura de un texto de Rosa Montero, publicado en "Páis Semanal", sobre el mito del escritor sufrido, Ezequiel consigue estos datos:

Nunca falta un especialista que le ponga fórmulas y estadísticas a estas cuestiones. Así me crucé con una investigación que el psicólogo Joe Forgas, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, publicó a principios de este mes en la revista Australasian Science. Ahí dice, palabras más, palabras menos, que los escritores infelices son mejores que los felices. Eso es lo que se deduce en su estudio, y que apuntala el mito que sugiere que para ser realmente bueno hay que sufrir lo suficiente, transitar por crisis existenciales, intoxicarse de sexo y alcohol, empalagarse de angustia y, de ser posible, rozar la autodestrucción.Se me ocurren una catarata de escritores geniales que entran en esta descripción, como también los de otros cuyas biografías no subrayan ningún exceso y que lograron obras igualmente prodigiosas. ¿Será, como dice el tango, que para ser bueno primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento...? ¿O es un tópico ridículo, como sostiene Rosa Montero? ¿Ustedes qué opinan?


Me gustaría subrayar algunas de las razones que da el estudio. Una de ellas, la mejor percepción que tienen las personas deprimidas sobre el mundo que lo rodea. Quizá el "pensamiento distorsionado" que malogra las relaciones personales sea, en realidad, lucidez a la hora de escribir ficción. Dice el artículo sobre Joe Forgas:

According to Forgas, psychologists have already shown that unhappy people "are less prone to judgmental errors, are more resistant to eyewitness distortions, and are less likely to adopt dysfunctional selfhandicapping strategies." In addition, evidence suggests that being in a negative mood leads listeners and readers to perceive messages more carefully, or, as Forgas puts it in psych-speak, "positive moods may simply lead to less effortful and systematic processing, while negative moods promote a more careful, vigilant and systematic processing style." This explains why happy people read bestsellers, but literature graduate students are always so depressed.


Luego, habla de una serie de experimientos por demás interesantes y, por mi experiencia como profesor de talleres por más de 20 años, yo diría que muy acertados:

In a series of experiments, Forgas induced sad and happy moods in test subjects by showing one group a happy 10-minute video, while another group watched a sad one, or by asking them to think about something good or bad in their own lives. Subjects then wrote a short persuasive essay on an assigned topic. Trained essay raters determined that the sad participants produced arguments that were significantly better than the happy ones. The unhappy writers argued more concretely and specifically as well, and their texts were more likely to persuade readers to agree with them.


Quizá entonces el "mito del escritor infeliz" no sea solo un mito, como quisiera creer Rosa Montero. Quizá sea algo terrible, lamentablemente, objetivo. Y no solo por las biografías de los escritores geniales. Hay un cuadro estadístico en la nota que es inquietante:



En fin, parece que esa es la verdad. Aún así, yo prefiero seguir tomando mi zatrix por las noches y Sertralina por las mañanas. Es una esperanza; aunque eso no me está funcionando hoy en día. Por eso escribo demasiado últimamente. El mal menor.

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RESEÑA DE LA SEMANA

11.25.2009

Hiromi Kawakami
El cielo es azul, la tierra blanca
(traducción: Marina Bornas Montaña)
Acantilado, Barcelona. 2009. 211 páginas


UN HAIKU DE BASHO


Las historias de amor cercadas por la muerte, al parecer, tienen muchísimo éxito en Japón. La celebridad de Norwegian Wood (“Tokio Blues” en castellano) de Haruki Murakami es solo la punta del iceberg. La premiada novela de Hiromi Kawakami, El cielos es azul, la tierra blanca es el más reciente ejemplo. La anécdota podría dar para una novela de Philip Roth, pero sin la culpa que causa el placer, ni las racionalizaciones obsesivas, ni el mundo judío norteamericano como escenografía. Es decir, una novela de Philip Roth que jamás escribiría Philip Roth. Tsukiko es una mujer de 38 años, aún con espíritu adolescente pero ya derrotada por la vida. En una taberna, donde va a comer pescado crudo y a beber un poco más de sake del que debería una mujer que siente que nunca ha amado, coincide con un antiguo profesor universitario. Ella no recuerda las clases de ese profesor, no le parece nada memorable, pero dos solitarios en una taberna es demasiada tentación para un novelista. Una Mise-en-scène con elemento mínimos, con solo dos personajes y el poder de la conversación. A partir de este encuentro Hiromi Kawakami, la autora, va trazando una línea curva que conduce a Tsukiko hacia el asiento del profesor, a quien ella llama Maestro. Y al mismo tiempo, el tiempo y el sake compartido van limando las asperezas de las murallas que ambos, Tsukiko y el Maestro, han alzado en torno a sus vidas. Pero no hay prisa. La novela demora, entre peleas sin importancia y pequeñas anécdotas, el momento de la gran revelación que ocurre en una tarde campestre, cuando tanto el Maestro como Tsukiko parecen haber encontrado pretendientes más a su altura o edad. Luego de ese camping, para Tsukiko es evidente que se ha enamorado del Maestro y, al mismo tiempo, que no podrá conseguir enamorar a ese viejo gruñón. Y aunque la novela está contada desde la perspectiva de ella, el lector puede percibir que también el Maestro cada vez depende más de la compañía y la apacible felicidad que le produce el engreimiento y la jovialidad renacida de Tsukiko.

El momento cumbre sucede en un viaje que ambos hacen a una isla, donde está enterrada la ex - esposa del Maestro. Él acepta que esa mujer era extraña, que lo abandonó, que nunca supo entenderla; pero, al mismo tiempo, que ha sido la única mujer capaz de amar y aún la recuerda. La contradicción no es pasada por alto por Tsukiko, quien se muestra más resulta en conquistar al Maestro. La defensa de su soledad y la forma brusca, mandona, de responder a los acercamientos de Tsukiko es la coraza transparente que permite ver que el Maestro, por primera vez en la vida desde que su mujer lo abandonó, ha vuelto a ser vulnerable. Es entonces que sucede aquella maravillosa escena en la que Tsukiko y el maestro, una noche en la isla, deciden escribir juntos un haikú. Durante toda la novela, el Maestro –profesor de japonés en la universidad- le reclama a Tsukiko el no haber memorizado los versos clásicos que él cita y que le enseñó en clases. Esa noche, sin embargo, permite que ella aumente el tercer verso a un haikú inspirado en la carne rosada del pulpo que almorzaron esa tarde. El haikú que ambos escriben le recuerda, al Maestro, un antiguo y hermoso poema de Basho: “Se oscurece el mar/ Las voces de los patos/ Son vagamente blancas”. La lectura de ese poema (y el título de la novela –que no sigue al original en japonés, que es El maletín del maestro, sino a la atractiva traducción alemana-, dos versos de un haikú que no está terminado pero que sin duda nos habla del orden del mundo, con el azul del cielo arriba y la blanca tierra debajo) debería darle al lector la pista de por qué, finalmente, la coraza del Maestro y la de la misma Tsukiko termina quebrándose. En efecto, el mar oscurecido es la vida misma, la noche que cae temprano o tarde sobre nosotros; pero las voces de los patos, un rumor lejano pero perceptible, son vagamente blancas e imponen esa luz sobre la oscuridad. “Vagamente” subrayamos. Y sí, es obvio, el amor y la vida nunca lograrán imponerse de manera absoluta sobre la muerte y la oscuridad, pero antes de que ésta llegue definitivamente podemos aprovechar intensamente el aleteo vital de esos patos y su sonido blanco. Es decir, podemos creer que el amor nos salvará de nuevo.


No voy a concluir esta reseña diciendo que la novela es una pequeña obra de arte porque no lo es. No necesita serlo.

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América Latina no existe

Mesita de novedades diseñada para escritores latinoamericanos en España. Fuente: flickr

Mientras en España los escritores latinoamericanos seguimos teniendo un nicho en las librerías, una mesita de té al lado de la mesa de novedades, y muy pocas veces nos exhiben en la mesa principal como escritores en castellano -que somos-, ni tampoco como libros extranjeros -que no somos-; autores como Jorge Volpi intentan entender las cosas desde otra pespectiva. Su libro de ensayos El insomnio de Bolívar es el comentario obligado en los suplementos literarios del ámbito castellano. Y dice cosas muy atendibles. En el suplemento "Babelia" aparece una reseña de M.A. Bastenier. Y en la revista Ñ del diario Clarín el fin de semana le hacen una entrevista sobre la posibilidad de ser latinoamericano hoy. Aquí les dejo algunas respuestas:

¿Qué significa ser latinoame­ricano hoy?
Uno puede seguir diciendo que es latinoamericano porque sigue teniendo esta carga, por un lado nostálgica y por el otro lado idea­lista, de cercanía con los habitan­tes de los demás países, pero que en términos reales ya tiene un pe­so muy limitado.

Usted analiza la caída de las grandes narrativas en América latina ¿Cómo afecta eso a los habitantes de cada país?
La caída de las grandes narrati­vas, el fin de esa época utópica, también le llega a América Latina y se manifiesta de dos maneras distintas, contemporáneas y para­dójicas. Por un lado ha desapare­cido esta división entre izquierda y derecha y la cadena utópica. Pero, al mismo tiempo, en muchos de los países, lo que ha terminado por pasar es la ansiada llegada de la democracia, entendida en muchos momentos anteriores de América Latina como esa utopía posible. La democracia, que está en todos los países del continente, con la excepción de Cuba, ha ter­minado en muchos casos por des­encantar a los ciudadanos, porque no resuelve de manera inmediata todos los problemas que frecuen­taban anteriormente. Entonces, a partir de ese desencanto, surgen estos nuevos liderazgos carismá­ticos populistas que intentan revi­vir las grandes narrativas. Ese es el mayor anhelo de Hugo Chávez; el de crear una nueva gran na­rrativa de un continente con una globalización alterna, controlada desde luego desde Venezuela, en contra de la que se lleva a cabo en el resto del mundo. En Europa se sigue vendiendo la imagen de una izquierda latinoamericana unifica­da, pero en realidad no es verda­dera. Se trata de fenómenos casi siempre nacionales y distintos. [...] Somos la primera generación que nunca creyó en esas grandes narrativas. No hay una generación desencan­tada de los 60, porque en realidad nunca estuvo encantada con algo. La mía ha sido la generación bisa­gra a la que le ha tocado observar el derrumbe de esas narrativas y el paso a una indiferencia o a una profunda desconfianza de las generaciones siguientes hacia lo político, hacia el compromiso, ha­cia la democracia, hacia la vincu­lación de lo intelectual en la vida política.

Y por qué no existe un proyec­to intelectual latinoamericano? ¿Es imposible?
No hay un medio realmente que llegue a todas partes, tal vez el único caso, y siempre por cable, es otra vez la televisión, CNN en español que sí llega a todas par­tes, pero ni siquiera es un medio latinoamericano. Fuera de eso, en realidad son muy pocos los instru­mentos que pueden existir a nivel continental para aumentar el nivel de conocimiento de lo que ocurre en América Latina. Tampoco en Internet, tenemos más bien algu­nos espléndidos sitios nacionales en los que colaboran escritores de otros países, pero el problema está más bien en que ninguno de ellos tiene un peso real continen­tal. Probablemente el que más lo tenga sea el diario El País, que otra vez, no es latinoamericano. No sé si un proyecto común es inviable, simplemente no existe por ahora.

América latina no existe ¿Para qué debería servir este Bicente­nario latinoamericano?
Debería servir para hacer una conmemoración crítica. No quiero decir que realmente no haya nada que celebrar. En efecto, América latina no había gozado de una eta­pa de paz ni de derechos cívicos tan poderosa como la que vivimos ahora en estos dos siglos. Sin em­bargo, quedan en la agenda pro­blemas por resolver, empezando de manera central por la desigual­dad. No obstante, lo que más me preocupa de los festejos es esta carga típicamente nacionalista. Casi siempre tienen el único obje­tivo, no de unir al país en abstrac­to, sino de unir al país en torno al gobierno de turno. Y eso hace que en las celebraciones de cada acto de prácticamente todos los paí­ses, el centro está en convertirse en, como dice el lema mexicano, "200 años orgullosamente mexi­canos, o argentinos, o chilenos o lo que sea." Y, en medio de una crisis global como en la que vivi­mos, con una enorme cantidad de conflictos sin resolver, solamente sirve como mecanismo de distrac­ción nacionalista. El Bicentenario debería servir para observar las independencias de América La­tina como un fenómeno de toda la región, para tratar de entender verdaderamente su naturaleza y, en segundo lugar, para reflexionar sobre qué problemas podríamos resolver de aquí en adelante.

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Hemon en castellano

Carátula de la novela en inglés. Fuente: timeout

Según Peter Elmore, el libro que más lo ha deslumbrado durante este año ha sido El Proyecto Lázaro del bosnio, nacionalizado norteamericano, Aleksander Hemon, que acaba de ser traducido al castellano por Duomo (¿por qué lo soltó Anagrama? me pregunto). Como lo he comentado antes, la novela es un proyecto que incluye una página online. Alberto Manguel comenta la novela como "Libro de la Semana" en Babelia, dice que ha renovado (sin escándalo, aclara pertinentemente) el arte de contar historias y compara el lenguaje de Hemon con el propio Nabokov. "Una de las mejores novelas que he leído en mucho tiempo" anota. No es poco. Dice:

De manera magistral, en una lengua precisa, inventiva, cercana al renovado inglés de Nabokov, una lengua que no fue suya hasta pasados los treinta años, Hemon construye un doble mundo de intrigas y paradojas. Hay en este libro una sabiduría asombrosa, desconcertante en alguien aún joven (aunque la historia de la región delmundo donde nació Hemon sin duda envejece hasta a los recién nacidos). Hay aquí un humor sutil, una ironía finísima, sin el más mínimo dejo de desprecio, incluso hacia los personajes más despreciables. Pero sobre todo, está la invención de la víctima absoluta, triunfante, noble en medio de la aterradora injusticia a la que es sometida: Olga, la hermana de Lázaro, simbiosis más allá de la alegoría de María y deMarta, activa y contemplativa a la vez, heroína de un drama que no puede (que nadie puede) entender porque ninguna razón lo justifica, salvo la inconmensurable presencia de nuestro mal de todos los días. Olga no entiende por qué su hermano ha muerto, pero quiere enterrarlo honorablemente, según el ritual judío; no entiende por qué el compañero de Lázaro es perseguido, pero quiere ayudarlo por amor a su hermano; no entiende por qué los poderes policiales de Chicago la agreden y por qué la comunidad judía la engaña, pero persiste en actuar de la manera más honorable posible. Es esta dignidad suya la que la eleva por encima de los otros personajes y de sus atroces comportamientos. Es Olga quien el lector recuerda al cerrar el libro. Rita da Costa ha logrado una espléndida traducción, límpida y fiel a las invenciones lingüísticas del original, felizmente libre de las habituales torpezas de una versión literal. Sólo un reproche debe hacerse a la edición española: el haber imitado la nefasta costumbre anglosajona de agregar adornitos a un libro, en este caso, una fatua entrevista al autor, entrevista cuyo propósito parece ser explicar la novela a un público que se supone no suficientemente inteligente para entenderla por sí mismo. Tales interferencias editoriales son inaceptables y ofensivas. El proyecto Lázaro es una de las mejores novelas que he leído en mucho tiempo. Son pocas las veces en las que un libro renueva, sin escándalo, el arte de contar. Con su aguzado lenguaje, su inteligencia, su respeto por las nuevas formas estilísticas que su tremendo tema exige, Hemon ha escrito una intachable obra maestra.

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Juan Ramón Jiménez digital

Juan Ramón Jiménez en 1957. Fuente: ABC

Juan Ramón Jiménez, el poeta español y Premio Nobel, súbitamente convertido en protagonista de la novela de un autor peruano consagrado -en los próximos días más datos al respecto-, ha conseguido un triunfo en la era digital. Su esfuerzo por ordenar sus papeles durante los últimos años, encerrado en la Universidad de Puerto Rico (donde quisiera encerrarme también yo, pero Mayra ya me olvidó), ha terminado en una biblioteca digitalizada para felicidad de sus familiares y lectores. Dice la nota:

La Junta de Andalucía, la Diputación de Huelva, la Residencia de Estudiantes y los herederos de Juan Ramón Jiménez han firmado un convenio por 140.000 euros por el que se comprometen a digitalizar, a partir de enero de 2010, la ingente cantidad de documentación que existe en la Sala Zenobia y Juan Ramón de la Universidad de Puerto Rico. Carmen Hernández Pinzón ha declarado a ABC que esta «emocionada, porque ha sido uno de los principales objetivos de la familia desde hace muchos años. Primero porque el clima tropical no es el mejor para conservar documentos y ahora la digitalización permitirá la conservación del archivo, así como su organización y puesta a disposición de todos los investigadores del mundo». El archivo de Juan Ramón es un océano de miles de papeles que no han sido catalogados aún convenientemente y de cuya investigación han ido saliendo grandes joyas de nuestra literatura, como saben los lectores de ABC. Durante los últimos años de su vida, Juan Ramón Jiménez se encerró en la Universidad de Puerto Rico tratando de dar un sentido a su obra, en una empresa de corrección y edición, dejando libros revisados, otros proyectados y algunos entrevistos, que daba la vuelta a toda su obra. Juan Ramón murió en 1958 sin poder acabar esta ingente labor. De hecho no ha sido hasta fecha reciente cuando hemos conocido la verdadera importancia de su obra en las letras del siglo XX.
Hablamos de un Nobel español, pero nuestro país ha tardado 50 años en saldar sus deudas con el poeta de Moguer. Tratando de decantar una obra inmensa que atravesaba el siglo, recibió el Nobel y vio morir a su esposa. Hasta cuarenta años después de su muerte no fue publicada de manera ordenada su obra final, la de mayor enjundia y la que rompe todos los clichés que pesan todavía sobre él entre nosotros.

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La visibilidad de Invisible

11.24.2009
Paul Auster. Ilustración: André Carrilho. Fuente: newyorker

Invisible, la última novela de Paul Auster, se deja ver cada vez más nítidamente en castellano. Anagrama ya anunció que el 1 de diciembre estará en librerías. No, amigos limeños, ni sueñen que estará en la Feria del Libro Ricardo Palma. A no ser que Océano rente un avión solo para traerla. Como sea, el anuncio del nuevo libro de Auster viene acompañado de elogios (lo que no es usual últimamente) y también palos. Clancy Martin, en The New York Times, dice que es la mejor novela que Auster ha escrito hasta ahora:


As soon as you finish Paul Auster’s “Invisible” you want to read it again. And not because, as sometimes with his novels — as with the novels of Georges Perec, one of a handful of other real authors mentioned in the book — you suddenly suspect, at the very end, that you haven’t properly understood a word of what has gone before. You want to reread “Invisible” because it moves quickly, easily, somehow sinuously, and you worry that there were good parts that you read right past, insights that you missed. The prose is contemporary American writing at its best: crisp, elegant, brisk. It has the illusion of effortlessness that comes only with fierce discipline. As often happens when you are in the hands of a master, you read the next sentence almost before you are finished with the previous one. The novel could be read shallowly, because it is such a pleasure to read. [...] For years now there have been two Austers waiting to embrace: the psychologist/­storyteller of novels like “Leviathan,” and the metatextual trickster of “The New York Trilogy.” Freud once claimed that our greatest frustration was that we could never kiss ourselves — well, Auster has knotted the pretzel, he has brought his two loves together (it is, after all, a novel about incest). So if, like me, part of why you read is the great pleasure of falling in love with a novel, then read “Invisible.” It is the finest novel Paul Auster has ever written.

Mientras tanto, el renegón James Wood aprovecha la novedad para extenderse en la narrativa de Paul Auster en la última edición de The New Yorker. Wood, a diferencia de Clancy Martin, se muestra reticente a aceptar que está ante una buena novela. Acepta algunos halagos pero, en síntesis, podríamos aceptar que concluye que Invisible, como otras novelas de Auster, es solo más postmodernidad para espíritus ligeros. Dice:

What Auster often gets instead is the worst of both worlds: fake realism and shallow skepticism. The two weaknesses are related. Auster is a compelling storyteller, but his stories are assertions rather than persuasions. They declare themselves; they hound the next revelation. Because nothing is persuasively assembled, the inevitable postmodern disassembly leaves one largely untouched. (The disassembly is also grindingly explicit, spelled out in billboard-size type.) Presence fails to turn into significant absence, because presence was not present enough. This is the crevasse that divides Auster from novelists like José Saramago, or the Philip Roth of “The Ghost Writer.” Saramago’s realism is braced with skepticism, so his skepticism feels real. Roth’s narrative games emerge naturally from his consideration of ordinary human ironies and comedies; they do not start life as allegories about the relativity of mimesis, though they may become them. Saramago and Roth both assemble and disassemble their stories in ways that seem fundamentally grave. Auster, despite all the games, is the least ironic of contemporary writers. [...] The classic formulations of postmodernism, by philosophers and theorists like Maurice Blanchot and Ihab Hassan, emphasize the way that contemporary language abuts silence. For Blanchot, as indeed for Beckett, language is always announcing its invalidity. Texts stutter and fragment, shred themselves around a void. Perhaps the strangest element of Auster’s reputation as an American postmodernist is that his language never registers this kind of absence at the level of the sentence. The void is all too speakable in Auster’s work. The pleasing, slightly facile books come out almost every year, as tidy and punctual as postage stamps, and the applauding reviewers line up like eager stamp collectors to get the latest issue. Peter Aaron, the narrator of “Leviathan,” whose prose is so pressureless, claims that “I have always been a plodder, a person who anguishes and struggles over each sentence, and even on my best days I do no more than inch along, crawling on my belly like a man lost in the desert. The smallest word is surrounded by acres of silence for me.” Not enough silence, alas.

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Entrevistando a Bolaño

Cubierta del libro. Fuente: melvillehouse

Acaba de aparecer en EEUU el libro Roberto Bolaño: The Last Interview & Other Conversations (Melville House) que recoge la que vendría a ser la última entrevista que dio Roberto Bolaño (sin tomar en cuenta, por cierto, las tres preguntas que le hice para Vano Oficio con mi cámara minidv en el Encuentro de Escritores de Sevilla, semanas antes de su muerte). La entrevista fue realizada por Mónica Maristain para PlayBoy mexicana y es la primera vez que se publica en inglés. Además, el volumen recoge otras entrevistas. La fama de Bolaño, con o sin ayudita de marketing, sigue creciendo. En el blog Paper Cuts recogen algunas preguntas (pueden leer la entrevista completa en castellano aquí):

M.M.: Have you shed one tear about the widespread criticism you’ve drawn from your enemies?
R.B.: Lots and lots. Every time I read that someone has spoken badly of me I begin to cry, I drag myself across the floor, I scratch myself, I stop writing indefinitely, I lose my appetite, I smoke less, I engage in sport, I go for walks on the edge of the sea, which by the way is less than 30 meters from my house and I ask the seagulls, whose ancestors ate the fish who ate Ulysses: Why me? Why? I’ve done you no harm.

M.M.: Which five books have marked your life?
R.B.: In reality the five books are more like 5,000. I’ll mention these only as the tip of the spear: “Don Quixote,” by Cervantes; “Moby Dick,” by Melville. The complete works of Borges, “Hopscotch,” by Cortázar, “A Confederacy of Dunces,” by Toole. I should also cite “Nadja” by Breton; the letters of Jacques Vaché. Anything Ubu by Jarry; “Life: A User’s Manual,” by Perec. “The Castle” and “The Trial,” by Kafka. “Aphorisms,” by Lichtenberg. “The Tractatus,” by Wittgenstein. “The Invention of Morel,” by Bioy Casares. “The Satyricon,” by Petronius. “The History of Rome,” by Tito Livio. “Pensées,” by Pascal.

M.M.: John Lennon, Lady Di or Elvis Presley?
R.B.: The Pogues. Or Suicide. Or Bob Dylan. Well, but let’s not be pretentious: Elvis forever. Elvis and his golden voice, with a sheriff’s badge, driving a Mustang and stuffing himself full of pills.

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Gelman en España

Juan Gelman. Foto: Criostobal Manuel. Fuente: elpaís

Mucho ajetreo. El poeta argentino Juan Gelman se encuentra en España para ser jurado del Premio Cervantes de Literatura, que ganó el año pasado, presentar su nuevo poemario De atrásalante en su porfía (Visor) y reeditar Bajo la lluvia ajena (Libros del Zorro Rojo), publicado en 1980, sobre el cual comentan en "El País":

De las oscuras cosas que le pasaron trata otro de los libros que ocupan esta semana a Juan Gelman, Bajo la lluvia ajena (Libros del Zorro Rojo), que se presenta el viernes en la propia Casa de América. Lo escribió en Roma en 1980, durante el exilio al que le obligó la dictadura argentina. Aquella asonada sangrienta dejó 30.000 desaparecidos a su paso. Entre ellos estaban el hijo y la nuera de Gelman. A ella la mantuvieron con vida hasta que dio a luz a una niña que fue regalada a un policía uruguayo. La muchacha tenía 23 años cuando, en 2000, su abuelo pudo por fin dar con ella. La nueva edición de Bajo la lluvia ajena se completa con las ilustraciones del pintor argentino Carlos Alonso, cuya hija también se cuenta entre los desaparecidos. El artista ha contado que durante años pintó paisajes porque había perdido la fe en la humanidad. Gelman, que pasó un tiempo sin poder escribir, dice que no fue su caso exactamente: "Mi confianza en el ser humano está lastimada, pero sigue de pie". El poeta, que hoy vive "trasterrado" en México, recuerda que había exiliados que se negaban a aprender la lengua del país de acogida: "Pensaban que volverían al día siguiente de marcharse". También recuerda que hubo padres que durante años pusieron un plato en la mesa para su hijo desaparecido. "Les costó retirar ese plato porque les llevó tiempo tomar conciencia de que estaba muerto. En el 77 yo ya sabía la suerte que habían corrido mi hijo y mi nuera. Aun así, experimenté la resistencia a creer que fuera cierto. Y luego, las pesadillas horribles sobre si lo habían torturado, sobre qué habían hecho de él... Usted ya se imagina". En el libro, Gelman cuenta que volvió clandestinamente a Buenos Aires en 1978. Los militares se la tenían jurada porque había logrado que figuras como Mitterrand y Olof Palme firmaran la primera protesta contra la dictadura, que había tenido "cierta aprobación por el antiperonismo de los Gobiernos europeos". El de 1978 fue el año del Mundial: "No había mucha gente con claridad sobre lo que ocurría. O poco le importaba. De hecho, casi todos los partidos políticos participaron en la dictadura. Salvo el socialista y el comunista. Pero el partido comunista daba matices. Decía que había que apoyar a Videla porque se aproximaba el pinochetazo. Qué clarividencia, ¿no?".

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Andrés Neuman reniega del Boom

Andrés Neuman en el Cantarana, en su booktour por Lima. Se ve a Mercedes González (editora de Alfaguara), y a los escritores Julio Villanueva Chang, Gustavo Rodríguez, Andrés, Daniel Alarcón y Enrique Planas. Todos están fichados en el libro de ´Neuman. Se fregaron. Fuente: Moleskine

El ganador del Premio Alfaguara de Novela, el B39 Andrés Neuman, se hartó en Panamá. Ya no quiere que le pregunten más por su relación con el Boom Literario de los años 70. Yo creo que es obvio, no se trata de parricidio: simplemente, a nadie le gusta las preguntas repetidas. Lo que más me preocupa, sin embargo, es que Neuman publicará un libro titulado Cómo viajar sin ver donde comentará su periplo latinoamericano con el Booktour Alfaguara. Espero que hable bien de mí y que confiese, de una vez, que él, de pura envidia, malogró mi MacBook el mismo día que me la compré en Aventura Mall.

El escritor argentino Andrés Neuman, ganador del Premio Alfaguara de novela 2009 con El viajero del Siglo, dijo hoy en Panamá que la literatura latinoamericana ya no debe seguir siendo referida al "boom" que la nutrió porque la nueva generación de autores ya no tiene ningún vínculo con este movimiento."No tengo ningún tipo de relación íntima con el 'boom', sino un tipo de relación más importante que es de admiración literaria, y por eso leo por igual a Gabriel García Márquez que a Kafka, como un señor clásico que tengo en mi biblioteca", indicó.Agregó que la nueva generación de autores de la que es parte "tiene una suerte de poder relacionarse con el legado del ('boom') de una forma natural, no como sus hijos, sino como sus nietos". "Claramente no nos parecemos a los escritores del 'boom' latinoamericano y claramente no necesitamos combatirlos, que es un poco lo que le pasó a la generación anterior que tenían que posicionarse a favor o en contra" de los autores de este movimiento literario, recalcó.El "boom" latinoamericano surgió entre los años 1960 y 1970 y está relacionado con novelistas como Julio Cortázar, García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, José Donoso, entre otros, que dieron impulso mundial a la literatura latinoamericana.El escritor hispanoargentino señaló que actualmente se vive una época distinta con muchas diferencias a la que vivieron los autores del "boom", pero reconoció que lo que hicieron estos con su escritura "lo hicieron tan bien que lo más inteligente que podemos hacer es hacer otra cosa". Además, Neuman, de 32 años, habló igualmente de la inmigración y la realidad política actual en Europa y América Latina, y dijo ser partidario de la izquierda "no castrista ni chavista". El autor de El viajero del siglo llegó a Panamá ayer procedente de República Dominicana, para presentar a los lectores nacionales esta novela con la que se hizo acreedor en marzo pasado al Premio Alfaguara, dotado con 175.000 dólares. Adelantó que en mayo próximo publicará el libro Cómo viajar sin ver, en el que narrará toda la experiencia vivida en este periplo que realiza por los países latinoamericanos para presentar su novela.

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