Pamuk ama al mundo
A raíz del post que escribí hace unas horas, sobre el escritor y el sufrimiento, quiero hacer una aclaración: Es distinto pensar que los escritores son personas infelices a decir que los escritores son unas infelices personas llenas de rabia y odio contra el mundo, a quienes les gusta escribir para esparcir su odio y su frustración con ventilador. Digo esto porque justo ayer, con K., vimos un documental sobre Fernando Vallejo. En un momento, la pantalla se redujo a una serie de adjetivos con los cuales Vallejo hablaba de su propia obra (desde "luminosa" hasta "oscura", desde "roja" hasta "negra", "visceral" y "alegre" y "arbitraria", etc) Eran casi 30 o más adjetivos. Pero de todos ellos solo uno me pareció acertadísimo, justísimo: "verborreica" o algo así. es decir, y aquí van más adjetivos, farragosa, grandilocuente, retórica, incontinente. Verborreica. Me gusta La virgen de los Sicarios. Pero no me gusta Vallejo, me parece un escritor prescindible, inútilmente agresivo, verborrágico. Qué diferencia con Orhan Pamuk, por ejemplo, que acaba de decir en una entrevista publicada en la revista Ñ a raíz de El museo de la memoria (Mondadori): " Ser novelista es amar el mundo, acariciarlo con palabras". He ahí la gran verdad literaria, lo que nunca aprenderá Vallejo y sus lentes ahumados llenos de rencor y pánico a los hombres. Uno escribe desde la infelicidad, es cierto. Pero escribimos porque vivimos en el presente, con los ojos abiertos, y hemos aprendido a amar el mundo, a sentir compasión por él, a aceptarlo sin odio y a comprenderlo. Escribir, incluso desde la infelicidad y la depresión, es un acto de amor, de fe. Es una meditación. Dice Pamuk:
En un momento, Kemal dice que el amor es "profunda compasión", "atención devota", "respeto y reverencia" por la persona amada, por las historias integradas a las actividades, los lugares y los objetos cotidianos. Eso me resulta muy similar a la idea budista de "atención plena", pero a través del apego piadoso en lugar de mediante el desapego. ¿Hay aquí una correspondencia?
Me identifico con la atención de Kemal como amante respecto de su amada porque es como la atención que un novelista presta a las palabras. En última instancia, ser novelista es, en cierto sentido, amar el mundo, acariciar el mundo con palabras. Es prestar atención a todos los detalles que uno ha vivido y experimentado. Este libro es el más personal, el más íntimo de los que escribí. Es todas las cosas que viví y vi en Estambul en toda mi vida. Es un panorama escrito con amoroso detalle. Escribir este libro me hizo sentir muy feliz. Me produjo tanta felicidad que diría que me salvó en épocas políticas muy conflictivas. Después de escribir todas las mañanas de siete a once, pude enfrentar las tensiones del resto del día durante esos largos meses. (Nota del editor: Pamuk fue procesado en 2005-2006 por "insultar a Turquía" al abordar el tema de la masacre de armenios en una entrevista que concedió a un diario suizo. Luego las acusaciones se retiraron). A los cincuenta y siete años soy menos experimental y más maduro. Lo que más quiero es transmitir la forma en que veo la vida. Por otra parte, escribir novelas durante treinta y cinco años me enseñó una gran humildad. Me enseñó a ser respetuoso del maravilloso detalle del mundo.
¿Usted es un escritor occidental o no occidental?
Hace treinta y cinco años que trato de evitar esa categorización. Dostoievsky era tanto un escritor occidental como no occidental. Dostoievsky creía, como yo, que la occidentalización, o ahora la globalización, era inevitable, pero eso no debe derivar en la represión del pasado, de la gente común y su cultura. El problema con la occidentalización desde arriba, como la vivimos tanto en Rusia como en Turquía, es que se convierte en un símbolo de distinción entre la gente: "el estilo francés" es elegante y glamoroso; "el estilo turco" es retrógrado y pedestre. A las clases altas les alegra tanto ser las primeras en tener la nueva afeitadora eléctrica porque eso significa que son occidentalizadas y mejores que todos los demás. En mi novela doy muchos ejemplos de eso.
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Bueno, bueno... pero también están los escritores que odian al mundo (o, al menos, lo hacen un muchas de sus facetas); o a los que, caso de Bukowski, les es indiferente.
6:32 a. m.
Pero no lo lee ni DIOS.
3:17 p. m.
Pero hay algo que no me cuadra: el escritor no odia al mundo, dice, pero ¿siempre responde sumisamente ante él? Es decir: ¿acepta el daño del mundo y ya; no lo transmite al papel? No sé, creo que escribir sólo de odio y con odio no sirve de nada, pero no hacerlo también resulta demasiado aséptico para la literatura... Ni que los escritores fueran santos. Al no ser que el odio sea expresado de una manera poco común. Bueno, interesantes palabras. Bye.
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