MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Edwards homenajeado

Jorge Edwards. Foto: Luis Magan

Jorge Edwards está en Perú para ser jurado del Premio Nacional de Novela de la PUCP y para ser nombrado Profesor Honorario en la Universidad Católica. Y, de paso, para ver si puede jugar un partidito de tenis con Alonso "La Torre de Lima" Cueto, nuevo ídolo del deporte blanco categoría senior. En el diario "El Comercio" entrevistan a Jorge Edwards aprovechando su visita:

Sea por su antigua profesión de diplomático o por su oficio de escritor siempre llega a países en momentos picantes…
Llegué a París en 1968 y a los pocos días se armó la revolución. Estuve en Berlín y casi se cae el muro. Llegué a Estados Unidos el año pasado y me tocó la elección de Obama en Chicago. Mi casa quedaba a seis cuadras de la casa de Obama y la celebración quedaba un poquito más allá. En mi casa había dos personas amigas de él y una profesora de sus hijas. Bueno, pura coincidencias.

Coincidencias que le permiten alimentar la memoria. Antonio Muñoz Molina resalta de usted al escritor memorialista. ¿Le molesta que lo encasillen así?
Ocurre que yo he escrito memorias que son decididamente memorias. “Persona non grata” es una memoria de tres meses en Cuba y “Adiós poeta” es sobre el Neruda que yo conocí. Después he escrito libros de ficción donde se incluye mucho la memoria. Estos procesos de la memoria histórica y personal que se entrelazan me interesan como método narrativo. Muñoz Molina tiene razón. A él le gustan mis crónicas de “El País”. Yo le digo: “Lee alguna de mis novelas”. Los escritores somos muy perezosos para leer a nuestros contemporáneos.

Usted ha dicho que la figura del exilio, voluntario o involuntario, le conviene al escritor
El verdadero escritor nunca es una persona enteramente integrada. A mí me hubiera ido mucho mejor si me dedicaba a abogado, pero preferí dedicarme a escritor y escapé por la vía de la diplomacia pensando que me iba a dar tiempo para escribir. Me equivoqué. En la diplomacia hay un horario de oficina y burocracia y después hacer una cantidad de cosas que son tonterías pero hay que hacer. Escribía a horarios muy extraños, pero me permitió escapar del ambiente local chileno y conocer el mundo. Después Pinochet me hizo el gran favor de despedirme de la diplomacia, cosa que celebré mucho .

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