MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Katya Adaui sobre Playas

2.26.2010
Carátula del libro. Fuente: bajotumirada

El martes pasado, Carlos Calderón Fajardo presentó una nueva edición de su libro de cuento Playas (editado por Underwood antes y ya agotado) editado por Borrador. La presentación estuvo a cargo de Katya Adaui, una de las más importantes peruanas escritoras surgidas en los últimos años, sin distinción de género. Les dejo aquí las palabras de su presentación que Katya ha colgado en su blog:

Este domingo acabé de leer Playas en El Silencio. Comprenderán lo perfecto del entorno. Hay que saber el momento exacto del clavado, de lo contrario, te puedes romper el cuello. Yo no conozco otra forma de ingresar al mar que no sea de un clavado. Eso de hacerlo de a poquitos, hasta creer que el agua fría ya se calentó, no es para mí. Seguro Carlos ingresa así al mar. Una niña golpeaba el agua cerca de mis amigos y de mí. Porque ellos estaban más cerca les dije: ayúdenla, se está ahogando. Uno de ellos le preguntó: ¿te estás ahogando? Y ella respondió: ¡sí!

Si ustedes son de los que no se bañarían en el mar de noche, porque temen la vida que se mueve secreta debajo de sus pies, no pueden leer este libro. Si ustedes son de los que toman baños de asiento, porque temen que la ola los arrastre, los revuelque y ya no puedan regresar a la orilla, tampoco pueden hacerlo. Para leer este libro hay que zambullirse una y otra vez sin mirar la bandera roja o adentrarse mar adentro en una lancha sin motor, como el fotógrafo que quiso retratar cuevas en Paracas y murió por no saber nadar y no tener chaleco, pero antes de embarcarse dijo: debo hacerlo. Es en las playas donde las personas que aman el mar comparten sus historias y esperan algún día llegar a ser parte de ellas. Es en las playas donde los buenos escritores, como Carlos, renacen a los ecos de la vida.

Si Carlos llama Playas a su libro y no Mares, es porque quiere que aprendamos de lo que él está viendo: miremos no lo que agoniza en el mar, sino lo que sobrevive en la orilla.

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Manuel Borrás entrevistado

12.29.2009
Manuel Borrás. Fuente: filperu


No es la primera vez que viene al Perú, y probablemente tampoco será la última. Manuel Borrás, el editor de Pre-Textos, gran amante de la poesía peruana y editor de poetas del altísimo nivel como César Vallejo, Blanca Varela, Eielson, Javier Sologuren, Antonio Cisneros, Carlos German Belli, José Watanabe y Eduardo Chirinos, y narradores como Luis Loayza y Alonso Cueto, estuvo en Lima (¿por qué? ¿para qué? ¿por qué no avisan?). La entrevista en Perú21:

¿Publica lo que le gustaría leer?
Yo publico aquello que no logro olvidar. Editar es un modo de compartir lo disfrutado. No se puede ser tan egoísta de quedarse uno solo con el placer de una buena lectura.

Hay escritores que dicen que escriben para sí mismos...
Eso es soberbia. Nadie escribe para uno mismo, sino para ser leído; de lo contrario, es un acto banal. Hay excepciones, claro. Así como hay escritores que escriben para que los quieran, yo edito para que me quieran. Se discute el futuro del libro.

¿Siempre habrá un lugar para el papel?
Hay una ofensiva por vendernos un nuevo producto. No me niego al progreso, y creo que el libro electrónico ayudará. Pero me parece sospechosa la unanimidad por colocar este nuevo producto. Se nos está imponiendo una sociedad 'mileurista’, es decir, con personas mal pagadas, que viven en condiciones miserables; entonces, este es el mundo que anuncia el Kindle, el i-Book. Cada vez estaremos actuando en espacios más reducidos, y eso afecta nuestra propia libertad. Sé que esto que digo no es políticamente correcto, pues debería hablar del editor que se acomoda a la tecnología. Yo espero que el libro en su actual formato no desaparezca nunca. Porque yo creo en la relación física con las cosas. Yo prefiero hacer el amor sintiendo el olor que sale por los poros de mi 'partner’ que hacerlo a través del chat.

¿Qué tipo de literatura estamos creando?
Yo, si de algo me enorgullezco, es de mi catálogo; es el mejor libro que puede escribir un editor, y también me enorgullezco de mis autores, de mi sensibilidad para elegirlos. Me quisieron comprar Pre-Textos, y al comprador no le interesaban ni mis autores ni mi catálogo. “Entonces, ¿qué quieren comprarme?”, le pregunté. “Su prestigio”, me respondió.

¿Qué autores peruanos están en su catálogo?
Vallejo, Varela, Belli, Eielson, Sologuren, Watanabe, Loayza, Cisneros, Cueto, etc. Siempre he sido un gran admirador de la literatura peruana. Me gustaría editar más narradores, pero, a veces, en ella es difícil competir.

¿Qué aprecia de nuestra poesía?
La poesía peruana es una de las más sólidas escritas en español.

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Extraño homenaje a Ribeyro

12.17.2009
El gran Julio Ramón Ribeyro ríe después de leer su cuento post-mortem titulado "Homenaje en Riva Agüero". Foto. Caretas

Cuando he asistido a Congresos Literarios fuera del país encuentro un denominador común: la mayoría de escritores no peruanos me preguntan por Julio Ramón Ribeyro. Ribeyro tiene una fama creciente fuera del Perú; es un escritor de culto, el autor que todos se precian de haberlo leído. Si Mario Vargas Llosa o Alfredo Bryce Echenique son los referentes obligados, el caso de Ribeyro es distinto: A él se le admira, se le cuida, se comparte solo entre buenos lectores. Y yo, debo decir, me siento tremendamente orgulloso, no por ser peruano, sino porque me considero un "ribeyriano" a carta cabal. Por eso, me da pena enterarme en la revista CARETAS de un extraño homenaje que se le hizo en el Instituto Riva Agüero de la PUCP donde participaron Alonso Alegría, Jorge Valenzuela y Richard Cacchionne. El sobrino de Ribeyro, Juan Ramón, comenta en "Caretas" la cantidad de desatinos que se dijeron esa noche. Por ejemplo:

"El profesor Jorge Valenzuela, a través del cuento "Junta de Acreedores" trató de demostrar que Ribeyro es autor del fracaso, y que a pesar de estar considerado como neorrealista no lo es, ya que a diferencia de los representantes de esta tendencia que se solidarizan con los personajes, Ribeyro los despoja de toda su humanidad y los degradaba con sarcasmo.

En primer lugar, habría que dudar del método de crítica que genera una idea general luego de la lectura de un sólo cuento, más aún de un autor tan prolífico como Julio Ramón Ribeyro. En segundo lugar, ¿de dónde sacará Valenzuela aquella norma según la cual el "Neorrealismo" implica que el autor, o narrador, se solidarice con sus personajes? ¿Eso sucede siempre? Primera noticia. Quizá ha visto demasiado Ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica. Pero el Neorrealismo tiene demasiadas aristas como para reducirlas de ese modo. Por lo demás, creo que ya es tiempo de quitarse de la cabeza aquello de que Ribeyro es un escritor "sobre el fracaso". ¿Realmente fracasan todos sus personajes? Creo que no. Hay varios aprendizajes en la obra de Ribeyro. Cuentos canónicos como "Al pie del acantilado" o "Silvio en el Rosedal", por ejemplo, permiten una lectura diferente. Quizá el hecho de que la obra total se llame La palabra del mudo (título impuesto por el editor Milla Batres, según tengo entendido) manipula la lectura. Cuentos de circustancias, otro de los títulos que usó Ribeyro para una colección de realtos, me parece más acertado para definir la totalidad su obra.

La exposición de Richard Cacchionne es resumida por Juan Ramón así:

[...] dijo que el autor provenía de una familia oligárqueica y por ello tenía un pensamiento retrógrado del siglo XIX, racista y que pensaba mal del indígena.

Intentar explicar, por el pasado familiar de un autor, la ideología subyacente en su obra es un error de crítica gravísimo. Llamar "racista" a Ribeyro por exponer, justamente, con enorme acierto y solvencia, el racismo de la sociedad peruana (en cuentos como "Alienación" o "De color modesto") es una nueva equivocación horrorosa. Es confundir al mensajero con el mensaje. Por ejemplo, bajo esa lógica, al leer "El marqués y los gavilanes", podría deducirse que Ribeyro, al ridiculizar al "oligarca" como un demente que no puede ver la realidad, es racista contra los blancos. Y aunque la crítica lanzó por ahí una frase célebre que a Julio Ramón le gustaba repetir ("Ribeyro es nuestro mejor escritor del siglo XIX"), para mí es una frase infortunada. Ribeyro es un escritor de su siglo. Y no solo por sus cuentos sino por sus insuperables Prosas Apátridas o sus Diarios e incluso sus ensayos, aspectos de sus obras lamentablemente soslayados por los comentaristas. Las reflexiones en sus prosas y diarios son las de un hombre que observa el siglo XX como un siglo en decadencia, no la de un decimonónico positivista entusiasmado con el progreso. Pero, sobre todo, el radical escepticismo de Ribeyro es una de las características más notables de la literatura del XX; ese escepticismo riega todos sus textos como el gran unificador, incluso más que el cacareado fracaso. Cuentos sobre el absurdo como "La insignia" o cuentos con complicadas técnicas literarias como "Carrusel" solo pueden responder a un autor post-Kafka o post-Joyce. ¿Ribeyro un autor del siglo XIX? ¡Bah!

Finalmente, la parte más extensa del artículo en "Caretas" se refiere a las palabras, también desafortunadas, de Alonso Alegría (quien escribe una columna respecto al tema hoy en Perú21). Resume así el sobrino Juan Ramón lo que dijo el dramaturgo:

Alonso Alegría comenzó su ponencia [...] diciendo que ningún narrador puede hacer buen teatro ya que, para escribir una obra de este género había que ser dramaturgo, y en consecuencia las dos obras de Ribeyro Atusparia y Santiago el pajarero carecían de valor. esbozó luego una feroz crítica contra Ribeyro porque se regodea con el fracaso [...] Respecto a su actuación política dijo que hizo lobby por Alan García para defenderlo por la matanza de los penales y que tuvo una posición ambivalente respecto de su amigo Vargas Llosa. Finalmente, vaticinó que como el país iba saliendo de la crisis y el fracaso iba dejando de ser parte de la idiosincracia del país, en los próximos años ya nadie leería a Ribeyro.

En primer lugar, me parece un desatino recordar (para menospreciar su obra literaria, además), descontextualizándola, la actitud política de Julio Ramón Ribeyro durante los años de Alan García. Coincidentemente, un enemigo declarado de Alonso Alegría, el maoísta Miguel Gutiérrez, en Un mundo dividido, usó la misma estrategia para subestimar la obra de Ribeyro. Parece que en el Perú resentido, envidioso y chismosón, a la hora de contar chismes mal contados no existen banderas políticas. Ciertamente, Ribeyro y Vargas Llosa tuvieron diferencias (que están expuestas en las memorias de Vargas Llosa El Pez en el agua) pero sé que las solucionaron en privado, como debe ser. Alegría pretende "ponerse" extemporáneamente del lado de Vargas Llosa, a quien califica de "amigo". ¿Con qué sentido? ¿Qué necesidad hay de airear ese tema en un homenaje a un narrador extraordinario en su aniversario? Estoy seguro de que si Vargas Llosa y no Alonso Alegría hubiera estado presente, por respeto y admiración a un escritor notable, jamás hubiera comentado esa anécdota de una manera tan arbitraria y descontextualizada. En segundo lugar, Alonso Alegría activa desde hace años una campaña personal para instaurarse como el único dramaturgo importante del Perú. Decir que Ribeyro es un mal dramaturgo (y vamos a pasar por alto la inferencia difícilmente defendible "ningún narrador puede ser buen dramaturgo") es como subrayar en un homenaje a Usaín Bolt, campeón plusmarquista de 100 metros planos, nunca ha ganado una medalla en salto alto. Lo que está en discusión es su marca mundial, no su salto alto. Lo que se discute en Ribeyro es la calidad de su obra, sin necesidad de diseccionarla en géneros. Y bueno, posiblemente es cierto y las obras dramáticas no estén a la altura de sus cuentos y sus prosas. Pero eso significa poco en el contexto de una obra solida y compacta como la de Ribeyro. Por ello, no puede decirse que esas obras "no tienen valor" porque, cuando un autor es tan complejo y sofisticado como Julio Ramón Ribeyro, todas las obras contribuyen a la comprensión de su summa literaria. Ribeyro (y quizá eso le afecta al dramaturgo de El cruce sobre el Niágara) no es el autor de una sola obra celebrada, sino de una obra total que incluye distintos géneros, entre ellos la dramaturgia. Desdeñar su obra dramática es perder el objetivo, que debería ser la lectura global de su obra. Resaltar la menor calidad dramática de un narrador espléndido como Ribeyro en su homenaje solo puede ser una provocación gratuita, movida por el deseo compulsivo de llamar la atención o la mala leche.

Ahora bien, lo que sí resulta aún más lamentable es aquella conclusión de pitoniso que afirma convencido que en el futuro "nadie leerá a Ribeyro" en el Perú. Hay que ser muy negligente para lanzar una frase de oráculo sobre el siempre imprevisible destino literario de cualquier autor. Pero sustentar esa especulación bajo una teoría "sociológica" es, ya, una falta de respeto. ¿Realmente cree Alonso Alegría que el Perú es ahora un país optimista, donde el fracaso no existe? ¿Realmente lo cree ad-portas de un proceso electoral donde la hija de Fujimori tiene un alto porcentaje de votación de personas que no están interesados en el futuro del país sino en el beneficio propio que puede conseguir de un ladrón? ¿Es un país optimista el que produce los sucesos de Bagua? Si Alonso Alegría se ha dejado llevar por las mini-series sobre bandas de cumbia que salen del fracaso y luego se compran camionetas 4x4, o si cree las estadísticas sobre el "milagro peruano" con que nos bombardea el diario "El Peruano" es su problema. Pero el Perú es un país complicado, dividido, desintegrado, sin instituciones sólidas, racista y, además, con un gran desprecio al arte y la cultura. Un país donde cada uno jala agua para su molino, donde cada día descubrimos un escándalo político nuevo, donde todos los días nos enteramos de miserias humanas en familias de todas las condiciones sociales, desde violaciones a menores, líos por herencias familiares, jubilados sin pensiones, asesinatos selectivos que incluyen el matricidio. ¿Ese es el país que va dejando de creer en el fracaso? Incluso si así lo fuera, como acota bien el sobrino Juan Ramón, nadie podría asegurar que se dejaría de leer a Ribeyro, como no se ha dejado de leer a Chejov, Kafka o a Dostoievski. Pero sucede, además, que no es cierto. El Perú sigue siendo el país de frustraciones que retrató con lucidez Julio Ramón Ribeyro. Y más allá del Perú, los seres humanos seguimos siendo esos proyectos fallidos, esos personajes tentados por el fracaso, que con inteligencia e ironía resaltó en sus prosas apátridas. Por eso se lee cada vez más a Julio Ramón Ribeyro, y no solo en el Perú sino en el exterior como señalé al principio. Porque Ribeyro tocó una fibra humana a la que pocos autores acceden. Porque Ribeyro, incluso en sus obras menores como las dramáticas, era un autor consciente de que la verdadera tragedia del ser humano no radica solo en su entorno sino en sí mismo.

Coda.- Como prueba final de que Alonso Alegría está equivocado en hablar de un Julio Ramón Ribeyro fuera de época, propongo este homenaje. ¿Acaso no es un perfecto cuento suyo la historia de una convocatoria a tres peruanos incapaces de entender la buena literatura para hablar, justamente, de las bondades de un autor complejo como Julio Ramón Ribeyro? Este es el cuento post-morten que debería sellar la exitosa reedición, por Seix Barral-Perú, de La palabra del mudo (por cierto, el libro más vendido de la feria Ricardo Palma, y el que salvó al stand de Planeta, como para reírse de aquel Perú triunfalista que no lee a Ribeyro que imagina ilusamente Alonso Alegría). Julio Ramón debe estarse riendo desde las alturas. Las alturas no del cielo donde mora, digo, sino de su enormísimo talento.

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Katya Adaui adelanta nuevo libro

12.15.2009
Katya Adaui, autorretrato. Fuente: lafortalezadelasoledad

En la página española Literaturas.com, que en este momento busca auspiciadores, entrevistan dentro de la sección Nuestro Novel a Katya Adaui, autora de Un accidente llamado familia (Matalamanga). La entrevista es de Gabriel Ruíz Ortega y en ella adelanta algunos detalles de su próximo libro que lleva, hasta el momento, el título La vida vista por la vida y que se editará en el 2010. Hay cuentos y microcuentos. Aquí algunas preguntas:

En una entrevista que te hice, me contaste que estabas trabajando en un proyecto de novela. Pero ahora estás próxima a publicar La vida vista por la vida, conjunto de cuentos y microcuentos.
Hace poco afronté la posibilidad de nunca intentar una novela. Me gustan demasiado los cuentos, leerlos y escribirlos. No me avergonzaría que me llamen “cuentista” en vez de escritora u otro título. Un cuento es un chorro, no el río completo. No me preocupa que mis palabras solo “salpiquen”. Si antes era muy inocente, ahora creo que soy más honesta, incluso cuando escribo. Por lo pronto, seré cuentista.

¿Cómo así diste con el título La vida vista por la vida?
Hace un par de años comencé a leer la obra de Clarice Lispector. Me fascinó. Su vida y su forma de escribir. En Agua viva, ella se pregunta sobre la importancia de las palabras y se cuestiona cuál es el lenguaje ideal para comunicarse. Se niega a la mudez, se rinde a la belleza y a la alegría del mundo, y dice: “Ésta es la vida vista por la vida. Puede no tener sentido, pero es la misma falta de sentido que tiene la vena que late”. Más adelante, reitera: “Sí, ésta es la vida vista por la vida. Pero de repente olvido cómo captar lo que sucede, no sé captar lo que existe más que viviendo aquí cada cosa que surge y ni importa qué: estoy casi libre de mis errores. Dejo que el caballo corra fogoso. Yo, que troto nerviosa y sólo la realidad me delimita”. Me identifiqué con esta forma de ver la vida: entregarse a los momentos como vengan, con sus aprendizajes, satisfacciones y dolores. Nunca resignarse ante lo que es más grande que uno, como la realidad. Escribir, pese a todo, para encontrar la libertad.

En “Algo se perdió”, uno de los relatos del nuevo libro, relatas la fría relación entre una madre y su hija. Ambas se encuentran en una piscina, en la noche. Y cuando no se dicen nada ellas se llevan mejor…
Las relaciones familiares me interesan muchísimo y mi propia familia es siempre una gran fuente de inspiración. De otro lado, creo que las personas que nadan por obligación están ensimismadas en cumplir su propia rutina. Es como una casa donde todos deben dar de su parte, hasta que alguien decide que hará las cosas a su manera. Se llega a un punto muerto, nada avanza, nada retrocede, nada es como antes. A veces las personas coincidimos en los silencios. Una piscina es un gran silencio. Te ahogas en él o sacas la cabeza más seguido para respirar.

En “Señor Muerte” tenemos a una fotógrafa que guarda una fotografía arcana y una periodista quiere escribir sobre esta fotografía.
Para esta historia recordé cuánto me impactó la fotografía de un hombre muerto a la entrada de un cementerio. Estaba vestido, pero con el cráneo expuesto. La tomó la mexicana Graciela Iturbide. Recién después de 30 años pudo exhibirla del pavor que le inspiraba. Creé el argumento alrededor de eso. Después descubrí que esa foto se llamaba “Señor Muerte” tal como yo la había nombrado y no “Muerte en el cementerio”, como había leído. Una coincidencia muy curiosa… Me encanta la fotografía como otra forma de comprender el mundo. Es un lenguaje tan rico y complejo como la literatura. Escoger un encuadre para una foto es como decidir una estructura para un cuento.

¿Cuál es la ventaja que has encontrado escribiendo microcuentos?
Encontré que puedo escribir de todo lo que se me antoje. Abordar distintos puntos de vista y temas. Desde un actor perdido en una universidad, un ansioso vigilante de un casino, hasta un guardabosque atacado por un oso negro. No hay límites para la imaginación.

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Hoy cierra la Feria Ricardo Palma

12.10.2009
El anti-literario alcalde Manuel Masías (izquierda) perdió el símbolo, perdió credibilidad y perdió presencia al negarse a recibir en el Parque Kennedy a la Feria de Miraflores. Parece que solo le gustan los libros gigantes y huecos por dentro para tomarse fotos. Fuente: visorperú

Caras largas. Como lo anticipó Katya Adaui en su blog "Casa de estrafalario", la Feria del Libro "Ricardo Palma" ha sido un fracaso de ventas. Le ha hecho mucho daño quitarle el parque Kennedy, y con eso extirparle la espontaneidad del lector de a pie, que le gusta pasear por el parque y comprar libros. Tomar un taxi, buscar estacionamiento, entrar a comprar libros o escuchar ponencias, es algo que uno solo hace una vez en el año y eso es la FIL Lima. La Feria "Ricardo Palma" era una feria doméstica, pre-navideña, y así debió quedarse. Una lástima. A propósito: ¿Será cierto el off the record que circula por ahí que el principal opositor de que la feria se realice en el parque Kennedy fue el cura de la iglesia del costado, que decía que el ruido de las ponencias "interrumpía" su misa? Muy mal el alcalde Masías, una decepción. Y mal los vecinos miraflorinos que no defendieron su feria. Dice una nota en "El Comercio":

Se hizo todo para que su ausencia no se notara pero el Parque Central de Miraflores es irreemplazable. Al menos, para la Feria del Libro Ricardo Palma, que este año se trasladó al Vértice del Museo de la Nación y tuvo resultados de asistencia y venta bastante menores en comparación con los registrados en la edición pasada. “Ha sido fuerte y marcada la diferencia. El año pasado tuvimos 145 mil visitantes y este año estamos por los 90 mil. Nosotros estamos evaluando eso porque la infraestructura ha estado allí, los expositores, las ofertas”, dice Liliana Minaya, gerenta de la Cámara Peruana del Libro (CPL). La respuesta la sabe perfectamente: “Lo ideal es estar en un lugar donde todo el mundo vaya. Esa dificultad sí se ha notado. Se siente que el entorno no se quiere trasladar. Quienes nos han visitado forman parte de nuestro público cautivo. No hemos logrado captar a ese público que está de paseo siempre en el parque. Eso sí ha afectado, a pesar de que los 90 mil se han ido con un “ferión”. La idea no es alejar la feria, sino acercarla, por eso se repetía anualmente. Pero ese concepto no lo entiende su alcalde [Manuel Masías]. Creo que un montón de gente de Miraflores se ha perdido la feria porque no es posible moverse, sobre todo en esta época de tráfico y compras. Es más complicado salir”, se lamenta Minaya. Eso se ha traducido, obviamente, en la cifra de ventas: S/.2’500.000 en los 14 días que duró esta fiesta cultural que tuvo 100 presentaciones de libros. El 2008 se obtuvo en ventas S/.3’350.000. “Las editoriales estarán en un 60% de lo que fueron las ventas en Miraflores. Y eso sí es un poco desalentador porque el sector no ha sido tan golpeado por la crisis”, agrega. Por eso quiere volver a entablar el diálogo con Masías: “Él nunca nos dio la posibilidad de saber qué es lo que quiere, cómo puede ser planteada la feria. No nos dio alternativas. Siempre nuestras conversaciones se iniciaban en enero y febrero. Así que allí estaremos”.

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Presentación Enrique Planas


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Oswaldo Reynoso en Clarín

11.04.2009
Oswaldo Reynoso. Fuente: revistañ

Las reperscusiones de la edición argentina de En octubre no hay milagros (ediciones El Andariego) de Oswaldo Reynoso continúan. La revista Ñ, del diario Clarín, le hizo una extensa entrevista el fin de semana pasado. "El narrador de las cantinas" lo llaman (sus amigos y el Superba saben que es cierto... pero yo lo llamaría más "el narrador de los chifas" porque ir a un buen chifa con don Oswaldo es una experiencia gourmet inolvidable) y lo consideran un escritor referente del "realismo peruano" junto a Julio R. Ribeyro y Mario Vargas Llosa. Oswaldo recibió a sus entrevistadores argentinos con un diccionario ("Diccionario razonado de vicios, pecados y en­fermedades morales") en la mano. Otra estampa muy reconocible para quienes lo conocemos. La primera vez que conversé con él, tenía el diccionario Duden. Les dejo algunas preguntas:

Cuando en 1965 se publicó en el Perú su novela "En Octubre no hay milagros" se generó un escándalo de proporciones y los críticos lo acusaron de marxista rabioso...
Sí, y hasta quemaron el libro en la procesión de El Señor de los mi­lagros y luego hubo una petición firmada por varias personas pi­diendo al ministro de Educación que me anularan el título de pro­fesor y me prohibieran el ingreso a cualquier aula y por eso después publiqué otro libro que se llama El escarabajo y el hombre en donde retomo el trabajo con la lengua po­pular. Recuerdo que en la presen­tación de ese libro sólo pronuncié estas palabras: "me cago en los críticos del Perú y sin ninguna excepción", lo que por supuesto provocó más escándalo, y eso es lo que les digo a los jóvenes escri­tores que van a mi casa: que si son verdaderos creadores no les debe importar la crítica, porque, por lo general, es una referencia pero no puede ser una guía definitiva para los futuros creadores,

Hay como un consenso en la crítica de que los principales antecedentes de la novela ur­bana en el Perú son algunas experiencias vanguardistas en la narrativa de los años 20. La novela "Duque" de Alfredo Diez Canseco y "La casa de cartón" de Martín Adán. ¿Coincide con esa visión?
Por supuesto, yo recibí esa in­fluencia. Lo que sucede es que Duque es una novela un poco clandestina, y La casa de cartón una novela de vanguardia que permanece también casi oculta y que solamente llega a algunos lec­tores, hasta que en la década del 50 se hace una publicación masi­va. Pero yo tuve la suerte de leer estas dos novelas cuando era muy joven y lo que más me impresionó fue el lenguaje. Aunque de todas maneras si bien tomaron algunos elementos del habla popular, o temas como la homosexualidad, aparecen en sus relatos como al­go artificial. No era la primera vez que en la literatura peruana se to­caba en forma directa el tema de la homosexualidad, anteriormen­te ya había algunas novelas, pero en forma muy recatada. Hasta el año 60 tanto ese lenguaje como un tema como la homosexuali­dad estaban un poco al margen. Lo fundamental de mis obras es el empleo del lenguaje, asumir vi­vencialmente el lenguaje popular, la jerga, entendida como lenguaje poético. La jerga aparece como una necesidad expresiva de mis personajes para crear el ambiente y su propia problemática. Porque anteriormente los escritores del Perú eran muy pudorosos, escri­bían dentro del estándar de las formas cultas. Cuando un perso­naje, de acuerdo con su extracción social o el conflicto que tenía que resolver soltaba una grosería, los narradores, antes de la década del sesenta, ponían la letra inicial de la palabra en mayúscula seguida de punto suspensivos. O si no hay un cuento muy interesante de un escritor que es también el inicia­dor de la literatura urbana en el Perú que se llama Congrains Martín que habla de dos niños de clases muy bajas que viven en un cerro y bajan a la ciudad. La pala­bra más gruesa que emplea uno de estos personajes es "caray". Cuando yo lo leí pensé: ¿Pero qué le ha pasado a Congrains que no puso carajo?

Una especie de autocensura...
Sí, autocensura. Entonces en mi libro Los inocentes no es que yo quisiera innovar el lenguaje, sino que mi impulso de creador me lle­vó a presentar los personajes no solamente por la descripción físi­ca o por problemas interiores sino fundamentalmente por el lengua­je. En ese momento no se hablaba de la oralidad, entonces en mis relatos no hay un registro gráfico fidedigno del lenguaje popular, sino una reelaboración de ese lenguaje para darle cierto valor li­terario sin renunciar a la esencia misma del habla popular.

¿El hecho de no haber escrito durante casi diez años lo hizo dejar de sentirse un creador?
No, aunque no escribía me agra­daba concurrir a cantinas, a cafés y ahí contaba muchas cosas que luego no he llegado a escribir... y en todo siempre fui un narrador de cantina, de bar, en las aulas, en los patios de las universidades y solamente cuando una situación me parecía que estaba muy bien hecha, la llevaba a la escritura. Es lo que me pasó con Los eunucos inmortales .

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Temporada de premios en España

10.20.2009
Fernando Iwasaki y temporada de premios en España. Fuente: cafebabel

La temporada de premios literarios en España, que empieza en octubre con el fogonazo del Premio Planeta, ha puesto en la palestra a nuestro compatriota Fernando Iwasaki quien publicó España, aparte de mí estos premios (Páginas de Espuma) ironizando la cantidad de premios literarios (3,500 según la cuenta de una página web dedicada al tema) que existen en España. Una nota en "El País" de hoy comenta el tema:

Según Chema Álvarez, responsable de la guía, Internet ha hecho que "la cifra de concursos que se convocan desde y por la Red" crezca "exponencialmente". Así, el portal de Internet premiosliterarios.com ofrece a sus suscriptores información sobre las bases de 3.500 certámenes (cerca de 10 por día, domingos incluidos). Este mes, y sólo en la modalidad de narrativa se cerrará el plazo de 45 certámenes: desde el de la Cofradía del Vino de Navarra hasta el Mazzantini de relatos taurinos de Llodio (Álava). A ese "hecho diferencial" de la literatura española le ha dedicado Fernando Iwasaki España, aparte de mí estos premios. La obra del escritor peruano afincado en Sevilla es un conjunto de relatos precedidos por las bases de un imaginario concurso literario local y seguido por la correspondiente acta del jurado. Para Iwasaki, los premios son una forma de publicidad para los convocantes, algo que se multiplicó con el Estado de las autonomías. "La cantidad de premios que hay en España es algo que sorprende a cualquier extranjero, sobre todo si viene del Perú, donde sólo hay tres", dice el escritor limeño. En su opinión, los galardones sirven para tres cosas: sostener una vocación, consagrar una trayectoria o "directamente, prejubilarte". Si el último fue el caso del propio Cela, el primero podría ser, como recuerda Iwasaki, el de Luis Sepúlveda antes de Un viejo que leía novelas de amor, Luis Leante antes de ganar el Alfaguara y, sobre todo, Roberto Bolaño. Antes de su consagración universal el autor chileno sobrevivió, en sus propias palabras, con lo que ganaba en los mil premios "de tercera división" desperdigados por la geografía de España, "premios búfalo que un piel roja tenía que salir a cazar, pues en ello le iba la vida". Lo dice en Monsieur Pain, una novela que pasó sin pena ni gloria cuando ganó, en 1993 y con el título de La senda de los elefantes, el premio Félix Urabayen del Ayuntamiento de Toledo. Cuando la rescató Anagrama seis años más tarde fue recibida como una obra maestra.

Por otra parte, en "Babelia" escogieron el libro de Fernando Iwasaki como "El libro de la semana" y le dedicaron una reseña muy elogiosa de Ana Rodríguez Fisher:

Apenas he parado de reírme a carcajada limpia -sólo lo justo para poder seguir leyendo- mientras tuve en mis manos España, aparta de mí estos premios, el libro de relatos donde el escritor peruano Fernando Iwasaki (Lima, 1961) nos ofrece siete visiones o interpretaciones de la historia de España. Pero que no nos despiste el título, porque si hay un sesgado homenaje al poemario de César Vallejo -España, aparta de mí este cáliz, 1937-, las narraciones de Iwasaki parten de una irreverencia absoluta y, de las dos Españas, se dirigen sólo a la que sabe reírse de sí misma. (...) Fernando Iwasaki se mueve con admirable desenvoltura y desparpajo por episodios de nuestro pasado épico -gestas jesuíticas o conmemoración de la Liberación del Alcázar de Toledo-, las plurales identidades de la piel de toro, las filias y las fobias de unos y otros, los ritos, las modas y... en fin, la general estulticia en la actual sociedad del espectáculo y la era de la globalización. Baste mencionar que los relatos a concurso deben tratar del turismo espeleológico o de la gloriosa historia del Sevilla Fútbol Club; exaltar los valores identitarios, los hechos diferenciales y la riqueza cultural de Euskadi; servir para motivar e incentivar la visibilidad de la mujer catalana en todos los ámbitos y estamentos de la sociedad; o promocionar el langostino de Sanlúcar. Huelga decir que la parodia pulveriza tan loables propósitos, gracias al soberbio lenguaje, que además del pastiche opera con tics, frases hechas, correcciones políticas o hablas y jergas de las varias identidades lingüísticas. Un consejo: no paguen más sesiones de risoterapia y lean España, aparta de mí estos premios.

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Este año no habrá Feria de Miraflores

9.17.2009
El año pasado, la exitosa Feria del Libro "Ricardo Palma" fue en el parque Kennedy, como siempre. ¿Por qué este año no?. Fuente: elcomercioblogs

La Feria del Libro de Miraflores "Ricardo Palma" es una institución que tiene 30 años. Y es una lástima que este año el actual alcalde de Miraflores intente impedir que se realice en su lugar tradicional, el Parque Keneddy, por razones "de orden urbanístico y ambiental". Como en la Feria de El Retiro, en Madrid, parte del encanto de la feria es el pasear por ahí, disfrutar una activida cultural en un ambiente abierto y común a todos los visitantes de Miraflores. A diferencia de la Feria Internacional, que ocurre en una sede ferial concreta y a espacio cerrado (como sería el espacio que le propone la Municipalidad a la CPL ahora, el Cuartel San Martín), la Feria "Ricardo Palma" de Miraflores es una feria para los vecinos y paseantes miraflorinos. Años antes, el mismo alcalde permitió que se realice la Feria en el Parque Kennedy y no tiene sentido que este año impida la realización con argumentos no del todo claros, sin dar opción, en todo caso, a solucionarlos al responder al pedido (hecho en enero) recién a fines de setiembre. La Cámara Peruana del Libro ha enviado a diversos medios un Comunicado que dejo aquí, con la promesa de seguir de cerca el caso. Ojalá se solucione pronto. Todos queremos una feria en el Parque Kennedy.


NOTA DE PRENSA
FERIA DEL LIBRO RICARDO PALMA: UNA TRADICIÓN QUE SE DESTIERRA


Estimados lectores:

Aunque suena increíble, resulta cierto que la trigésima edición de la más antigua Feria del Libro de nuestro país, la Feria del Libro Ricardo palma, no podrá volver a reeditarse en el acostumbrado Parque Kennedy de Miraflores.

Mediante Oficio N° 22-2009-GAC/MM, la Municipalidad de Miraflores nos trasmitió su respuesta negativa a nuestro habitual pedido de realizar la Feria en el Parque Kennedy, solicitud que formulamos mediante Carta N° 082/2009 del 30 de enero del 2009, y reiterada en los meses de agosto y setiembre. El motivo argumentado para la negativa fue de orden urbanístico y ambiental.

Esta respuesta nos llena de desconcierto. Ya es difícil realizar en nuestro país un evento cultural, como la Feria del Libro, actividad que congrega a un sin número de escritores y los invita a interactuar con el público que nos visita. Ahora, a ese esfuerzo le debemos sumar más dificultades, como el limitado acceso de tránsito vehicular y peatonal de una sede que propone la Municipalidad de Miraflores, en la cuadra 13 de la avenida Del Ejército. Con esta propuesta, prácticamente estaríamos limitando la cultura para los escasos peatones que acostumbran transitar por ese sector. ¡Qué lejos estamos de las privilegiadas e incondicionales ubicaciones que destinan los municipios madrileño, bonaerense y santiaguino para realizar sus ferias de libros!, como El Parque del Retiro, La Rural y el Parque Forestal, respectivamente.

Los excelentes resultados obtenidos en la Feria Internacional del Libro de Lima y la Feria del Libro Lima Norte, acontecidas en el Vértice del Museo de la Nación y en el Centro Comercial Megaplaza tienen un factor preponderante: la ubicación; lo que ha permitido un fácil acceso de sus visitantes, que suman miles de personas que se acercaron al libro, renovaron su actitud por la lectura e interactuaron con sus escritores preferidos.

Ése, es uno de los motivos por el cual insistimos en que el Parque Kennedy sea la sede de la Feria del Libro Ricardo Palma, que a lo largo de todos estos años la han constituido una tradición. Pues, cuando la UNESCO se propuso promover la identificación, la protección y la preservación del patrimonio cultural y natural de todo el mundo considerado especialmente valioso para la humanidad se realizaron una serie de actividades culturales y de debate en todos los países, para impulsar una declaratoria internacional que cautele esos patrimonios. Es así como, la Cámara Peruana del Libro proyecta la primera Feria del Libro en 1972, como parte de ese movimiento mundial, que fue recogido por la Municipalidad de Miraflores, en cuyo distrito residió nuestro insigne tradicionista don Ricardo Palma, de quien se asume el nombre de la Feria. Lográndose que la UNESCO apruebe la "Convención sobre la protección del patrimonio mundial cultural y natural" en el año 1972, como corolario de esas múltiples actividades que se realizaron en el mundo en defensa del patrimonio cultural y natural de todos los países del orbe.

La Cámara Peruana del Libro, entidad que promueve la difusión del libro como principal soporte para trasmitir conocimiento, cultura y medio de desarrollo social, siempre ha considerado el Parque Kennedy como un lugar de tradición para la Feria y de convergencia de nuestra población, criterio que asumíamos era muy bien entendido y recibido por las autoridades miraflorinas. Lamentaremos no seguir brindando a los vecinos miraflorinos y otros ciudadanos de la Capital un espacio más de cultura en Miraflores, a pesar que saludamos el rescate del valor urbanístico y ambiental que pretende ahora instaurarse, decisión que no debería ser excluyente de un tradicional evento como la Feria de Libro en el Parque Kennedy; por lo que, finalmente, apelamos a esa tradición para solicitar reconsiderar la decisión adoptada por sus autoridades.


CÁMARA PERUANA DEL LIBRO
Consejo Directivo
Lima, 17 de setiembre del 2009

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Cierra la FIL LIma 2009

8.06.2009
Foto: perufotolibre

La FIL Lima 2009 cerró ayer sus puertas y es hora de hacer los balances. Al lado izquierdo podrán ver una encuesta de Moleskine Literario donde podrán calificar a la FIL 2009. Por otra parte, hoy en el diario "El Comercio" (que siguió toda la FIL con minuciosidad como siempre) Enrique Planas escribe una nota sobre las expectativas que se hicieron en la Cámara Peruana del Libro y los logros obtenidos. El tema de la nueva ubicación ha sido la preocupación central :

Parecía una carrera de obstáculos con pocas expectativas de triunfo: perder su ubicación al lado del centro comercial Jockey Plaza, la crisis financiera, el virus AH1N1, la búsqueda a última hora de un espacio idóneo, encabezaban una lista de amenazas que hacían temer que este año pintaría mal para la décimo cuarta edición de la Feria Internacional del Libro de Lima. Sin embargo, para los libreros y editores consultados, la FIL-Lima consiguió un éxito espectacular. Ya en su día inaugural, el pasado 23 de julio, las 10 mil personas asistentes hicieron pensar a los organizadores que el Vértice del Museo de la Nación que los lectores responderían al llamado. No se equivocaron. La noche de ayer, las cifras al cierre rompieron un récord histórico: 270.000 peruanos colmaron sus instalaciones a lo largo de 14 días. Para Liliana Minaya, gerenta de la Cámara Peruana del Libro (CPL), entidad responsable de la FIL-Lima, el local del Vértice del Museo de la Nación demostró ser el mejor para la realización de la feria. “Nosotros queremos insistir en el trabajo con el Ministerio de Educación que nos prestó el local y nos dio todas las facilidades. Sabemos que el ministerio planea dedicar este espacio a diferentes actividades culturales. Si esto se confirma, nos quedaremos en las siguientes ediciones”, señaló la funcionaria de la CPL, quien destacó asimismo el apoyo incondicional del Concejo de San Borja. Finalmente, Minaya señaló que, para la próxima FIL habrá más tiempo para solucionar los problemas de infraestructura que aquejaron la actual edición, a saber: la carencia de estacionamientos, la precariedad de los servicios higiénicos, la falta de una adecuada señalización, los peligrosos desniveles del piso o las filtraciones en los toldos a causa de la llovizna. Para Álvaro Lasso, el editor de Estruendomudo, cuyas ventas se incrementaron en un 25% con respecto al año pasado, esta feria demostró el grave problema de autoestima de la industria editorial, la cual temía que abandonar el espacio próximo al Jockey Plaza traería consecuencias funestas en sus ventas. “Confieso que también yo estaba asustado. Pero se ha dado esta gran sorpresa. Hubo empresas grandes que “arrugaron” y otras que apostaron más. Imagino que cada una de ellas debe estar sacando sus conclusiones ahora”, señala el joven editor, responsable de la edición de “Un Misterio, una pasión”, el libro de Aldo Miyashiro, el libro más exitoso de la feria, que ayer alcanzó los mil ejemplares vendidos. “Con el libro de Aldo confiábamos en tener una gran acogida. Sin embargo, la respuesta superó todas nuestras expectativas, fue abrumadora, histórica. Todavía no terminamos de asimilarlo”, exclama. Por su parte, el escritor Gustavo Rodríguez, coautor de “Ampay mujer”, uno de los libros más solicitados en la feria, piensa que el público que asistió este año a la feria puede ser distinto al de otros años. “Probablemente el Jockey Plaza puede ser un lugar “intimidante” para un público emergente. El Museo de la Nación resulta no solo más céntrico, sino que posee un aura de cercanía para la gente. Este año, la FIL ha sonado más a feria que a centro privado”, reflexiona.

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40 años de Calderón Fajardo

8.03.2009
40 años de un narrador auténtico. Fuente: althouse

Con el muy acertado título de "Celebración de un narrador auténtico" el diario El Comercio comentó ayer la presentación hoy, a las 7.00 pm, en el Centro Cultural de España, del libro Antología íntima, 40 años de cuentos de Carlos Calderón Fajardo. El libro lo pueden encontrar en la FIL Lima, en el stand del ALPE. Dice la nota:

Todo un autor de culto en nuestro país, Carlos Calderón Fajardo celebra 40 años de narrador. Y lo hace publicando una selección personal, una “Antología íntima”, como ha decidido titular su libro de cuentos que presentará acompañado por sus colegas escritores Rodolfo Hinostroza, José Donayre y Antonio Moretti en el Centro Cultural de España (Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz), mañana a las 7 p.m. Editado por Casatomada para su colección Clásicos Peruanos Contemporáneos, en esta entrega encontramos los mejores cuentos escritos a lo largo de cuatro décadas de oficio constante, y publicados en libros ahora imposibles de encontrar en librerías. Entre ellos, sus primeros relatos aparecidos en suplementos dominicales y revistas de fines de los 60, así como otros inéditos publicados en antologías en el Perú, Alemania, Francia y Estados Unidos. Carlos Calderón Fajardo es una de las figuras más emblemáticas de los escritores peruanos debido a su capacidad para plasmar experiencias extraordinarias en textos que buscan resolver los conflictos de la conciencia, el miedo a la muerte, la perfección en la obra de arte y el constante diálogo con la escritura como creador. En ese trajinar se sumerge en discursos que abordan cuentos realistas fantásticos, otros de gran aliento lírico, hasta los de temática gótica e incluso fantástica maravillosa

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El homenaje a Hinostroza

7.15.2009
Rodolfo Hinostroza. Fuente: zonadenoticias

El poeta Rodolfo Hinostroza será el autor vivo homenajeado en la próxima FIL Lima 2009. Excelente iniciativa de la FIL el rendirle un homenaje a autores vivos en cada edición. Luego de pasar un año en México, regresó a Lima con una beca Guggenheim y la intención de trabajar en un nuevo poemario titulado "Dioses". Así lo entrevista El Peruano:

¿Cómo regresa a Lima y cómo se anima a postular a la beca Guggenheim?
Estuve viviendo como más de un año en México, dictando cursos. Regresé aquí por la crisis económica. Era muy difícil conseguir contratos de trabajo permanentes. Antes de regresar, se me presentó la oportunidad de postular. Ya lo había hecho hace más de 30 años, cuando vivía en París, y no me la dieron. Un día, hablando con Julio Ortega, me comentó que podía presentarme nuevamente. Él me animó junto a otros amigos. La beca me pedía el respaldo de cuatro críticos literarios, y así la obtuve.

¿Cuál fue la propuesta?
Un proyecto de trabajo en poesía, llamado Dioses. He pasado de la militancia atea, desde que tenía doce años, hasta que me di cuenta que no era así la cosa, que no creo en un solo dios, sino en todos. Soy politeísta, que se considera un fenómeno anterior al monoteísmo (una de las mayores fuentes de desdicha del mundo, en mi opinión). He decidido adorar a todos los dioses y es un libro para expresar la relación del hombre con ellos. No sólo en nuestra latitud, sino en todas partes hay dioses, y ese es el telón de fondo del libro.

Sería posible relacionar su propuesta con la obra de Joseph Campbell (El héroe de las mil caras), al sostener que las mitologías de todas las culturas pueden convivir la una junto a la otra...
Cuando leí a Campbell me gustó, pero al releerlo me percaté que todo lo reduce a escala humana. Sigue la teoría de los arquetipos de Jung en el psicoanálisis: inventa una entelequia, el inconsciente colectivo, cuyo objetivo es convertir a todos los dioses en fantasmas, proyecciones de la mente humana. Para mí eso forma parte de una conspiración que trata de producir cosas que no son humanas a nivel humano. Pretender reducir el mundo de los dioses a escala humana es aberrante. Esa es la tendencia reduccionista del hombre: considerarse el centro del universo, el rey de todas las cosas, la prédica cristiana, la escolástica, Dante Alighieri y su imagen del mundo. Hay un antropocentrismo que se desarrolla en todos los terrenos para nivelar la historia humana sobre un solo tipo, que es él, como si no hubiera existido nadie antes. En realidad, hemos formado parte de una humanidad que ha sido presidida por otro tipo de humanidades, como las razas de las que habla Hesíodo.

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Homenajes a Enrique Congrains Martin

7.08.2009
Enrique Congrains Martin. Fuente: zonadenoticias

Diversos escritores han declarado hoy en los medios sobre el recientemente fallecido Enrique Congrains Martin. Aquí un resumen de esas declaraciones:

Oswaldo Reynoso.- Lo conocí en el Palermo, cuando él leía un cuento que me pareció muy interesante en el que contaba sobre la pobreza urbana pero no desde arriba, como se hace en "Los gallinazos sin plumas". Congrains lo hacía desde la misma calle, pues era un escritor que sentía afecto por las clases populares. En las pocas veces que lo tarté me di cuenta que era un compañero leal.

Miguel Gutiérrez.- Lo leí cuando casi era un adolescente y tuve la sensación de encontrame con una suerte de Ciro Alegría urbano, pero si se quiere más intenso. Nadie que haya leído No una sino muchas muertes (que indudablemente mereció una pelícla mejor y mpas cercana a su espíritu) olvidará a Maruja, sin duda la primera representación de la mujer en nuestra narrativa con todo su poder. Tampoco olvidará a los jóvenes amantes de ese cuento inolvidable "Domingo en la jaula de esteras" De pronto Congrains dejó de publicar y pensé que la narrativa había perdido a un escritor de muchas posibilidades. Sin embargo, más de 40 años despúes publicó dos libros que la crítica, con la ceguera y mezquindad que le caracteriza, trató con desdén e insuficiencia. Quería que Congrains siguiera escribiendo la misma historia siempre. Estas noelas las leí con asom,bro y deleite, acaso con mayor sabiduría narrativa aboradron nuevos temas y situaciones para nuestras letras, con el mismo espíritu innovador del joven Congrains. Enrique, gracias por todo lo que aprendí de ti.

Antonio Gálvez Ronceros.- El escritor chinchano Antonio Gálvez Ronceros lamentó hoy el deceso de su colega y contemporáneo Enrique Congrains Martin, y aseguró que el recientemente fallecido narrador “marcó un hito en la literatura peruana”. En su opinión, la obra temprana del desaparecido narrador se diferencia del realismo anterior practicado en el país al recrear sus relatos en medio de la gran ciudad. Recordó que Enrique Congrains llamó la atención de los lectores desde su primer libro, “Lima, hora cero” por la fuerza de su prosa. Gálvez Ronceros llamó la atención en el hecho de que su colega fue un escritor de denuncia social que señalaba las injusticias y la necesidad de cambio. Destacó, además, cuentos como “El niño de junto al cielo” o el relato que diera nombre al libro “Lima, hora cero”, como representativos de la literatura que señalaba la problemática de la urbe. Asimismo, mencionó la necesidad de una reedición de la obra de Congrains para mantener su legado.


Iván Thays.- Aunque no lo seguí en sus últimas y extravagantes aventuras literarias, el recuerdo de Congrains Martin me lleva a los primeros años de mi educación literaria, cuando leí “No una, sino muchas muertes” con interés por aquel retrato tan duro de la marginalidad peruana. El recuerdo de ese autor esencial para nuestro realismo urbano se mezcla con el del joven escritor apasionado que vendía sus textos mimeografiados de mano en mano y el creador de negocios editoriales en tierras lejanas. Un día desapareció de la literatura sin aviso manteniendo un silencio de cinco décadas que no pudo ensombrecer la contundencia de su primera novela”.

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Vargas Llosa: Garcilaso no es nacionalista

Mario Vargas Llosa. Fuente: el universal

Con motivo del 400 aniversario de la publicación de Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, en Londres se decidió invitar a Mario Vargas Llosa a la British Library para hablar del cronista mestizo considerado como el "primer escritor peruano (en el sentido de mestizaje)". Vargas Llosa resaltó que Garcilaso de la Vega era absolutamente lo contrario a un escritor "nacionalista" pues aceptaba lo diverso y quería integrar culturas. ¡Toma ahí! ¡Ahora qué dirán los nacionalistas que usan a Garcilaso como caballito de batalla? El evento fue organizado por la embajada peruana y el Centro Cultural Británico-Peruano.

Vargas Llosa pronunció una conferencia en la British Library de Londres, en un acto organizado por la embajada peruana y el Centro Cultural Británico-Peruano con motivo del 400 aniversario de la publicación de Los Comentarios Reales de los Incas. Esta obra convirtió al Inca Garcilaso en "el primer escritor de su era en hacer que la lengua de Castilla trascendiera fronteras", en palabras del escritor y académico, que estuvo acompañado por el historiador británico John Hemming, uno de los grandes conocedores de la cultura inca, y del psicoanalista peruano Max Hernández. Según Vargas Llosa, el Inca -considerado el primer mestizo de Perú y el gran cronista de la Historia antigua de su país- "perpetró un robo lingüístico y literario de imprevisibles consecuencias: tomó posesión del español, la lengua de los conquistadores, y la convirtió en una propiedad del mundo entero". Pero su legado fue más allá del puramente literario o historiográfico, ya que fue también un pionero a la hora de entender que Perú tenía que ser visto como una tierra de diversidad. El Inca Garcilaso vio que "no hay incompatibilidad entre el patriotismo inca y el patriotismo español", argumentó Vargas Llosa, quien por esta razón opinó que "nadie debería utilizar sus bellas páginas para propósitos o prejuicios nacionalistas". "El autor de Los Comentarios Reales es lo diametralmente opuesto a las limitaciones nacionalistas. Su idea del Perú es la de una patria que puede acomodar la diversidad, que admira la capacidad de los incas para abrirse a otras culturas e incorporarlas a su propia alma", manifestó. En este sentido, recordó que el Inca Garcilaso, hijo de español y de inca, "logró ser muchas cosas sin traicionar ninguna de ellas: indio, mestizo, blanco, hispanohablante, quechuahablante, italianohablante, un hombre de Cuzco y de Montilla, indio y español, americano y europeo, un hombre universal". Su concepto de patria fue el de "un vasto conglomerado que más o menos coincide con la Humanidad en general", destacó Vargas Llosa, quien defendió que este concepto "deriva de sus intuiciones, de sus lecturas universales, de su sensibilidad y de ese humanismo sin fronteras que absorbió de la literatura renacentista".

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Falleció Enrique Congrains Martin

7.07.2009
Enrique Congrains Martin. Fuente: zonadenoticias

Después de 50 años sin publicar, hace unos años regresó Enrique Congrains Martin de su exilio voluntario para editar un trío de libros: Gallinita portahuevos, El narrador de historias y 999 palabras para el planeta Tierra. Fue el prolífico canto de cisne. Ayer por la tarde, en Cochabamba, falleció el autor peruano vinculado a los primeros años del llamado neorrealismo urbano donde también se ubican Julio Ramón Ribeyro, Mario Vargas Llosa y Oswaldo Reynoso, entre otros miembros de las generación del 50. Dice la escueta nota:
El escritor y editor peruano Enrique Congrains Martins falleció la tarde de ayer en Cochabamba a la edad de 77 años. Fue su hijo Alfredo quien brindó la lamentable noticia. Nacido en Lima en 1932, es sin duda una de las figuras representativas de la generación del 50. Autor de cuentos, novelas y de una grandiosa labor como editor, son No una, sino muchas muertes y Lima, hora cero, sus títulos más conocidos, en los que abordó las temáticas sociales, étnicas y humanas que preocuparon a toda su generación

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Carlos Calderón Fajardo en Cuzco

7.01.2009
Carlos Calderón Fajardo en Cuzco. Fuente: moleskine

Qué suerte tienen algunos. Yo jamás podría sacarme una fotografía como ésta ni como otra que he visto de Carlos Calderón Fajardo trepando una ruina, porque el Cuzco me mata. Me mata la altura. Ni con sorochepil lo consigo. Ni con oxígeno. Pero, en fin, el que puede puede y Carlos estuvo en Cuzco hace una semana presentado varios de sus libros en la Casa de Cultura con Luis Nieto Degregori como compañero de mesa. Se le ve feliz y tranquilo. Ya dije: el que puede, puede.

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Jorge Eduardo Benavides en Lima

6.24.2009
Jorge Eduardo Benavides. Fuente: larepública

Jorge Eduardo Benavides está demasiado ocupado en Lima, como siempre que viene por unos días, y pese a mi esfuerzo me resulta imposible tener una audiencia con él. Y es que el flamante ganador del premio BCR de novela con La paz de los vencidos, cuya edición se hará en conjunto con Alfaguara, recibirá esta noche un homenaje en la sede del banco y mañana presentará su novela en un restaurante miraflorino y por eso no responde el teléfono ni nada. En fin, igual lo veré mañana y le daré el abrazo que se merece personalmente por esa extraordinaria y agudísima novela-diario que me demoré el fin de semana pasado. El fin de semana fue entrevistado en el diario El Comercio. Y hoy también es interrogado en el diario "La República" lo entrevistan respecto a ésta y su tema principal: la inmigración en España.

Los inmigrantes en estos tiempos son, acaso, la tribu nómada que la modernidad ha arrojado sobre el planeta?
Creo que esa es una muy buena definición. En España, por ejemplo, son 17 comunidades autónomas. Yo creo que los latinoamericanos allí somos la comunidad autónoma 18. Votamos, participamos en la sociedad, pero no somos del todo de allí. Y esa es una situación muy desgarradora porque cuando aquí no nos consideramos del todo de aquí, pero tampoco lo somos de allá. Yo creo que nunca en la historia de la civilización hemos asistido a un proceso migratorio tan grande. Yo creo que nunca ha habido ese movimiento tan vasto de Asia, de América y de África hacia Europa y América del Norte. Eso está cambiando mucho, pero básicamente es un desgarro.

En tu novela no ocurren muchas cosas, más bien es el acoso cotidiano en el inmigrante.
–Efectivamente, es una novela de reflexión. Yo quisiera creer que está impregnado de cierto sentimiento ribeyriano, del outsider, del desapego de cierto cinismo para mirar el mundo y contemplar lo que ocurre. No ocurre nada, hay cierto inmovilismo porque los personajes son outsider, son gentes que se han vencido. Quizás han llegado a esa especie de calma espantosa de “ya no voy a luchar”, que ya no tienen ningún motivo, como él dice “escribir este diario me calma, me hace sentir que todavía sigo en la reflexión: ¿para qué?, ¿el diálogo con quién? ... si no conozco a nadie”. Es una novela sobre la reflexión de lo que es vivir en una sociedad que no es la tuya.

–Otro pasaje: “Estos años fuera de Lima que de tan lejana ya ni siquiera me es natal”.
–Sabes qué ocurre. El pasado se convierte en una especie de horizonte donde los distintos tiempos son una sola línea. A veces me encuentro con gente en Tenerife a quien no he visto hace años y por una fracción de segundos no sabría decir si lo conocí en Lima o en Tenerife. El pasado es una línea en el horizonte donde todo se funde. No sabes en dónde conociste a tal o cual amistad. En ese sentido sientes que ya no tienes una tierra natal: el desarraigo.

También le preguntan acerca de los tristes sucesos ocurridos en Bagua, en la selva peruana, hace unas semanas que implicó la muerte de policías y nativos manifestantes:

Acabas de decir que el peruano no se mira de frente, no se reconoce en el otro. ¿Los recientes hechos en Bagua prueban aquello?
–Yo creo que los peruanos, independientemente de lo que ocurrió en Bagua, no tengo toda la información, hemos descubierto por fin que existían otros peruanos, ese desconocimiento consuetudinario con ciertas zonas de la sierra y selva, como ocurrió con Uchuraccay. Ahora tenemos que correr al mapa para ver cuáles son la etnias que conforman nuestros país. Nos seguimos descubriendo con asombro y perplejidad que hay otros peruanos. Eso tenía que ocurrir. Ahora seguro no hay un solo congresista que no sepa cuáles son esas etnias. Ha ocurrido ese descubrimiento con sangre y muerte. Eso es terrible. Eso tira por tierra cualquier proyecto nacional. ¿Te acuerdas que en el Parque de las Leyendas en la región selva se exhibía una choza de aguarunas o shipibo? Cómo es posible, estaban expuestos como animales, estaban en el zoológico. A los de Bagua, así lo hemos visto siempre

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El canon realista peruano

6.05.2009
Ilustración: Vladimir Kush/mf

Y ya que hablamos del canon literario, recomiendo mucho esta conversación que apareció en el úiltimo número de Hueso Húmero entre Gustavo Faverón y Peter Elmore justamente sobre el canon peruano y la valoración que se le da a la narrativa realista. El intercambio epistolar entre Elmore y Faverón surgió de un post en "Puente aéreo" respecto a la literatura peruana, y más específicamente a la idea de Gustavo de que "sería críticamente productivo dejar de tomar al realismo como la necesaria columna vertebral de la tradición narrativa peruana". El intercambio entre ambos críticos (y escritores, por cierto) ha sido también reproducido en un post reciente en "Puente aéreo". Como no vale la pena resumir tan interesante diálogo, solo voy a dejar aquí algunos párrafos significativos como aperitivo. Espero que puedan leer el post completo o el artículo en Hueso Húmero:

(...) el ejercicio de “dar un paso al costado” puede llevarlo a uno muy lejos. A ti, por ejemplo, te lleva a sugerir que habría “una serie de constantes vertebradas con tanta solidez como la tradición realista”. Antes de discutir, valdría la pena repasar la nómina que ofreces, porque algunas inclusiones me parecen dudosas o, por lo menos, discutibles. (...) Francamente, no me basta la mención de sus nombres como prueba de lo que propones. “La venganza del cóndor”, con sus pasajes macabros y su extraña aclimatación del gótico a los paisajes andinos, es un libro que explora —algunos dirían, creo que con exageración, “que explota”— el abismo entre el país criollo y la población andina. Si algo vincula a los cuentos más interesantes de ese libro es la conciencia —la mala conciencia— del blanco que sabe que sus privilegios generan un resentimiento que puede sentirse elemental y bárbaro, pero que es comprensible y hasta legítimo. A Arguedas no le gustaba, como sabemos, la obra de García Calderón; sin embargo, desde otro lado —es decir, con otra visión y otra experiencia del mundo— también Arguedas explora los desgarramientos de la sociedad y los efectos que esos desgarramientos tienen en la subjetividad y la ubicación de los personajes. [Peter Emore]

¿Qué constantes unen a estos escritores? Lo que salta a la vista (y a la lectura) es la variedad que los distingue, a menos que uno le dé la vuelta a la idea de que forman una liga local de disidentes del realismo y, más bien, resalte que, por vías distintas, todos ponen a prueba los lugares comunes sobre la convivencia de clases, géneros, razas y culturas en el Perú republicano. En las ficciones de esos escritores (sin negar, por supuesto, las diferencias enormes de sensibilidad, concepción artística y estilo que los separan) el país no solo provee escenarios, sino que aparece —tácita o abiertamente— como problema y como posibilidad. No quiero decir, por si acaso, que esa dimensión sea la única ni, en todos los casos, la central. Me limito a decir que si uno la sustrae, termina por empobrecer y recortar la lectura. [Peter Elmore]

Tengo la impresión de que, cuando hablamos de “realismo” podemos estar refiriéndonos a cosas distintas. Cotidianamente, asumimos el realismo como la intencionalidad de representar el mundo a través de la obra de arte o de la obra literaria, hurgando en la trama histórica, social, cultural, acaso política, que subyace a las relaciones cotidianas dentro de una cierta comunidad, el mundo representado. En un sentido más estricto, claro, una definición de ese tipo resulta imprecisa por laxa y por excesivamente inclusiva: no queremos asumir que es realista toda novela que intenta lidiar con una estructura social o cultural, sino que lo es la novela que quiere representar ese objeto de una manera determinada. Tampoco queremos suponer que solo desde la clave realista se puede hablar sobre esa trama social, porque la falsedad de esa premisa es cristalina a lo largo de la historia. Asumir como realista toda narración que, como las de García Calderón —y siguiendo tus palabras—, haya sido “una aclimatación del gótico a los paisajes andinos”, o tomar como tal la “fantasmagoría pintoresca” de Martín Adán en La casa de cartón, o colocar en esa misma clase al realismo mágico que —como observas— frecuentó Scorza, resulta, pienso, en un relajamiento de cualquier noción productiva de realismo, un relajamiento que, en efecto, permitiría asumir a la sensibilidad gótica, a la mirada fantasmagórica e incluso al realismo mágico como simples avatares del realismo, y no como estéticas y modos de representación fundamentalmente distintos. [Gustavo Faverón]

Mi punto es que no es necesario, para verificar mi propuesta, que esas obras cuestionen “la razón occidental y moderna”. Es bastante con que hagan lo más visible: cuestionan el modo de representación realista, quizá desechándolo en beneficio de otro que —trampas en que cae el subalterno, o el subalternista— también provienen de esa misma razón, pero que abren una exploración hacia otros rumbos. En otras palabras, incluso si no hay un cuestionamiento de “la razón occidental y moderna”, en esos autores, sí hay una duda fundamental: una sospecha sobre la mentirosa transparencia del signo realista, un afán de distanciar la realidad de la forma en que la realidad es dicha. Allí donde el realista —para decirlo en términos gruesos— tiende a borrar el hiato entre el mundo y su representación, y conduce al lector a la creencia de que la representación y el mundo son idénticos —el realismo elide el estatus del signo como signo, decía Barthes—, autores como Scorza y, creo yo, básicamente, los que mencioné en mi post original, no sólo aceptan convivir con la duda de esa identidad, sino que prefieren señalarla, llamando la atención sobre la artificialidad de sus discursos. [Gustavo Faverón]

Para Lukács, el realismo clásico se sostiene en el impulso de comprender las relaciones personales al interior de una totalidad que no es metafísica, sino histórica y concreta. Auerbach, por otro lado, pensaba que lo que distingue a la gran tradición realista del siglo XIX son dos rasgos: el primero, la capacidad de tomar en serio —es decir, de no tratar solamente de manera cómica— la existencia de las capas populares; el otro, la convicción de que la trama de lo cotidiano y actual es la materia que informa la creación artística. No deja de ser irónico que en el siglo XIX, el gran siglo del realismo, nuestro narrador más importante haya sido Ricardo Palma, que en las Tradiciones sobreentiende que la vida contemporánea no le sirve para escribir y que, además, parece persuadido de que toda historia y todo personaje tienen que ser vistos a través del lente de un humor liviano y burlón. En Respiración artificial, de Piglia, Renzi dice —argumentando ingeniosamente— que para él Borges es el mejor escritor argentino del siglo XIX. Sin la argumentación ingeniosa, pero con malicia, hubo quienes dijeron que Ribeyro era el mejor escritor peruano del siglo XIX. En un sentido que no tiene que ver con los hábitos sintácticos, sino con las premisas de la representación, uno podría decir —exagerando, claro— que los otros grandes escritores del siglo XX peruano también serían candidatos de fuerza a ese título. Acaso sea sintomático que el epígrafe de Conversación en La Catedral (“la novela es la historia privada de las naciones”) no sólo sea de Balzac, sino que esté tan bien puesto. [Peter Elmore]

Cuando digo que el ejercicio de revisar la posición crucial del realismo en la construcción de nuestro canon puede dar frutos interesantes, me refiero a eso: que el proceso del canon peruano —lo que muy elocuentemente llamas “resta crítica”— se ha hecho siempre, invariablemente, desde una hermenéutica realista, es decir, una que consuetudinariamente ha buscado canonizar los libros que parecen ofrecer algo de interés no a la tradición de la narrativa peruana, sino a la tradición de la lectura documental del realismo social peruano. Nada más engañoso que seleccionar a partir de esa premisa para luego concluir que en el Perú lo realista ha sido siempre lo crucial. Citas a Auerbach y a Lukács y entonces es oportuno recordar que el interés de Auerbach no era fundamentalmente caracterizar el realismo tal como éste se había formulado y reformulado a lo largo del siglo diecinueve (el realismo que más interesa a Lukács), sino descubrir los avatares del realismo en tres mil años de literatura: el realismo de Auerbach no es, estrictamente hablando, el que busca comprender la posición del sujeto social, individual o colectivo, en el mundo de los estados nacionales (ése sería el realismo que más a la mano tenemos nosotros, el primero en que pensamos cuando hablamos de realismo), sino la evolución de la mímesis desde la consideraciones de Platón sobre ella hasta las formas que toma en el primer tercio del siglo veinte [Gustavo Faverón]

Si tuviera que resumir mi posición en esta conversación hasta aquí, lo haría de la siguiente manera: para pedir una revisión de la idea de que el realismo es la espina dorsal de nuestra tradición narrativa, no es necesario desconocer la preocupación mayoritaria de los narradores peruanos por hacer de las tramas sociales, culturales y políticas del Perú, y de la forma en que los sujetos se insertan en esas tramas, un objeto central de sus obras. Esto último se debe aceptar sin desmedro de preguntarse por qué con tanta frecuencia autores como Arguedas, Scorza, Rivera Martínez, Colchado Lucio, Rosas Paravicino, Prochazka, Alarcón, Adolph, Reynoso, etc., se sienten inclinados a buscar las claves y los modos de representación fuera de los linderos del realismo. Mi propia impresión es que no se trata de una simple disidencia, o una serie de disidencias, ni tampoco de un fenómeno distinto en cada caso, sino de una tendencia que se va reforzando desde hace décadas y que tiene que ver con el agotamiento del proyecto creativo realista, históricamente asociado entre nosotros con el proceso de construcción de lo nacional. Lo que perdura ahora, lo que insiste en tomar el centro del escenario, es el viejo modelo de lectura realista, y de sus variantes documentales y antropológicas, incluso cuando el corpus de nuestra narrativa empieza a quedar cada vez más lejos de ser interpretable en esos términos. [Gustavo Faverón]

Agua y Yawar Fiesta son libros escritos desde (y en tensión con) la estética del realismo. Lo mismo puede decirse de Conversación en La Catedral y La casa verde, así como de La violencia del tiempo y País de Jauja. Incluso novelas que, como El cuerpo de Giulia-no, no se someten al régimen de verosimilitud del realismo, sí participan de algo que está en el centro de la poética realista: la convicción de que la experiencia personal se entiende dentro de un haz de relaciones de clase, género, generación y etnicidad que se hallan históricamente determinadas y que, en el caso nuestro, se expresan como una relación agónica y paradójica con la sociedad peruana. Es por eso, pienso, que la novela de aprendizaje es el género más poblado y más significativo en la literatura peruana moderna. En otra línea, acaso sea también sintomático que dos de los lectores más alertas de la ficción narrativa y el imaginario peruanos —Jorge Basadre y Alberto Flores Galindo— fueran historiadores. [Peter Elmore]

(...) tengo la impresión no sólo de que las novelas peruanas tienen, como dije, sistemáticamente, menos probabilidades de canonización mientras más se alejen de la poética realista, sino que algunas veces les basta incluso con alejarse de los escenarios peruanos para ser consideradas secundarias en general o secundarias con respecto al resto de la obra de sus autores: Babel, el paraíso de Gutiérrez y Los eunucos inmortales de Reynoso son dos buenos ejemplos, pero también resulta sintomático que La vida exagerada de Martín Romaña esté tan detrás de Un mundo para Julius en la imaginación de quienes piensan nuestro canon, o que La casa verde y Conversación en La Catedral sean repetidas piedras de toque de esta discusión en la que no se ha hablado de La guerra del fin del mundo —en cuya memorable última línea, por otra parte, pareciera deslizarse la primera duda del realismo en toda la obra de Vargas Llosa. Creo que todo eso también tiene que ver con esa tácita exigencia crítica según la cual, si espera reclamar el centro del escenario, una novela peruana debe decir algo muy explícitamente acerca del Perú). Creo que hace falta un cambio radical en la percepción de la crítica, uno que, por ejemplo, permita que las obras narrativas de Carlos Calderón Fajardo, José B. Adolph, Mirko Lauer, Iván Thays, Enrique Prochazka o Augusto Higa (para no hablar de los más jóvenes, como Luis Hernán Castañeda o Daniel Alarcón: tiempo al tiempo), y un largo etcétera, puedan ser percibidas con cierta sistematicidad, y no como una inundación de idiosincrasias, una suma de excepciones que, curiosamente, sobre todo en las últimas dos décadas, empieza a parecer más numerosa que el conjunto de obras que la lectura realista logra barajar. [Gustavo Faverón]

Esta conversación surgió de una convicción (¿o es una intuición?) tuya: la de que el realismo no es en rigor “la matriz nuclear de nuestra tradición narrativa”. En el último párrafo de tu mensaje anterior mencionas a varios escritores en actividad —uno podría añadir, con justicia, a Iwasaki y Rivera Martínez— y dices que sus obras no son “una suma de excepciones”, lo cual supone que las ves dentro de una corriente que fluye en el mismo sentido. ¿Cuál es ese sentido? Tú te abstienes de precisar en qué podría radicar la “sistematicidad” de la lectura de ese conjunto de libros. Uno podría deducir que tienen en común su alejamiento del realismo, pero me imagino que algún otro criterio usarás tú. ¿Cómo podría ser esa la clave, si piensas que el realismo no marca a nuestra tradición literaria? [Peter Elmore]

Si hablamos de la literatura peruana actual, ¿valdría la pena negar la vena realista en, por ejemplo, Miguel Gutiérrez, Oswaldo Reynoso, Alonso Cueto, Fernando Ampuero, Abelardo Sánchez León o Jorge Eduardo Benavides? Sería, creo, un error y un desperdicio. Dicho esto, paso a apuntar que para mí lo más interesante en el campo de la narrativa peruana de las dos últimas décadas es que ya la vertiente realista (y, con ella, la demanda ética de dar cuenta siempre de la realidad peruana) no domina hasta el punto de ejercer una especie de presión disuasiva sobre los escritores peruanos: ahora es una de las posiciones en un espectro de obras (y éste es el otro fenómeno que me parece importante) escritas por autores de varias generaciones. Entre otros, Mario Bellatin tuvo un papel importante en ese proceso (y, de hecho, es significativo que importe poco que sea mexicano y peruano, como tampoco pesa gran cosa que Alarcón escriba en inglés). Por cierto, no creo que prevalezca la “tácita exigencia crítica según la cual, si espera reclamar el centro del escenario, una novela peruana debe decir algo muy explícitamente acerca del Perú”. (...) ¿Quiénes son, entonces, los autores de esos artículos y libros que sí tienen “un emplazamiento preponderante en nuestra crítica”? No me parece que me cegara el optimismo cuando escribí que El sol de Lima es un libro clave en nuestra tradición, y tampoco creo que sea triunfalista no compartir la sensación de que “la forma de lectura predominante en el Perú muchas veces violenta las ficciones para buscar en ellas poco menos que representaciones documentales de nuestra realidad social, incluso cuando ese espíritu no habita en ellas”. El panorama es más plural y más complejo. Es, también, más polémico. [Peter Elmore]

Por supuesto, yo no he dicho que el realismo no marque la tradición narrativa peruana, sino que sería críticamente productivo dejar de percibir al realismo como la espina dorsal de esa tradición. De hecho, he señalado que la ideología que subyace al realismo (el historicismo, ciertas formas de materialismo, la mirada antropológica, la concepción del individuo como ser eminentemente social) marca en mayor o menor grado toda tradición narrativa de la modernidad, en especial desde el siglo diecinueve. Ahora bien, afirmar que la abundancia de autores peruanos que elaboran su obra al margen del realismo demuestra que el realismo es en virtud de esa negación la espina dorsal de nuestra narrativa me parece un argumento difícil de defender. Incluso si tu idea es afirmar que quienes no son realistas son meros disidentes inevitablemente marcados por aquello que rechazan, esa seguiría siendo una manera tendenciosa de enfrentar el tema: acusar al contrarreformista de reformista, al romántico de barroco. (...) Veo la narrativa peruana reciente como nucleada en torno a dos centros diferentes, dos centros principales. Primero, están quienes toman como objetivo central de su obra la comprensión de las realidades sociales y culturales andinas no atendiendo a la poética realista ni inscribiéndose en el realismo como discurso representacional, sino, más bien, inclinándose por la incorporación de discursos míticos, un tanto sobre la huella de Manuel Scorza —más que sobre la novelística de Arguedas, como bien señalaste tú al principio de esta discusión—. (...) Luego, está la numerosa y cada vez más predominante secuela de la narrativa urbana que no ingresa en el círculo del realismo como poética, ni como paradigma representacional, ni como herramienta de conocimiento, y que se encamina, más bien, a la construcción de universos paralelos, enrarecidos, edificados a través de discursos a veces paranoides, a veces esquizoides, que no intentan comprender la ciudad como el producto necesario de un devenir histórico, sino reconstruirla sincrónicamente como un laberinto delirante y en gran medida incógnito, o incluso incognoscible (...) [Gustavo Faverón]

Diez Canseco, Eielson, Martín Adán, Calderón Fajardo, Bellatin, Lauer, el Reynoso de las últimas novelas breves (que, en efecto, están escritas al margen de la intención realista), Prochazka, Thays, Alarcón, Castañeda: sobre pocos de ellos se podrá decir que han olvidado la preocupación de entender las redes que unen al sujeto con su coyuntura social y el devenir, pero lo que los vincula unos a otros no es ni la escritura realista (que no comparten) ni el designio racionalista moderno (que la mayor parte de ellos deja de lado): los enlazan, más bien, la intuición del mundo (a veces el urbano, a veces el íntimo, el interior) como patología, delirio, máscara impenetrable o desvarío; los unen la tendencia a la irrealidad y la licencia de construir universos narrativos a través de discursos no representacionales. No veo la necesidad de entender sus obras como destilaciones laterales o subproductos del realismo; de hecho, pienso que un vicio no suficientemente discutido del oficio crítico en nuestro tiempo es el de suponer, aunque no siempre explícitamente, sí implícitamente, que el realismo es by default una suerte de grado cero de la narrativa, a partir del cual toda otra poética contemporánea se debe explicar como una recusación o una construcción levantada en tensión con esa otra, que sería siempre la viga mayor. Pero, como dices, esto es una intuición y, como tal, es debatible y acaso desmontable. [Gustavo Faverón]

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No tenemos talento

3.23.2009
Arthur Rimbaud en cuero. Fuente: islakokotero



RIMBAUD

No tenemos talento, es que
no tenemos talento, lo que nos pasa
es que no tenemos talento, a lo sumo
oímos voces, eso es lo que oímos: un
centelleo, un parpadeo, y ahí mismo voces. Teresa
oyó voces, el loco
que vi ayer en el Metro oyó voces.

¿Cuál Metro si aquí no hay Metro? Nunca
hubo aquí Metro, lo que hubo
fueron al galope caballos
si es que eso, si es que en este cuarto
de tres por tres hubo alguna vez caballos
en el espejo.

Pero somos precoces, eso sí que somos, muy
precoces, más
que Rimbaud a nuestra edad; ¿más?,
¿todavía más que ese hijo de madre que
lo perdió todo en la apuesta? Viniera y
nos viera así todos sucios, estallados
en nuestro átomo mísero, viejos
de inmundicia y gloria. Un
puntapié nos diera en el hocico.

Gonzalo Rojas


PD.- Un blogger, seguido de otros sujetos, ha considerado que es humillante colocar poemas de Gustavo Faverón cuando tenía 17 años o una fotografía personal mía bailando en una fiesta privada. Parece incapaz de descubrir que la única humillación en esto no es escribir poesía siendo adolescente ni bailar con amigos sino abandonar los argumentos con que se suelen discutir asuntos literarios y opiniones, y pretender ridiculizar con cuestiones personales a quienes no comparten sus ideas. Lo único lamentable aquí -y humillante, eso sí, muy humillante- es el buscar sentarse como sea en el codiciado sofá de poeta maldito (la etiqueta con pegatina donde se lee "marginal" debajo de su nombre), que ambicionan todos aquellos que no se sienten respetados en el presente y deciden poner su apuesta en la siempre improbable trascendencia. Como si fuera fácil ser Rimbaud. Como si fuese, incluso, posible ser Rimbaud adulto. Como no pretendo ridiculizarlo más de lo que él mismo se ha ridiculizado, no pondré aquí el nombre de ese blogger hasta que logre articular una idea coherente, o un asomo de argumento, que se pueda discutir. Por lo pronto, solo le dedico a él y a sus adláteres este poema de Gonzalo Rojas escrito, sin duda, para personas como estos bloggers ansiosos de eternidad pero sin mayor talento que la ira contra sí mismos.

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Reacciones a un post

2.06.2009
¿Existe esta camiseta en literatura? Fuente: peru

En un país, en un mundo bloggero mejor dicho, donde cualquier argumento se responde con un insulto, recibir comentarios a un post que buscan refutarlo con argumentos y no con agresiones, es un gesto que solo puede agradecerse. Es la primera vez en que un post mío es comentado sin acusarme de vanidoso, superficial, burgués o referirse a mis muelas faltantes o sin pataletas. Veamos pues: En un post anterior comenté brevemente lo que dije en una Feria del Libro de Trujillo la semana pasada. El punto dos se lee:

b) Que la literatura peruana, como individualidad, no existe fuera de los manuales escolares. Nosotros formamos -gracias a dios- a una fracción más amplia, diversa e interesante que es la Literatura Latinoamericana. Y desde lejos, las diferencias o particularidades entre los países que forman lo latinoamericano son ambiguas y borrosas (o borradas del todo). Amen.


Quizá debí aclarar que, a lo que me refería en esa conferencia ("La literatura peruana en el mundo") es a la visión que el lector común y corriente -no el crítico ni el profesor universitario- tiene sobre la literatura peruana. Pero, en fin, para el caso da lo mismo, para mí la literatura peruana es un concepto borroso más allá de los nombre que lo conforman, y por eso he dicho siempre que no existe. Ricardo Sumalavia ha sido el primer en poner su posición:

Lo que sucede es que en el caso peruano el criterio de nacionalidad siempre ha estado en crisis, una eterna construcción que no tiene cuando acabar. Decir “peruano” dice mucho y no dice nada. Si su intención es englobar, reconciliar, no lo consigue. No existe una individualidad “peruana”, sino individualidades fracturadas. Y algo, o mucho, de esto pasa en el resto de países vecinos.Ante este panorama, entiendo el razonamiento de Thays, y que es más saludable insertarse en un marco mayor, “amplio, diverso e interesante”, como él sostiene. Pero creo que esto no resuelve el conflicto.Cuando se dice que ya no se puede hablar de literatura nacional, que el adjetivo “nacional” se desdibuja, yo creo, por el contrario, que lo que se desdibuja es la noción de “literatura”.

Sumalavia, en un párrafo anterior, malinterpreta lo que dije al pensar que yo oponía el concepto "homogéneo" latinoamericano vs. el "heterogéneo" peruano, y no es así. Creo que la literatura de todo país es dispersa, versátil y heterogénea, incluso en los países que pretenden obligar a sus escritores a tomar una dirección única. Por eso la literatura socialista rusa o la maoísta -tan cara al grupo Narración- nunca funcionó. La diversidad siempre ha sido el signo de cualquier literatura. Pero es un hecho concreto que para el resto del mundo lector, un "escritor peruano" es apenas distinguible a un "escritor ecuatoriano" digamos. Bolaño en EEUU no es un escritor "chileno" sino "latinoamericano" y el concepto McOndo, a pesar incluso de sus autores, sigue funcionando mejor que el de cualquier nacionalidad.

Luego, Gustavo Faverón decide proponer la noción de "canon" o "tradiciones nacionales" (que mencioné en la mesa de Trujillo justo refiriéndome a un antiguo post de Gustavo) para dar pruebas de que la literatura peruana sí existe. Dice:

La literatura peruana y la latinoamericana no existen en un cierto sentido, pero, en otro, ambas son igual de reales. Romper ese equilibrio es una forma de arbitrariedad no aceptable, porque recurre a criterios distintos para tratar a cada una. Quien lo haga tendría que explicar, inmediatamente después, por qué la relación entre la obra de Óscar Colchado y la de Alejandro Zambra como parte, supuestamente, de una misma tradición, es más real que la relación entre la obra de Óscar Colchado y la de José María Arguedas. Un problema nada pequeño. Como en el caso de los dialectos, puedo decir que la obra de Arguedas es parte de la literatura hispana, de la literatura latinoamericana, de la panandina, de la peruana, de la andina peruana, de la novela indigenista o neoindigenista, acaso de la ficción regionalista, pero también de muchas otras líneas genealógicas. Ninguna de esas afirmaciones hace falsa a las otras. Es obvio que el debate Sarmiento-Hernández es más crucial para Borges y para Ricardo Piglia que para Augusto Monterroso. Es obvio que el choque Arguedas-Vargas Llosa significa más para Jorge Eduardo Benavides que para Diamela Eltit. Es obvio que Krauze y Paz son más cruciales para Jorge Volpi que para Iván Thays. Son obvias las razones por las cuales Edmundo Paz Soldán escribió una tesis doctoral sobre Alcides Arguedas, que no hubiera sido ni la primera ni la centésima opción de Álvaro Enrigue o de Abelardo Castillo. No me parece discutible que la veracidad y la certeza de esas afirmaciones encuentra su justificación en un mismo punto: Piglia, Benavides, Volpi, Paz Soldán, todos son escritores claramente cosmopolitas, que se nutren de muchas tradiciones, que vuelan sobre muchos campos, y que, sin embargo, no por ello pueden declarar inexistente el vínculo histórico, cultural, social, político, que los une con sus tradiciones nacionales. O, para decirlo con los términos de mi ejemplo: son escritores que, como todos, hablan muchos dialectos, muchos al mismo tiempo, y no tienen cómo negar a uno de ellos, porque lo ponen en práctica, lo convierten en habla, en su habla, cada vez que escriben, al mismo tiempo en que activan todos los demás.

A mí lo que me gustaría saber, luego de leer lo de Gustavo, es en qué medida dialéctica, formal o temática, más allá del hecho arbitrario de haber nacido en una misma frontera, une la literatura de Oscar Colchado a la de Enrique Prochazka por ejemplo. O por qué la discusión Vargas Llosa-Arguedas debería interesarme más, o ser más estimulante artísticamente, que la de Nabokov-Edmund Wilson por ejemplo. Mis orejas (de burro, si quieren los anónimos, los nunca doctorandos o los límbicos) están bien paradas en Huanchaco. Como lo dije cuando hicimos el blog "Bata japonesa", yo estoy siempre dispuesto a aprender y creo, siempre, que el Arte de ser discípulo es más estimulante que el de ser profesor. Y alguien como Gustavo, que estudia estos temas desde hace años, tiene mucho que enseñarme. A ver.

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