Katya Adaui adelanta nuevo libro
En la página española Literaturas.com, que en este momento busca auspiciadores, entrevistan dentro de la sección Nuestro Novel a Katya Adaui, autora de Un accidente llamado familia (Matalamanga). La entrevista es de Gabriel Ruíz Ortega y en ella adelanta algunos detalles de su próximo libro que lleva, hasta el momento, el título La vida vista por la vida y que se editará en el 2010. Hay cuentos y microcuentos. Aquí algunas preguntas:
En una entrevista que te hice, me contaste que estabas trabajando en un proyecto de novela. Pero ahora estás próxima a publicar La vida vista por la vida, conjunto de cuentos y microcuentos.
Hace poco afronté la posibilidad de nunca intentar una novela. Me gustan demasiado los cuentos, leerlos y escribirlos. No me avergonzaría que me llamen “cuentista” en vez de escritora u otro título. Un cuento es un chorro, no el río completo. No me preocupa que mis palabras solo “salpiquen”. Si antes era muy inocente, ahora creo que soy más honesta, incluso cuando escribo. Por lo pronto, seré cuentista.
¿Cómo así diste con el título La vida vista por la vida?
Hace un par de años comencé a leer la obra de Clarice Lispector. Me fascinó. Su vida y su forma de escribir. En Agua viva, ella se pregunta sobre la importancia de las palabras y se cuestiona cuál es el lenguaje ideal para comunicarse. Se niega a la mudez, se rinde a la belleza y a la alegría del mundo, y dice: “Ésta es la vida vista por la vida. Puede no tener sentido, pero es la misma falta de sentido que tiene la vena que late”. Más adelante, reitera: “Sí, ésta es la vida vista por la vida. Pero de repente olvido cómo captar lo que sucede, no sé captar lo que existe más que viviendo aquí cada cosa que surge y ni importa qué: estoy casi libre de mis errores. Dejo que el caballo corra fogoso. Yo, que troto nerviosa y sólo la realidad me delimita”. Me identifiqué con esta forma de ver la vida: entregarse a los momentos como vengan, con sus aprendizajes, satisfacciones y dolores. Nunca resignarse ante lo que es más grande que uno, como la realidad. Escribir, pese a todo, para encontrar la libertad.
En “Algo se perdió”, uno de los relatos del nuevo libro, relatas la fría relación entre una madre y su hija. Ambas se encuentran en una piscina, en la noche. Y cuando no se dicen nada ellas se llevan mejor…
Las relaciones familiares me interesan muchísimo y mi propia familia es siempre una gran fuente de inspiración. De otro lado, creo que las personas que nadan por obligación están ensimismadas en cumplir su propia rutina. Es como una casa donde todos deben dar de su parte, hasta que alguien decide que hará las cosas a su manera. Se llega a un punto muerto, nada avanza, nada retrocede, nada es como antes. A veces las personas coincidimos en los silencios. Una piscina es un gran silencio. Te ahogas en él o sacas la cabeza más seguido para respirar.
En “Señor Muerte” tenemos a una fotógrafa que guarda una fotografía arcana y una periodista quiere escribir sobre esta fotografía.
Para esta historia recordé cuánto me impactó la fotografía de un hombre muerto a la entrada de un cementerio. Estaba vestido, pero con el cráneo expuesto. La tomó la mexicana Graciela Iturbide. Recién después de 30 años pudo exhibirla del pavor que le inspiraba. Creé el argumento alrededor de eso. Después descubrí que esa foto se llamaba “Señor Muerte” tal como yo la había nombrado y no “Muerte en el cementerio”, como había leído. Una coincidencia muy curiosa… Me encanta la fotografía como otra forma de comprender el mundo. Es un lenguaje tan rico y complejo como la literatura. Escoger un encuadre para una foto es como decidir una estructura para un cuento.
¿Cuál es la ventaja que has encontrado escribiendo microcuentos?
Encontré que puedo escribir de todo lo que se me antoje. Abordar distintos puntos de vista y temas. Desde un actor perdido en una universidad, un ansioso vigilante de un casino, hasta un guardabosque atacado por un oso negro. No hay límites para la imaginación.
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