MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

good ol’ Charlie Brown

1.22.2008
Charlie Brown. Fuente: redkid

John Cheever y John O’Hara y Richard Yates.:he aquí, según Rodrigo Fresán, el canon que explica a Charlie Brown, en el que tambiéna aparecen como estrellas rutilantes Salinger, Quino, Chris Ware y Daniel Clowes y Charles Burns, películas como The Royal Tenembaums y series como Seinfeld. En el suplemento "Radar", Fresán comenta la biografia de Charles Schulz en un extraordinario artículo.

Dice Fresán: "aquí ya está el germen identificable de un futuro e inmediato virus más que interesante: niños de cabeza grande que hablan con expresiones de adultos (ese insistente good ol’ ya en la primera entrega) y a los adultos no se los ve ni se los verá jamás por ninguna parte. Se habla de ellos pero han desaparecido como exterminados por una bomba atómica que sólo acaba con los mayores de la especie. Y entonces lo comprendemos: es 1950 y estos niños –los niños de Peanuts– son, culturalmente, los hijos de los personajes disfuncionales y martirizados y martinizados de John Cheever y John O’Hara y Richard Yates. Así que, tal vez, mejor no verlos junto a niños, porque los niños suelen terminar muy mal en sus relatos. Y otra cosa: uno de los niños –pero pronto sabremos que no será el único– no vacilará en reconocer y hasta intentar propagar el odio por uno de los suyos desde ese mundito en la página de historietas de un diario. Y ese mundito –el campo de béisbol, los jardines nevados, las aulas, las ventanillas de autobús, los cordones de vereda, los livings, la colonia de vacaciones, el “kiosco” de la psicoanalista, el frente al que se pasa en un aula, las camas y la casita del perro– es una jungla. (...) Los personajes de Peanuts tienen un curioso patrón de crecimiento: apenas sumaron un par de veranos e inviernos desde 1950 y los que empezaron como bebés se desarrollaron hasta alcanzar la estatura de los mayores y allí se quedaron y allí seguirán para siempre. En algún lugar entre los ocho y los diez años de edad. No importa demasiado porque los niños de Peanuts han crecido en otras partes: en los Glass de Salinger, en las pesadillas de los comics de Chris Ware y Daniel Clowes y Charles Burns, en la conciencia política de esa prima lejana que es Mafalda, en películas como The Royal Tenembaums, en series de televisión como Seinfeld, en el indestructible vínculo de ese otro niño con ese animado tigre de peluche, en todas partes y, muy especialmente, en el recuerdo de los tormentos pesados y las ligeras alegrías de nuestras propias infancias cuando la cabeza (y lo que ésta contenía) pesaba tanto más que nuestros frágiles cuerpitos.

Además, recuerda en palabras del propio Schulz el origen del comic: "Cuando yo era un niño, creía que mi rostro era algo tan soso que la gente no me reconocería si me viera en algún sitio diferente de donde solían verme. Siempre me sorprendía que cuando, de compras con mi madre por el centro de St. Paul, me encontraba con algún compañero de escuela o con una maestra, éstos supieran que era yo. Yo pensaba que mi aspecto muy común era como un disfraz perfecto. Fue esta extraña manera de pensar y sentir las cosas que inspiró el rostro redondo y común de Charlie Brown (...) durante mi infancia en el colegio no es que me odiaran porque yo no le importaba tanto a alguien como para odiarme (...) Charlie Brown tiene que ser el que sufre, porque es la caricatura de la persona común. Y la mayoría de nosotros estamos mucho más familiarizados con el fracaso que con el triunfo"

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Contra el biógrafo de Schulz

12.07.2007
Charles Schulz. Fuente: elpaís

Como ya he comentado antes, la familia de Charles Schulz se le ha ido con todo al biógrafo del creador de Snoopy, Charlie Brown y demás Peanuts, David Michaelis. Eso no quita que la biografia haya sido todo un éxito, especialmente por descubrir las pistas que muestran cómo la personalidad de Shulz se reparte entre todos los personjes. Hace poco alguien me dijo que Charlie Brown era libra. ¡Con razón! ¡Ahora entiendo por qué nadie me daba tarjetas en San Valentín! Snoopy, por si acaso, es acuario. En el diario "El País" comentan el escándalo.

Dice la nota: "Tras las cartas de amor que Snoopy escribía desde su caseta a la chica "de las pezuñas suaves", se escondían los mensajes que el dibujante Charles Schulz le enviaba a su amante, Tracey Claudius, con la que se la pegó a su primera mujer. El padre de la tira cómica Peanuts (Carlitos y Snoopy, en español), nacido en 1922 y fallecido hace siete años, mimó con celo durante casi cinco décadas a Carlitos, Linda y el resto de niños de sus viñetas, las más populares y culturalmente significativas de Estados Unidos y quizá del mundo. Cuando al propio Schulz le costaba besar y abrazar a sus propios hijos. Son algunas de las sorprendentes revelaciones de la biografía autorizada Schulz and Peanuts (Harper), recién editada en EE UU y que ha sido tan alabada por la crítica como vapuleada por la familia del artista. "Este libro es una estupidez y David Michaelis [su autor] es un idiota", fue lo primero que Monte Schulz pensó tras leerlo. La opinión del mayor de los cinco hijos del que llegó a ser el dibujante más rico del planeta coincide con la de sus hermanos, herederos de un imperio multimillonario basado en unos personajes tan sencillos en el trazo como intelectualmente complejos en su fondo.

Peanuts fue un nombre impuesto contra la oposición de Schulz por su primera editorial (United Feature Syndicate) en 1950 y significa literalmente cacahuetes, pero en inglés también sirve para referirse a los niños (originariamente era Lil' folks, gente pequeña). A través del universo de estas criaturas cabezonas y expresivas, Schulz supo mostrar las inquietudes no sólo de una nueva generación, la primera en despertar a la vida de las áreas suburbanas, sino de un país en plena metamorfosis política y social. Eran niños con insatisfacciones de adultos. Por eso, enamoraron también a los mayores: Carlitos, el protagonista, no es un triunfador, como imponía la incipiente cultura mediática de posguerra, sino el marginado del grupo, un antihéroe que nunca acierta con el bate a la pelota. (...) Si Carlitos representaba sus inseguridades y su melancolía, Lucy tomaba prestado el perfil temperamental y sarcástico de su primera esposa. Linus escondía el reflejo de sus inquietudes intelectuales y Schroeder su perfeccionismo y su pasión artística. ¿Y el bueno de Snoopy? Parte de la respuesta a esta pregunta hay que buscarla en el origen noruego de la palabra: snupi que significa cariño y le fue sugerida por su madre (noruega) antes de morir para bautizar al próximo perro de la familia. Bien, el animal demasiado humano con el que Schulz alcanzó la inmortalidad, representaba su sensación de no sentirse reconocido profesionalmente. Muchas veces definido como un hombre reservado y humilde, el retrato que Michaelis traza de él es el de un artista agrio, melancólico y ambicioso que nunca superó la muerte de su madre. Reconoce la genialidad del artista pero echa por tierra esa imagen de entregado padre de familia, sencillo y honesto que el propio dibujante ayudó a construir en centenares de entrevistas. "No esperábamos la biografía de un fan ni un tributo glorioso. Pero hay múltiples errores y hay mucha gente a la que Michaelis entrevistó para escribir el libro y a la que no cita porque contradice sus tesis sobre mi padre", explica el mayor de los Schulz. La familia rechaza de plano la imagen de hombre distante, depresivo e inseguro, pese a que ellos mismos aparecen en algunas páginas del libro recordando la frialdad de su progenitor. Su segunda esposa, Jean Schulz, se queja no tanto de la falta de veracidad como del sesgo que el autor le ha dado. "Sparky [como conocían a Schulz sus amigos] era melancólico, cierto, pero también, más cosas".

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Schulz & Peanuts

10.12.2007
Carátula del libro. Foto: Lars Klove. Fuente: The New York Times

Supongo que no había nada más fácil, obvio, evidente, que hacer la carátula a la biografía sobre Charles M. Shulz y su éxito Peanuts. Sin embargo, no es usual que los diseñadores consigan centrarse y hacer simplemente lo que deben. Por eso, esta carátula de Harpers Collins para la biografía de David Michels es bellísima y precisa. Ni más ni menos. El ziga zag, el color de la cubierta y el tipo de letras. Suficiente. Espléndido.

Además, les dejo la reseña de la dulcificada Michiko Kakutani.

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