good ol’ Charlie Brown
John Cheever y John O’Hara y Richard Yates.:he aquí, según Rodrigo Fresán, el canon que explica a Charlie Brown, en el que tambiéna aparecen como estrellas rutilantes Salinger, Quino, Chris Ware y Daniel Clowes y Charles Burns, películas como The Royal Tenembaums y series como Seinfeld. En el suplemento "Radar", Fresán comenta la biografia de Charles Schulz en un extraordinario artículo.
Dice Fresán: "aquí ya está el germen identificable de un futuro e inmediato virus más que interesante: niños de cabeza grande que hablan con expresiones de adultos (ese insistente good ol’ ya en la primera entrega) y a los adultos no se los ve ni se los verá jamás por ninguna parte. Se habla de ellos pero han desaparecido como exterminados por una bomba atómica que sólo acaba con los mayores de la especie. Y entonces lo comprendemos: es 1950 y estos niños –los niños de Peanuts– son, culturalmente, los hijos de los personajes disfuncionales y martirizados y martinizados de John Cheever y John O’Hara y Richard Yates. Así que, tal vez, mejor no verlos junto a niños, porque los niños suelen terminar muy mal en sus relatos. Y otra cosa: uno de los niños –pero pronto sabremos que no será el único– no vacilará en reconocer y hasta intentar propagar el odio por uno de los suyos desde ese mundito en la página de historietas de un diario. Y ese mundito –el campo de béisbol, los jardines nevados, las aulas, las ventanillas de autobús, los cordones de vereda, los livings, la colonia de vacaciones, el “kiosco” de la psicoanalista, el frente al que se pasa en un aula, las camas y la casita del perro– es una jungla. (...) Los personajes de Peanuts tienen un curioso patrón de crecimiento: apenas sumaron un par de veranos e inviernos desde 1950 y los que empezaron como bebés se desarrollaron hasta alcanzar la estatura de los mayores y allí se quedaron y allí seguirán para siempre. En algún lugar entre los ocho y los diez años de edad. No importa demasiado porque los niños de Peanuts han crecido en otras partes: en los Glass de Salinger, en las pesadillas de los comics de Chris Ware y Daniel Clowes y Charles Burns, en la conciencia política de esa prima lejana que es Mafalda, en películas como The Royal Tenembaums, en series de televisión como Seinfeld, en el indestructible vínculo de ese otro niño con ese animado tigre de peluche, en todas partes y, muy especialmente, en el recuerdo de los tormentos pesados y las ligeras alegrías de nuestras propias infancias cuando la cabeza (y lo que ésta contenía) pesaba tanto más que nuestros frágiles cuerpitos.
Además, recuerda en palabras del propio Schulz el origen del comic: "Cuando yo era un niño, creía que mi rostro era algo tan soso que la gente no me reconocería si me viera en algún sitio diferente de donde solían verme. Siempre me sorprendía que cuando, de compras con mi madre por el centro de St. Paul, me encontraba con algún compañero de escuela o con una maestra, éstos supieran que era yo. Yo pensaba que mi aspecto muy común era como un disfraz perfecto. Fue esta extraña manera de pensar y sentir las cosas que inspiró el rostro redondo y común de Charlie Brown (...) durante mi infancia en el colegio no es que me odiaran porque yo no le importaba tanto a alguien como para odiarme (...) Charlie Brown tiene que ser el que sufre, porque es la caricatura de la persona común. Y la mayoría de nosotros estamos mucho más familiarizados con el fracaso que con el triunfo"
Etiquetas: argentina, eeuu, fresan, NOTICIA, peanuts, schulz
Muy de acuerdo con el texto de Fresán, salvo en la alusión a la conciencia política de Mafalda como parte de la continuidad de los niños cabezones de Schulz... En realidad, a mi modo de ver, Felipe es el único personaje de la tira de Quino que mantiene el legado de desilusión y pérdida de la obra de Schulz.
Raschid
» Publicar un comentario