MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Seis hipótesis sobre el "tú"

2.18.2010
Fuente: revista ñ

En el suplemento Ñ de Clarín, Gabriela Saidon ha descubierto en una serie de novelas actualmente en librerías (desde Más liviano que el aire, de Federico Jeanmaire, hasta Las benévolas de Jonhatan Litell u Ovejas feroces de Lange Muller), además de una cantidad de referentes realmentes estimulantes, el uso de la segunda persona. ¿Por qué? Ella elabora seis hipótesis al respecto. Vale la pena tenerlas en cuenta para cuando uno decida usar el tú a la hora de contar (PD.- he usado la segunda persona alguna vez en un relato, pero no me acomoda, lo confieso, me quedo con el egocéntrico "yo"):

Primera hipótesis (y su negación): la segunda persona vendría a reac­cionar contra la tan visitada "litera­tura del yo" o "autoficción", incor­porando a otro cercano con el que dialogar, al que contarle la histo­ria, a quien apelar, representación de esa otra ausencia: el lector. O, por el contrario, las ficciones del tú no son sino una derivación de aquellas ficciones del yo.

Segunda hipótesis: la segunda persona es la mejor elección cuan­do se trata de seguir la perspectiva de un chico, o de un adolescente. En "Conejo" ( Las otras puertas , 1962), cuento de Abelardo Casti­llo, un chico abandonado por su madre "se las agarra con" su pe­luche en un monólogo modelo. Hablando de J. D. Salinger, El cazador oculto (1951) apela a la segunda persona del lector ("Si en realidad quieres escucharlo, lo primero que querrás saber es dónde nací y cómo fue mi jodida niñez..."; también fue traducido en segunda del plural). La apela­ción es intencional: una novela iniciática en grado sumo necesita acercar lo más posible a ese nue­vo público adolescente, buscando un lector cómplice, de códigos comunes.

Tercera hipótesis: del lado de afuera de la literatura, pero cer­ca del mundo femenino, Buenos Aires se está llenando de casas de ropa que usan como marca la segunda persona: Cómo quieres que te quiera; Agarrate Catalina; Decime tortuga; Haceme tuya; Cuando te conocí; Te conozco Margarita; Lo que tú digas; Me importas tú; Palito bombón, ves­tite y andate; Ponte guapa, y así (algo de encajes y puntillas tendrá la segunda persona).

Cuarta hipótesis: la segun­da persona no es uniforme pero siempre es inclusiva, implica y contiene necesariamente a la pri­mera y la tercera. O dicho de otra manera: no hay dos sin tres. El mismo procedimiento de Meradi y de Forn (un tú que "ca­mufla" a un yo) utiliza Matías Ca­pelli (Buenos Aires, 1982) en su relato (o capítulo) "Sólo estás san­grando", de su libro Frío en Alaska (Eterna Cadencia). Y al contrario, en el cuento "Ser otro", que cie­rra su libro Mármara (Alfaguara), Inés Fernández Moreno (Buenos Aires, 1947) utiliza el recurso de un "usted" lector o interlocutor que se "traga" la historia que le cuenta un narrador-guía. Pero las nuevas ficciones del tú no sólo se producen en la Argen­tina, no son generacionales ni de género. En Alemania, donde los escritores vienen anunciando una salida estratégica de la literatura del yo, de la escritora Katja Lange-Müller (1951, Berlín Oriental), aca­ba de publicarse Ovejas feroces , la historia de un amor "autodestruc­tivo" de los 80, entre Soja y Harry, una mujer de 39 años y un adicto en proceso de supuesta recupera­ción, en la que "tú" es él, el otro, el ex, el amor que fue.

Quinta hipótesis : la narrativa toma la segunda persona en préstamo de la lírica (la gran mayoría de la poesía amorosa: amor se dice en segunda persona), las canciones, algunos rezos. Podríamos llenar miles de páginas con ejemplos. Pero hay uno en particular que "ilustra" estos conceptos. Es el comienzo del Canto a mí mismo , de Walt Whitman: "Me celebro y me canto a mí mismo / Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti". Y uno de los fragmentos más bellos de la literatura de todos los tiempos: hacia el final de Romeo y Julieta (William Shakespeare), el monólogo de Romeo frente al cuerpo de Julieta narcotizada. Aquí deberíamos hacer un mí­nimo recorrido por aquellos clási­cos del tú. Los 60 alentaron el uso de la segunda persona, tendencia que se instaló en esa década en Latinoamérica. Diez años des­pués del paradigmático y conta­gioso La modificación (1957), de Michel Butor (21.35 horas de viaje en tren, París-Roma, en segunda persona del plural), otro francés experimentador y único, George Perec, publicaba Un hombre que duerme , con un lector-protagonis­ta.

Sexta hipótesis: las instruccio­nes, recetas y manuales son textos que usan la segunda per­sona pero en modo imperativo, así como los libros de autoayu­da. Géneros no literarios pero, una vez más, que ponen a esa persona, la segunda, en pri­mer plano. Tataranietos de ese famosísimo texto imperativo que son Los diez mandamien­tos . Tú o usted también es el modo en que curas y psicoana­listas se dirigen a sus fieles en el confesionario o sus pacien­tes en el diván. Entonces: mails, mensajes de texto, recetas, autoayuda, manuales de instrucciones, gi­ros de la oralidad, insultos, ne­gocios de moda, confesionarios y consultorios... las acciones de la segunda persona cotizan, y el contexto empapa, o se cuela en la literatura, y están aque­llos autores que pescan algo en el aire, algo que estuvo y ya no está: un amor, una ausen­cia, una evocación, la niñez, la adolescencia, en fin, algo que se fue para no volver.

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11 cartas de Jerry

2.15.2010
Cartas de JD Salinger. Foto: Robert Stolarik. Fuente: NYT

La muerte de JD Salinger ha traído, pronto, una novedad inédita. Once cartas dedicadas a su ilustrador, E. Michael Mitchell, en plena época de reclusión. Hábitos literarios, comentarios sobre actores de moda en los 80, diatribas contra sí mismo firmadas por Jerry. Ese tipo de cotilleo entre vecinos quedan expuestos ante el público. The New York Times adelantó el contenido. Una nota resume el artículo:

Según informó el pasado miércoles «The New York Times», la Morgan Library and Museum, en Nueva York, acaba de hacer pública una serie de documentos que espera poder exhibir en breve. Son las cartas que Salinger envió a E. Michael Mitchell, un artista conocido por haber diseñado la portada de una de las novelas más célebres de todos los tiempos, «El guardián entre el centeno», la consagración como escritor de Salinger. El epistolario llegó en el año 1998 a este centro neoyorquino como parte de la colección de Carter Burden, centrada en literatura estadounidense del siglo pasado. La Morgan Library and Museum decidió entonces no divulgar el contenido de la parte referente J. D. Salinger hasta que el escritor hubiera muerto. Uno de los aspectos más importantes de este fondo es que incluye la descripción detallada de los hábitos de escritura de Salinger en los años posteriores a 1965, cuando dejó de publicar. Incluso en la década de los 80, describe un régimen de escritura altamente disciplinado, iniciado cada mañana a las seis, nunca más tarde de las siete, y no interrumpido «a menos que sea absolutamente necesario o conveniente». Las referencias a la obra literaria inédita resultan interesantes, por ejemplo, en una carta de 1966 cuando habla de una acumulación de «diez (borradores), el trabajo de doce años» que incluye «dos manuscritos en particular –realmente libros– que he estado acaparando y recogiendo por años». El novelista también habla de algunos episodios curiosos, como una velada en Londres en casa de la pareja de actores formada por Laurence Olivier y Vivien Leigh en la que el alcohol corrió sin medida. Pese a su reclusión, J. D. Salinger no oculta en las misivas cierto interés por la cultura pop y por la política, especialmente por algunos iconos de la mitología más popular. Opina así sobre personajes tan dispares como son los actores John Wayne y Eddie Murphy y Nancy Reagan. [...] Mitchell fue vecino de Salinger en Westport (Connecticut). Fallecido el pasado año, el artista era considerado por Salinger como un buen amigo. El escritor se llega a disculpar ante su «querido viejo Mike» por sus manías solitarias que le impiden contestar el teléfono «sin apretar los dientes». La amistad entre ambos se enfrió en 1993 cuando Salinger se negó a firmarle un ejemplar de «El guardián entre el centeno».

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Siguiendo los pasos que dejó JD Salinger

1.29.2010
Salinger, el autor. Fuente: The Guardian


Salinger, el ermitaño. Fuente: the art of fiction


Siguiendo los pasos de Salinger: Holden Caulfield visitó el Seton Hotel en East 40th Street. Aún sobrevive. Fuente: Edward Keating/The New York Times

Como era de esperarse, el duelo por la muerte de J.D. Salinger ha originado y seguirá originando sendas notas de despedida. Voy a enumerar algunas que me parecen interesantes. Vamos actualizando la lista. Siguiéndole la pista a este largo adiós.

Walking in Holden´s Fotsteps (Mapa Interactivo de los lugares que recorre Holden Caulfeld) elaborado por New York Times

Archivo de cuentos de JD Salinger publicados en "New Yorker"

Michiko Kakutani Of Teen Angst and an Author’s Alienation (NYT)

James Barron: Taking a Walk Through J. D. Salinger’s New York (NYT)

Gregory Cowles Farewell, Salinger (Paper Cuts)

Blake Wilson Readers Respond to J.D. Salinger’s Death (Art Beats)

Pierre Assouline: Pour saluer Salinger (La République des livres)

Annie Proulx, Dave Eggers, Joyce Carol Oates: J D Salinger´s Tributes (The Guardian)

Ian Whitwham: Does Catcher still ring true? (The Guardian)

Christopher Tayler: JD Salinger: A guy you'd want to call up (but he wouldn't take calls) (The Guardian)

Alison Flood: JD Salinger: A tribute roundup (The Guadian Book Blog)

Xan Brooks: JD Salinger: America's great literary hermit (The Guardian Book Blog)

Jay Parini: Watching Salinger from a distance (The Guardian Book Blog)

Luke Lewis: How JD Salinger created the original rock star (The Guardian Music Blog)

José María Guelbenzu: El miedo a hacerse adulto (El País)

Antonio Muñoz Molina: El aire del "New Yorker" (El País)

Justo Navarro: La intimidad como arte (El País)

Ray Loriga: Sin introducción (El País)

Ezequiel Martínez: Salinger, el guardián de los títulos que se bifurcan (En Minúscula)

Marcelo Birmajer: El hombre que muere (Página12)

Juan Forn: El amor y la asfixia (Página12)

Marcelo Figueras: La búsqueda del accidente (Página12)

Alberto Fuguet: Un día no tan perfecto (Apuntes autistas)

Liliana Colanzi: Salinger, otro grande que se va (on the road)

Edmundo Paz Soldán: En el principio está Salinger (La Tercera, Boomerang)

Mauricio Salvador Salinger (1919-2010) (The Art Of Fiction)

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Murió J.D.Salinger

1.28.2010

JD Salinger y su novela más famosa. Fuente: NYT

El final de una década, una caja que se cierra. El extraordinario J.D. Salinger murió a los 91 años sin salir de los muros de su fortaleza y su exilio interior. Sin duda, tendremos decenas o centenares de comentarios al respecto en diarios y blogs de todo el mundo. ¿Qué quedará de él ahora que su silencio editorial es definitvo? Algunos cuentos de Nueve cuentos, sin duda. La primera vez que leímos El guardian entre el centeno y nos identificamos con Holden Caufield. La existencia de la familia de genios neuróticos y precoces, los Glass. Algunas frases subrayables de sus últimas novelas. La chismografía alrededor de su vida, que incluye la pedofilia, los ataques de su hija y la fama de ogro. Su búsqueda incesante de una verdad zen, que no se pueda explicar con palabras, como el sonido de una palmada de una sola mano. El New York Times le hace un extenso obituario. Aquí, el anuncio oficial de su muerte:
J. D. Salinger, who was thought at one time to be the most important American writer to emerge since World War II but who then turned his back on success and adulation, becoming the Garbo of letters, famous for not wanting to be famous, died Wednesday at his home in Cornish, N.H., where he had lived in seclusion for more than 50 years. He was 91. Mr. Salinger’s literary representative, Harold Ober Associates, announced the death, saying it was of natural causes. “Despite having broken his hip in May,” the agency said, “his health had been excellent until a rather sudden decline after the new year. He was not in any pain before or at the time of his death.”

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Salinger gana

7.03.2009

Fuente: cartoonstock

Un nuevo punto a favor de J.D. Salinger, el definitivo, en su batalla legal contra un usurpador: una jueza reconoce que hay plagio. Dice la nota:

El escritor J. D. Salinger ha conseguido su objetivo: frenar indefinidamente la publicación en Estados Unidos de un libro que considera un plagio de su famosa novela El guardián entre el centeno. El huidizo escritor, de 90 años, del que no se sabía nada desde hace casi una década, salió de su legendaria reclusión hace un mes para denunciar a Fredrik Coltrin, autor de 60 years later: coming through the rye, una novela que, según su autor, era simplemente una parodia crítica de la obra magna de Salinger y del propio escritor. Tras leer los dos libros, la juez Deborah Batts ha dictado sentencia en Nueva York a favor de Salinger: "La obra de Coltrin utiliza demasiadas piezas tanto en sustancia como en estilo de El guardián entre el centeno, mucho más de lo que sería necesario para criticar a Salinger, sus actitudes y su comportamiento". (...) La sentencia reconoce que Coltrin viola los derechos de autor de Salinger, que no se presentó en los juzgados y tampoco hizo declaraciones tras ganar el juicio. El libro está a la venta en Reino Unido, y la disputa legal en Estados Unidos podría prolongarse si Coltrin decide seguir peleando, pero no se ha pronunciado al respecto. Eso sí, ha dicho estar muy sorprendido por la sentencia: "Quizá sea un sueco ignorante, pero lo último que me esperaba es que en Estados Unidos se prohibiera publicar libros", ha declarado a The New York Times.

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Salinger 1-0

6.18.2009
Carátula del libro apócrifo. Fuente: windurbird pu.

Aunque aún no logra su objetivo principal, que es el impedir que la obra 60 Years Later: Coming Through the Rye (60 años después: Recuperándose del centeno), escrita por el sueco Fredrik Colting bajo el seudónimo J. D. California, el primer punto ya lo ganó J.D. Salinger: impedir que el libro sea distribuido por el momento en EE.UU (aunque en Inglaterra ya se puede conseguir). Dice la nota:

La juez Deborah Batts de Nueva York ha suspendido temporalmente la publicación de la supuesta segunda parte de El guardián entre el centeno, el clásico escrito en 1951 por J. D. Salinger. "Me parece que Holden Caulfield está bastante definido por las palabras. Parecería que Caulfield es una marca registrada", ha dicho Batts para argumentar la decisión para que 60 Years Later: Coming Through the Rye (60 años después: Recuperándose del centeno), escrita por el sueco Fredrik Colting a través de su seudónimo J. D. California, se publique por el momento, mientras sopesa si el libro atenta contra los derechos de autor de Salinger. Salinger no ha asistido a la vista que se celebró ayer miércoles, pero en la demanda que presentó hace dos semanas, además de definir el libro como un "simple y puro plagio", aseguraba que el derecho a escribir una secuela de ese clásico de la literatura estadounidense así como a utilizar el nombre de su protagonista le corresponden únicamente a él. El conocido autor pidió que se destruyeran las copias existentes de la supuesta secuela y, además, exigió que se repare el daño ocasionado por el plagio de unos derechos de autor que están valorados "en una enorme cantidad de dinero". La obra de Fredrik Colting ya se ha publicado en el Reino Unido por la editorial sueca Nicotext, que pretende comercializar 60 Years Later: Coming Through the Rye en Estados Unidos a partir del próximo septiembre, si no lo impide una decisión judicial firme.

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Salinger demanda

6.02.2009
J.D. Salinger. Fuente: elpaís

Se dice que el Quijote apócrifo de Avellaneda fue el impulso necesario para que Miguel de Cervantes terminara la segunda parte de su Quijote. Es probable. Lo que no es probable, sin embargo, es que J.D. Salinger salga de su mutismo para continuar su novela El guardián entre el centeno solo porque le pasó lo mismo que a Cervantes. Un sujeto que firma como J.D. California (desde ahí nomás sacan que es un tarado) intenta publicar 60 Years Later: Coming Through the Rye (60 años después: llegando a través del centeno). Salinger ha demandado al autor y a la editorial por supuesto. Dice la nota:

Salinger pidió a un juez que impida la publicación de 60 Years Later: Coming Through the Rye (60 años después: llegando a través del centeno), escrito por alguien identificado como J.D. Califonia. Según la librería de internet Amazon.com, la obra será publicada en septiembre por la editorial sueca Nicotext. "La secuela no es una parodia y no hace comentarios sobre el original o lo critica. Es pura y simplemente un plagio", reza la demanda, presentada en el tribunal del Distrito de Manhattan. Por el momento Nicotext no ha realizado comentarios al respecto.
Salinger posee los derechos de autor de su novela de 1951, considerada como una de las grandes obras de la literatura estadounidense junto con su personaje central, Holden Caulfield. La demanda describe a Salinger como "un guardián feroz de su propiedad intelectual" y dice que "no aprobará el uso de su propiedad intelectual por parte de los acusados".

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La era anti-Salinger

2.03.2009
¡¡¡Sácame la cámara!!! Salinger fotofóbico. Fuente: javiermarias.blog


Me parece muy pertinente el artículo que Edmundo Paz Soldán ha publicado en Babelia, ante tanto malosentendidos por culpa de las fotografías de los escritores (Mordzinski tiene la culpa) y encuentros literarios, mientras que los románticos lectores buscan que todos se conviertan en Salinger y se encierren en su casa en New Hampshire, donde reciben chicas de 16 años para seducirlas con frases budistas como aquello del sonido de una palmada. Ya lo anticipé al hablar de Abraham Valdelomar en La disciplina de la vanidad (libro que Edmundo no ha leído porque se quedó pegado con el snob El viaje interior): el escritor debe ofrecer su cuerpo, su personalidad, como un escudo para defender su obra. Dice Edmundo:

Durante un buen tiempo, yo pensé que el fenómeno de la proliferación de festivales y ferias del libro se debía sobre todo a un tema de gestión de la cultura: las ciudades -las grandes, las medianas, las pequeñas— necesitan una amplia oferta cultural, y una de las cosas de más amplia difusión e impacto resulta ser el festival de literatura. En mis momentos más optimistas, también creí que se podía tratar de un resurgimiento del interés en la literatura. El libro vuelve a ocupar un lugar privilegiado, me dije; con la romántica recuperación de su aura, todos quieren tener un escritor a mano. Esos factores sólo explican una parte del fenómeno. Ahora creo que la cosa es más compleja, y no tan optimista. El exceso de festivales, de ferias de libro y de congresos, se debe principalmente a una conjunción de ansiedades. Por un lado, en una ecología de medios inundada de ofertas, las editoriales deben luchar para hacerse de un espacio, y los deseos de promocionar a sus autores van de la mano con el interés genuino de los promotores culturales para dar relevancia al libro. Por otro lado, hay una creciente sensación de que la palabra escrita ya no es suficiente. Ésta necesita que la acompañe la figura del autor, la lectura de un texto en voz alta, la performance. Hay una respuesta para la aguda pregunta de Bellatin ("¿por qué ponen tanto el cuerpo?"): a pesar del star system que los acompaña estos días, los escritores saben que se sostienen en un lugar muy precario. Si los vemos por todas partes, debemos preocuparnos: significa que una nueva fe ha tomado los templos, y que el autor, con el fervor de los cruzados, ha salido a defender la novela, la poesía, el ensayo.

Bellatin, por cierto, es el maestro. Cuando no habla de sí mismo, se dedica a hablar de las vidas imaginarias de artistas o escritores que son, finalmente, él mismo siempre. También recuerdo que, hace años, en un encuentro de escritores peruanos, a Alonso Cueto se le acusó de "conchudo" y "egocéntrico" porque en vez de hablar de algún escritor desconocido que se supone que es genio en su barrio, se puso a dar as claves que explicaban La hora azul que acababa de ganar el Herralde. Sin embargo, fue una de las exposiciones más lúcidas que he oído y cuando un escritor nos ayuda a entender su propio libro, solo nos queda agradecer.

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Un cuento de Salinger (por Marías)

1.29.2009
Audrey leyendo a JD. Fuente: myspace.com


Hace unos años, Javier Marías publicó una contundente nota contra las traducciones. La verdad es que luego de leerla fue imposible no mirar con desconfianza nuestras bibliotecas. ¿Qué habremos estado leyendo? Traductor, traidor dice un proverbio italiano. Marías, sin embargo, es también un traductor muy aplicado (como para traducir el enorme Tristram Shandy). Y también ha traducido un cuento de JD Salinger, como para seguir celebrando sus 90 (y que sean 90 años más). El texto, no recogido en libro (se títula "El corazón de una historia quebrada" ("The Heart of a Broken Story") y apareció originalmente en 1941 en la revista Squire), se publicó en castellano en la revista argentina Crítica Digital y supe de él por Puente Aéreo. Empieza así:

Todos los días Justin Horgenschlag, auxiliar de imprenta con un sueldo de treinta dólares semanales, veía muy de cerca a aproximadamente sesenta mujeres a las que nunca había visto antes. Así, en los cuatro años que llevaba viviendo en Nueva York, Horgenschlag había visto muy de cerca a unas 75.120 mujeres distintas. De estas 75.120 mujeres, 25.000 tenían menos de treinta años de edad y más de quince. De las 25.000, sólo 5.000 pesaban entre cuarenta y siete y cincuenta y siete kilos. De estas 5.000, sólo 1.000 no eran feas. Sólo 500 eran razonablemente atractivas; sólo 100 eran realmente atractivas; sólo 25 podrían haber inspirado un largo, despacioso silbido. Y de sólo una se enamoró Horgenschlag a primera vista.Bien, existen dos clases de femme fatale. Existe la femme fatale que es una femme fatale en todos los sentidos de la palabra, y existe la femme fatale que no es una femme fatale en todos los sentidos de la palabra. Se llamaba Shirley Lester. Tenía veinte años (once menos que Horgenschlag), medía un metro y sesenta y tres centímetros (lo cual le dejaba la cabeza a la altura de los ojos de Horgenschlag), pesaba 53 kilos (ligera como una pluma para llevarla en brazos). Shirley era taquígrafa, vivía con su madre, Agnes Lester, una vieja entusiasta de Nelson Eddy, a la cual mantenía. Con respecto a la belleza de Shirley, la gente a menudo la describía así: “Shirley es tan mona que parece un retrato”.

Para leer el cuento completo, pulse aquí.

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Salinger (90) y sus críticos

1.22.2009
JD Salinger. Fuente: leninimports.com

J.D. Salinger cumplió el 1 de enero de este año 90 años en su fortaleza en New Hampshire. No se sabe, desde luego, nada sobre él, aunque hay que pensar que sigue vivo porque sin duda una noticia sobre su muerte se filtraría de inmediato a la prensa. Vivo pero ¿en qué condiciones? En una nota en Clarín respecto a su cumpleaños 90, culmina diciendo: " Uno puede pensar que, encerrado en su fortaleza, Salinger escribe la saga de los Glass, a la espera de un mundo soportable". Optimistas. En la misma nota, comentan la última incursión literaria de JD Salinger y su mal desenlace:

En realidad, lo último que se publicó de él fue Hapworth 16, 1924, un cuento que ocupó casi todo el número del 19 de junio de 1965 de "The New Yorker". Este cuento- recordó " The New York Times"- "nunca se publicó como libro y no se parece a nada de lo que escribió anteriormente Salinger. Hapworth es una carta, o más bien la transcripción de una carta, de 25.000 palabras, escrita a los apurones por Seymour Glass, a los 7 años, a sus padres, mientras s encontraba en la colonia de verano. Lo más fascinante de este cuento es que la voz es insegura, ya que el pequeño Seymour emplea primero un tono y luego pasa a otro, que es alternativamente serio, ansioso, travieso y sarcástico. Lo que hace que los Glass, y en especial Seymour, sean tan atractivos para Salinger es que son demasiado sensibles y excepcionales para este mundo, pero esto mismo los transforma en irritantes para muchos lectores. El problema de los Glass puede plantearse así: ¿cómo se hace arte para un público, o un establishment de la crítica, que es demasiado ignorante para entenderlo? Esta es la cuestión- concluye "The New York Times"- que ha llevado a Seymour a renunciar y, seguramente, la que ha inducido a Salinger a no querer publicar más". Ante la publicación de este cuento, la mayoría de los críticos lo defenestró: "Es lo peor que escribió Salinger", podría ser la mejor síntesis de lo que escribieron. La periodista y escritora Joyce Maynard, amante de Salinger cuando ella tenía 19 años y él ya superaba los 50, cuenta en su libro Mi verdad, el enojo que los críticos le producían a Salinger. "Quiero que entiendas que cuando publicas un libro, se te escapa de las manos. Los primeros que te atacan son los críticos, deseosos de hacerse un nombre a costa del tuyo. Y lo consiguen. En esto no te equivoques".

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Los Nóveles, 32

1.19.2009
Nuevo número de Los nóveles. Fuente: losnóveles

Apareció el número 32 de Los Nóveles, la revista digital que dirige Salvador Luis. En esta ocasión, la parte dedicada a la ficción (narrativa y poesía) está a cargo de Eduardo Halfon (Guatemala), Mara Pastor (Puerto Rico), Iván Humanes Bespín (España), Ana Gorría (España), Efraim Medina Reyes (Colombia), Oliver Glave (Perú), Fernanda Trías (Uruguay). Además, anuncian "una encantadora terapiamusical con el novelista madrileño Andrés Barba". Y, desde luego, están sus comentaristas, entre ellos una curiosa nota de Elene Medel titulada "En la Cama con JD Salinger" que se inicia así:


Cuando estás en la cama con Jerome David Salinger te resulta imposible repetir los gestos que te despiertan con otros: incorporarte con el camisón subido hasta la cintura, abrir la ventana e imaginar que hay cielo donde sólo encuentras edificios.
—Tengo frío.


Has subido la persiana, y él ha callado. Has separado las hojas de cristal, has empujado las contraventanas, y entonces argumenta Jerome David Salinger que tiene frío, para que la habitación apeste a cerrado, para que vuelvas a taparte con la manta junto a él. Que te alejaras de Jerome David Salinger, que no era un hombre bueno para ti. Lo gritaban las madres, la tuya, las de tus amigos, las vecinas mayores que en tu infancia cuidaban de ti y de tu dentadura.


Pero estar en la cama con Jerome David Salinger es más fácil que estar con Thomas Pynchon o que estar con Norman Mailer: uno se escondería bajo la almohada, el otro apestaría putrefacto. Tú no quieres estar en la cama con Philip Roth, por supuesto, aunque en el fondo te gustaría que llamase Paul Auster y te pidiese:
—Ven a mi cama.


La cama de Paul Auster, una cama con vistas. Cenas con champán y artistas talentosos y comprometidos. Hablas de guiones, fumas en la cama. Pero eso significaría saltar de generación y de perfil. La cama de Paul Auster, ¿por qué no de continente? La cama de Ian McEwan. La cama de Haruki Murakami. La cama de Roberto Saviano, sus guardaespaldas, sus nuevos proyectos para el compromiso literario.
—Tengo frío.


Para leer toda la nota, hacer clic aquí.

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¿Qué lee Carrie Bradshaw?

7.11.2008
Lo que lee Carrie Bradshaw. Fuente: Craig Blankenhorn/New Line Cinema papercuts

Faltan unas semanas para que llegue a Perú la película de Sex and The City y tengan por seguro que estaré en primera fila en el estreno. Recuerdo aquellos años cuando vi sin parar todas las temporadas completas, de manera toxicomaniaca, y luego salía a la calle y todo (menos la ropa de las limeñas) me parecía encajar para un guión de la serie. Y buscaba a mi Carrie. Una de las preguntas que solía hacerme con una amiga, también fan de Carrie, era: ¿Qué leería Carrie? Deseché las novedades (no me la imagino pendiente del último de Roth o buscando el Pullitzer de Junot Díaz, aunque quizá sí The Road porque fue al Oscar); los clásicos también los deseché (El Ulises está bien hasta para Marilyn Monroe pero no para ella); y estaba seguro de que, en caso de hacerlo, leería muy por encima del hombro, y de pie en la librería, los libros chick-lit como los que ella misma produce. Entonces, ¿qué leería al fin Carrie? Los Generación X, pensé, sin duda lee a los chicos fashion ochenteros: Easton Ellis, David Leavitt, McInnery, Coupland. Eso debe leer (y recordé entonces un capítulo en el que se enamora de un escritor vanidoso e inseguro que parece ideal para ese brat pack). Y también lee seguro a Bukowski, a John Fante, a Carver apenas lo traga pero no se atreve a admitirlo, a Hunther Thompson seguro lo leyó por chamba. A Salinger lo leyó en el colegio y le fascinó. Es decir, el perfil de Carrie lector tiene que ser Hank Moody, el pesado de Californication. Eso creí. Sin embargo, grande ha sido mi decepción cuando me enteré por Paper Cuts que en la película se dice qué lee Carrie (el libro es ya un éxito en Amazon):

I haven’t seen the “Sex and the City” movie. But Tara Parker-Pope, our colleague from across the Times blogosphere, informs us that a book mentioned in the film, “Love Letters From Great Men,” has caused real-life people to storm to their real-life online bookstores in search of said same. From what I can tell based on a Google search, “Love Letters From Great Men” does not, in fact, exist. But a similar-sounding volume, “Love Letters of Great Men and Women,” does, and on Amazon, it’s been climbing up in the sales rankings — as of 10:40 a.m. it had hit No. 178.
The book’s full title is “Love Letters of Great Men and Women: From the Eighteenth Century to the Present Day.” It was compiled by a chap named C.H. Charles, Ph.D., and according to the New York Public Library was first published in 1924, in London. The version selling on Amazon is put out by Kessinger Publishing, which specializes in “scarce and hard-to-find books.” “Love Letters” is a scarce enough collection that it doesn’t even have a cover image on Amazon. And now that it’s turning into the Little Paperback That Could, I imagine Kessinger’s going to have quite a run. Can’t you just hear the lovelorn now?: “Get me reprint!”

¿Cartas de amor escritas por Grandes Hombres y Mujeres? ¡Pero qué le pasa a Carrie! ¡Está trastornada por el matrimonio o qué! Lo repito: una decepción. Por cierto, lo que sí estoy seguro es que aunque Carrie subestime a su propio género, no se pierde esa chick-lit que se genera abundantemente en los blogs. Ella podría ser una de las chicas-blogger-malas-que-odian-a -los-hombres en versión impresa, bien pagada y mejor calzada. Debo admitir que a mí también me fascina leer esos blogs de mujeres y recibo con hidalguía todos los golpes asestados contra el incomprendido género masculino (y luego voy donde mi novia a que me consuele diciéndome, sin mucha convicción pero con mucho amor, que yo soy distinto).

Les dejo aquí mi lista de favoritos chick-lit en la blogósfera peruana: Los 30 de La Maya (personaje, ¿o temible alter ego?, de Giselle Klatic); Busco novio de Alicia Bisso; y Pobres hombres de Chiara Roggero.

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Reeditan Botchan

Carátula de la novela. Fuente: letras libres

Aurelio Asiain le dedica en Letras Libres una reseña a Natsume Sôseki, considerado unánimemente como el padre de la novela japonesa moderna, cuyo libro Botchan ha sido nuevamente publicada por Impedimenta. La novela es un clásico en Japón, un autentico long-seller, muchas veces con justicia comparado con El guardián entre el centeno de Salinger, aunque en la reseña Asiain prefiere vincularlo al Cándido de Voltaire. Pero, ¿para cuándo una nueva edición de Yo, el gato?
Relato veloz, escrito en un estilo directo y en una lengua en que se alternan, en tonos y registros muy diversos, el habla coloquial de Tokio y el dialecto de la isla de Shikoku, Botchan deriva su gracia –y, sin duda, su popularidad– del carácter esquemático de sus personajes y de la sencillez de su trama. Un joven, huérfano de padres desafectos y al que sólo aprecia la vieja sirvienta de la casa, se procura con la mínima herencia que le dispensan al primogénito unos estudios y un título que, obtenido sin pena pero sobre todo sin gloria, le depara ser enviado como maestro de matemáticas a una escuela secundaria en una pequeña ciudad en la remota provincia, naturalmente tediosa y donde pronto se ve víctima de la ruda rusticidad de los alumnos, que corre pareja con la hipocresía del director del plantel y sus colegas, en cuyas intrigas se ve inevitablemente envuelto hasta que, para solidarizarse con el único amigo que ha hecho, y al que han obligado a marcharse, renuncia y vuelve a Tokio, donde consigue un empleo subalterno. Los incidentes en que se centran los episodios de esa trama escueta muestran, una y otra vez, a un alma ingenua y sin malicia enfrentada a la revelación de un mundo de dobles intenciones, dobles palabras, dobles caras ante las que reacciona con irritación y torpeza. Esa incapacidad del personaje narrador para adaptarse a una sociedad en que del dicho al hecho hay mucho trecho ha sido descrita con frecuencia como rebeldía y espíritu crítico; no hay tanto: se trata sencillamente de alguien “demasiado inmaduro para vivir en este mundo” –Sôseki dixit– y que, más que el Holden Caulfield de Salinger o el Huck Finn de Twain, evoca al Candide de Voltaire –sólo que sin filosofía, y con la remota provincia por ancho mundo.

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Ermitaños literarios

1.20.2008
La última foto conocida de JD Salinger. Fuente: caretas

La muerte de Julien Gracq ha hecho recordar a muchos la figura del escritor retirado, el eremita, que muere en silencio y lejos de cualquier plataforma mediática (incluso hay pocas fotografías suyas, ni se diga de asistir a programas de TV o mantener blogs). ¿Es la figura del escritor ermitaño un dinosaurio pronto a desaparecer en tiempos mediáticos? Jesús Marchamalo, para el ABCD las letras, menciona algunos casos notables:

"A pesar de este mercado de vanidades, este escaparate de notoriedad, hay quien decide convertirse en eremita de las letras. El escritor alemán Patrick Süskind, por ejemplo, raramente concede entrevistas, ni aparece fotografiado, y ha rechazado varios premios. Tampoco Philip Roth resulta especialmente accesible. Vive en su casa de Conecticut, apenas da entrevistas -un síntoma recurrente- y se precia de no haber aparecido jamás sonriendo en una foto. Y hay quien, como Thomas Pynchon, ha hecho de su defensa de la intimidad una seña de identidad. De él se cuenta que ni siquiera sus editores lo conocen, y que destruyó documentación sobre su servicio militar y su paso por el instituto para borrar las huellas de su pasado. Aunque sin duda el personaje esquivo por definición sea Salinger, cuya última foto conocida, increpando al fotógrafo que se la hacía, dio la vuelta al mundo. Últimamente, Cormac McCarthy, autor de La carretera y No es país para viejos, también se ha pasado al bando de los huidizos. McCarthy, según su agente, no existe para los periodistas, ni existe para sus editores. Y aunque en junio de 2007, a los setenta y tres años, concedió su primera entrevista en televisión a Oprah Winfrey (tampoco es una mala elección), entiende que su escritura y su obra hablan perfectamente por sí mismas.
Pimpampum de feria. «Es cierto que todavía el escritor mantiene una aureola sacra -opina el editor Constantino Bértolo-. Provoca una curiosidad saber cómo es, qué piensa, cómo se expresa. Creo que en este sentido aún hay cierta necesidad de tocar al santo. Pero hay quienes tienen claros los límites. Hace tiempo conocí a Naipaul y, aunque tiene fama de maleducado, no se niega a participar en un diálogo sobre su obra, siempre desde el respeto. No entiende que alguien pueda ir a hablar de sus libros sin haberlos leído, o que le saque a colación otros temas que nada tienen que ver con la literatura, o que lo traten no como a un escritor sino como a un pimpampum de feria. Es perfectamente capaz de distinguir entre el autor y la obra.» En España, entre otros muchos silenciosos ilustres, Javier Marías, que es relativamente reacio a aparecer en los medios de comunicación fuera de los estrictos periodos de promoción, y Rafael Sánchez Ferlosio: no suele conceder entrevistas, ni hacer apariciones públicas, ni declaraciones. Parece que cuando el entonces director del Instituto Cervantes y hoy ministro de Cultura, César Antonio Molina, le comunicó en un acto público que pensaban poner su nombre a una biblioteca, el escurridizo Ferlosio le miró, tomó la palabra, y allí mismo le dijo que de ninguna manera.

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Familias literarias

10.10.2007
Una familia muy normal. Fuente: nihil

El Top 10 de The Guardian está dedicado a las familias difíciles o problemáticas, y la autora encargado de elaborar la lista es Rachel Seiffert quien con Dark Room está en la short-list del Booker de este año. En su lista hay dos obras que he leído y que considero que están muy justificadamente ahí: Desgracia de Coetzee y las obras de Salinger. Yo aumentaría tes más: la novela Un mundo para Julius, de Alfredo Bryce Echenique (la literatura peruana abunda en problemas familiares, desde Duque de Diez Canseco hasta Un accidente llamado familia, de Katya Adaui); la disparatada novela Recortes de mi vida, de Augusten Burroughs; y en especial Ada o el ardor, de Vladímir Nabokov, pues supongo que si en una familia hay incesto, secretos e infidelidades a granel, aunque sean felices al final realmente es problemática ¿verdad? A ver si se animan a dejar su lista en los comments.

Aquí la lista de Seiffert:

1. My Name is Asher Lev by Chaim Potok

2. Gilead by Marilynne Robinson

3. The Speckled People by Hugo Hamilton

4. Honky by Dalton Conley

5. JD Salinger - Franny and Zooey, Nine Stories, Raise High the Roofbeam Carpenters and Seymour: an Introduction

6. The German Lesson by Siegfried Lenz

7. Disgrace by JM Coetzee

8. Sour Sweet by Timothy Mo

9. Haus Without Guardians (Haus ohne Hüter) by Heinrich Böll

10. The Shipping News by Annie Proulx

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Relatos de verano (¿?)

6.28.2007
Libros para leer bajo el sol. Ilustración: Ajubel. Fuente: El Cultural

Sí, es cierto, suena a broma para los peruanos -y latinoamericanos- que estamos sintiendo un frío insólito este año. Pero en España están en verano y el suplemento El Cultural de El Mundo ha seleccionado algunas lecturas para estarse fresco bajo el sol, ya sea por el formato (de bolsillo, para poder maltratarlos bien) o por el tema (viajes, muchos viajes). Son 25 libros y bien vale tenerlo en cuenta porque después de todo, en algún momento será verano también por aquí.

Entre los libros que aparecen mencionados destaco algunos: Funambulista, de Joseph Conrad; Hotel nómada, de Cees Nooteboom; Una pantera en el sótano, de Amos Oz; Kim, de Rudyard Kipling; Crónica de piedra, de Ismaíl Kadaré; Días de diario, de Antonio Muñoz Molina; Nieve, Orhan Pamuk; Tokio blues, de Haruki Murakami; Nueve cuentos, JD Salinger.

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La Salingirl

6.20.2007
Cuando Joyce Maynard era Lolita. La carátula de este libro copia la foto de cubierta que remeció al abusivo JD Salinger. Después se queja de que se quieran vengar de él. Fuente: answers.com

Por un post de Max Palacios me entero de este especial del periódico chileno “La nación” llamado “La Salingirl” y que es una entrevista a Joyce Maynard, la última amante conocida de JD Salinger. Como se sabrá, Salinger se enamoró de ella cuando la vio retratada, a los 18 años, en la tapa del New York Time Magazine de abril de 1972, como una líder de su generación anti-Vietnam (aquí reproducen el artículo). A partir de esa tapa, empezó un intercambio de cartas que concluyó con ambos viviendo juntos durante años (la revista cuenta la primera noche y la última, en una playa de Daytona). Salinger tenía entonces 52 años. Luego de eso, Maynard ha escrito una biografía (titulada Mi Vida, editada en castellano por Circe) donde lo deja por los suelos, como un ser egoísta y manipulador (la hija de Salinger hizo lo mismo en otra biografía) y además, por si no fue suficiente venganza, hace unos años vender la correspondencia privada con el escritor. Las cartas finalmente fueron compradas por Norton, el multimillonario californiano creador del anti-virus más popular del mundo, quien se las regaló a Salinger sin abrir. La revista describe la última entrevista, en 1997, entre ambos:
“La tipa que abre la puerta era la encantadora ex esposa de su vecino. Joyce no lo puede creer, pero tampoco le sorprende demasiado.
Joyce no lo puede creer, pero tampoco le sorprende demasiado.
Finalmente aparece Salinger, más viejo.
–¿Qué haces acá? ¿Por qué no me escribiste una carta?
–Te he escrito muchas, Jerry, pero jamás has contestado.
–¿Qué quieres?
–Necesito saber qué sentido tuve en tu vida. Por qué me mandaste esa primera carta. Para qué me llevaste a esta casa.
El mítico escritor enfurece. La acusa de chismosa, de rentar con su leyenda, de estar escribiendo algo.
–Sí, J. D. Salinger. Soy escritora.
Luego, el viejo le repite que es una aprovechadora, que escribe horrible y que su problema es que ama la vida (!). Joyce le dice adiós. Lo deja hablando solo. Mira el letrero. Por primera vez no respetó una orden de Salinger y se siente bien.”

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