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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Reeditan Botchan

Carátula de la novela. Fuente: letras libres

Aurelio Asiain le dedica en Letras Libres una reseña a Natsume Sôseki, considerado unánimemente como el padre de la novela japonesa moderna, cuyo libro Botchan ha sido nuevamente publicada por Impedimenta. La novela es un clásico en Japón, un autentico long-seller, muchas veces con justicia comparado con El guardián entre el centeno de Salinger, aunque en la reseña Asiain prefiere vincularlo al Cándido de Voltaire. Pero, ¿para cuándo una nueva edición de Yo, el gato?
Relato veloz, escrito en un estilo directo y en una lengua en que se alternan, en tonos y registros muy diversos, el habla coloquial de Tokio y el dialecto de la isla de Shikoku, Botchan deriva su gracia –y, sin duda, su popularidad– del carácter esquemático de sus personajes y de la sencillez de su trama. Un joven, huérfano de padres desafectos y al que sólo aprecia la vieja sirvienta de la casa, se procura con la mínima herencia que le dispensan al primogénito unos estudios y un título que, obtenido sin pena pero sobre todo sin gloria, le depara ser enviado como maestro de matemáticas a una escuela secundaria en una pequeña ciudad en la remota provincia, naturalmente tediosa y donde pronto se ve víctima de la ruda rusticidad de los alumnos, que corre pareja con la hipocresía del director del plantel y sus colegas, en cuyas intrigas se ve inevitablemente envuelto hasta que, para solidarizarse con el único amigo que ha hecho, y al que han obligado a marcharse, renuncia y vuelve a Tokio, donde consigue un empleo subalterno. Los incidentes en que se centran los episodios de esa trama escueta muestran, una y otra vez, a un alma ingenua y sin malicia enfrentada a la revelación de un mundo de dobles intenciones, dobles palabras, dobles caras ante las que reacciona con irritación y torpeza. Esa incapacidad del personaje narrador para adaptarse a una sociedad en que del dicho al hecho hay mucho trecho ha sido descrita con frecuencia como rebeldía y espíritu crítico; no hay tanto: se trata sencillamente de alguien “demasiado inmaduro para vivir en este mundo” –Sôseki dixit– y que, más que el Holden Caulfield de Salinger o el Huck Finn de Twain, evoca al Candide de Voltaire –sólo que sin filosofía, y con la remota provincia por ancho mundo.

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