El siempre complicado, y nunca bien entendido, pacto entre caballeros de la actual literatura latinoamericana. Fuente: juajomolina Pasando por el blog
The Art of Fiction del mexicano Mauricio Salvador leo la frase: "En lo personal creo que la gente debe relajarse respecto de Bolaño". ¿A qué se refiere? Al parecer, considera que existe una suerte de pasión chauvinista (chilena o latinoamericana, quién sabe) con respecto a Roberto Bolaño. Salvador menciona como punto de partida un artículo de Alejandro Zambra en
La Tercera de Chile, en el que refuta bajo el título
Historia Universal de la Envida un comentario de Richard Ford contra
Los detectives salvajes. El desdén de Ford para Alejandro Zambra es una prueba más del "provincialismo" de los escritores norteamericanos a favor de su literatura y en contra de la literatura de cualquier otro escritor no gringo (hace poco comenté en un post que Philip Roth declaraba que sí, en efecto, la literatura en EEUU es la mejor del mundo). Mauricio Salvador recoge al respecto un
post de Gonzalo Baeza titulado "Alejandro Zambra y las defensas corporativas" donde dice:
Según Zambra, la herejía de Ford se explica en parte con el manido argumento que la literatura estadounidense es “pagada de sí misma” o, en otras palabras, autorreferente y tal vez provincial. Una generalización tal sólo puede venir de alguien no familiarizado con dicha literatura o de personas cuyo acceso a ella proviene de lo que se traduce al español, sin reparar en los autores que año a año el mercado hispano ignora. (...) El problema es que, producto de este mismo provincialismo del que solemos acusar a los norteamericanos, sumado al hecho que en nuestros colegios no nos enseñen un segundo o tercer idioma (igual que a los gringos) y que no haya espacio en el mercado para traducir un mayor número de títulos estadounidenses, nos perdemos a una legión de buenos autores. Mirando mi biblioteca, que dista mucho de ser una colección de “imprescindibles”, veo a un sinnúmero de nombres que probablemente jamás lleguen a un público hispanoparlante. A vuelo de pájaro, están los divertidísimos cuentos de Sam Lypsite, los relatos negros de Scott Wolven (quien, por cierto, sí ha sido aplaudido por Ford), Leonard Gardner (autor de un único y desgarrador libro, Fat City, que por sí sólo pesa más que la obra de muchos autores chilenos), Stephen Wright (autor de Meditations in Green, una novela clave sobre Vietnam), o el libro debut de Josh Weil, The New Valley, tres excelentes novelas cortas ambientadas en los bosques y valles de Virginia y West Virginia. Hace poco el blog de Amazon.com publicó una serie de entradas acerca de los libros más representativos de los 50 estados de EE.UU. El número de buenos autores ignorados por las editoriales españolas molesta más cualquier falta de reverencia que Ford pueda manifestar hacia Bolaño. La literatura de EE.UU tiene muy poco de provincial. Un buen ejemplo es Virginia, un estado particularmente retrógrado en lo cultural y cuya universidad pública sin embargo edita una de las mejores revistas literarias del país, el Virginia Quarterly Review. En sus páginas apareció recientemente la traducción al inglés de Bonsái de Zambra. Por lo demás, si bien se estima que apenas el 3% de los libros que se publican anualmente en inglés son traducciones, numéricamente es bastante más de lo que cualquier persona va a leer en su vida. Si vamos a hablar de literatura provincial, qué mejor ejemplo que las letras chilenas, cuya envergadura le permite a duras penas proyectarse regionalmente (basta comparar nuestra anémica producción con lo que ha pasado en la última década en Perú o bien con la tradicional vitalidad de la literatura argentina). ¿O acaso alguien ha leído la traducción al inglés de Palomita Blanca? Después de todo, si alguien inventó el ninguneo a Bolaño fueron autores como Jorge Edwards, quienes miran con condescendencia la adoración que le guardan escritores más jóvenes y sólo a regañadientes lo aceptan en el club, más por el peso de la evidencia que por un deseo de cederle un lugar en el pedestal que ellos mismos se erigieron. Todo ello sin mencionar el ninguneo a nivel regional, partiendo por un Carlos Fuentes que hace poco comentara cómo ni siquiera ha leído a Bolaño.
Mauricio Salvador, orgulloso fan de la literatura norteamericana como lo prueba
The Art Of Fiction y la revista
Hermano Cerdo,
está de acuerdo con Baeza y agrega:
Si Zambra conociera un poco a Ford habría dudado dos veces antes de escribir eso. Sus opiniones, dice, son mezquinas y atarantadas. Yo creo que Ford está en todo su derecho de opinar lo que quiera sobre Bolaño. Lo que sucede es que Zambra vive en una especie de nuevo Mundo feliz en el que la crítica y las posiciones personales existen de verdad muy poco. Esta nueva edad dorada ha sido ensalzada por la marea de encuentros literarios y festivales, de antologías, etc., que han llevado a varios grupos de escritores a renunciar por completo a cualquier clase de crítica en nombre de la preciosa y conveniente amistad. Los escritores latinoamericanos se alaban a sí mismos y a sus amigos escritores con una facilidad que no cabe en alguien como Ford o Bolaño. A Zambra parece incomodarle que alguien ponga en entredicho la recepción de Bolaño como producto del vil marketing. No es tan raro, si lo piensan. Piensen en Bellatin, por ejemplo. Entre Ford y Zambra, veo más pagado de sí mismo a Zambra que al mismo Ford, cuya obra es grandiosa y que no ha lanzado frases envidiosas a su contemporáneo y amigo (y sin duda más famoso) Raymond Carver. Zambra escribe la defensa de Bolaño (él cree que necesita una defensa) en pago a la figura paterna de Bolaño, que abrió las puertas de muchos escritores latinoamericanos en Estados Unidos. Pero se olvida que en la literatura, como en todas las cosas, la gente puede pensar diferente sin por ello ser mezquino o envidioso. Pero los jóvenes escritores que se la viven en festivales, encuentros y antologías no comprenden esto o lo comprenden sintiéndose profundamente ofendidos si alguien opina negativamente de sus obras o de las de sus amigos
La última frase del post de Mauricio Salvador compete a este blog. Como prueba de la amistad y el supuesto pacto de no-agresión de la literatura latinoamericana, Salvador coloca este blog:
Chéquense el Moleskine Literario, por ejemplo, donde todo es feliz y hermoso.
¡Ay, amigo Salvador! Si realmente todo fuera tan feliz y hermoso como en este blog, el mundo no sería lo que es ahora. Nadie quiere un mundo sin conflicto. Sin conflicto, sin mentiras, sin mala onda, sin envidia, sin traición, sin agresión, sin dolor, no habría literatura. No habría Richard Ford, no habría Zambra. No habría
The Art of Fiction. No habría
Moleskine. Y sobre todo, no habría un escritor que escribe novelas "demasiado largas" como el extraordinario Roberto Bolaño. Felizmente, entonces, el mundo no es hermoso. Y felizmente hay tantos blogs dedicados a insultar agresiva, instintivamente, a todo escritor que pasa por el frente que
Moleskine puede covertirse en un refugio donde las ideas disímiles -como lo comprueba este post- pero no groseras encuentran un lugar.
Peace and Love. Todo OK. (P.D. Yo también amo a Pip y quiero que le den el Nóbel).
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