MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Egos revueltos

2.18.2010
Editores y agentes, cuidad a los caprichosos y frágiles escritores. Fuente: pixelada

En su libro de memorias Egos revueltos, además de contar historias de y con escritores, Juan Cruz trata de definir algunas de las labores no consideradas en el contrato de los editores (y los agentes literarios). Una de ellas, dice, es de asistentes (de las megaestrellas, porque a los que venden poco no les dan a veces ni los saludos navideños). Dice por ejemplo:

El editor como farmacia de guardia. Los editores son, sobre todo, acompañantes. Ésa es una de las tesis mayores de Egos revueltos. "El autor necesita auxilio, y aunque no lo pida, tú se lo has de dar; ser editor, además de conducir de la mejor manera posible las ideas que están detrás de los libros, es también ser farmacia de guardia, médico de guardia, estanco de guardia, dentista de guardia, periódico de guardia, comisaría de guardia y hasta salvavidas de guardia; al menos has de estar dispuesto a serlo". Las peticiones de un autor no admiten demora, ya necesite compañía para ir al baño (Borges) o para dormir (Cela), un dentista (John Berger), un oculista (Paul Bowles), un fisioterapeuta (Vargas Llosa, Azcona) o un helicóptero de madrugada (Carmen Balcells para sacar a Nélida Piñon de un atasco provocado por la nieve). Una novela de aventuras, vamos. A veces dictada por Kafka. Escrita a veces por Groucho Marx. O por Torrente Ballester, que en la presentación de Vigilia del almirante, de Roa Bastos, le dice a Juan Cruz por lo bajo antes de tomar la palabra: "Qué novela tan mala". A lo que el entonces editor responde: "Don Gonzalo, pero usted no lo diga".

Por mi parte, lo mejor que ha hecho un agente literario por mí fue llevarme a ver los bichitos de luz en la oscuridad el primer día de este año. Imposible olvidarlo. Jamás.

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Federico Jeanmaire, Premio Clarín

10.28.2009
Federico Jeanmaire ganador. Foto. Roberto Ruíz. Fuente: revistañ

Federico Jeanmaire sabe lo que es ser premiado y sabe lo que es ser publicado. Luego de varios premios y catorce libros publicados, el narrador argentino de 52 años ayer consiguió la nueva edición del Premio Clarín de Novela con Más liviano que el aire. Fue su noche. Ganó 100,000 pesos, un trofeo, elogios del jurado (Rosa Montero, Juan Cruz y José Saramgo) y un piropo anónimo. La novela será publicada por Alfaguara y Clarín. Dice la nota:

Vestido informalmente, el hombre de la voz baja y las palabras duras caminó con calma hacia el escenario del Malba para recibir el 12o Premio Clarín de Novela, para recibir lo que desde hacía unos instantes ya era su premio. "Es difícil hablar ahora, en realidad es difícil hablar siempre", decía Federico Jeanmaire, que con su novela Más liviano que el aire, una historia marcada por la violencia puesta en boca de una anciana de 95 años, ganó uno de los premios literarios más importantes de hispanoamérica. Además, como se encargó de subrayar la jurado Rosa Montero, Jeanmaire fue el primer hombre en ganar el premio tras varias ediciones dominadas por mujeres. "Ya estábamos pensando en asignarles un cupo", bromeó la española. (...) El jurado integrado por el Premio Nobel José Saramago, la española Rosa Montero, el periodista Juan Cruz y el novelista Pablo de Santis, que coincidieron en que esta edición superó en calidad a todas las anteriores e incluso agregaron una tercera mención entre los libros finalistas, hicieron saber su dictamen: la tercera mención fue para Enrique Mario Papatino por "La fantasía bajo sospecha", la segunda para el español Juan Muñoz por "El doliente" y la primera para "El río", de Déborah Beatriz Mundani. Finalmente, fue el turno para que Jean Marie subiera al escenario y levantara la estatuilla como un jugador de fútbol. Su libro, calificado como una tragicomedia negra, "desternillante y atroz", será su decimoquinto libro publicado. "Escribir -contaba después de las fotos de rigor-, a fuerza de estar solos imaginando cosas, te lleva a darte cuenta de que en realidad te importan muy cosas en la vida, cosas que llevamos a los libros. A mí, lo que me interesa es lo solos que vivimos todos y los difícil que nos resulta comunicarnos, y que es esa soledad la que termina por generar violencia", contaba el flamante ganador del Premio Clarín de novela. En el Malba, todos las miradas y elogios eran para Jeanmaire. Según Saramago, su obra demuestra una "gran maestría narrativa". Para Rosa Montero, su libro "parte de una situación originalísima y el tenderete armado no se cae nunca". Sin embargo, entre todos los elogios que oía hubo uno solo que a Jeanmaire le sacó los colores: un grito anónimo, de una dama ubicado en un rincón de la sala , que le decía "¡Jean Marie, estás bueno!". Está visto que a este hombre, anoche, le salían todas.

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Juan Goytisolo en Formentor

9.25.2009
Juan Goytisolo. Fuente: diario de mallorca

Autores como José Saramago, Félix de Azúa, Juan Cruz, Rodrigo Rey Rosas, Santiago Roncagliolo y Juan Goytisolo son los invitados a estas II Jornadas de Literatura Formentor que, después de décadas, se realizan en la localidad de Mallorca y que recuerdan el éxito de la I Jornada (que originó además un premio internacional llamado Formentor, como el hotel que los alberga). Juan Goytisolo, que estuvo presente en la primera jornada, inaugura hoy esta nueva versión diciendo... bueno, en realidad diciendo lo mismo que ha dicho siempre. Nada nuevo bajo el sol. Dice:

Una novela de interés es "aquella que diga algo distinto a lo que estamos acostumbrados" porque los tiempos cambian y "la tradición novelesca también" y "si no se crea un lenguaje nuevo, escribir no tiene el menor interés (...) Esta ruptura anunciada por el escritor "será brutal" en el mundo literario porque, además de cambiar los soportes de lectura, también se transformará el "mundo imaginativo" de los jóvenes escritores, en referencia al "nuevo mundo audiovisual global". Goytisolo, que se gana la vida "para escribir" y no escribe "para ganarse la vida", también se ha referido a la actual sociedad al concluir que "todo se ha convertido en espectáculo y lo que cuenta es la visibilidad y no la calidad". Aún así, ha explicado que "hay que tener paciencia y heroísmo para apostar por la literatura" y, a su juicio, sí existen jóvenes novelistas que "apuestan por la literatura y que están escribiendo heroicamente". La visión de ambos escritores es unánime: "se deberá hacer un lenguaje nuevo", pero "pasarán años" hasta que nazca una "gran obra" que plasme los nuevos cánones, ha explicado Azúa.

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Murió Idea Vilariño

4.30.2009
Idea Vilariño. Fuente: elpaís

Mientras todos estábamos pendientes de la salud de Mario Benedetti, la poeta uruguaya Idea Vilariño se fue despacito y murió hace unos días en Montevideo tras una operación de emergencia. Tenía 87 años y fue una de las esposas del gran Juan Carlos Onetti. Juan Cruz está en la Feria del Libro de Buenos Aires y cuenta cómo se vive por allá la partidade Idea:

Llevaron a Idea, en su último viaje, al viejo y elegante edificio de la Universidad, y allá arriba estaba su féretro, antes del sepelio, ante un grupo cada vez más numeroso de montevideanos que en vida la veían aparecer y desaparecer como una sombra cuya literatura marcó una generación, la de 1945, de la que formaron gente como ella, Emir Rodríguez Monegal y Mario Benedetti. Precisamente el martes se iba a celebrar un homenaje a Benedetti, en Madrid (donde sí se celebró) y en Montevideo, en el Centro Cultural de España. Éste se suspendió. Su promotora, Hortensia Campanella, autora de la última biografía de Mario, que está entre los libros requeridos de la feria (editado acá por Planeta, en España por Alfaguara), decidió que no era en absoluto el momento de ninguna algarabía. El silencio iba a ser ya homenaje a Idea. Y el silencio lo iba a romper con canciones Daniel Viglietti, amigo de Mario, uno de los mitos vivos de la canción de autor en España y en América Latina. Iba a cantar los versos de Mario, pero no se pudo; le vimos entre los primeros que llegaron a rendir homenaje de despedida a Idea, y lo vimos preocupado hondamente por la salud de Benedetti, que reposaba, grave, debatiéndose entre su fuerza y su melancolía, en la cama del hospital Impasa. Nosotros estuvimos en el hospital. Los médicos son cautos, dan partes médicos cada mediodía, y de sus partes sólo se deduce que el paciente sufre. Ha sufrido mucho, sufrió el exilio, la melancolía, la enfermedad traidora del asma, y ahora sufre en una cama de hospital; muchas otras veces estuvo hospitalizado, en Madrid, en Montevideo; sus 88 años están ahora acosados también por esa cifra. La gente contiene la respiración, como si le intentaran ayudar a que siga respirando, y haciendo que otros canten. Viglietti estaba muy emocionado: él también cantó a Idea, y a Idea la cantaron muchos (...) donde ella brilla con su luz más honda, y más opaca, es en ese breve poemario, No, que se editó por última vez como libro solo en 1987 y que ahora es bastante inencontrable; en ese poema chiquito, acaso como la propia voluntad de permanecer de la poetisa, es el que contiene el siguiente epitafio: "No abusar de palabras/ no prestarle/ demasiada atención./ Fue simplemente que/ la cosa se acabó./ ¿Yo me acabé?/ Una fuerza/ una pasión honesta y unas ganas/ unas vulgares ganas/ de seguir./ Fue simplemente eso". La mujer de esos versos se extinguió; sus versos siguen. Y la cultura literaria en español contuvo la respiración, en la feria, en los estudios de los poetas. "Inútil decir más", dicen los dos últimos versos de No, "Nombrar alcanza". Como si estuviera tachando, Idea construyó versos para desaparecer. Por eso quedan. Eso decían los que le escribían cuando ella les anunciaba que quemaba la pluma. Cuando dejamos Montevideo, la tranquila placidez de la ciudad parecía también uno de los poemas cuando aún compartía la riña y la melancolía con Juan Carlos Onetti.

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En recuerdo de Cortázar

2.12.2009
Julio Cortazar en famosa foto de Gisele Freund (Nina Bescow Agency)

Muchas son las páginas dedicadas hoy a Julio Cortázar. Para mí, en medio de esos abuelos o padres que representan los autores del boom literario, Julio Cortázar siempre fue una especie de tío alegre, divertido y completamente loco. Aquel que me guiñaba el ojo cuando hacía algo mal, el que me compraba helados en la esquina, el que le decía a mi madre que me iba a llevar al colegio y terminábamos en el box, el que me prestaba sus discos de jazz, el que se sentaba conmigo en un parque o en mi cuarto y empezaba a contarme historias alucinantes, inverosímiles, que me obligaban a jugar con mi imaginación. El tío entrañable a quien le guardo una infinita ternura y un enorme agradecimiento. 25 años no es demasiado tiempo para olvidarlo. Más allá de la discusión sobre si era o no un buen novelista (yo creo que algunas de sus páginas son geniales y que, en realidad, fue un inconforme radical como todo buen novelista), o sobre su actitud política, sus obras prescindibles al final de su vida, sus cuentos impecables o su mala poesía, Cortázar era un escritor auténtico, un hombre que sufría de literatosis, un auténtico creador de ficciones.

Algunas cosas que he leído hoy me han conmovido. Por ejemplo, este recuerdo de sus últimos días contado por Juan Cruz:

Poco antes de morir, y murió tal día como hoy hace 25 años, en París, Julio Cortázar hizo un viaje por España, poseído por la melancolía desconsolada producida por la muerte de su última mujer, Carol Dunlop; estuvo con amigos suyos (Mario Muchnick, entre otros) en Segovia, fue abordado por guardias civiles que querían su autógrafo, y pasó por Madrid y Barcelona. En Barcelona tuvo un encuentro que él contó luego en una de las últimas entrevistas que dio, a The Paris Review. En esa anécdota cabemos todos los que leímos Rayuela. Era una novela de amor, de aventuras, un caleidoscopio feliz y un puñetazo en el hígado "Pobre Oliveira, che. Qué lástima me dio encontrármelo de nuevo y qué tipo formidable es". Contaba en esa entrevista Cortázar que en el barrio gótico de la Ciudad Condal se había detenido a escuchar un concierto de una joven que cantaba como Joan Baez. Escondido en la oscuridad de la calle, harto de que le abordaran para tener su autógrafo, este hombre de casi dos metros se vio asaltado por un joven que le ofreció una torta.
-Julio, toma un pedazo, le dijo el chico.
Cortázar se hizo a un lado; era, desde que fue un chiquillo, un hombre tímido; no le gustaban las fiestas ni los saraos literarios; por no estar en ningún sitio fijo fue capaz (con Aurora Bernárdez, su primera mujer, su viuda) de renunciar incluso a los empleos fijos. Así que allí estaba, en Barcelona, tímido siempre, y enfermo, escuchando a una chica que cantaba como Joan Baez, y deseando desaparecer del camino del joven que le ofrecía el pastel. Hasta que se convenció de que debía tomarlo. Y le dijo al chico:
-Muchas gracias por acercarte y convidarme.
Fue entonces cuando el joven le dijo a Julio Cortázar lo que muchos de los que leímos Rayuela (y los cuentos, y los cronopios, y Los premios, y 62 Modelo para armar) le hubiéramos dicho en ese sitio o en el limbo si existiera y fuera el sitio donde ahora estuviera mirando:
-Pero, escucha, te di muy poco comparado con lo que tú me diste a mí.
Julio le dijo: "No digas eso, no digas eso", y le comentó después a quien le hizo esta entrevista (Jason Weis), quizá la penúltima: "Y nos abrazamos y él se alejó. Bien, cosas como éstas son las mejores recompensas de mi trabajo como escritor. Que un muchacho o una chica se acerquen a hablarme y a ofrecerme un pedazo de torta, es maravilloso. Así vale la pena el trabajo de escribir".

Desde luego, algunos escritores argentinos han comentado la ausencia de don Julio. En Página12, por ejemplo, entrevistan a Mario Goloboff, Luisa Valenzuela y Florencia Abatte. Y en ADN Cultura, Eduardo Berti defiende a Julio Cortázar como un revolucionario de la técnica novelística. Además de un especial multimedia titulado 25 años sin Cortázar.

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Marsé conversa con Juan Cruz

12.21.2008
Juan Marsé. Foto: Caterina Barjau/ el país

En una conversación, a manera de balance, con Juan Cruz, el flamante premio Cervantes Juan Marsé habla de política local pero también de literatura. Comenta, por ejemplo, una anécdota sobre la censura a su libro (uno de los mejores que le he leído) Si te dicen que caí:

Una estudiante americana que preparaba una tesis sobre la censura en España se metió en los archivos y encontró cosas muy curiosas. Al final del informe sobre Si te dicen que caí, el censor decía algo así como: "Si quitamos que salen maricones y gente de malvivir y prostitutas, si quitamos todo eso, todavía sería una porquería la novela". Para que quedara claro, ¿no?

La frase es genial, me he reído mucho. Pero luego me ha tocado sorprenderme mucho con lo que cuenta Marsé sobre su historia familiar:

Mi madre adoptiva había tenido un bebé muerto, y el médico le había dicho que no podía tener más hijos. Y mi madre había muerto. Mi padre me dio en adopción a esa señora. Ella salía con su marido de la clínica, pararon un taxi, y ahí iba mi padre, que la oyó llorar. Supo la historia, y les dijo: "A mí me ha pasado lo contrario. Perdí a mi esposa y tengo un niño de días. Y no sé qué hacer, porque además tengo otra niña de cinco años". Esa historia, según mi hermanastra Regina, no es cierta, mi madre se la inventó. Siempre he estado a favor de esa historia, me gusta porque parece sacada de una novela de Dickens. Pero Cuenca no ha encontrado en ninguna clínica ni en el Registro Civil constancia de ese niño muerto... Podían ser fantasías de mi madre, y mi madre adoptiva, Berta, tenía una fantasía extraordinaria (...) Yo tendría nueve años. Íbamos por la calle y una vecina le dijo a mi abuela paterna: "¡Qué niño más guapo! Se ve que no es un Marsé, porque no se parece en nada ni a su padre ni a su madre". Le pregunté a la abuela y ella empezó a contarme...; decía que había otros padres míos, pero que eso me lo comentaría mi madre, "porque ella prometió decírtelo cuando tuvieras 10 años". Eso precipitó la confesión de mi madre. Pero entonces yo me acoracé, no quería tener más padres, ya estaba bien con los que tenía. Y después tomé una actitud de indiferencia, de que aquello me resbalaba. Y mi padre adoptivo nunca me comentó nada. Cuando fui ya mayorcito, Regina empezó a contarme cosas de mi padre biológico... Pero yo estaba tan bien con aquellos padres, que decidí que aquéllos eran mis padres y punto.

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Empezó la 22 FIL Guadalajara

11.30.2008
Pabellón de Italia, país Invitado de honor en la edición 22 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara © Cortesía FIL Guadalajara / Joaquín Rúa


Bueno, ya comenté que Lobo Antunes fue el ganador del premio antes conocido como Juan Rulfo, y ahora a las Lenguas Romances. Ahora toca decir que ayer empezó formalmente (coincidiendo con la inauguración de la Feria del Libro de Miraflores) la 22 FIL Guadalajara, una de las más importantes del continente y la única (que yo sepa) que ha logrado equilibrar el tema comercial (venta de derechos) con el de las mesas redondas y las ofertas de libros. Podrán seguirla completamente en su página web. Este año, Italia es el País Invitado de Honor, aunque no con sus principales estrellas como ya lo he comentado antes. El diario "El País" le dedica un amplio espacio en su edición cultural de hoy. Dice Pablo Ordaz en su artículo:

Desde hace dos días no dejan de llegar aviones llenos. De escritores que apenas lo son y de otros que ya no se bajarán jamás de la memoria de los lectores. El primero en aparecer, muy de mañana, fue Gabriel García Márquez. Ya de noche, un niño de apenas seis años le pidió que se parara para hacerle una fotografía con el teléfono móvil de su madre. El escritor -cansado después de un día de demasiado ajetreo para sus 81 años- no sólo se paró, sino que se agachó, le regaló una mueca divertida, se interesó por el resultado del retrato y después revolvió el pelo del crío que sonreía feliz. La Feria Internacional del Libro de Guadalajara que se inauguró ayer es el mayor acontecimiento de la literatura en español, pero también -o sobre todo- es una fiesta, un lugar de encuentro entre un premio Nobel y un chaval, contagiados los dos por la energía de una ciudad y de un país que se agarran a la literatura como salvoconducto a un futuro menos terrible que el presente. Hay un libro sobre el despacho de Nubia Macías, la directora de la feria. Tiene 206 páginas. Es un catálogo, sólo un catálogo. Pero lo que trae dentro es la promesa de una semana inolvidable para cualquier aficionado a la aventura de leer. Hasta el 7 de diciembre, y sobre un escenario de 4.000 metros cuadrados, los que escriben los libros compartirán con quienes los leen -en un cuerpo a cuerpo que no se produce en ninguna otra feria- su pasión por la literatura. De esa refriega gozosa no escapará ni Carlos Fuentes -agasajado en su 80 cumpleaños- ni António Lobo Antunes ni Ken Follet ni Carlos Monsiváis... Mil jóvenes se sentarán frente a John Boyne -autor de El niño con el pijama de rayas- y le preguntarán por su manera de contar el Holocausto

También Juan Cruz, presente como todos los años en la FIL Gudalajara, hace una nota sobre lo que está pasando ahora en la tierra de Juan Rulfo y el estupendo JJ Arreola. Por otra parte, Esther Morillas y Justo Navarro explican las claves de la literatura italiana contemporánea a raíz de su presencia en la FIL Guadalajara.

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Raquel Robles, premio Clarín

10.29.2008
Alberto Manguel, Raquel Robles y Juan Cruz. Fuente: revista Ñ

Yo no sé si Raquel Robles es demasiado cabalística y supersticiosa o, por el contrario, absolutamente descreída. Pero algo hay detrás de enviar una novela al Premio Clarín de Novela titulada justamente Perder. Y lo ganó. La nota en Revista Ñ:

A las nueve y media en punto, la locutora de TN María Areces develó, junto a Juan Miceli, su partenaire en la conducción de la ceremonia, el misterio que había transformado al auditorio del Malba en una masa silenciosa. "La novela ganadora se llama Perder y la autora es Raquel Robles", dijo. En ese momento explotó un griterío emocionado provocado por los amigos que acompañaban a Robles (quien se presentó al concurso con el seudónimo de Venecia Pasatir) a la fiesta. Emocionada hasta el llanto, la autora se arrimó al escenario donde fue saludada por Ricardo Kirschbaum, editor general de Clarín; Juan Bedoian, editor responsable de la revista de cultura Ñ y los miembros del jurado Juan Cruz Ruiz y Alberto Manguel. La novela ganadora será editada por el sello Clarín-Alfaguara. Robles además recibirá cien mil pesos de premio. La obra narra con delicadeza el duelo de una madre que perdió a su hijo de cinco años y todo el proceso que lleva a su recuperación emocional. (...) La novela Perder narra el duelo de una madre que ha perdido a su pequeño hijo en un accidente automovilístico. "Es una novela que raya con una uña en lo que significa perder para ganar. Hace una excursión sentimental muy honda, es un libro que se adentra en la memoria del dolor y por tanto en lo que es la literatura", explicó el escritor y periodista Juan Cruz, en representación del jurado que integró junto a Alberto Maguel, Rosa Montero y José Saramago, como presidente honorario.

El Premio Clarín de novela ha tenido estupendos ganadores, como Pedrito Mairal con Una noche con Sabrina Love y Leopoldo Brizuela con Inglaterra, una fábula, dos obras premiadas que he leído con admiración.

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Si Mordzinski fuera norteamericano...

7.25.2008
Daniel Mordzinski y Juan Cruz en Cartagena. Foto: Bogota39 fotolog/ Iván Thays bajo producción de Daniel Mordzinski.

Gran homenaje es el que le brinda Juan Cruz a Daniel Mordzinski en su blog, actualizado constantemente, en El País. Imposible no estar de acuerdo con Juan. Dice:
Si Mordzinsky fuera norteamericano hoy abriría las páginas de los periódicos y los telediarios, y habría colas, e incluso el ministro de Cultura hubiera acudido anoche a la Casa de América a celebrar uno de los grandes esfuerzos gráficos de nuestra historia cultural. Ahí está, concentrada, la historia humana de la cultura literaria iberoamericana, desde Borges o Paz hasta Roncagliolo o Vasquez, pasando por Vila Matas o Mario Benedetti o Bioy Casares. No son fotos casuales, sacadas con el fotomatón del aficionado a la literatura que colecciona rostros o autógrafos; es un trabajo detenido, psicológico, como los buenos trabajos de fotografía, y es el resultado de un esfuerzo ingente, raro en nuestro tiempo, porque tiene un objetivo, y su naturaleza es generosa. Ha hecho las fotos porque sí, se ha reunido con los autores en hoteles, en pasadizos, en playas, en cualquier lugar del mundo; lo ha hecho casi sin ser notado, y lo ha hecho lentamente, como si estuviera en la cocina de un alquimista, y ahora ahí están las fotos y el catálogo, mostrando un inteligente fresco de un periodo muy fecundo de la literatura de las dos orillas. Me ha impresionado el resultado del esfuerzo, y me produce melancolía constatar que si Mordzinsky fuera norteamericano, por ejemplo, hoy abriría los telediarios y los periódicos perderían el culo por buscarle para que contara su hazaña. Pero es argentino, demasiado nuestro para ser verdad.

Aunque, pensándolo bien, si Mordzinski fuera norteamericano y no el argentino loco y adorable que es, no sería Mordzinski y sus fotos (sus "capturas" propiamente dicho) no saldrían tan estupendas. Mejor así, nomás, Daniel.

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Pérez Reverte lecciones

6.18.2008
Arturo Pérez Reverte conferenciando. Fuente: efe/ adn cultura

El tercer y último maestro invitado a Santillana del Mar fue Arturo Pérez Reverte, quien en un discurso titulado "La mochila de Jim Hawkins" donde, fiel a su estilo, aprovechó para lanzar algunas puyas a los críticos literarios y a algunos colegas. Así lo resume EFE:

Ante numerosos críticos literarios, escritores y expertos, el novelista arremetió contra quienes se dedican al "lado solemne de la literatura" y contra los críticos que "viven del cuento de contar no cómo son , sino cómo deberían ser los libros que escriben otros". "Esos libros que ellos, naturalmente, escribirían con suma facilidad, si quisieran. Lo que pasa es que no quieren", apostilló el escritor, quien al comienzo de su trayectoria literaria fue maltratado por parte de la crítica española. La cosa cambió cuando Pérez-Reverte, cuya obra está traducida a 35 idiomas, empezó a ganar numerosos premios en el extranjero, como el que le acaban de dar en Italia a la mejor novela extranjera por "El pintor de batallas". En su discurso, titulado "La mochila de Jim Hawkins", criticó también a aquellos que sólo consideran válida "la literatura difícil y minoritaria" y, fiel a su "costumbre de hacer amigos", lanzó dardos contra "los creadores de opinión literaria", los "parásitos iletrados" y "cagatintas analfabetos" cuya memoria "empieza ayer por la tarde. Los que no se manejan más que de Cortázar para acá".

En una suerte de respuesta a Vargas Llosa, quien mencionó el compromiso del escritor, él declaró que no pretende ser un referente moral y su único compromiso era con "escribir una historia eficaz" y dio una lista de autores que considera sus "maestros": Stendhal, Homero, Conrad, Dickens, Virgilio, Dumas, Mann, Conan Doyle, Dostoievsky, Stevenson, e incluso autores considerados best sellers como Agatha Christie y John le Carré. Y es que la conferencia estuvo dirigida a desmarcarse de los autores que considera "difíciles" o incluso experimentales, considerando que le debe "más a Homero que a Joyce, a Dumas o a Balzac que a Faulkner; a Quevedo, Cervantes, Clarín o Dostoievski que a Cortázar o a Ferlosio". Por supuesto, Juan Cruz también ha hecho un resumen de la presentación.

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Javier Marías lección

6.17.2008
Javier Marías. Fuente: elpaís

Sigue el encuentro "Lecciones y maestros" en Santillana del Mar. Ayer se presentó Vargas Llosa, quien además de escuchar anécdotas de su vida dijo que él aún cree en la literatura comprometida, y hoy le tocó a Javier Marías. Marías, quien se presentó con un pin de Willian Shakespeare según contó Juan Cruz, habló de aquellas verdades que, para tener sentido, deben pasar por el filtro de la ficción. Y también comentó acerca de cómo lo anecdótico se puede convertir, en virtud a su autor, en una contingencia plena de sentido. En ese sentido, habló de su familia y de una curiosa maldición que terminó cumpliéndose en su obra:
(...) recordó una historia familiar que ha relatado en algunos de sus libros, la de una maldición que recibió un bisabuelo suyo en Cuba y que en un principio se vio como "una anécdota para contar a la hora del almuerzo" que "mereció ser contada porque parecía ficción". Sin embargo, con el tiempo ésta se acabó cumpliendo y Marías la utilizó en sus libros, en los que, indicó, en ocasiones hay detalles que cobran sentido cuando avanza el relato, "como aquella maldición que acasó se inventó para amenizar un almuerzo" su bisabuelo. Así, manifestó que "a veces en la literatura como en la vida no se sabe qué es parte de una historia hasta que la historia se forja a sí misma y está completa y terminada". Al respecto, detalló que sus escritos "están llenos de episodios y anécdotas" que "no parecen tener una función específica", pero que más adelante "reaparecen y resultan ser no tan anecdóticas". Marías confesó que escribe "con brújula y no con mapa". Es decir, "si conociera de antemano la entera historia que me dispongo a contar, si la tuviera íntegra en la cabeza antes de ponerme a escribir, lo más probable es que ni siquiera me molestara en escribirla", expresó, ya que "si lo supiera todo desde el principio, ¿qué gracia tiene ponerlo sobre el papel si no voy a averiguar nada?", se preguntó

Juan Cruz, presente en Santillana, comentó acerca de la presentación de Marías:
Marías escribe con brújula, y no con mapa; eso dijo ayer. Por eso sorprende (porque no usa mapas, porque usa brújula) como ha sido capaz de escribir esa larga novela Tu rostro mañana, como si la estuviera oyendo, y como si la estuviera oyendo con el lector. Decía Vargas Llosa en la sesión inaugural de estos coloquios que contar bien una historia es acortar la distancia entre la historia y el lector; Marías dijo algo parecido, y añadió algo que subraya también los prefijos con los que se conecta Vargas Llosa a la literatura: el dominio libérrimo del tiempo. Escuchando ayer a Javer Marías, vestido y desnudándose, sobre el escenario de la Torre de Don Borja, es obvio que, como los grandes poetas, tiene dentro una caja de música que no deja que nada se le pierda por el camino. Nada de lo que a él le da la gana, porque la realidad, esa puta mentirosa, no es capaz de doblarle el brazo.

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Vargas Llosa y la mujer desnuda

6.16.2008
La seducción. Fuente: milomanara sildavia

Juan Cruz está presente en la bella Santillana del Mar para la jornada "Lecciones y maestros" que reunirá en esta segunda ocasíón a Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez Reverte y Javier Marías. La jornada se inauguró con la lección de Vargas Llosa que fue complementada con un ronda de anécdotas moderadas por Basilio Baltasar y narradas por Peter Landelius (traductor al sueco de VLL), Juan José Armas Marcelo y José Miguel Oviedo. Armas Marcelo recordó ahí una curiosa anécdota de Vargas Llosa y una mujer desnuda:

Armas Marcelo, que escribió una biografía literaria del escritor de La ciudad y los perros, contó una anécdota que completa el mito (basado en la realidad) del trabajo incesante a que se somete Vargas Llosa a la hora de cumplir con su vocación literaria. Dice Armas Marcelo que escribe Carlos Barral que éste le fue a visitar a París, cuando ya Mario había escrito La ciudad y los perros; sonaba la máquina de escribir, y era Vargas Llosa en medio del silencio de la casa, mientras Barral dormitaba. Hasta que sonó el timbre de la puerta, entró seguramente una mujer, y al cabo de unos minutos volvió a sonar la máquina, que paró tan solo para que se oyera la voz de Mario diciendo: "¡Qué haces desnuda, que te vas a enfriar!". Y luego volvió a sonar la máquina. Lo de Neruda es verdad, Mario recuerda haber contado eso; alguien contó luego que Barral escribió esa anécdota para cumplir con el deber de un editor de crear una mitología en torno a un autor que estaba naciendo.

Debo decir que, aunque Mario Vargas Llosa niegue la anécdota, quienes conocen su impresionante dedicación para escribir siguiendo horarios establecidos previamente (lo que no es un mito) seguro pueden creerla más que verosímil.

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Juan Cruz con Capote

5.07.2008
Juan Cruz en Buenos Aires. Fuente: revista ñ

Juan Cruz se encuentra en la Feria del Libro de Buenos Aires, cubriendo el evento y comentando en su blog el día a día, y la revista Ñ aprovechó para entrevistarlo. La respuesta sobre por qué el título de su novela última (Ojalá octubre, editada por Alfaguara) está basada en Truman Capote no tiene pierde:
Muchos me han preguntado por qué incluyo a Capote. A lo largo de mi experiencia como editor, he conocido de cerca algunas actitudes de los escritores. Y la que más me ha sorprendido siempre es cómo muchos de ellos, que en lo que escriben se han impuesto la obligación moral de ser nobles, e incluso sencillos, luego, en el trato personal, tienden a caer en la megalomanía. Y, por otra parte, este libro trata de una persona humilde, que era mi padre, al que humillaban. Me veo muy reflejado en mi padre cuando me siento humillado: es un sentimiento que como periodista y editor he padecido muchas veces, cuando he tenido que hacer cosas que no me gustaban y me decía: "Esto también se lo imponían a mi padre". A los humilladores los simbolizo en Capote, quien era capaz de llamarte de madrugada para insultarte y exigirte cosas. Aparece también porque leyendo un volumen de sus cartas, descubrí que él tenía una obsesión con la felicidad similar a la que tenía mi padre, a la que yo tengo: ¿Qué es la felicidad? ¿Cómo apresarla?

Por otra parte, en su blog Juan Cruz se refiere a la polémica que siguió a las declaraciones de Wolfe sobre la muerte de la novela:
Suele decirse que se ha muerto la novela al menos desde que Miguel de Cervantes escribió el Quijote. Yo me imagino qué pasaría en el sector del mueble si un fabricante de sillas saliera en un congreso de madereros a decir: "Señores, se acabó el tiempo de la silla. Ahora habrá que sentarse en otro dispositivo". Pues se armaría una bastante gorda. La novela está viva, o muerta, según si la novela te gusta o no, y no parece que el autor, o los autores, sean los mejores médicos para diagnosticar esa, digamos, enfermedad. La novela no es una enfermedad terminal, ni siquiera es una enfermedad o, en sentido estricto, una salud. La novela es una cosa, si me apuran es casi tan solo una cosa, que de vez en cuando se manifiesta y dice: "Oye, que soy Cien años de soledad". O que va y dice: "Oye, que soy La Región más transparente, o La ciudad y los perros, o Rayuela, o Tres tristes tigres, o soy El obsceno pájaro de la noche", y los que hasta ese momento se reunían en las esquinas húmedas de los bares se quedan callados hasta que pasa algún tiempo y uno, vestido de traje y corbata, alza la voz otra vez y dice: "Ha muerto la novela". Puede ser Tom Wiolfe o quien quiera, pero le vendría bien ponerse a escribir una buena novela para que alguien susurre, nada más ver entrar la novela que haya hecho: "Oye, tío, que soy La hoguera de las vanidades". Pero decir que la novela se ha muerto es más viejo que la tos y más aburrido que una discusión literaria en la que se aburran también los contendientes. ¿O no?

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Rowling y la muerte

2.08.2008
J.K. Rowling. Foto: J P Maclet. Fuente: elpaís

¿Tiene fobia social JK Rowling? ¿O simplemente está harta? La más mediática de las escritoras del mundo se confiesa una mujer melancólica, dice que odia el ruido de las campañas de marketing y ama la soledad. La larga entrevista la hace Juan Cruz, en exclusiva para El País, quien confiesa que le llevó un queso asturiano a la escritora para aligerar sus defensas. Lo que consigue es hacerla hablar sobre la muerte como si fuera una Pizarnik:

P. Es curioso, a veces en Harry Potter, sobre todo en las últimas entregas, hay un grado de melancolía, y de soledad, que recuerda a Fitzgerald.
R. Indudablemente. Es la melancolía que nace de una pesadumbre. Y Scott Fitzgerald tuvo dos pesadumbres: la pesadumbre de su talento y su necesidad de crear y la pesadumbre de su vida privada, que era catastrófica. Esas dos pesadumbres son suficientes como para llevar al alcoholismo a cualquiera.
P. Esas pesadumbres pueden venir de esa época entre la infancia y la adolescencia, cuando llegan los fantasmas y se quedan contigo para siempre.
R. Sí, creo que los adolescentes están muy cercanos a la muerte. Sienten que se les presiona tanto que, para ellos, la muerte está a un paso. Son personas muy frágiles. En Gran Bretaña hay una cultura de miedo hacia los adolescentes, hacia la juventud en general. Y no debería ser así. Tendríamos que estar protegiéndoles en lugar de protegernos de ellos.
P. Habla de la muerte. En los libros seis y siete de Harry Potter la muerte aparece no sólo como palabra o pensamiento, sino como una posibilidad, una evidencia y una realidad.
R. El plan siempre fue ése, que la muerte apareciera ahí. Desde que era niño hasta el capítulo 34 del séptimo libro, a Harry se le exige ser un hombre mayor en cuanto que se le obliga a que asuma la inevitabilidad de su propia muerte. El plan [de la serie de novelas] era que él debía tener contacto con la muerte, y con la experiencia de la muerte. Y siempre fue Harry, solo, el que debería tener esa experiencia. Todo me lo planteé a conciencia, porque el héroe tiene que vivir cosas, hacer cosas, ver cosas por su cuenta. Es parte de ese aislamiento y de esa melancolía que conlleva ser un héroe.
P. Ese capítulo 34 ["Tumbado boca abajo, con la cara sobre la polvorienta alfombra del despacho donde una vez creyó estar aprendiendo los secretos de la victoria, Harry comprendió que no iba a sobrevivir"] suena al principio de Cien años de soledad, de García Márquez.
R. Es muy halagador.
P. Es un libro sobre la muerte, y obviamente sobre la soledad, como el suyo... El personaje de Cien años... acompaña a su abuelo a ver el hielo, y usted lleva a Harry a visitar la muerte...
R. Para mí ese capítulo es la clave de todos los libros. Todo, todo lo que he escrito, fue pensado para el preciso momento en que Harry se adentra en el bosque. Ése es el capítulo que yo había planificado durante 17 años. Ese momento es el corazón de todos los libros. Y para mí es el verdadero final de la historia. Aunque Harry sobrevive, de eso nunca hubo dudas, él llega a alcanzar ese estado único y muy raro que es aceptar su propia muerte. ¿Cuántas personas tienen la posibilidad de aceptar su muerte antes de morir?

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Marsé cabreado

1.07.2008
Joan Marsé. Foto: Marcel Li Saenz. Fuente: el país

En la entrevista que le hace Juan Cruz a Joan Marsé, quien acaba de cumplir 75 años, aparece el autor más cabreado que cuando Jaime Bayly quedó finalista del Planeta en que él fue jurado. Pero dice cosas interesantes, como que está escribiendo un libro sobre su adolescencia que tiene como título provisional Aquel muchacho, esta sombra y da algunos datillos sobre cómo eligió sus títulos que siempre se agradecen.

Dice sobre dar entrevistas y el "puto país": "Ahora Marsé tiene una edad contundente, 75 años, pero aún mantiene el aspecto de un adolescente cabreado; en este momento preciso, cabreado con los obispos (sus felicitaciones de año nuevo, de su puño y letra, son caricaturas en las que los obispos hacen eslóganes sobre el valor de sus hostias), y enfadado con la vida, con los achaques del tiempo, con "este puto país". "¿Setenta y cinco años? ¡Si nací con 75 años!". Ya no va a dar más entrevistas nunca, es una decisión. "A partir de ahora", dice, "no quiero conceder más entrevistas, ni sobre este puto país, ni mucho menos sobre els bisbes, cardenales y demás ralea".

Y sobre su nueva novela: "En lo que lleva escrito, realidad y ficción se van juntando, hasta dar de sí una novela de raíz autobiográfica, como muchas de las suyas. "¿Qué va a salir? Y yo qué sé, puede salir un churro o una merina. ¡Ni el título está decidido!". Ahora está feliz, escribiendo, si le sacas de ahí y le pones delante un cuestionario o un micrófono le desvías del objetivo que en este momento tiene su vida, que es redescubrir a aquel chico de entonces. Un título hermoso. "¿Tú crees? Es provisional". Siempre tuvo títulos buenos. "No te creas, muchos me los regalaron. Por ejemplo, Si te dicen que caí es de Jaime Gil de Biedma. Le dije: 'Voy a titularla Adiós, muchachos'. Me miró y me dijo: 'Me gusta, pero parece un tango'. Y me dio ése, Si te dicen que caí. Es curioso, ha salido una edición en Italia, y la han titulado así, en español, Adiós, muchachos". Y ahí está La oscura historia de la prima Montse, bellísimo. "¡Es de Carlos Barral!". Últimas tardes con Teresa sí será suyo. "Sí, ése sí, se me ocurrió en París, una tarde, cuando estaba empezando la novela, y así siguió, hasta el final. El que no es mío tampoco es Ronda del Guinardó. Le puse Rosita y el cadáver, y todos pusieron mala cara en Seix Barral, hasta que Mario Lacruz halló ése, que le va muy bien".

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Imre Kertész y el horror

1.02.2008
Imre Kertész. Fuente: el mundo

En el diario Página/12 se publica una entrevista de Juan Cruz al premio Nóbel húngaro Imre Kertész titulada “Es increíble la capacidad de hundirse del ser humano” ¡Si supieras, Imre! La nota dice que es un dálogo sobre "el arte y el horror".

Dice el autor: "Creo que aún hay cosas que están por develarse del siglo XX. Pero ocurrieron hechos sin precedentes en ese siglo, que son los regímenes totalitarios que existieron, el nazismo y el comunismo. Eso es algo que no podemos olvidar. No creo que sea posible superarlas, porque todo lo que pasó en el siglo XX ocurrió y sigue existiendo, está con nosotros, es nuestra memoria. Auschwitz, el Gulag... viven aún en los genes de la humanidad. Y las generaciones futuras seguirán llevando estos genes (...) Se ha desarrollado un patrón, y ese patrón existe en las mentes de la gente. Puede ocurrir de nuevo porque ya existe un modelo, un patrón. Antes de la última guerra, si a alguien se le hubiese ocurrido decir: vamos a construir un campamento de exterminio de judíos, la gente habría pensado de esa persona que era un enfermo mental. Antes de la guerra, esas cosas no habrían sido posibles. Pero hoy sí, hoy puede ocurrir, porque existe un precedente. Tanto el Holocausto como el nazismo ocurrieron en una cultura cristiana cuyos valores colapsaron. El que los valores se hubieran colapsado, como bien predijo Nietzsche hace tiempo, ¿es algo que ya viene predeterminado por la humanidad? ¿O tiene que ver con la incompatibilidad de los alemanes y los judíos?

También dijo: "Todas mis novelas tienen puntos de vista distintos sobre lo que pasó. Y es un tema recurrente. Nunca me lo planteo a priori. Es algo que sucede al escribir, está ahí, va viniendo. Escribo un párrafo y lo leo y me doy cuenta de que está mal, que lo tengo que reescribir. Tengo que aprender de mis errores. Y éste es el procedimiento que utilizo. El mundo ha cambiado, fíjese la cantidad de idiomas en los que nos vamos entendiendo, cuántas obras de arte no se hacen del horror que sucedió y que sucede. Cada persona entiende cosas diferentes. Ahí entra el artista, a hacer lo que le da la gana, a convertir en obra de arte incluso el dolor."

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Jorge Semprún entrevistado

12.16.2007
Jorge Semprún. Foto: Sophie Bassouls/Corbis. Fuente: geocities

Juan Cruz entrevista al exiliado español Jorge Semprún a raíz de La escritura o la vida, sus memorias editadas en Tusquets. Lo encuentra en su dúplex en París, con "uno de esos suéteres grises de cuello alto que son habituales en su indumentaria". Hablan, desde luego, de la memoria.

Dice Semprún: "Un político clandestino que trabaja con nombre supuesto tiene que recordar muy bien cuál es su identidad falsa. Si te llaman por ese nombre y no contestas estás muerto. Y si contestas a tu nombre verdadero estás muerto también. La memoria es el hilo de la identidad. Yo sé quién soy porque recuerdo tal y tal cosa, y luego recuerdo toda la vida. Pero si tienes poca memoria es posible que llegues a no saber quién eres (...) Sin memoria, sin seudónimos, sin falsas identidades, yo no existiría."

También adelanta qué está escribiendo: "Estación de ánimas. Es un libro muy extraño. No es una novela, ni un relato, ni un ensayo. Parte de una sentencia de Séneca, sobre la muerte: "Postem morten nihil est". La muerte misma no es nada. Eso es para mí la muerte, y eso es lo más angustioso, no es nada. La idea de nada."

Y sobre el exilio declara: "¿De dónde soy? ¿Español o francés? Tiendo a decir que soy un escritor francés; sólo he escrito un libro en español, Veinte años y un día, porque ocurría en España. Me molestan los defectos españoles y me molestan los defectos franceses. Soy más bien un ilustrado francés o un afrancesado. Luis Buñuel se reía de los que le decían afrancesado: "A mucha honra, afrancesado a mucha honra", decía. ¡Ja, ja! Qué razón tenía Buñuel."

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El rincón de Ayala

12.10.2007
Francisco Ayala. Foto: Gorka Lejarcegui. Fuente: elpaís

Así como la revista "Caretas" ha inaugurado una sección llamada "El rincón del escritor", inaugurada con Willy Niño de Guzmán, en "Babelia" existe una sección similar que esta vez ha sido dedicada al "lector incansable", Francisco Ayala y sus 101 años. La foto de Gorka Lejarcegi es estupenda y el texto es de Juan Cruz.

Dice Juan Cruz: "Mario Vargas Llosa dijo una vez de Francisco Ayala, cuando el autor de Recuerdos y olvido se acercaba a su centenario: "Yo ando, pero él me gana. Sube las escaleras de la Academia a saltos, y yo me canso". Fernando Savater dijo, cuando el académico pasaba ligeramente de los 90: "Yo quisiera estar como Ayala, pero como él está ahora". Hay gente que se encuentra con Ayala, por la calle, en restaurantes y reuniones, y se asombra de la información que maneja el maestro, un superviviente de todas las generaciones del siglo, incluida la del 27. No tendrían por qué asombrarse. El secreto de la vitalidad intelectual de Ayala está en ese rincón de la foto, que se realizó en la mesa de escritorio que el autor tiene en la casa de su mujer, Carolyn Richmond, en Madrid. Allí lee, ayudado por una cámara muy sofisticada que le permite seguir día a día libros, prensa, cartas, correos electrónicos, y todo lo que el hombre ha inventado para saber más, y para saber menos. Ayala ha ido perdiendo la vista, pero nunca se resignó a dejar de leer. Así que ahora se sirve de la técnica para no desactivar la pasión que le hizo escritor, espectador, partícipe de la vida que se siente y de la vida que se ve. Carolyn describe el artilugio del que ahora se vale Ayala, y que se distingue en la fotografía de Gorka Lejarcegi, como "una cámara integrada en un brazo articulado con soporte que se conecta a una pantalla de televisión y que permite la lectura en dicha pantalla de textos que de otro modo no podría leer la persona que tales deficiencias sufre". Ahí, en ese rincón, que es el rincón de un hombre informado y activo, lee la prensa del día, y los que alguna vez le hemos entrevistado sabemos hasta qué punto, con qué vigor, lee Ayala lo que se publica, cómo se indigna ante la falta de rigor o ante el descuido, cómo sigue la política nacional, con qué inquietud, y con qué perspicacia ocupa su mente en lo que viene de América Latina. Ha sido periodista -ahora están, de nuevo, los seis volúmenes de Realidad, la revista que dirigió en el exilio, editada por Renacimiento, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones y la Fundación Francisco Ayala-, articulista frecuente en este periódico y antes, y todo lo que ha hecho, lo que ha escrito y lo que ha dicho, sobre su infancia, sobre su generación, sobre la guerra y sobre el exilio, ha sido escrito con la pasión del que pinta. Su madre pintaba, él vivió su niñez mirándola pintar, en su casa se conserva algún cuadro que aún le dice qué pulso tuvo su madre. Así que a los 101 el hombre que pinta escribiendo sigue leyendo. Siempre."

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El humor de Onetti

11.11.2007
Juan Carlos Onetti. Fuente: el país

Probablemente todos guarden en la memoria la imagen de Juan Carlos Onetti cascarrabias, escéptico, fatalista e incluso triste de la mayoría de entrevistas. Sin embargo, Juan Cruz en un homenaje en "Babelia" recuerda también su sentido del humor. Un pequeño preámbulo para lo que será el libro imperdible que Mario Vargas Llosa prepara sobre el genial escritor uruguayo.

Dice el artículo: "Era un bromista; con la cara de Buster Keaton ("esa cabeza de caballo triste") gastaba bromas sin cesar. A Ramón Chao (que escribió un libro sobre él, Un posible Onetti, y que le hizo un documental importante para la televisión francesa), le recibió de uñas porque llegó tarde con su equipo. "Perdón, perdón, perdón", le decía el periodista gallego, implorante. "¿Me lo pides humildemente?" "Sí". "Si es humildemente, que pase tu equipo". A una ayudante de Chao le dijo: "¿Te fijás que tengo un solo diente? Pues te advierto que tengo una dentadura perfecta, pero se la he regalado a Mario Vargas Llosa". Félix Grande le discutió la primacía tanguera de Carlos Gardel; él se levantó de la cama, acudió al pasillo, seguido por el poeta, a quien le mostró la salida: "Si usted ningunea a Gardel, hágame el favor de salir de inmediato de aquí". Y luego lanzaba una carcajada que era también el último estertor de una sonrisa. Una vez, ya cerca de su muerte (que fue en mayo de 1994, a los 84 años) este montevideano que desde el exilio tuvo dificultad para escribir la palabra Uruguay, llamó por teléfono a la escritora argentina Liliana Mindurri. Ésta había ganado el Premio Rulfo de cuentos creado por Chao en París, con un relato titulado Onetti a las seis. "¿Qué hora es en Buenos Aires?". Liliana creyó que era un bromista, y a pesar de la insistencia divertida de su ídolo colgó el teléfono sin creerse que era Onetti quien le estaba llamando. Dolly le comentó meses después del fallecimiento del escritor quién había sido el insistente bromista. Dolly lo cree: su marido era un humorista; su sarcasmo partía de sí mismo, y se proyectaba en los demás, y en sus libros, pero sobre todo en sus artículos. Perseguía "aquella tristeza repentinamente perfecta", pero se reservaba el humor para los suyos. Su hija Isabel María, hija de la holandesa Isabel, de la que Onetti se separó en 1952, hablaba inglés desde la infancia, y fue profesora de su padre. "Me engañaba, hacía como que todo lo entendía al revés. Y yo me decía: ¿puede haber un hombre tan bruto como éste?". Litti (a quien Onetti dedicó Una tumba sin nombre) estuvo años "ignorando ser su hija"; pero hace cuatro años le pidieron en Colonia que interviniera en un homenaje, "y a partir de entonces lo he ido reconstruyendo dentro de mí, desde mi propia madurez". Ahora recuerda que la relación en la niñez "era cariñosa, distante, irónica. Pero luego nos escribimos, y ahora veo que nos hemos escrito mucho. Yo le decía que tenía dentro de mí muchas máscaras, y él me pedía que me las quitara. Lo que he sabido luego, ahora mismo, es que tengo muchas de las cosas que significan su actitud ante la vida. ¿Leíste El pozo? Pues yo también soy ese personaje al que le resulta difícil encontrar un alma ante la que desnudarse. El otro día mi hija de 22 años me preguntó por él, y qué debía leer suyo. Le leí entero El pozo, de un tirón, y luego me pregunté cómo será la vida a los 22 años después de leer El pozo. ¿Tú crees que hice bien?" (...) No, qué va, no era un hombre triste, dice Dolly. "Si vieras las cosas que me decía cuando me escuchaba ensayar con el violín; a veces salía del cuarto, enseñándome sus garras, simulando que era un ratón que me iba a devorar por hacer ruido a cualquier hora. '¿Por qué estudiás tanto?', me decía. 'Yo te compro un disco con aplausos, vos tocás y te pongo los aplausos, y así te quedás feliz'. Cuando se puso tan enfermo, lo metimos al hospital, y cuando mejoró el médico le fue a dar el alta; él lo atajó: 'No me quiero ir hasta que no termine de leer esta novela".

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Marías y Pérez Reverte

8.19.2007
Javier Marías y Arturo Pérez Reverte. Fuente: ADN Cultura

Quizá no existan dos escritores españoles más distantes en proyecto literario como Javier Marías y Arturo Pérez Reverte. Sin embargo, eso no les impide ser muy amigos, ambos editador por Alfaguara además, y en ese espíritu mantener una conversación literaria frente a Juan Cruz, que ha sido publicada por el nuevo suplemento ADN Cultura de "La Nación". El título, desde luego, "El agua y el aceite": "son colegas y sin embargo amigos" recalca Juan Cruz. A propósito de eso, la primera parte de la conversación es un pasar la factura a todos sus colegas escritores de parte de ambos. Resentimientos, egos y chismes aparte, algunas frases pueden ser interesantes.

Dice Pérez Reverte: "Yo no soy escritor, soy novelista. Cuento historias, tengo varios objetivos: el de entretener a la gente, el de entretenerme yo, el de recrear mi mundo, el de rendir homenaje a mis cosas Hay una panoplia de motivos. El novelista es alguien que tiene un proyecto de vida, es como si tuviera una casa que va amueblando. Cada novela es una habitación que has amueblado. Yo supongo que en mi caso es como si reescribiera todos los libros que he leído, añadiendo la vida que he ido viviendo. Quien mucho anda y mucho lee mucho sabe, dijo Cervantes, y yo quise ser lector desde muy niño, y leí muchísimo, y he viajado constantemente El libro es el lugar donde puedes encajar las cosas que estás viviendo. Sin los libros, no hay contexto. Los libros me han ayudado a clarificar mi vida, lo que hago es reescribirlos. Reescribir a Homero y a Virgilio, a Conrad, a Dostoievski. Yo escribo porque escribo en un mundo de libros, de recuerdos, de imaginación, ajusto cuentas con la memoria. Estoy en un mundo en el que soy muy feliz y que me permite aguantar toda la mierda, la detestable realidad que hay".

Dice Javier Marías: "Yo empecé a escribir porque me gustaba leer. Y empecé como creo que deben empezar todos los escritores jóvenes, emulando. Existe la imitación, que puede estar bien o mal; el remedo es peor. Y existe la emulación; es uno de los motores principales de la historia y de la vida humana. Es el deseo de ser como aquel a quien uno admira y de hacer lo mismo que aquel a quien uno admira. Yo empecé a hacer unos garabatos que querían ser como Los tres mosqueteros o como Guillermo Brown. A mí me daban mucho goce esos libros y los quería emular. Ese factor de emulación es fundamental cuando uno empieza, y se mantiene, no se pierde del todo, yo creo. Evidentemente, las cosas van cambiando, y a diferencia de lo que has dicho, Arturo, yo soy una persona que escribe, pero que al terminar no sabe si va a haber otro libro, no tengo una certeza. Escribo cuando se me ocurre algo, cuando tengo ganas, y digo ganas porque no utilizaría nunca la palabra necesidad. Nunca diría que no puedo vivir sin escribir. Puedo vivir sin escribir. Entonces, ¿qué es lo que a uno, a esta edad, aún le lleva a escribir? A los 55 años."

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