MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Sandro de América por Martín Kohan

1.11.2010
Fuente: magazineargentino

Lo reconozco, soy una Nena. No tengo bombacha para tirarle, pero el Año Nuevo pasado (en Colombia) estuve torturando a mis hermosas acompañantes, Carla y Mariana, con Sandro. Tus labios de rubí, de rojo carmesí. Una oda para todos los que, como yo, nos pasamos la película solos y quedamos como tarados. O esa canción hermosa que se llama "Noche de Amantes" donde dice una frase -que a Alejandro Zambra y a mí nos lleva al paroxismo- en la que dice si hay una ley sobre amores, te juro no lo sabía. Y este Año Nuevo, por azar que aún no llego a comprender del todo, decidí venir a Buenos Aires por Año Nuevo y mira por dónde, justo se nos muere el gitano. No es justo. El mundo en círculo. No he dejado de escucharlo. Un grande. Martín Kohan le dedica un artículo en Perfil. Yo no digo más. Eso sí, como dice la canción, si existe esa ley yo soy un condenado. Se despide así Kohan:

Vivió cuarenta años en la misma casa de siempre, y no obstante le decían “Gitano”. Basta esta referencia, amén de otras tantas posibles, para notar hasta qué punto podían conjugarse en él la potencia de lo que es con la potencia de lo que se significa. Mantuvo intacto el brillo de la aventura nómade incluso quieto allí, en ese palacio para sedentarios que erigió en algún lugar de Banfield. El país por estos días se divide claramente en dos partes: la de aquellos que le dicen “Sandro” y la de aquellos que le dicen “Roberto”. Porque, como bien ha señalado Matilde Sánchez en Clarín, hay muchas mujeres que lo nombran diciendo Roberto, y eso porque lo conocieron bien de cerca; esto es, desde la fila uno de sucesivas plateas en sucesivos teatros, mirando embelesadas hacia distintos escenarios donde cantaba él. Otras figuras, para situarse, han tenido que optar por uno de dos papeles: el de esposos ejemplares o el de mujeriegos empedernidos. Sandro lograba representar las dos cosas al mismo tiempo: perfectamente nómade y perfectamente sedentario también en lo atinente al amor. Porque es cierto lo que señaló Jorge Fernández Díaz en La Nación, y es que el sentido de su trayectoria pareció llevarlo del pecado de la pelvis meneada al equilibrio de la redención en lo correcto. Pero no es menos cierto, creo yo, que su singularidad en buena parte consistió en haber impregnado siempre una cosa con la otra. No tuvo que optar, como otros, entre el recato y la disponibilidad: combinarlos fue su hallazgo y su destreza. Presiento que este aspecto habrá tenido una fuerte significación allá por los años sesenta. Porque el lastre de las represiones religiosas escindían como siempre en mundos tremendamente opuestos el amor sentido por un lado y la libertad sexual por el otro; pero a la vez los férreos mandatos de la liberación sexual podían a menudo sugerir oposiciones finalmente análogas, aunque con valoraciones contrarias. Y Sandro en cambio sumaba lascivia con sentimentalidad, romanticismo y calentura. Esas señoras a las que él llamaba “nenas” acaso le agradecían la revelación de esta combinatoria cuando, madres y esposas y a la vez desenfrenadas, le tiraban febriles sus bombachas al escenario. ¿Qué le pedían, que se acostara con ellas? Sí, y también que se casara. Le agradecían, y todavía le agradecen, la superación de la dicotomía cultural entre el atildamiento del marido asexuado y la fiereza del varón indomable (la dicotomía entre Palito Ortega y Cacho Castaña, para decirlo brevemente) y les ofrecía a cambio la dicha sensorial de una síntesis superadora. Como tiende a suceder con las expresiones de la historia y de la cultura argentinas, Sandro se constituyó en un juego doble de importación y exportación: fue primero “el Elvis Presley argentino” para poder después ser “Sandro de América”. Y a eso le agregó, de una manera también muy característica, una dosis proporcional de cultura popular de suburbio, y fue un loco lindo de la zona sur. Esta articulación específica de incorporación de lo ajeno, expansión de lo propio y un aire de mitología barrial, que está por caso en el tango y está también en el fútbol y está también en Borges, aparece por fin, a su manera, en la consagración mediática de Sandro. Su muerte en nada se parece a la de Carlos Gardel. Esa confusión la alentaron dos que basan su popularidad en el intento de anular quirúrgicamente toda huella de paso del tiempo (hablo de Mirta y de Susana, por supuesto). Gardel murió joven, congelado en su esplendor y su apogeo y sin nunca incurrir en decadencia. Sandro tramó en cambió una hazaña bien distinta, que fue lograr que la decadencia pasara de algún modo a formar parte del esplendor y del apogeo. Descubrió que el sacudón de pelvis no perdía su eficacia si incluía también algún sacudón de panza; que la agitación sensual de otrora podía continuarse y resolverse en la agitación contemporánea por el déficit en el suministro pulmonar. También en eso fue el Elvis Presley argentino, y no un Gardel: sumó canas a las patillas y varios kilos al contoneo y demostró que podía superar también la dicotomía entre la cumbre eterna y el declive, colmando de cumbres el declive, inscribiendo la eternidad del mito en el propio paso del tiempo, y no más allá. Volcado al género melódico, saturó como corresponde las metáforas del corazón, y vino a morir con el corazón de otro, víctima final de la literalidad. Su muerte determinó la inmediata sensación de que el resto de la realidad había menguado, o que importaba un poco menos.

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El libro del año de Eterna Cadencia

12.16.2009
Jorge Consiglio en Etewrna Cadencia. Fuente: eternacadencia

Un jurado compuesto por Juan Martini, Martín Kohan y Damián Ríos la librería Eterna Cadencia escogió al Mejor Libro del 2009 en Argentina. La shortlist estuvo compuesta por:

El otro lado de Jorge Consiglio,
Glaxo de Hernán Ronsino,
Porno de Marcos Bertorello,
Parte doméstico de Oliverio Coelho,
El tesoro de la lengua de Ariel Schettini,
Dame pelota de Dalia Rosetti,
Bajo este sol tremendo de Carlos Busqued.

Al final, el libro elegido por el jurado fue el mismo que eligieron, por su parte, los clientes de la librería: El otro lado de Jorge Consiglio (Ya le pedí a mi amiga Kat que me lo traiga de Argentina, pues viaja la próxima semana ¿qué sería de la literatura latinoamericana si no fuera por los chasquis?) Se trata de un libro de cuentos editado por Edhasa. Sobre el libro ganador dijeron dos de los jurados:
Martini dijo que los protagonistas de los diez cuentos son “hombres y mujeres que circulan por los bordes, entre la desesperanza y el fracaso, de pronto encarnan un instante excepcional: no es un instante de gloria, es el momento de la violencia, de un acto inesperado, o de la resignación final. Un libro que articula con un estilo impecable el mundo previsible con la historia secreta de una sociedad carcomida por la ausencia de toda justicia.” Martín Kohan destacó que los cuentos están “escritos con la sabiduría de la buena espera, con el arte intemporal de la paciencia, con esa modulación perfecta que le permite a Consiglio elegir cada vez la palabra justa. No se trata de una colección de cuentos, sino de un libro de cuentos. Porque Consiglio no reunió en un volumen lo que surgió por separado al escribir; cada cuento existe por sí mismo pero además cobra sentido en el conjunto al que pertenece.”

Por su parte, al hacer uso de la palabra, Consiglio dijo:
(...) nosotros como argentinos tenemos una tradición cuentística vastísima. Si no se escriben más cuentos –o si no se publican más cuentos, porque quién no tiene un libro de cuentos escondidito– es por un criterio editorial. No más que eso. Creo que es un género absolutamente saludable. Por otra parte, me parece que tiene que ver con el tiempo de lectura de nuestra época. Esa cuestión de leer en el poco tiempo que tenemos. Un cuento, en algún punto, se presta bien a esta lectura rápida, que no por rápida es fugaz.

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Daniel Alarcón, premio Internacional de Casa de las Culturas del Mundo

9.29.2009
Daniel Alarcón. Fuente: babylonsaloon

Y un nuevo cómplice b39, además de estupendo narrador, ha ganado hoy un premio de traducción. Se trata de Daniel Alarcón quien recibirá el miércoles 35,000 euros (10,000 que serán para sus traductores) por la traducción del inglés al alemán de la novela Radio Ciudad Perdida. Es la primera vez que se otorga el premio y se le entregará en Berlín. Entre la shortlist se encontraba un escritor talentosísimo como Martín Kohan y ni más ni menos que Aleksander Hemon, célebre escritor norteamericano de origen serbio más que notable y con extraordinaria crítica. Pero la novela de Daniel termino por conver al jurado sin dudas. Una nueva felicitación y un premio otra vez merecido por un autor joven latinoamericano. ¡Un abrazo, Daniel!

El escritor peruano norteamericano Daniel Alarcón recibió el primer Premio de Literatura Internacional que se otorga en Alemania, en reconocimiento a su libro Radio ciudad perdida (2007), que el jurado calificó de “preciso bosquejo literario”. Alarcón logra en su obra “de manera sutil y sugestiva confrontar al lector con un mundo en el que la convivencia se ve amenazada una y otra vez por la guerra civil y la violencia”, precisaron los expertos. El premio, que concederá desde este año la Casa de las Culturas de Berlín y que será entregado por primera vez el próximo miércoles, está dotado con 35 mil euros, que se reparten entre el escritor y el traductor de la obra. Así, Alarcón recibirá 25 mil euros y los restantes 10 mil serán para la traductora Friederike Meltendorf, “por su extraordinaria traducción del inglés-norteamericano al alemán”. La Casa de las Culturas de la capital alemana convocó el premio con el propósito de destacar una obra internacional en su primera traducción al alemán. Y entre los seis escritores preseleccionados figuraban además el argentino Martín Kohan por su novela Dos veces junio, aparecida en 2002 pero traducida apenas este año al alemán. Los otros cuatro candidatos eran el iraní Mahmud Doulatabad, el libanés Rawi Hage, el serbio Aleksandar Hemon y el etíope Dinaw Mengestu. Estos tres últimos autores huyeron de la guerra civil en sus respectivos países y actualmente viven en Estados Unidos, donde escriben en inglés.

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¿Qué estás leyendo?

9.10.2009
Fuente: revistañ

Por si alguien duda de que Buenos Aires es la ciudad literaria más importante de América Latina, aquí hay una iniciativa del Programa de Fomento de la lectura del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que lo ratifica. Se trata de una idea simple. Un canal de YouTube donde una cámara pregunta a distintas personas (hay célebres, pero cualquiera se puede animar): Qué estás leyendo. Una idea simple, pero se les ocurrió. Eso es lo importante. Dice la nota en suplemento Ñ:

Algunos son escritores como Martín Kohan, o también cineastas como Lucía Puenzo. El best-seller de autoayuda Bernardo Stamateas también se anima y la modelo Dolores Barreiro recomienda su libro del momento. Pero también lectores muchos más anónimos recomiendan o previenen sobre algunas novedades editoriales o sobre los libros que por fin se animaron a leer. El canal de YouTube ¿Qué estás leyendo? es parte del Programa de Fomento de la lectura del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad. Desde ahí, esta idea pensada por Alejandro Rozitchner, que ejecutó Nadina Grego sigue sumando hits y videos. La idea, queda claro, es tan sencilla como atractiva. Se trata de acumular videos cortos en los que personas de todo tipo y edad comentan qué están leyendo en esos días. " No se pregunta por los libros más importantes de sus vidas, sino sencillamente por las lecturas actuales, porque se busca captar reflexiones espontáneas acerca de la experiencia concreta de la lectura", explican los organizadores a través de un comunicado.

En la nota de Ñ puede escuchar las declaraciones de Andrés Calamaro (Los rebeldes de Sandor Marai, Los papeles inesperados de Cortázar y Lo bello y lo triste de Kawabata) de Martín Kohan (La ciudad vista de Beatriz Sarlo) y Lucía Puenzo (Opio de Cocteau)

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Kohan al cine

3.09.2009
Martín Kohan rodeado del team Adidas en Santiago. Fuente: moleskine

Enrique Vila Matas no es el único que ha desoído los consejos de Salman Rushdie sobre el error de aceptar una adaptación cinematográfica. Ahora también los ha desoído Martín Kohan, para sopresa de todos, porque el deseo compulsivo de Martín de controlar todo (en su vida y en su literatura) no podía permitir que su novela Ciencias morales (premiada con el Herralde 2007) sea llevada a pantalla. Pero lo ha permitido. A ver cuántas libretas más, con letra perfecta y apiñada, llena con el minuto a minuto del rodaje el querido Martín. El único requisito que ha puesto: que todos los alumnos vistan Adidas. Menos no se permite. Dice la nota en La Nación:
Cuando se supo que iba a filmarse la adaptación cinematográfica de Ciencias morales, la novela de Martín Kohan ganadora del Premio Herralde, un murmullo con tono de pregunta se escuchó en los pasillos literarios: ¿aceptaría el escritor las modificaciones del texto que haría el director Diego Lerman? Sucede que Kohan es conocido por su talento literario y su obsesión. Como un personaje creado por Woody Allen, el escritor posee una serie de costumbres particulares: usa siempre la misma marca de ropa deportiva, escribe con letra uniforme en una libreta cada acontecimiento de su vida (por ejemplo, tiene contabilizadas las 5073 horas que dedicó en los últimos años a ver fútbol) y llena cada renglón hasta el final, lee siempre entre 90 y 100 páginas por día. Siempre. Sin embargo, las dos primeras versiones que recibió de La preceptora del Nacional –el título de la película que dirigirá Lerman, quien con este guión ganó en enero el Premio Sundance / NHK International 2009 para Latinoamérica– lo dejaron satisfecho. Incluso afirmó que le parecía muy buena la transformación que sufría el personaje principal que, de un laconismo feroz, pasaba a tener diálogos que permitían una fluidez cinematográfica adecuada.

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25 años argentinos

12.15.2008
Tiempo y literatura. Fuente: Clarín

La revista Ñ del diario Clarín le dedicó un homenaje a los 25 años de cultura en democracia en Argentina. La literatura no está ausente en este recuento, y Josefina Ludmer -una de las críticas más lúcidas de Latinoamérica- es la encargada de explicar qué es lo que ha ocurrido durante todos estos años en el artículo "Los tiempos de la ficción". Ludmer divide en tres estos años, pasado, presente y futuro, como tres fantasmas navideños. Y demuestra que la literatura argentina se ha sabido posicionar de esos tres espacios de manera contundente, con mayor interés en el pasado y el presente que en el futuro. Les dejo la lista de obras que cita Ludmer, para que le sigan la huella:

El pasado es nacional y memorial

Los cautivos. El exilio de Echeverría de Martín Kohan, El pasado de Alan Pauls, En estado de memoria de Tununa Mercado, El común olvido de Sylvia Molloy, El desierto y su semilla de Jorge Barón Biza, Letargo de Perla Suez, El teatro de la memoria, de Pablo de Santis, Secretos de familia, de Magdalena Ruiz Guiñazú.

El futuro es global y formal

El árbol de Saussure. Una utopía, de Héctor Libertella, El juego de los mundos de César Aira.

El presente es territorial y barrial

Ocio de Fabián Casas, Rabia de Sergio Bizzio, Monserrat de Daniel Link, Banco a la sombra de María Moreno, Historia del Abasto de Mariano Siskind, Cosa de negros de Washington Cucurto.

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Premiación, lectura y avión

11.24.2008
Este blogger, Verónica Watts (ganadora) y Martín Kohan en ceremonia de premiación. Foto: Moleskine

Como comenté en un post anterior, estuve esta semana en Santiago de Chile como jurado del concurso de cuentos de Paula. Los otros jurados fueron Matías Rivas y Martín Kohan. En la página web, han colgado un video de la ceremonia de premiación. La ganadora fue Verónica Watt, una muchacha de 26 años que antes había quedado finalista y al final le dio al blanco. Se presentó además el libro "Flores para Hitler", título del cuento ganador con obvias alusiones a Leonard Cohen, y que contiene varios cuentos más elegidos por el jurado. Bueno, quería contarles algo que ocurrió en el aeropuerto de regreso: por culpa de la generosidad de la Universidad Diego Portales (que me regaló decenas de libros) y del hecho de que me estafaron en la agencia de viaje diciéndome que en Santiago hacía frío y llevé ropa abrigada, y luego ante el sol abrasador tuve que comprarme ropa de verano en el Parque Arauco, al final pagué tres kilos de sobrepeso en LAN (a 9 dólares el kilo) pese a efectuar la ridícula escena de abrir las maletas a un lado del mostrador para quitarle peso. Obviamente, lo primero que pasé a mi equipaje de cabina fueron los libros y así fue que terminé con Flores para Hitler en la mano. Y lo leí por primera vez en formato libro. Debo decir que el cuento es realmente de gran nivel, al igual que uno que quedó finalista de Sergio Gómez titulado "Monterroso" (y que leído en un avión resulta especialmente perturbador). Me alegra haber sido jurado de tan estupendos concursantes. Y les dejo, para picarles el diente (metáfora pésima ahora que tengo un horrendo dolor de muelas), el comienzo de "Flores para Hitler":

1. Esto es Hitler

Comenzó exactamente hace tres días. Nadie podría decir que es una enfermedad o un padecer peculiar de nombre difícil. Se trata de algo simple, pero que, como todas las cosas simples, acaba siendo complicado. Deja que me explique mejor: es del tipo de cosas sobre las que la gente tiende a afirmar, con un afán reiterativo, “Se ha expandido mucho” o “Se ha vuelto importante”. Frases a las que uno quisiera adicionar, (pero no se puede, nunca se puede), que es como el cáncer o la peste bubónica o la cantidad de desempleados: “Ha crecido como el cáncer” o “Se ha vuelto importante, como el sida”, sonaría más honesto, o más patético, da igual. Unas risas pregrabadas ayudarían a lograr el efecto. En este caso, habría que decir que la ha ido consumiendo, a ella y su mundito. Que se ha ido apoderando de cada espacio, carcomiendo cada resto, como el efecto del ácido sulfúrico sobre una cara empapada de agua.

Esto es, en resumen, lo que le pasó con Hitler.

Son las siete de la tarde. Está detenida frente a un semáforo y lo único que puede pensar, mientras espera que la luz cambie a verde, es que quiere un Hitler para ella sola. Un Hitler, sí. Y luego recuerda las otras cosas que quiere y todo lo que puede nombrar son hitlers pequeños, minúsculos hitlercitos amontonados unos encima de otros. O una habitación blanca, sin ventanas, con sólo un Hitler en medio, de proporciones exageradas. Quizás tendría que, eventualmente, reponer los hitlers faltantes de la despensa, y comprar, antes de que se agote, tal como lo vio el otro día en televisión, un Hitler Multifuncional que pueda limpiar las superficies –siempre demasiado polvorientas- de su departamento. Ha pensado que quizás, antes de que él llegue se pondrá su Hitler nuevo y le dará una sorpresa. Pero sabe que ya no es lo mismo, por mucho que quiera. No importa cuántos hitlers use ni cuantos hitlers intente (y aprenda, luego de complicadas contorsiones): él permanece inmutable.

(...)

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Obsesivo Kohan

8.18.2008
Apuntes de Martín Kohan. Fuente: la nación

Y yo que pensé que la única obsesión de Martín Kohan (dentro de poco, mi compañero en el jurado del concurso de cuentos de la revista Paula) era la marca Adidas. Pues no. Leo en el blog En Minúscula de Ezequiel Martínez sobre una nota que le hicieron a Kohan en "La Nación" donde confiesa cuál es su verdadera obsesión. Cuenta:

"Empecé a notar que si me imponía una disciplina, si anotaba exactamente la cantidad de páginas y el tiempo dedicado al estudio, rendía más. Pero una vez una profesora decidió sacar un texto del material por estudiar y tuve que leerlo igual porque ya lo había anotado en la agenda. Le respondí a la agenda y no a la realidad. Desde ahí, empecé a anotar lo que ya había hecho. Ahora ya tengo controlado el control (...) Mis agendas funcionan como un diario porque anoto las cosas después de que las hice. A veces también registro lo que tengo que hacer, pero sólo si estoy muy seguro de que voy a hacerlo. Si después no lo hago, me produce un trastorno grande. Trabajo, llamadas, reuniones, lugares, todo gira en torno del ritmo de trabajo que me impongo: cuánto tengo que leer, cuánto tengo que escribir."

En esa libreta, por ejemplo, está claramente anotadas las 5073 horas dedicadas a mirar fútbol en 20 años. Impresionante. Eso sí, es de lamentar que las libretas no sean Moleskine.

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Festival de Paraty

7.31.2008
Gran acogida del FLIP 2008. Fuente: adn cultura

En el ADN Cultura aparece una nota sobre el VI Festival de Literatura de Paraty en su más reciente versión, que se llevó a cabo a principios de este mes. Tom Stoppard, Fernando Vallejo, Cees Nooteboom, Alessandro Baricco, Richard Price y Neil Gaiman, entre otros fueron los protagonistas de esta fiesta literaria al pie del mar. La nota es de Leonardo Tarifeño, quien al parecer no se perdió nada del festival. Me hizo recordar a Gastón García y sus endebles mujis de cartulina persiguiendo a todos en el B39. Cuenta Tarifeño:
Martín Kohan, orador de la mesa llamada "Estética de frío", como el título de un libro del brasileño Vitor Ramil. Kohan expuso con sobriedad y altura los procedimientos narrativos que construyen su premiada novela Ciencias morales , el objetivo detrás del origen del libro y su intención de "captar características de la represión en la vida cotidiana". No despertó, ni por mucho, los aplausos que consagraron al periodista inglés Misha Glenny, autor del notable McMafia , quien ante un auditorio de 500 personas pidió la despenalización de las drogas ("empecemos por legalizar la marihuana y ahí veamos si el mundo explota", dijo). Tampoco hechizó al público, como sí lo hizo la bella nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie cuando explicó que la historia de su última novela se basa en la guerra entre Nigeria y Biafra, donde murieron sus abuelos. Lo que Kohan logró fue que por la noche de Paraty sobrevolara un aura de admiración e interés, el tipo de sentimiento que se tiene en las clases universitarias cuando un profesor de los buenos toma la palabra. "La rabia es una gran motivadora, siempre y cuando ese sentimiento no domine a la razón -dijo Ngozi Adichie, la más joven de todos los invitados a la FLIP-; ser un artista significa estar siempre furioso, ávido de cambios". En la festiva Paraty, dio la impresión de que -con la excepción de Vallejo- rabiosos había pocos. Tal vez porque la diversidad de estilos, miradas y opiniones dejaron claro que la literatura merece transitar por varios caminos. Las reacciones avanzaron hacia distintas direcciones, pero mantuvieron ese denominador común: Alessandro Baricco contraatacó cuando lo tacharon de "poco italiano" ("no me gusta que mis personajes entren a una trattoria y pidan un Chianti, leí demasiada literatura extranjera y por eso mis influencias son muy diversas"), el estadounidense David Sedaris explicó que no por ser humorista debe tener siempre a mano un chiste sobre sexo, y Cees Nooteboom comentó que los lugares turísticos que más le atraen de sus viajes al extranjero son los cementerios, aún cuando ya no quiera escribir más sobre el tema

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Una experiencia televisiva

7.21.2008
Alan Pauls, invitado al programa, y Silvia Hopenhayn. Fuente: adn

La periodista y crítica literaria argentina Silvia Hopenhayn, con quien compartí un jurado en el premio Alfaguara hace años, tiene a su cargo un nuevo ciclo de "El Fantasma", el programa de TV sobre libros de Canal (á), que presenta una novedad: se trata de juntar a un escritor con un lector, muchas veces sin pelos en la lengua. El cruce de esta "cita imprevista" es excepcional, nos dice Silvia en un artículo publicado en el ADN.es:

Como no se trata de un programa periodístico ni de un intercambio académico, el cruce es más emocional. La idea de conocer a quien creó un mundo de ficción por el que uno anduvo durante bastante tiempo alberga ciertas esperanzas de empatía. A la vez permite, quizá por única vez, reclamar por el destino de ciertos personajes o el tenor de ciertas escenas. ¿Qué pasaría en un mano a mano con Dios en que preguntarle por qué los días, las guerras, el amor y la muerte? El fantasma de Liliana Bodoc (Federico, 16 años) la interpela: "Me llamó la atención que ninguno de tus personajes femeninos se corrompe, mientras que los masculinos, sí". La autora de La saga de los confines , absorta, se desparrama: "¿Estás seguro? A ver (y empieza a enumerar sus personajes femeninos: Vara, Wilkilén, la Sombra, vieja Kush, Acila) ¡Es verdad, no me había dado cuenta, me habrá tirado el género!". El lector de Alan Pauls le lanza: "Tu personaje, Sofía ¡es una hija de puta!". Pauls contesta: "¿Te parece?". Marcelo Cohen se adelanta y pregunta: "¿Para qué leés?". Su fantasma, Adrián Dárgelos, el cantante de Babasónicos, le responde, distendido: "Para perder el tiempo". Cohen desespera: su empeño por retrasar el futuro con realidades alternas no concibe semejante dilapidación. La idea del programa surgió hace años. Lo grabábamos en la Sala del Tesoro de la Biblioteca Nacional. Muchos escritores y editores actuales fueron fantasmas de entonces: Washington Cucurto, Mariano Valerio, Martín Kohan, Marina Mariash. Ahora la búsqueda es distinta, por eso el programa se renueva. Los espacios de lectura se han multiplicado. Es una época propicia para cazar. Hay blogs de escritores, foros digitales de lectura. Los lectores se encuentran en la Web para alabar o despotricar a tal o cual autor. Carolina Menéndez Trucco y Maximiliano Poggio son los cazafantasmas. Llenaron la ciudad de volantes "Se busca fantasma". Crearon un blog para conseguirlos. Se encuentran en un bar, se conocen, les preguntan. Los cazados hablan de literatura como si se tratara de una fruta deliciosa y no vieran la hora de echarle un mordisco. Aman a los autores, son sus padres espirituales, buscan sus libros como gemas de la vida que se les escapa cada vez que llegan al final de una novela. Son fantasmas que rehúyen la vida pública; quieren tan sólo un lugar para leer en paz. Muchos leen para compartir. Es el caso de Matías, el lector de Pauls, y se vino preparado para demostrarlo: trajo un ejemplar de El pasado subrayado con distintos colores y varias interjecciones escritas en los márgenes de las páginas. "Se lo pasé a varios amigos y ex novias pidiéndoles que usen colores diferentes y pongan sus ideas sobre lo que iban leyendo." Pauls casi se emociona: "¡Qué genial, mi novela se convirtió en un libro de quejas!"

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Kohan contra imposturas

2.08.2008
Las Malvinas son argentinas. Fuente: graciasdenada.com.ar

Martin Kohan ha publicado en Perfil un artículo furibundo contra la impostura del Estado argentino durante la Guerra de Las Malvinas. Una impostura que, afirma, sólo supo romper la literatura.
Dice Kohan: "Es justo que se desenmascare a estos falsos soldados de Malvinas. No por eso puede dejar de percibirse, sin embargo, la verdad que revelan en su misma falsificación. Son unos farsantes, qué duda cabe. Pero esta farsa de la verdad descubre al mismo tiempo la verdad de esa farsa. Porque si algo hubo en la Guerra de Malvinas, en el general Galtieri vociferando su desafío al principito, en el himno neblinoso de las hermanitas perdidas, en los conciliábulos vacilantes del canciller Costa Méndez, en la confianza bullente del “Seguimos ganando”, fue farsa: la completa verdad reconvertida en farsa. Por supuesto que hubo tragedia, y en algunos casos hasta puede que haya habido épica, pero la farsa resultó el sustrato fundamental y no hubo nada que no quedase contaminado por ella, dañado por ella. En la farsa de la Guerra de Malvinas hay entonces una verdad de la Guerra de Malvinas. Pero los falsos ex combatientes instalan esa verdad allí donde no se la puede tolerar: en plena realidad. En las narraciones literarias, en cambio, brilla y se consuma de la manera más acabada. Desde Los pichiciegos pioneros de Fogwill hasta la reciente Una puta mierda de Patricio Pron, pasando por los cuentos de Historia argentina de Rodrigo Fresán o por Las islas de Carlos Gamerro, la ficción mostró esa clase de verdad que se puede percibir ni más ni menos que cuando es ficción. No la verdad que se esconde por detrás de la máscara, sino la verdad que existe en la máscara misma.

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Los Herralde 2007

12.25.2007
Martín Kohan y Antonio Ortuño en Barcelona. Foto: Marcel Li Sáenz. Fuente: elpaís

En el suplemento "Babelia" J. Ernesto Ayala-Dip hace un par de reseñas a los dos premios Herralde de novela 2007: al ganador Ciencias morales, de Martín Kohan, y al finalista Recursos humanos de Antonio Ortuño.

Dice sobre Kohan: "(...) la historia de Kohan transcurre durante los días que duró la guerra de las Malvinas. Sus protagonistas son el jefe de celadores del colegio que Cané idílicamente describió y una inocente celadora que un día se descubre a sí misma hurgando en su propio lado desconocido. La metáfora de la Argentina de los desaparecidos queda plasmada inequívocamente en la descripción de la patriotera y militarizada disciplina colegial. En esas legendarias paredes, menos pedagógicas que marciales a que la abocaron las autoridades del centro durante el periodo de la sangrienta dictadura, se nos dibujan unas escenas de abyección indecibles. Hay dos cuestiones que no quisiera soslayar: los trámites eufemísticos de algunas descripciones que subrayan la censura conceptual del régimen y el logro casi hiperrealista de algunas escenas. A veces, como ocurre con Martín Kohan (y otros, como Damián Tabarovsky si insinuamos una generación nueva de narradores argentinos), la inventiva es un raro talento que también afecta, además de a los argumentos, al arte de la composición y al manejo de los tonos idóneos de la ficción".


Y sobre Ortuño escribe: "Uno de los preceptos estrella del ideario estético del movimiento Crack rezaba con meridiana exigencia que para ser literatura auténticamente latinoamericana ésta no debe escribir literatura latinoamericana. Hay una manera de entender el tono narrativo, la secuencia descriptiva, la materia filosa del humor de Recursos humanos, del escritor mexicano Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976), que lo aleja con determinación del esquema narrativo con el que se suele identificar en términos generales la narrativa de los latinoamericanos. Ni barroquismo edulcorado ni agresividad atávica ni realismo mágico selvático o urbano. La violencia verbal, filosófica, que tiñe las páginas de esta estimulante novela se inscribe en la tradición de virulencia conceptual de un Cioran, de un Céline, incluso de un Martin Amis, escritor por el que Antonio Ortuño declaró alguna vez sentir afinidades literarias. Siguiendo al Crack, Antonio Ortuño es de esta manera auténticamente latinoamericano."

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Una pregunta a Martín Kohan

12.16.2007
Martín Kohan. Foto: Sandra Cartasso. Fuente: radar libros

Ahora mismo voy por la mitad de la novela de Martín Kohan. Más que a La ciudad y los perros, el tono me recuerda a Jakob Von Gunten de Robert Walser, que también sucede en un claustro. En el Radar Libros de "Página12" entrevistan a Kohan y de ahí extraigo una pregunta. Más preguntas en esta dirección.

Antes de ponerte a escribir, ¿te ocupaste de investigar cómo se modificó durante la dictadura el régimen disciplinario en las escuelas?

—No. Yo no investigo nunca. Y una cosa que no dejo de preguntarme es por qué no encuentro la motivación para hacerlo. Cuando yo estaba escribiendo Los cautivos, la novela sobre Echeverría, sabía que la casa en la que él se había refugiado en la Estancia Los Talas se conservaba, e incluso que podía visitársela, porque me lo habían dicho. Pero no fui a Los Talas y no vi la casa hasta después de haber terminado la novela. Y eso quizá tiene que ver con que aunque yo trabaje con personajes reales, como Echeverría o San Martín, o con la pelea Firpo-Dempsey, que fue un episodio real, para mí el hecho de no investigar es un requerimiento para concentrarme en las capas de significación que reposan sobre ellos. Nunca me interesan como hechos reales o personajes reales, sino en la medida en que empiezan a emanar algún sentido. A mí me importa mucho qué significa que Firpo haya tirado a Dempsey del cuadrilátero, y que después haya perdido la pelea, porque para mí ahí hay algo del orden de la argentinidad. Y ahí es donde reside mi principal motivación literaria. Los datos concretos casi siempre son inventados o equivocados en mis textos, y no me preocupa que así sea, siempre y cuando capte bien una significación o la sensibilidad de un mito. Me interesaba captar la verdad de que el Colegio Nacional de Buenos Aires se imagine a sí mismo como un concentrado de la Argentina. Una patria en miniatura.

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Reseña disticosa

12.14.2007
Carátula de la novela. Fuente: anagrama

¿Existe la palabra "disticoso"? ¡No seas disticoso para comer! Recuerdo que así me decían en casa cuando era chico y comía con desgano, separando las arverjas del arroz con el tenedor, buscando lo que no me gustaba en el plato (una zanahoria que se había pasado pese a que yo exigí claramente "sin ensalada") con la nariz arrugada y los cubiertos precisos como pinzas de entomólogo o cirujano. Pues bien, esa misma impresión me ha dejado Miguel García Posadas al reseñar el libro ganador del Herralde, Ciencias morales, de Martín Kohan. Mezquino en el elogio y disticoso en el rechazo y los errores. Ha leído el libro hurgándolo con guantes de plástico, como si de saque no le cuadrara la fórmula latinoamericano + anagrama. Bueno, no me sorpende. Ya conozco a Miguel, el auto pretendido némesis de Mario Bellatin y Alejandro Zambra, y ahora de Kohan. Felizmente, este fin de semana terminaré mi "Semana Literaria Argentina" leyendo el libro de Kohan y estoy seguro que lo disfrutaré como disfruto hoy (post dieta) de la comida: con enormísimo placer, sin represión, completamente entregado a él.

Por cierto, en el ABC también aparece una reseña a Recursos Humanos de Antonio Ortuño, la finalista. Ahí, Jorge Carrión no reprime elogios ni se muestra disticoso. Dice por ejemplo: "Ortuño tiene a los treinta y un años lo que todo escritor ambiciona tener en la madurez: un estilo y un mundo"
Dice la reseña de Miguel G-P: "Como otros autores de la casa, Kohan está viendo publicadas sus obras en diversos países europeos. No sabemos la suerte que correrá esta novela; alberga, de todos modos, los tics suficientes para suscitar la adhesión de cierto público. Es Ciencias morales, ante todo, una novela muy argentina, y no lo afirmamos por su presunto exotismo, inexistente en verdad. Es argentina porque el discurso doctrinal que la sustenta es un discurso psicoanalítico, freudiano, propio del país en el que el freudismo ha encontrado afiliaciones más duraderas. (...) No cabe negar cierta sutileza constructiva a Kohan, pero hay que decir también que la conversión de los lavabos en eje central del espacio novelesco resulta un poco desmedida; había, creemos, otras alternativas para desarrollar el tema, entre ellas la indagación en la sentimentalidad de la protagonista, que se nos escamotea, sustituida, hasta donde ello era posible, por la prolija intriga desarrollada en torno a la posibilidad de que fuera sorprendida en el curso de sus insistentes infracciones. Por lo demás, Kohan se vale de una prosa desnuda, severa, ascética, que recuerda a la de otros escritores argentinos de la hora presente, como el infortunado Jorge Barón Biza, el notable autor de El desierto y su semilla, una de las novelas más turbadoras que ha producido la literatura argentina en los últimos años. Biza extrae insólitas potencialidades de su prosa despojada; no así, nos parece, ocurre en la novela de Kohan: la severidad del estilo no es siempre condición fundante de la felicidad literaria. Creemos detectar en Kohan una deliberada voluntad de autocontención, de no «hacer sangre», es decir, de no hablar abiertamente de los elementos turbios -pasiones, vicios- que colorean o presiden la vida humana. Esta Teresa Cornejo se despide del lector como una suerte de prodigiosa virgen y no mártir. La caracterización de impotente que el escritor asigna al superior jerárquico de Teresa, aunque simbólica, no se integra del todo, a nuestro juicio, en el mecanismo narrativo de la novela, quizá porque esa caracterización es menos fuerte de lo que el personaje exigía".

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Duelos argentinos

12.11.2007
Pistolas de duelo. Fuente: artemar.es

Ingenuamente, pensé que la trama de la nueva novela de Guillermo Martínez La muerte lenta de Luciana B. (que espero que Planeta se digne a traer pronto, o Alonso Cueto cumpla su promesa de prestármela) estaba inspirada en un libro como el de Martin Amis, La información, o en su antecedente inmediato, El príncipe negro de Iris Murdoch. En ambos casos el tema es la bronca entre dos escritores. Pero al parecer -según la entrevista que hoy leo en Página/12- tiene una inspiración más pedrestre: la bronca que en el año 2005 enfrentó al mismo Guillermo Martínez con Damián Tabarovsky. Este último acusaba, en el ensayo La literatura de izquierda, a Martínez y a otros como Pablo de Santos de ser "escritores serios" y muy aplicados para ganar concursos literarios. Martínez respondió en el ensayo "Un ejercicio de esgrima" en que acusaba de fanático vanguardista a Tabarovsky y de despreciar el éxito literario como el zorro desprecia las uvas que no puede alcanzar (por estar incapacitado de crear una trama que atrape al lector, por ejemplo) calificándolas de "uvas verdes". Para que se enteren del entripado, les dejo una entrevista a Guillermo Martínez, una más a Damián Tabarovsky y una nota de resumen en Clarín en la que participan muchos escritores y críticos (entre ellos Martín Kohan o Florencia Abbate, señalados por Guillermo Martínez como ejemplos de escritores "a espaldas del público" que pertenecerían a una mafia intelectual).

Dice Martínez sobre su nueva novela: "En mis novelas hay algún punto que da la sensación de autobiográfico, pero siempre como un recurso de verosimilitud. Pero en este caso, por ejemplo, el narrador de la novela es lo opuesto a lo que pienso... Y como un chiste (se ríe) da clases de vanguardias literarias, se dedica a eso para ganarse la vida. En el fondo, y lo digo sinceramente, no me siento representado por ninguno de los dos. Más allá de lo discutido, entiendo la otra posición y no creo que escribir de determinada manera dé inevitablemente el talento. Es decir, son opciones estéticas y cada una ha dado obras interesantes. Hay, sí, un par de líneas sobre la cuestión del éxito, que en la Argentina suele tomarse con cierto resentimiento, recelo. (...) cómo es posible que antes de tal libro nadie se preocupara de hablar de tal escritor y después todos descubren que es el peor enemigo. Es como si cualquier porción de éxito fuera robada a los demás. En realidad, y lo digo con toda frialdad, lo que ocurre es que el éxito que pueda tener un libro más bien abre camino a la literatura argentina en general. Suele pasar que un editor extranjero compre al más obvio y que los otros, que no pudieron comprarlo, miran alrededor a ver quiénes más están. En este momento se está hablando de la literatura argentina en ese sentido, se percibe un potencial de creatividad y están tratando de descubrir nuevos autores. Y otra cosa: se trata de un fenómeno pasajero. Hace veinte años los ojos estaban puestos en unos, después en otros, mañana en terceros. El éxito tiene algo de aleatorio, esencialmente. No debería entusiasmar ni deprimir demasiado (...)

Y sobre la bronca, dijo: "Para mí sí. Porque había en la Argentina una especie de discurso único basado en una cantidad de clichés, de frases a primera vista ingeniosas pero a segunda vista irrisorias, como “primero publicar y después escribir” o “para un escritor mejor prometer que realizar”. O “escribir mal está bien”, como si todo el mundo hubiera pasado el estadio de escribir bien y eso fuera ya trivial para todos. Una serie de repeticiones que buscaban establecer un canon y terminan siendo lugares comunes sin que nadie se detenga a analizarlos. El libro de Tabarovsky fue muy interesante en el sentido de explicitar, porque aunque esas cosas se decían, nadie les daba una especie de armadura teórica general, y él los articuló y de alguna manera los defendió. Y esto, obviamente, dio la posibilidad de establecer un terreno de discusión. ¿Con sólo pensar a su manera, escribiendo libros con esas recetas, se alcanza una literatura superior? ¿Bastan esos elementos formales? Yo creo que no. Creo que esta clase de opciones, relato lineal o no, con trama o sin ella, no terminan de decir nada sobre la cuestión de fondo. Cuando un texto es interesante hay talento, inteligencia, creatividad, originalidad. También noté una apertura en el panorama y que ciertos aspectos que parecían totalmente establecidos están volviéndose a pensar (...) Bueno, escuché a seguidores a ultranza de Aira que de pronto están diciendo que quizá no era todo lo que ellos pensaban. El artículo que abre el libro de ensayos de Fabián Casas es un ejemplo. Algunas opiniones de Alan Pauls también tienen ese mismo sentido. De pronto quizás haya vida además de Aira"

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Martín Kohan entrevistado

11.27.2007
Martín Kohan. Foto: Fabián Marelli. Fuente: adn.cultura

El reciente ganador del premio Herralde de novela, Martín Kohan con su novela Ciencias morales, ha sido entrevistado por ADN.Cultura. Ahí comenta la novela que tiene como referentes obras que transcurren en lugares cerrados, como puede ser en América Latina La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa o Juvenilia del argentino Miguel Carné que transcurre, además, en el mismo colegio de la novela de Kohan.

Dice Kohan sobre las referencias a otras novelas: "Busqué por mucho tiempo una construcción que tuviese que ver con ese mundo picaresco, pero nunca me resultó estimulante. Pensar en Juvenilia me habría llevado al intertexto, a la parodia, que es mi inclinación natural. Por eso me decidí por el lado de los preceptores, de las autoridades, de la disciplina. Ese es lado sombrío de la novela. Quería retratar a esa gente que nos metía un miedo feroz y, al mismo tiempo, eran patéticos. El encuentro entre la celadora y el jefe de preceptores en un café, por ejemplo, es penoso. Tal vez sea una forma de venganza. Pero también me inquieta la naturalización tremenda, la docilidad de uno como alumno, que a uno todo aquello le pareciera bien, razonable, normal. Esa normalidad me parece estremecedora."

También dice: "Me parece que, como me pasó en otras novelas, estoy en los espacios. El mundo del Bajo Belgrano que describo en Dos veces junio , por ejemplo, es el de mi infancia. Me acuerdo perfectamente de la estructura de hierro con el logo del Mundial 78 y la pelota de plástico que le habían puesto adentro. La veía cada vez que iba a andar en bicicleta al playón de River. Nunca me motivó escribir sobre cosas que me ocurrieron personalmente, pero de haber algo autobiográfico está en las descripciones, que en Ciencias morales surgen de la propia experiencia. Donde se desencuentra mi autobiografía y la literatura es en la narración, en la trama

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Los premios Herralde

11.06.2007
Antonio Ortuño y Martín Kohan, permiados. Fuente: ADN.es

Con precaución, la editorial Anagrama logró que los dos ganadores estén presentes el día lunes en España para anunciar el premio. Así, Martín Kohan y Antonio Ortuño participaron de una conferencia de prensa conjunta. En el periódico argentino "Página12" se comentan las declaraciones del ganador, Kohan, mientras que en el mexicano "Milenio" destacan las del finalista Ortuño.

Dice Martín Kohan: "El título de la novela tiene que ver con que el colegio se llamó Colegio de Ciencias Morales, y para mí era casi un disparador de las cosas que quería abordar: ¿cómo se imagina una institución educativa que alguna vez se pensó como un colegio de ciencias morales? El procedimiento de control y de disciplinamiento de la preceptora tiene una base de moralización muy fuerte, y desde esa misma moralización se tuerce tremendamente. En realidad, lo que la novela cuenta es cómo la preceptora en su búsqueda de perfeccionar y sistematizar el control de la disciplina empieza a custodiar el área de los baños del colegio. Y en esta búsqueda, ella misma se va metiendo en una historia medio retorcida (...) Esta novela está escrita en tercera persona, pero muy pegada al personaje de la preceptora (...) Es una novela muy autobiográfica, excepto porque no estoy yo mismo. No hay nada que me toque directamente o que haya funcionado como una experiencia personal, pero sí está el registro del mundo que viví en esos años."

Mientras tanto, Antonio Ortuño declaró: "Si nos reducimos a términos estrictamente morales todos los personajes del libro son despreciables en algún grado. Pocos de ellos tienen visos de heroicidad o nobleza alguna. En cierto sentido, el jefe es menos perverso y pérfido que el empleado, que es el narrador principal. Mi intención fue hacer una novela moralmente ruda, con un humor muy negro, lindando con el delirio del odio, que a la vez explorara muchos asuntos alrededor de esa relación de dominadores y dominados, no sólo en términos laborales, sino también en términos sentimentales. Quise desenredar la madeja de los mecanismos que nos llevan a sentirnos víctimas cuando en ocasiones somos verdugos. (...) En las condiciones de educación del país, de cualquiera que lea por gusto un libro de ficción, se puede decir que la vida lo ha puesto por encima de sus pobres semejantes. En cambio, sí me tiende a molestar la biempensantía, entendida como una suerte de resignación en cuanto a las ideas: gente que repite lo que lee, que habla de los editoriales del periódico como si se le hubiera ocurrido a ella. Gente que organiza su propio mundo con respecto a jerarquías inmóviles donde hay un bien y un mal claros, pero saben poco o nada de matices. La inteligencia literaria está en la capacidad de ver esos matices. Lo más interesante que te puede pasar como escritor, en cuanto a contacto con el público, es que te lea gente de procedencia muy diversa.

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Martín Kohan, premio Herralde

11.05.2007
Martín Kohan. Fuente: clarín

Hoy falló el premio Herralde, el más prestigioso del idioma. Y me doy con la sorpresa que un amigo reciente y un viejo amigo coinciden como ganador y finalista. El ganador es Martín Kohan, escritor argentino a quien conocí hace unos meses en el Festival literario de Berlín. La impresión que me causó fue tan buena que leí apenas llegado a Lima su novela, editada recientemente por Mondadori, Museo de la revolución. Si Ciencias morales, el título de la novela ganadora, es tan buena como ésa sin duda estaremos ante uno de los mejores Herraldes. Y como finalista quedó el mexicano Antonio Ortuño, con quien compartí una mesa en la FIL Guadalajara gracias a Julio Ortega. Entonces Ortuño era muy joven y aún inédito. Mucha gente me ha hablado de él después y leí algo suyo en una revista mexicana, "Cuaderno Salmón", hace unas semanas y estaba muy bien. Felicitaciones a ambos.

Dice la nota de prensa: "Martín Kohan (Buenos Aires, 1967) se ha alzado con el XXV Premio Herralde de Novela gracias a su obra Ciencias morales. Por su parte, Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976) ha resultado finalista con Recursos humanos. El jurado encargado de emitir este fallo ha estado compuesto por Salvador Clotas, Juan Cueto, Esther Tusquets, Enrique Vila-Matas y el editor Jorge Herralde. El galardón, convocado por Editorial Anagrama, está dotado con 18.000 euros. Aparte de las obras finalistas, cabe destacar la amplia presencia de escritores latinoamericanos, un reflejo de los numerosos manuscritos de dichos países que se han presentado al Premio".

Además, también adelantan el argumento de la novela ganadora: "Los muros del colegio son gruesos y consistentes. Prometen preservar la rutina de los días de estudio de todo lo que pueda estar pasando fuera, de todo lo que -de hecho- está efectivamente pasando fuera, en las calles vecinas, en Buenos Aires, en esa Argentina de 1982. ¿Pero qué espacio limitan esos muros, un lugar de adquisición del saber o un recinto sadiano? Porque el colegio extiende su jurisdicción más allá de la enseñanza, imparte a sus alumnos una rigurosidad que no deben descuidar en ninguna circunstancia de sus vidas, una implacable moral que debe constituirse en el inflexible esqueleto de todos sus actos. María Teresa es preceptora en este colegio, o sea, una inocente -o quizá sólo ignorante- maestra de ceremonias. Tiene veinte años, empezó a trabajar cuando todavía era verano, y el señor Biasutto, el jefe de preceptores, le reveló en su primera entrevista la actitud que convenía adoptar con los alumnos. Porque no era fácil obtener lo que él llamaba "el punto justo" para la mejor vigilancia. Una mirada alerta a la que no se le escapara nada pero que no fuera evidente, para no poner sobre aviso a los estudiantes. Una mirada a la que nada le pasara inadvertido, pero que pudiese pasar inadvertida ella misma. Quizá la mirada del perverso, o del carcelero, o del amo. Y María Teresa, que admira al señor Biasutto, se perfecciona como preceptora, se esmera en la aplicación de las normas y la corrección de las conductas. Pero si todo está prohibido -hasta para ella misma-, todo es transgresión. Y cuando María Teresa, persiguiendo un vago, quizá inexistente olor a tabaco, comienza a esconderse en los lavabos de los chicos para sorprender a los que fuman y llevarlos ante la autoridad, y poco a poco hace de ello un hábito oscuramente excitante, no es de la violación de las reglas sino de su aplicación a ultranza de donde surgirán la torsión y el desvío, de la rigurosa vigilancia de una completa rectitud, de la custodia inflexible de una normalidad total y atroz. Una vigilancia, una custodia que tal vez estén siendo aplicadas más allá del recinto de este pequeño mundo cerrado que nos descubre Martín Kohan. Porque extramuros de ese colegio donde estudian y han estudiado las futuras clases dirigentes, hay otro mundo, hay un país que acaso se le asemeja. Ciencias morales confirma indiscutiblemente la extraordinaria madurez narrativa de uno de los autores más inteligentes, más estimulantes, de la reciente literatura argentina.

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