Duelos argentinos
Ingenuamente, pensé que la trama de la nueva novela de Guillermo Martínez La muerte lenta de Luciana B. (que espero que Planeta se digne a traer pronto, o Alonso Cueto cumpla su promesa de prestármela) estaba inspirada en un libro como el de Martin Amis, La información, o en su antecedente inmediato, El príncipe negro de Iris Murdoch. En ambos casos el tema es la bronca entre dos escritores. Pero al parecer -según la entrevista que hoy leo en Página/12- tiene una inspiración más pedrestre: la bronca que en el año 2005 enfrentó al mismo Guillermo Martínez con Damián Tabarovsky. Este último acusaba, en el ensayo La literatura de izquierda, a Martínez y a otros como Pablo de Santos de ser "escritores serios" y muy aplicados para ganar concursos literarios. Martínez respondió en el ensayo "Un ejercicio de esgrima" en que acusaba de fanático vanguardista a Tabarovsky y de despreciar el éxito literario como el zorro desprecia las uvas que no puede alcanzar (por estar incapacitado de crear una trama que atrape al lector, por ejemplo) calificándolas de "uvas verdes". Para que se enteren del entripado, les dejo una entrevista a Guillermo Martínez, una más a Damián Tabarovsky y una nota de resumen en Clarín en la que participan muchos escritores y críticos (entre ellos Martín Kohan o Florencia Abbate, señalados por Guillermo Martínez como ejemplos de escritores "a espaldas del público" que pertenecerían a una mafia intelectual).
Dice Martínez sobre su nueva novela: "En mis novelas hay algún punto que da la sensación de autobiográfico, pero siempre como un recurso de verosimilitud. Pero en este caso, por ejemplo, el narrador de la novela es lo opuesto a lo que pienso... Y como un chiste (se ríe) da clases de vanguardias literarias, se dedica a eso para ganarse la vida. En el fondo, y lo digo sinceramente, no me siento representado por ninguno de los dos. Más allá de lo discutido, entiendo la otra posición y no creo que escribir de determinada manera dé inevitablemente el talento. Es decir, son opciones estéticas y cada una ha dado obras interesantes. Hay, sí, un par de líneas sobre la cuestión del éxito, que en la Argentina suele tomarse con cierto resentimiento, recelo. (...) cómo es posible que antes de tal libro nadie se preocupara de hablar de tal escritor y después todos descubren que es el peor enemigo. Es como si cualquier porción de éxito fuera robada a los demás. En realidad, y lo digo con toda frialdad, lo que ocurre es que el éxito que pueda tener un libro más bien abre camino a la literatura argentina en general. Suele pasar que un editor extranjero compre al más obvio y que los otros, que no pudieron comprarlo, miran alrededor a ver quiénes más están. En este momento se está hablando de la literatura argentina en ese sentido, se percibe un potencial de creatividad y están tratando de descubrir nuevos autores. Y otra cosa: se trata de un fenómeno pasajero. Hace veinte años los ojos estaban puestos en unos, después en otros, mañana en terceros. El éxito tiene algo de aleatorio, esencialmente. No debería entusiasmar ni deprimir demasiado (...)
Y sobre la bronca, dijo: "Para mí sí. Porque había en la Argentina una especie de discurso único basado en una cantidad de clichés, de frases a primera vista ingeniosas pero a segunda vista irrisorias, como “primero publicar y después escribir” o “para un escritor mejor prometer que realizar”. O “escribir mal está bien”, como si todo el mundo hubiera pasado el estadio de escribir bien y eso fuera ya trivial para todos. Una serie de repeticiones que buscaban establecer un canon y terminan siendo lugares comunes sin que nadie se detenga a analizarlos. El libro de Tabarovsky fue muy interesante en el sentido de explicitar, porque aunque esas cosas se decían, nadie les daba una especie de armadura teórica general, y él los articuló y de alguna manera los defendió. Y esto, obviamente, dio la posibilidad de establecer un terreno de discusión. ¿Con sólo pensar a su manera, escribiendo libros con esas recetas, se alcanza una literatura superior? ¿Bastan esos elementos formales? Yo creo que no. Creo que esta clase de opciones, relato lineal o no, con trama o sin ella, no terminan de decir nada sobre la cuestión de fondo. Cuando un texto es interesante hay talento, inteligencia, creatividad, originalidad. También noté una apertura en el panorama y que ciertos aspectos que parecían totalmente establecidos están volviéndose a pensar (...) Bueno, escuché a seguidores a ultranza de Aira que de pronto están diciendo que quizá no era todo lo que ellos pensaban. El artículo que abre el libro de ensayos de Fabián Casas es un ejemplo. Algunas opiniones de Alan Pauls también tienen ese mismo sentido. De pronto quizás haya vida además de Aira"
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Qué tontería. Siempre ha habido vida además de Aira. Lo bueno de Aira, visto desde España, es su felicidad.
Que en Argentina haya un escritor que no figure como "escritor torturado", que pelea duramente con el texto, es la gran novedad. Tiene cosas buenas y no tan buenas, lo que lo distingue de muchos que tienen libros malos y no tan malos...
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