MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Premiación, lectura y avión

Este blogger, Verónica Watts (ganadora) y Martín Kohan en ceremonia de premiación. Foto: Moleskine

Como comenté en un post anterior, estuve esta semana en Santiago de Chile como jurado del concurso de cuentos de Paula. Los otros jurados fueron Matías Rivas y Martín Kohan. En la página web, han colgado un video de la ceremonia de premiación. La ganadora fue Verónica Watt, una muchacha de 26 años que antes había quedado finalista y al final le dio al blanco. Se presentó además el libro "Flores para Hitler", título del cuento ganador con obvias alusiones a Leonard Cohen, y que contiene varios cuentos más elegidos por el jurado. Bueno, quería contarles algo que ocurrió en el aeropuerto de regreso: por culpa de la generosidad de la Universidad Diego Portales (que me regaló decenas de libros) y del hecho de que me estafaron en la agencia de viaje diciéndome que en Santiago hacía frío y llevé ropa abrigada, y luego ante el sol abrasador tuve que comprarme ropa de verano en el Parque Arauco, al final pagué tres kilos de sobrepeso en LAN (a 9 dólares el kilo) pese a efectuar la ridícula escena de abrir las maletas a un lado del mostrador para quitarle peso. Obviamente, lo primero que pasé a mi equipaje de cabina fueron los libros y así fue que terminé con Flores para Hitler en la mano. Y lo leí por primera vez en formato libro. Debo decir que el cuento es realmente de gran nivel, al igual que uno que quedó finalista de Sergio Gómez titulado "Monterroso" (y que leído en un avión resulta especialmente perturbador). Me alegra haber sido jurado de tan estupendos concursantes. Y les dejo, para picarles el diente (metáfora pésima ahora que tengo un horrendo dolor de muelas), el comienzo de "Flores para Hitler":

1. Esto es Hitler

Comenzó exactamente hace tres días. Nadie podría decir que es una enfermedad o un padecer peculiar de nombre difícil. Se trata de algo simple, pero que, como todas las cosas simples, acaba siendo complicado. Deja que me explique mejor: es del tipo de cosas sobre las que la gente tiende a afirmar, con un afán reiterativo, “Se ha expandido mucho” o “Se ha vuelto importante”. Frases a las que uno quisiera adicionar, (pero no se puede, nunca se puede), que es como el cáncer o la peste bubónica o la cantidad de desempleados: “Ha crecido como el cáncer” o “Se ha vuelto importante, como el sida”, sonaría más honesto, o más patético, da igual. Unas risas pregrabadas ayudarían a lograr el efecto. En este caso, habría que decir que la ha ido consumiendo, a ella y su mundito. Que se ha ido apoderando de cada espacio, carcomiendo cada resto, como el efecto del ácido sulfúrico sobre una cara empapada de agua.

Esto es, en resumen, lo que le pasó con Hitler.

Son las siete de la tarde. Está detenida frente a un semáforo y lo único que puede pensar, mientras espera que la luz cambie a verde, es que quiere un Hitler para ella sola. Un Hitler, sí. Y luego recuerda las otras cosas que quiere y todo lo que puede nombrar son hitlers pequeños, minúsculos hitlercitos amontonados unos encima de otros. O una habitación blanca, sin ventanas, con sólo un Hitler en medio, de proporciones exageradas. Quizás tendría que, eventualmente, reponer los hitlers faltantes de la despensa, y comprar, antes de que se agote, tal como lo vio el otro día en televisión, un Hitler Multifuncional que pueda limpiar las superficies –siempre demasiado polvorientas- de su departamento. Ha pensado que quizás, antes de que él llegue se pondrá su Hitler nuevo y le dará una sorpresa. Pero sabe que ya no es lo mismo, por mucho que quiera. No importa cuántos hitlers use ni cuantos hitlers intente (y aprenda, luego de complicadas contorsiones): él permanece inmutable.

(...)

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3:46 p. m.

Tengo la leve sensación malaleche de que Hitler ha recibido una ayudita; en cristiano, que no se ha premiado al mejor.
JOTABE POQUELIN    



10:34 a. m.

Curioso fragmento, me da ideas. Suerte.    



2:55 p. m.

La polémica que ha generado el cuento de Verónica raya no en la bajeza moral (que sería lo de menos en un país como Chile) sino intelectual (¿no se le puede ocurrir un título original?, ¿por qué "para Hitler" si Hitler casi no aparece?). Celebro una y otra vez el triunfo de una de las voces más definidas de la apagada literatura chilena. Detalles en el blog.    



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