MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Fresán sobre Neal Stephenson

Neal Stephenson. Fuente: saloon.

Una de las mejores ideas del suplemento Radar Libros es dejar que Rodrigo Fresán escriba reseñas sobre libros que no sólo no han llegado a Argentina, sino que muchas veces no han sido traducidos y acaban de ser publicados en Estados Unidos o Inglaterra. De esa manera, muchas veces Fresán no sólo actúa como reseñista de hiper actualidad, sino incluso como scouter. ¿Cuántos editores españoles no estarán pendientes de esas lecturas de Rodrigo para luego fichar al autor en sus editoriales? Esta vez, decidió hacer la resela de Neal Stephenson "el gurú más prometedor de la ciencia ficción", y su reciente novela Anathem (937 páginas, creo que Fresán me mintió cuando me dijo que le interesaban las novelas breves). Sin embargo, las noticias no parecen del todo gratas:

El problema es que Anathem –obsesiva y meticuloso paseo por pasillos y claustros de una orden de clausura compuesta por científicos y matemáticos y filósofos de habla orthiana que de tanto en tanto se aventuran en un corrupto mundo exterior de shopping centers y casinos– es asombrosa y admirable, pero no es divertida. El otro problema de Anathem –acaso el más grave– es que en ella, por primera vez, Stephenson no es original. Y que sus influencias se volverán muy claras para el lector más o menos curtido en este tipo de fantasías. A saber: la lírica planetaria de las novelas hainishianas de Ursula K. Le Guin, la space opera entendida como fresco proustiano de Gene Wolfe, las preocupaciones religiosas de Walter M. Miller Jr. en Cántico por Leibowitz, y el modo en que motivos clásicos de la literatura viajan a las estrellas en las sagas interplanetarias de Dan Simmons. Y a diferencia de todos los ejemplos de más arriba, Anathem no predica con prosa funcionalmente exquisita y peca de solemnidad, lentitud, cripticismo (aquí, otra vez, el desciframiento de códigos como leitmotiv recurrente y stephensoniano vuelve a sostener buena parte de la catedral de la trama) y mesiánica confusión. En Anathem Stephenson parece haber sucumbido a la peor de las tentaciones: el haberse creído su rol como portavoz apocalíptico y médico brujo de la Era Informática. Así, las numerosas interrupciones de la acción para discutir semánticos puntos metafilosóficos y cosmogónicos (Stephenson advierte en una nota final al lector, acaso demasiado tarde, que Anathem se leerá y comprenderá mejor si se lo considera un vehículo ficticio para explorar las ideas reales de “Tales, Pitágoras, Platón, San Agustín, Leibniz, Kant, Mach, Gödel y Husserl”) acaban produciendo unas por momentos irrefrenables ganas de colgar los hábitos o de, directamente, colgarse.

Desde luego, Fresán sabe muy bien cómo se mueve el mundo de los gruppies de la ciencia ficcón y anticipa "Lo que no quita que Anathem –que será adorada por los seguidores a muerte y los fieles de por vida de Stephenson– sea un producto respetable y hasta admirable (...)". Habrá que esperar qué dice Daniel Salvo, que hace siglos no entra en Moleskine.

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3:16 p. m.

Por lo que dice Fresan, parece que en Anathem hay más ciencia que ficción...    



7:49 p. m.

La cantidad de cosas que abarca, me gustó la reseña, por lo menos es justa al decir lo que es bueno y malo, por lo menos desde su punto de vista, particularmente tanto tema no lo veo mal, y si no pasa suave, pues, no pasa, aunque suene a lúpulo...    



5:11 a. m.

Se ve claro que Fresán es un comelibros insaciable y tiene también el verbo fluído de los bonaerenses escritores. Y de repente hasta guapo es como muchos argentinos.
LAURITA MACEDONIA    



10:11 a. m.

q opina RF de misterix?    



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