MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Chejov, 150 años

1.29.2010
Homenaje ante la tumba de Chejov. Fuente: clarin

Han pasado 150 años. Quizá fue el primero, realmente el primero. Con él empezó el siglo XX literario. La deuda que le tienen centenares o miles de escritores de todo el mundo, durante estos 150 años, es muy grande. Y la seguirán teniendo. Basta decir Carver para mostrar la punta del iceberg. Pero podría decir Nabokov, otro iceberg completamente distinto pero que parte del mismo líquido. Y así seguimos. Rusia celebra los 150 años del nacimiento del genial Anton Chejov. Dice la nota en Ñ:

El presidente ruso, Dmitri Medvedev, rindió hoy honores al autor Anton Chejov, a 150 años de su nacimiento. El mandatario dejó flores en el monumento al escritor en Taganrog, en el sur de Rusia, donde Chejov nació el 29 de enero de 1860, y dijo que el artista también tenía su lugar en la era digital. Numerosas personas también honraron en Moscú al autor, muerto en 1904 de tuberculosis en Alemania.Rusia considera a Chejov "uno de nuestros contemporáneos", afirmó el viceministro de cultura ruso, Andrej Bussygin, en un acto enMoscú. "La verdad de Chejov sobre Rusia es una verdad dura. Quería que las cosas mejoraran", afirmó Bussygin. Rusia planea numerosos homenajes y la reedición de sus obras. Hay planes para restaurar la vivienda de Chejov en Yalta, en la penínsulaucraniana de Crimea.

Habrá que celebrar al genio leyendo el mejor cuento que se ha escrito jamás en cualquier idioma: La dama del perrito. Y luego, por qué no, el libro maravilloso, sensible e inteligente que Janet Malcolm le dedicó Leyendo a Chejov: un viaje crítico (Alba editores)

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Una leve pero visible cicatriz

12.15.2009
Vladímir Nabokov en Suiza. Fuente: tha guardian

Hace unas semanas comenté el artículo de Martin Amis sobre The Original of Laura, de Vladímir Nabokov, que apareció en The Guardian bajo el título: "The problem with Nabokov". Ahora, el ADN Cultura traduce el artículo de Martin Amis, al que considera una "lección magistral de literatura" Vale la pena. Aquí unos fragmentos de nabokov según Martin Amis, un nabokvniano arrepentido (al menos de algunas de sus obras), que confiesa -entre otros desaires- no haber podido terminar de leer Ada o el ardor (él se lo pierde) y que ésta, junta a otras novelas, dejan una "leve pero visible cicatriz" en la obra de Nabokov:

[...] He leído al menos media docena de novelas de Nabokov al menos media docena de veces. Y al menos media docena de veces he intentado leer Ada (o el ardor: una crónica familiar) y fracasado rápidamente. Mi primer intento fue hace unas tres décadas. Lo dejé después del primer capítulo, con una curiosa sensación, una suerte de hormigueo negativo. Más o menos cada cinco años (eso se convirtió en un esquema regular), volvía a intentar leerla, y al cabo de un tiempo empecé a razonar la dificultad: "Pero esto está muerto", me dije. La curiosa sensación, el cosquilleo negativo, me resulta ahora, por supuesto, desdichadamente familiar: es la respuesta del lector a lo que parece ocurrirles a todos los escritores cuando sobrepasan la expectativa de vida consignada por la Biblia. La irradiación, la capacidad de dar vida, empieza a marchitarse. El verano pasado me fui de viaje con Ada y me encerré con el libro. Y tenía razón. Con 600 páginas, que duplican o triplican la categoría usual en la que Nabokov compite, la novela es lo que los detectives de homicidios llaman un "reventón". Es un cadáver arrojado al agua que se encuentra en la etapa de máxima hinchazón. En 1939, cuando apareció Finnegans Wake, fue recibido con cauteloso respeto... o con "elogios suscitados por el pánico", según palabras de Jorge Luis Borges. Ada cosechó muchos elogios suscitados por el terror y de hecho, las semejanzas entre las dos óperas magnas son profundas. Nabokov designó al Ulises como su novela del siglo, pero describió a Finnegans Wake como, según la oportunidad, "informe y aburrida", "un libro frío como un pescado", "un trágico fracaso" y "un ladrillo espantoso". Ambas novelas procuran hacer una virtud de la autoindulgencia irrestricta; nos dan la espalda, por así decirlo, y se repliegan en sí mismas. El talento literario tiene diversas maneras de morir. Tanto en el caso de Joyce como en el de Nabokov, vemos una decisiva pérdida de interés por el lector... una pérdida del sentimiento de reciprocidad, de la cortesía. Los placeres de escribir, dijo Nabokov, "corresponden exactamente a los placeres de leer", y las dos actividades son en cierto sentido indivisibles. En Ada, ese lazo se afloja y se debilita. En Nabokov hay cierta debilidad por lo "patricio", tal como lo denominó Saul Bellow (Nabokov el émigré clásico, Bellow el clásico inmigrante). En las novelas puramente "rusas" del primero (me refiero a las novelas escritos en ruso que no tradujo el propio Nabokov), los personajes masculinos, en particular, tienen una tendencia a magnificarse a sí mismos: son más grandes y más audibles que la vida. No caminan, sino que "marchan" o "dan grandes zancadas"; no comen ni beben, sino que "mastican" y "trasiegan"; no se ríen, sino que "rugen de risa". Están muy lejos de ser los furtivos y vacilantes neurasténicos típicos de la corriente principal de la narrativa anglófona: son musculosos (y dotados) galanes, que ganan todas las peleas y enamoran a todas las chicas. Para ellos, el orgullo no es un pecado capital sino una virtud cardinal. Por supuesto, no podemos prescindir de esta vena de Nabokov: nos da, en otras obras, su magnífica prepotencia cómica. En Lolita, se pretende que esta soberbia cualidad sea divertida, en otras obras, es un rasgo que la ironía no alcanza a proteger. En Ada el nabobismo (cualidad referida a cualquier hombre importante, influyente o adinerado, un "pez gordo"; nabob es un europeo que hizo fortuna en las colonias, especialmente en India) se combina desastrosamente con una ninfolepsia que es pródiga y monótonamente satisfecha sin mayores problemas. Al principio de la novela, la propia Ada tiene 12 años y Van Veen, su primo (y medio hermano), tiene 14. Cuando Ada crece, en la adolescencia, su hermanita Lucette también está a mano para animar las "vigorosas citas" de ambos. Encima de todo eso, fluye una casi fantasía sobre una cadena internacional de burdeles de elite donde niñas jóvenes, de hasta 11 años, pueden ser "mimadas y mancilladas". Y el padre de Van, de 60 años, (de manera casual, pero típica) tiene una amante que apenas llega a los dos dígitos: tiene 10 años. Este libro interminable está escrito en una prosa densa, erudita, aliterativa, llena de juegos de palabras, que satura; y cada personaje, sin excepción, suena como el difunto Henry James. Al igual que Finnegans Wake, Ada probablemente "funcione" y "esté a la altura": el decodificador multilingüe, si le dedica tiempo suficiente y no tiene nada mejor que hacer, podría llegar a desenmarañar sus complejos sistemas y simetrías, sus solitarios y engorrosos laberintos, y sus nostalgias pegajosas. Sin embargo, lo que ambas novelas indican claramente es que carecen de cualquier atisbo de tracción narrativa: patinan y se desbarrancan, simplemente no pueden seguir el camino. Y además, en el caso de Ada, hay algo totalmente ajeno, una sensación de monstruosa autorización, de señorío irrestricto y delirante. Moralmente, ése es el mundo que anhelaba el tortuoso Humbert: un mundo en el que "nada importa" y "todo está permitido". [...] Esto nos lleva a Cosas transparentes (novela a la que incómodamente volveremos) y ¡Mira los arlequines!, así como los más o menos insignificantes volúmenes que estamos revisando. "LATH!" (Look At The Harlequins!), como la llamaba el autor, así como llamaba "TOOL" a The Original of Laura, es el canto de cisne de Nabokov. Tiene algunos estruendos maravillosos y destellos de colores sobrenaturales, pero es duro de oído y de visión reumática; y el tema de la niñita es ahora apenas algo más que un logo... parte del mobiliario de Nabokov, como los espejos, los dobles, el ajedrez, las mariposas. [...] Por sí solas, El hechicero, Lolita y Cosas transparentes podrían haber constituido una luminosa y desconcertante trilogía. Pero no quedaron solas; por el puro peso numérico, por la pura repetición, las novelas sobre la ninfolepsia empiezan a contagiarse entre sí... sufren de contaminación cruzada. Con gratitud tomamos de ellas todo lo que podemos, pero... ¿En qué otro lugar del canon encontramos una fijación tan rebelde? ¿En la espantosa comezón de Lawrence, tal vez, o en las turbias transposiciones sexuales de Proust? No, uno debe aventurarse hasta los márgenes de la literatura -Lewis Carroll, William Burroughs, el marqués de Sade- para encontrar un énfasis equivalente: un énfasis puesto sobre actividades que correcta y eternamente consideramos imperdonables. En la ficción, por supuesto, nadie sufre daño alguno; la falla, como dije, no es moral sino estética. Y no pretendo insinuar nada al señalar que la obsesión de Nabokov con las nínfulas tiene un paralelo: la repetitiva indiscreción de su obsesión con Freud ("el vulgar mundo, raído, fundamentalmente medieval" del "charlatán de Viena", con "sus resentidos embrioncitos espiando, desde sus recovecos naturales, la vida amorosa de sus padres"). Nabokov atesoraba la anarquía de la vida interior y Freud es vilipendiado porque procuró sistematizarla. ¿Hay algo de rivalidad en este odio? Bueno, a fin de cuentas es Nabokov, y no Freud, quien emerge como nuestro poeta supremo de los sueños (junto con Kafka) y como nuestro supremo poeta de la locura. Pero persiste un reparo producto del sentido común, pese a toda nuestra imparcialidad literaria y crítica: a los escritores les gusta escribir sobre las cosas en las que les gusta pensar. Y, para decirlo de la manera más dura, la mente de Nabokov, durante la última etapa de su vida, no honró suficientemente la inocencia -no honró suficientemente el honor- de las chicas de 12 años. En las tres novelas que acabamos de mencionar defiende con prepotencia su énfasis; en Ada (ese derroche incontinente), en ¡Mira los arlequines! y ahora en The Original of Laura, no lo defiende. Eso deja una leve pero visible cicatriz sobre el leviatán de su obra.

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Kakutani sobre Laura

11.12.2009
Fuente: ericchangdesign

Michiko Kakutani comenta The Original of Laura, la novela póstuma de Vladímir Nabokov que su hijo Dmitrii -contrariando la última voluntad de su padre y las posteriores negativas de la madre- decidió publicar porque el "zumbido" de Laura seguía en su cabeza. ¿Valió la pena publicar este libro?, se pregunta Kakutani. Nos preguntamos todos. Ella responde así:

Was Dmitri right to publish “The Original of Laura: (Dying Is Fun)”? Do the index cards (reproduced with meticulous care by the publisher, Alfred A. Knopf, in an ingenious punch-out format) represent, as Dmitri has said, “the most concentrated distillation” of his father’s creativity? Does this fragmentary manuscript constitute the makings of “a brilliant, original and potentially radical book”? Or does the unfinished manuscript — like works left behind by Ernest Hemingway and published after his death by his estate — simply feel like an embarrassing and unfortunate coda to the master magician’s oeuvre? In many respects, the release of a rudimentary version of his last novel does a disservice to a writer who deeply cherished precision and was practiced in the art of revision. Just as “The Enchanter,” a precursor to “Lolita” that was written in 1939 and published after his death, reads like a crude, often flat-footed version of its famous descendant, so these fragments of “Laura” — so cryptic and sketchy — represent an incomplete, fetal rendering of whatever it was that Nabokov held within his imagination. Yet, at the same time, these bits and pieces of “Laura” will beckon and beguile Nabokov fans, who will find many of the author’s perennial themes and obsessions percolating through the story of Philip, an “enormously fat creature” with “ridiculously small feet, ” and his wildly promiscuous wife, Flora, who seems to have been the inspiration for a fictional character named Laura. (...) The final irony concerning “The Original of Laura,” of course, is the fact that its very form — an incomplete manuscript — recalls a favorite Nabokovian device: the notion of a set of “strange pages” or imperfect scribblings found, edited or annotated by another character. This device — H. H.’s memoir edited and published after his death (“Lolita”), say, or John Shade’s poem, introduced and commented upon by a scholar named Charles Kinbote (“Pale Fire”) — was not only a clever, postmodernist frame deployed by Nabokov in his endlessly inventive pursuit of complication, but it was also a sort of metaphysical statement on Art and the Artist, a rumination upon the inscrutable mysteries of creation.

En fin, no sé uds. pero a mí Kakutani me ha convencido. El libro, tal como ha sido editado, respetando las tarjetas, no será una novela pero es un Nabokov legítimo. Y eso es más que suficiente para mí.

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Libros para hornear

Libros para hornear.Fuente: el país

La SFLA (Servicio Federal de Lucha Antidrogas ruso) ha elaborado una "lista negra" con libros y textos que pueden incitar a la drogadicción. No se trata de una prohibición, aclaran, porque eso solo lo puede hacer un juzgado, sino de una advertencia. En fin, tomémoslo con calma. Más que una prohibición funciona como una recomendación: Es una lista interesante como cualquier lista. Dice "El País":


Entre los autores proscritos figuran el español Pérez-Reverte con La Reina del Sur, una historia de narcotraficantes ambientada en México y en el estrecho de Gibraltar, y el clásico estadounidense Tom Wolfe con Ponche de ácido lisérgico. Les hacen compañía los también estadounidenses Burroughs con Queer y Hunter Thompson con Miedo y asco en Las Vegas, el británico Alex Garland con La Playa y el escocés Irvine Welsh con Porno, Escoria y The Acid House. La lista incluye asimismo obras de ciencia ficción, como Una mirada a la oscuridad del clásico estadounidense Philip K. Dick, y Jim Morrison's Adventures in the Afterlife del británico Mick Farren. Entre los autores rusos figuran el escritor Mark Levi con la obra Novela con la cocaína, publicada en 1935 bajo el seudónimo de M. Ageev y que inicialmente fue atribuida a Vladímir Nabókov, y la periodista y novelista moderna Linor Goralik con Niet. Además de otros autores, del siglo pasado y modernos, la lista, curiosamente, incluye monografías sobre sustancias psicotrópicas y alucinógenas de científicos de renombre mundial, como el psiquiatra estadounidense de origen checo Stanislav Grof, y un manual de cultivo de champiñones. El diario Nóvie Izvestia destaca hoy que "la lista mezcla piezas marginales con obras clásicas de la literatura, muchas de las cuales han sido llevadas a la pantalla", y que todos los libros en ella incluidos están en venta libre y también pueden ser descargados en Internet. La revelación de esa lista negra ha indignado a la prensa rusa, que no olvida otras campañas similares del Servicio Antidrogas, como la persecución judicial de los veterinarios que empleaban anestésicos al operar a los animales domésticos.

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Pamuk publica

8.06.2009
Orhan Pamuk. Fuente: baúl de longplays

A finales de este mes, en Moscú, aparecerá la nueva novela del premio Nobel turco Orhan Pamuk titulada El museo de la inocencia. La ediotorial Mondadori ya aseguró que la edición española estará a la venta en octubre.

El escritor turco y Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk presentará su nueva novela «El museo de la inocencia» a finales de este mes en Moscú y San Petersburgo, anunció hoy su traductora al ruso, Apolinaria Avrútina. «Pamuk presentará su nueva novela, que escribió con interrupciones a lo largo de los últimos diez años, y también pronunciará sendas conferencias en la Universidad Estatal de Moscú y de San Petersburgo», precisó Avrútina, citada por la agencia oficial RIA-Nóvosti. En el marco de su visita, que el 28 de agosto le llevará a Moscú y el 29 a San Petersburgo, Pamuk leerá extractos de su nueva novela, que saldrá a la venta en Rusia en los próximos días -en español se editará en octubre próximo por la editorial Mondadori- y responderá a las preguntas de sus lectores, indicó.

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Nabokov en Playboy

7.09.2009
Carátula difuminada, idea de Chip Kidd. Fuente: amazon

Lo que faltaba: un fragmento, adelanto de la novela póstuma -que se vende en Setiembre- de Nabokov El original de Laura , será publicado en la revista Playboy. No es que desconozca que en esa revista ha aparecido muchas veces autores notables (incluso el mismo Nabokov fue entrevistado ahí alguna vez y recuerdo que fue muy interesante la entrevista) pero me parece raro que The New Yorker haya rechazado la posibilidad de publicar el fragmento. ¿Fidelidad a la memoria de Nabokov? ¿Será posible que la revista sea más fiel al deseo de no publicar nada que no esté concluído que el mismo Dmitrii? Dice la nota:

Según un artículo de The Wall Street Journal en su edición de hoy, la prestigiosa revista literaria The New Yorker rechazó la oferta de publicar un adelanto de la novela que trata de la tristeza de un hombre que tiene una esposa promiscua y que recuerda, a la vez, una vieja obsesión sexual con una chica más joven que él. El sitio de Amazon.com ya anuncia la fecha de publicación de la novela para el 17 de noviembre de este año por la prestigiosa casa Alfred Knopf, mientras que la mencionada nota de The Wall Street Journal afirma que el fragmento de 5000 palabras de la novela que será publicado en Playboy saldrá en su edición de diciembre de este año. Nabokov tenía una manera curiosa de escribir sus novelas: lo hacia en fichas. Según adelanta Amazon, el manuscrito de El original de Laura consistía de 138 fichas. Como libro tendrá un total de 304 páginas, el subtítulo de Una novela en fragmentos y llevará un prefacio de Dimitri Nabokov que, seguramente, justificará su decisión de desobedecer los deseos escritos de su padre. No será, por otro lado, la primera vez que Nabokov aparezca en las páginas de la revista erótica y de la buena vida. En 1969 un largo extracto de su novela Ada fue publicado en Playboy, revista que además en 1964 había publicoado una larga entrevista con el autor.

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1984: ¿pellizco, plagio o cover?

6.09.2009
1984 en primera edición. Fuente: manhattan rarebooks

La novela fundamental de George Orwell, 1984, cumplió este lunes 60 años de publicada y en el blog de The Guardian Paul Owen le hace un extraño homenaje: dice que Orwell se inspiró ("pellizcó" literalmente anuncia en el título del post: "1984 thoughtcrime? Does it matter that George Orwell pinched the plot?") en la trama de una novela editada en Rusia en 1924, titulada We y escrita por el desconocido Yevgeny Zamyatin. Orwell había reseñado para Tribune la novela rusa tres años antes de publicar 1984.

Orwell reviewed We for Tribune in 1946, three years before he published Nineteen Eighty-Four. In his review, he called Zamyatin's book an influence on Aldous Huxley's Brave New World, though Huxley always denied anything of the sort. "It is in effect a study of the Machine," Orwell wrote of We, "the genie that man has thoughtlessly let out of its bottle and cannot put back again. This is a book to look out for when an English version appears." He seems to have taken his own advice.

El parecido, según Owen, es obvio. Incluso aparece un Gran Hermano con el nombre de El Benefactor. La columna vertebral de ambas obras son idénticas. No hay duda de que Owen quiso hacer un cover de la novela rusa. Sin embargo, a pesar de que se le reconoce a Zamyatin algunos méritos literarios, según el autor del post la novela de Orwell es absolutamente superior y eso disculpa cualquier "pellizco". Dice:

So does it matter that Orwell borrowed plot and characters from the earlier book? After all, it seems clear that he made a superior work of literature out of them. Nineteen Eighty-Four's importance comes not so much from its plot as from its immense cultural impact, which was recognised almost immediately when it won the £357 Partisan Review prize for that year's most significant contribution to literature, and which has continued to this day. Most of the aspects and ideas of the novel that still resonate so strongly in political life are his own: newspeak, doublethink, thoughtcrime, the Thought Police, Room 101; the extreme use of propaganda, censorship and surveillance; the rewriting of history; labels and slogans that mean the opposite of what they say; the role for Britain implied in the name Airstrip One. References to these things pervade all levels of our culture. Apart from the obvious, I remember an amusing NME review of an album by the laddish band Cast that read: "Imagine a trainer stamping on a human face ... for ever." In addition, unlike We, Nineteen Eighty-Four is written with expert control in an accessible style about a world recognisably our own, and its twists of plot – including the existence (or not) of the Brotherhood resistance movement – are gripping, sophisticated and convincing. The dark, pessimistic tone of Nineteen Eighty-Four is also all Orwell's. If any aspect of We takes the shine off Nineteen Eighty-Four, it's that Orwell lifted that powerful ending – Winston's complete, willing capitulation to the forces and ideals of the state – from Zamyatin. It's a wonderful, wrenching twist, in both books, and a perfect conclusion, though We and Nineteen Eighty-Four differ slightly in the fate of the female dissident: I-330 is killed without giving up her beliefs, whereas Julia is broken in the same way as Winston. Perhaps We deserves more recognition than it has had, but if Nineteen Eighty-Four had never existed, it is extremely doubtful Zamyatin's book would have come to fill the unique place Orwell's work now occupies. Nineteen Eighty-Four is an almanac of all the political ideas no "right-thinking" person would ever want their government to countenance, and the word Orwellian has come to signify a badge of shame intended to shut down any movement in that direction – with an imperfect record of success.

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Proliferación de viudas

6.08.2009
Viuda negra. Fuente: cosodeilustradores

El tema de las viudas literarias -o sus herederos- vuelve a tomar actualidad con la aparición de libros póstumos de autores como Roberto Bolaño, David Foster Wallace o Vladímir Nabokov. Y reciéntemente, lo de Julio Cortázar o Raymond Carver. Todos estamos de acuerdo con que Max Brod salvó a la literatura universal de quedarse sin un genio literario. Pero esa es la excepción. ¿Queremos más viudas literarias? ¿Son necesarios esos libros póstumos? ¿Las viudas tienen la razón en decidir o deberían dejar eso a los especialistas? Un artículo en el reciente número de la revista virtual The Quartely Conversation comenta el tema:

For those who can claim to have read every page of Wallace (well over 4,000 of them), or all of Nabokov (18 novels, plus 1,000 pages of stories, plus two books of lectures, numerous volumes of poetry, and translations . . .), or even the bilingualists who have exhausted Bolaño, then perhaps they can claim that an unexpected addition to an oeuvre is like a seductive phone call from beyond the grave. But for those of us who have yet to complete these authors’ works, our cynicism insists that the unpublished manuscripts are just an excuse to gossip about so-and-so and get excited about the publication of a “new” book, an item for which, we must observe, we are not currently lacking. Wallace, Nabokov, and (now) Bolaño are brands, and brands sell, especially in times of economic uncertainty. It’s easy to generate press for Wallace’s “last” “novel,” not so much for Wallace’s first novel, to say nothing of midlist author X, whose last book (total sales of around 5,000 copies in cloth and paper) generates a lukewarm brush-off from Barnes & Noble’s computer algorithm. Still, we would be remiss if we did not admit that an unfinished work’s very nature promises certain pleasures that no completed work can. There is something humbling, if not a little satisfying, to know that the force that could produce Invisible Man could also struggle for the rest of his life to again satisfy his muse. Well, let’s see why! Crack that ms open! The intrigue is inarguable. In the unfinished novel we can see the writer in all her wretched humanity, prone to distractions and failures just like us. At the same time, all those lacunae and disjunctions, the scribbles and blots and jagged lines, afford us unprecedented access to the creative mind at work. So now we have finally secured an invitation to our favorite writer’s study; we can hover like an unwanted in-law, make little snorts and suggestions at the writer’s trembling pen, project our own petty psychological theories. All this will make great banter at the next party.

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Gogol, 200 años

4.02.2009
Nikolai Gogol. Fuente: Sciammarela/ el país

Ayer se celebraron 200 años del natalicio de Nikolai Gogol, ese extraño pero genial escritor ruso que tanto admiraba Vladímir Nabokov. Sin embargo, la celebración se ha teñido de un hecho casi gogoliano: las peleas entre Ucrania y Rusia por apoderarse de la imagen del autor de Almas muertas. Así lo comentan en El País:

En plena búsqueda de una identidad propia al margen del gigante eslavo vecino, Ucrania trata de apoderarse de la figura del autor de Las almas muertas, El inspector y Tarás Bulba y de agregarla a su galería de iconos nacionales. Mientras, Moscú se esfuerza por mantener el monopolio sobre el escritor. En Moscú se ha inaugurado el primer museo dedicado al autor y también una exposición sobre su persona y su época en el Museo Histórico. En Kiev se han presentado las obras completas, en ruso y en su traducción al ucranio y precisamente la traducción de la novela Tarás Bulba ha irritado a comentaristas y políticos rusos, que ven en el texto ucranio un intento consciente de deformar la obra de Gógol para adaptarla a las realidades geo-políticas actuales. La acción de Tarás Bulba, cuyo protagonista es un cosaco del mismo nombre, ocurre en el siglo XVI en tierras ucranias entonces rusas y que estaban parcialmente ocupadas por los polacos. La traducción al ucranio de aquella novela elimina de forma sistemática las alusiones a "Rusia" y a la "patria rusa" y las sustituye por términos como "nuestra tierra", "la tierra de los cosacos" o "Ucrania". El malestar por estas licencias se ha reflejado incluso en la Duma Estatal de Rusia, donde el pasado viernes el diputado Konstantín Zatúlin, vicejefe del comité dedicado a los Estados pos-soviéticos, habló incluso de "actividades subversivas" contra Gógol y su obra. Por unanimidad, la Duma adoptó una disposición en la que subraya el carácter ruso de Gógol y, recurriendo a la cita de un contemporáneo del escritor, afirmó que para los autores rusos, checos, ucranios y serbios, la "lengua de Pushkin" (el ruso) debe ser "como el Evangelio para todos los cristianos". En Ucrania, el ministro del Interior, Yuri Lutsenko, ha dicho que considera a Gógol como un "gran escritor", pero no como un "gran ucranio" porque representaba a los ucranios como provincianos interesados sólo por "comer tocino y el compadreo". Por su parte, el vicejefe del Parlamento, Nikolái Tomenko, calificó de "banal" el programa de acontecimientos oficiales dedicado al nacimiento del escritor y subraya que Gógol contribuyó a formar una imagen romántica de Ucrania.

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El enorme Tolstoi

3.09.2009
León Tolstoi. Fuente: elmundo

La edición de Cuentos completos (Relatos, Sudamericana) de León Tolstoi le ha servido a Guillermo Saccomanno para escribir un texto extenso en "Radar Libros" de Página12, lleno de dmiración, por aquel narrador ruso que incluso antes de su muerte alcanzaba alturas proteicas, de gigante. Cada vez es más cierto que en un siglo de grandes genios, como lo fue el XIX, el nombre de Tolstoi empieza a echar sombra a la mayoría hasta convertirse en un verdadero titán literario más allá de sus anacronismos. Tolstoi no solo era el mejor contador de historias de su tiempo, sino un escritor capaz de mirar el mundo e interrogarlo con razón e inteligencia. Y el único, realmente el único, que se enfrentó a la muerte sin armaduras, tratando describirla tal como es. Si lo logró o no, solo Dios sabe. Pero no le tuvo miedo, y eso es seguro. Dice Saccomanno:

¿Quién se cree Tolstoi?, se pregunta uno. ¿Dios? La idea de Tolstoi como Dios no es nueva. “Este hombre es como Dios”, dice Máximo Gorki. León Trotsky, en uno de sus artículos de Literatura y revolución, comenta que al leer a Tolstoi su fuerza le recuerda La Ilíada y el Pentateuco. Lejos de Trotsky, Harold Bloom comparte a su modo la opinión: cuando lo lee a Tolstoi, como al leer a Homero, siente que la voz narradora es la de Dios. Tolstoi propugnaba la humildad en la fe, pero, ¿hasta dónde, con su omnipotencia, no se creía él mismo Dios? Al mirar sus fotos, como un coloso de Miguel Angel, su gran barba, su porte gigante, su mirada severa, Tolstoi impone un instintivo respeto. Dios, padre, patriarca. Tolstoi es un torrente. Las pasiones lo desbordan. Para bosquejar su ideología literaria puede ser un aporte internarse en esta recopilación (formato pocket, más de 600 páginas en tipografía diminuta) que incorpora relatos inéditos, otros poco conocidos y unos pocos clásicos. Como prodigio de orfebrería, lo integran también muchos relatos de los “libros de lectura” que Tolstoi compiló con ficciones de tono moral. Cuentos cortísimos, parábolas que, hacia acá, pueden asociarse con un anti La Fontaine, más próximo a Kafka o Monterroso. Tolstoi dio a leer algunos de estos textos a Scholem Aleijem y se publicaron antes en yiddish que en ruso. Sus fábulas suelen respirar un aire taoísta. En Buda anticipa, varias décadas antes y en pocas páginas, Siddharta, de Herman Hesse. Sus crónicas de aventuras y “hechos reales”, nouvelles introspectivas y amargas, pueden juzgarse un esbozo pionero de fiction non fiction. Como en su mayoría estos materiales fueron publicados originalmente en revistas, se recortan pequeños núcleos narrativos que, sin perder la gracia de lo autoconclusivo, enriquecen la lectura de sus grandes novelas. El escritor ajusta y perfecciona su técnica de la síntesis narrativa en función de una transparencia que le permita un impacto más directo, más certero. Porque Tolstoi pretende ser recordado no como el autor de Guerra y paz y Ana Karenina sino como el educador de estos libros de lectura. Este es el Tolstoi predicador pero, aun cuando pone en primer plano la cuestión de la fe, su bajada de línea no molesta. En muchas ocasiones, la incorporación de lo maravilloso (un milagro, una visión, una aparición celestial) produce el estupor de la literatura fantástica. Y si el gancho de cada pieza (en particular las más breves) sorprende, se debe sin duda a que Tolstoi extrema con austeridad el realismo de sus novelas.

El artículo también se detiene a comentar la relación entre Tolstoi y el arte:

A los cincuenta años, cuando podría reposar en su fama de artista y hacendado, Tolstoi lanza Mi confesión: “Sentí que aquello en que se apoyaba mi vida se rompía, que no encontraba ningún asidero, que lo que había construido mi vida ya no existía, que moralmente no podía vivir”. En el mismo período de crisis escribe el ensayo ¿Qué es el arte?, dueño de una mordacidad que le significará un camino sin retorno. Le indigna que una gorda soprano gesticulando a los gritos, como si alguien pudiera así expresar sus sentimientos con tanta estridencia, o un director de orquesta, con ese autoritarismo caprichoso típico, puedan ganar más que el obrero detrás de escena que se amasija como tramoyista. Le indigna que se gasten millones de rublos en academias, teatros y conservatorios, y apenas la centésima parte en educación. Le indigna que, en las grandes ciudades, centenares de millares de obreros –carpinteros, albañiles, pintores, tapiceros, sastres, peluqueros, joyeros, impresores– consuman su vida en trabajos forzados para satisfacer la necesidad de “arte” de un público aburrido y pretencioso. Tolstoi traza un relevamiento concienzudo de las discusiones sobre estética desde la antigüedad. No hay disciplina como la estética que se haya prestado, según Tolstoi, a tantas y tantas lucubraciones abstrusas. Y la definición de belleza, en tanto, sigue en discusión. Cualquier petimetre habla de arte, pero nadie sabe para qué sirve. A una edad en que tantos se jubilan y apoltronan, Tolstoi carga contra los críticos, las modas y la frivolidad, da vuelta otra página de su biografía y se dedica a construir escuelas, redactar un Nuevo Abecedario, una compilación de relatos brevísimos, y cuatro Libros rusos de lectura. Contra los juicios más adversos, estos libros venden más de un millón de ejemplares. Tolstoi se explica: “Mi ambicioso sueño es el siguiente: que durante dos generaciones todos los niños rusos, tanto los de la familia imperial como los de los mujiks, se formen con estos libros y extraigan sus primeras impresiones poéticas, y yo pueda morir en paz”. Hilarantes y filosos, cuentos como El abuelo se había vuelto viejo, La niña ratón o Las liebres exceden el género “para chicos”. Pero Tolstoi, el educador, no se engaña: sabe que no basta con predicar y cada uno debe ingeniárselas para descubrir su verdad. En todos los relatos que Tolstoi crea y también adapta para la educación popular (saqueando, cuando una historia le entusiasma, tanto Las mil y una noches como Herodoto), es el lector quien debe tomarse el trabajo de pensar. Qué hace vivir a los hombres, un relato fantástico con un ángel caído (y hay que animarse a un relato con un ángel, a menos que se sea García Márquez), tiene un sinfín de citas bíblicas como epígrafes, pero su capacidad para conseguir que el extrañamiento sea verosímil deslumbra. Mientras muchos escritores practican el cuento como entrenamiento para la novela, en Tolstoi pareciera que el proceso es al revés: del todo al uno, sus novelas monumentales devienen el laboratorio de ensayo para adquirir, en el relato corto, una sutileza que, más tarde, será influencia poderosa en Chejov. Tolstoi cuestiona la utilidad del arte. No jugar, no sorprender: enseñar. El cuento como sermón que propicia la meditación. Su contundencia es tal que impide saltar con apuro de un cuento a otro.

Finalmente, este párrafo, dedicado a la muerte y Tolstoi, en el que se menciona uno de mis libro favoritos (La muerte de Iván Ilich) me parece lo mejor del artículo:

En una carta a Gorki, escribe: “Cuando un hombre ha aprendido a pensar, todos sus pensamientos se ocupan de su propia muerte”. Esta idea, la muerte que se presenta como revelación, impregna, además de su clásico La muerte de Ivan Illich, varios de estos relatos. La oración es un ejemplo. En tiempos de la guerra ruso-japonesa, un bebé muere de hidrocefalia. En sus rezos, la madre interpela a Dios. Tiene una alucinación: divisa un viejo libertino con una puta. En el viejo reconoce los rasgos de su bebé. Despierta horrorizada. La mucama le explica que Dios supo lo que hacía al llevarse al bebé. Dios, ese azar que llamamos Dios, en este cuento se comporta como un demonio implacable a lo Stephen King, que abdujo esa almita. El cuento puede leerse como fantástico, pero también, por qué no, como de terror. Cabe consignarlo: el terror, en su eficacia, nubla el mensaje. Se vuelve boomerang: Dios es un poder arbitrario y letal. Una digresión y no tanto ahora: si este cuento, que se pretende evangelizador, opera como relato de terror; si transmite, contra su voluntad, una concepción monstruosa de Dios, ¿no será porque a Tolstoi le importa más escribir una buena historia, ser potente en la seducción, cincelar la forma, subyugar el lector, tenerlo agarrado, antes que suministrar una monserga? Desde esta interpretación, ¿no pesa más su vanidad de escritor que su intención predicadora? De ser así, estaría en juego ya no su idea de Dios tanto como su poder demiúrgico. “Vanidad de vanidades.” Con variaciones distintas, en estos relatos fluye la desesperación por vencer el dolor y superar el miedo a la muerte. Si un sentido se encuentra en este tránsito, machaca Tolstoi, es en el amor, pero el amor es un compromiso con los otros. Inflexible, Tolstoi es un creador de ficciones memorables, pero en su imaginar no abandona nunca la denuncia. Chejov, menos expansivo y más desencantado, coincidirá en su mirada: “Si los hombres pudieran ver cómo viven, el mundo sería tal vez mejor”

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Lolita digerida

3.03.2009
Lolita. Ilustración: Stephanie Von Reiswitz

Seguro muchos de uds. conocen los geniales, y perversos, Digested read de John Crace en "The Guardian". Se trata de críticas literarias basadas en la imitación de estilo, una caricatura de las obras comentadas, que se rematan siempre con una frase lapidaria (The digested read, digested). Esta semana, la víctima de John Crace ha sido Joan Rivers y Men Are Stupid ... and They Like Big Boobs (la frase final: Men are stupid ... and so are women). Pero a John Crace no le basta con burlarse de los contemporáneos, también arremete contra los clásicos en Digested classics . Esta semana le tocó a uno de mis libros favoritos: Lolita, de Vladímir Nabokov. Me he reído, me he reído mucho, con mala conciencia pero me he reído. Algunos párrafos brillantes:


Lolita. Light of my life. Lo. Li. Ta Very Much. Weep at this tangle of thorns. I was born in 1910 in Paris. My mother died when I was very jeune and if you wonder where my peculiar interests came from, I should have to say it started when I was 13 with Annabel Leigh, who died of typhus just as we were sur le point de la jouissance.
On the issue of my pedanterosis, I should stress it is not just any old 12-year-old girl that attracts me, but only "nymphets" with a sexual awareness. And how Humbert Humbert tried to be bien. In Paris, I sought palliatives with prostitutes and even, naive as only a pervert can be, married Valeria who betrayed me with a Slav.
I arrived alone in New York and joined an expedition to the Arctic. It was not easy to satisfy my tastes as Eskimo women were too fishy, so in 1947 I moved to New England to do what every literary hero is asked to do by a creator who cannot imagine a world sullied by the banalities of earning a living; I started work on a book that would never be written.
Oh, the conceit, reader! But forgive the chuckles of Humbug Humbug. My landlady was Charlotte Haze, a woman of unbearable drabness, with whom I would not have stayed had it not been for her 12-year-old daughter, Dolores. Dolly. Lo. L. My downy darling, nymphet whom j'aime for toujours et toujours amen.
(...)


I collected L from school in my Humber Humber and took her to a hotel where Lo, aux yeux battus, seduced me. "I'm a derlickwent, Dad," she replied. I was soon bored with her tales of Sapphism and her first sexual conquest, but was magnetised by her nymphaea. When I knew she had nowhere else to go, I told her about her mother.
Thus began our Baedeker travels through the States. Lo. Li. Ta Ti Tum. You may sense the book entering Flaubertian longueurs as I recount how I swore my pubescent concubine to secrecy while taking her to natatoria in between some sessions of gentle sodomy for which I bribed her with a nickel. But we were walking in a winter Humbertland, where critics would conflate the belles lettres of my transgression with artistic genius. Some would even go so far as to maintain my pederasty was a metaphor for Soviet totalitarianism.
(...)


For three years I suffered a Proustian and Procrustean fate as I sought my Lolita in a boyish woman. I even wrote poems. Oh my Lolita / I long to meet yer. And then I got a letter from a Mrs Schiller. "Dear Dad, I am married and having a baby. Please send money."
Humpty Dumpty took his gun, ready to kill the man who had taken his darling. But Schiller was innocent; Lolo had conspired in her own kidnapping with Clare Quilty and had left him when he asked her to star in a pornographic movie.
In Quilty, I recognised a pentapod monster like myself and Chum the Gun and Engelbert Humperdinck staked out his house. "She was really just a bit too repressed," Quilty drawled. I wrestled with him, shooting him 52 times before he uttered his last words. "Ooh that hurts a bit."
So now I sit here, wondering if I will be given the death sentence. And whether, for all its show-bateauing, this livre isn't really a load of aurochs.

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La novela tras la novela

1.06.2009
Boris Pasternak. Fuente: abc

Si Doctor Zhivago, de Boris Pasternak, no fuera una insuperable novela, podríamos decir que la historia en torno a su publicación y el premio Nóbel es mejor que la novela misma. Un pariente de León Tolstoi, de nombre Iván, ha investigado ese argumento de novela de espionaje que incluye un miembro de la Academia Sueca que pertenecía a la CIA en el 58, un editor comunista italiano, espías de la KGB, varios vuelos en avión de último momento y un escritor genial encerrado en su propio país. Lo cuenta la nota en el ABC a partir de la publicación de «La Novela Blanqueada de Pasternak. «Doctor Zhivago» entre el KGB y la CIA», de Iván Tolstoi. En la entrevista declara:

(...) cada libro tiene su propia vida y la de «Doctor Zhivago» es una de las más interesantes. Tuve la suerte de cruzarme en ese camino y por pura casualidad. Hace 20 años, recalé en Munich, en donde conocí en la redacción de Radio Liberty a Grigori Danílov, el tipógrafo que hizo los moldes para imprimir la primera edición en ruso de «Doctor Zhivago». Durante los años 50, trabajó en una editorial llamada Unión Central de Emigrantes Políticos (TsOPE). Fue creada por la CIA y sus colaboradores eran fundamentalmente exiliados rusos. Su misión era editar libros y propaganda antisoviética. Danílov fue quien me contó la historia relacionada con las primeras ediciones de «Doctor Zhivago» y la concesión a Pasternak del premio Nobel. Después, durante casi dos décadas, me he dedicado a documentar la historia y el resultado ha sido el libro que acabo de publicar. Corrían los años de la «guerra fría», con lo que ello implica de enfrentamiento ideológico entre la URSS y Occidente. Pasternak terminó de escribir «Doctor Zhivago» en 1955 y, obviamente, no encontró editor en su país para su publicación. Pero EE.UU. necesitaba propinar un golpe al régimen soviético en el terreno de la cultura y Pasternak, sin saberlo, se convirtió en el instrumento. La CIA decidió tomar cartas en el asunto. Se lo envió a un editor comunista llamado Giangiacomo Feltrinelli de Milán. El problema es que su intención era editar la obra en italiano y hacía falta que fuera en ruso, la lengua del escritor, para poder optar al premio Nobel. La concesión del prestigioso premio a Pasternak era precisamente el sopapo que Washington quería atizar en la cara de Nikita Jrushiov y para ello empleó todos los medios y el dinero necesarios. Le diré como primicia para su periódico, ahora que se han desclasificado los documentos sobre el asunto, que la CIA tenía una persona entre los miembros de la Academia sueca. (...) se organizó una operación para capturar la copia. No sé si fue el propio Feltrinelli el que llevó personalmente el manuscrito en avión a Roma, en donde iba a ser traducido al italiano, o lo hizo alguien de su confianza. Puede incluso que se tratase sólo de un paquete enviado por correo aéreo. Lo cierto es que los servicios secretos americanos se las ingeniaron para que el avión se pasase de largo varios centenares de kilómetros y aterrizase en Malta. Allí habían preparado una habitación especial en el aeropuerto con lámparas especiales y las cámaras para fotografiar los folios. La operación duró dos horas y después la copia fue devuelta a su lugar en la bodega. Esto sucedió en 1956. (...) en el verano de 1958, se envió a una imprenta holandesa llamada «Mouton». Fue todo clandestino. Ni siquiera el dueño de «Mouton» se enteró de lo que estaba pasando. La tirada fue de 1.160 ejemplares y terminó de prepararse en agosto de 1958. Era la primera edición en ruso. En italiano apareció en 1957 y en francés y alemán en 1958, pero antes del mes de agosto. La rusa, por tanto, era la cuarta edición y la quinta fue la inglesa, que vio la luz en septiembre, el mes en el que se falló el premio Nobel. El que tenía los derechos era Feltrinelli y su editorial estaba en Milán. La CIA recurrió a una hábil estratagema. Se encargaron de hacer que a oídos de Feltrinelli llegase la información de que en Holanda había aparecido la edición rusa. El editor, indignado, viajó a Amsterdam y amenazó con llevar a todos ante los tribunales por piratear su copia. La CIA logró convencerle de que el Nobel sería para Pasternak y de que los libros, al no llevar en la portada el lugar, año de impresión ni el nombre de la editorial, impedían presentar cualquier demanda. Al final, tras comprobar que el manuscrito utilizado era efectivamente el suyo, Feltrinelli aceptó poner su nombre y Milán como lugar de impresión. El editor italiano, sin embargo, no puso el signo del copyright, por lo que la edición era ilegal.

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El Capital en Manga

12.23.2008
El Capital en manga. Fuente: eñe

Yo me hice fanático de la serie Candy (sí, tengo mi venus en Libra y tengo mi lado femenino bien desarrollado, ¿les jode?) y desde entonces, leía todas las mangas que caían en mis manos, fascinado por esos novelones gráficos llenos de complejidades. Era casi como leer una y otra vez Anna Karenina. Pero lo que nunca me imaginé es que Marx, no Groucho sino Caritos, estaría en Manga. Me parece lo máximo. Además, ya sé qué regalarle a Miguel Gutiérrez en Navidad. Yo creo que el Oscar de plástico dorado que le mando todos los años, con la placa "para el que se cree el mejor escritor del mundo" ya no le dá risa, aunque los colecciona. Dice la nota:

Los lectores a quienes se dirige la obra son empleados de oficina de alrededor de treinta años. La editorial quiso aprovechar además el incremento de ventas que trae aparejada esta época de fiestas. El primer volumen de El Capital llevado a la historieta es el relato de una fábrica de queso administrada por su protagonista, Robin, quien se rebela contra los principios socialistas de su padre y se convierte en un conductor esclavo tras asociarse con un inversionista. Robin, sin embargo, tiene un complejo de culpa, al sentirse tironeado entre sus ambiciones capitalistas y el daño que causa con la explotación de los trabajadores. Maruo dijo que la versión "manga" de la obra de Marx fue planeada hace algunos meses, luego del éxito que tuvo una nueva edición de la novela comunista de 1929 El buque factoría de cangrejos, historia de un capitán sádico que obliga a su tripulación a trabajar como mano de obra esclava.

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Berberova sobre Nabokov

10.30.2008
Carátula del libro. Fuente: La Compañía

Todo el que ha leído el blog de Eduardo Berti sabrá que es un exquisito buscador de joyitas literarias. Berti es maravilloso para encontrar la alusión perdida, el libro empolvado al fondo de la biblioteca, el autor olvidado por las listas. Por eso no es de extrañar que la editorial en la que participa, La Compañía, publique textos maravillosamente extraños. Uno de los últimos, que será lanzado en noviembre, es Nabokov y su Lolita un texto escrito ni más ni menos que por la frágil y célebre escritora rusa Nina Berberova. En el ADN cultural adelantan algo del texto en el que Berberova se atreve a preguntarse ("en plena conciencia de mi responsabilidad") si Nabokov puede ser considerado un escritor ruso:

En estos últimos veinte o treinta años de literatura occidental, o para ser más precisos, en la cumbre de esa literatura, ya no existen novelas "francesas", "inglesas" ni "estadounidenses". Lo mejor que se publica hoy día es internacional. No sólo se lo traduce inmediatamente a otros idiomas, sino que a menudo se lo edita desde un primer momento en dos lenguas y –por sobre todo– no es raro que se lo haya escrito en una lengua distinta de aquella en que debería habérselo escrito. Ya había habido, en el siglo XIX, escritores así, pero las razones por las que Conrad nunca escribió en polaco, sino directamente en inglés, no son exactamente las mismas que llevaron a Wilde a escribir en francés o a Strindberg en alemán. En ese sentido, Wilde y Strindberg son los verdaderos precursores de nuestros actuales escritores cosmopolitas. En su tiempo, si hubiera dominado la lengua francesa a la perfección, sin duda Joyce habría escrito Ulises en francés, a semejanza de lo que hace Beckett hoy. Pero a nadie se le ocurrió nunca preguntarse: ¿se perdió Beckett para la literatura inglesa? Está allá, está aquí. En definitiva, ya no se trata de lengua, ésta ha dejado de cumplir el papel estrechamente nacional del que podía estar investida hace ochenta o cien años, las fronteras de las lenguas europeas se borran poco a poco y es probable que de acá a un siglo... Pero ése es otro tema.

¡Cómo son las coincidencias en esta vida! Justo estaba escribiendo este post y me llega un generosísimo email de Eduardo Berti preguntándome cómo me puede hacer llegar algunos libros de "La Compañía". Como el único amigo que tengo en Argentina es Pedro Mairal, y dudo que él viaje a Lima dentro de poco y la verdad es que incluso si viajase a Mairal lo creo muy capaz de chingarme los libros, te mando mi dirección en Lima y un abrazo Eduardo.

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Ajmatova por Modigliani

10.10.2008
Retrato de la autora. Fuente: revistañ

Amadeo Modigliani es uno de mis pintores favoritos. Anna Ajmatova es una de mis poetas favoritas. Por eso, esta noticia me emociona como podría emocionarme saber que dos viejos amigos míos se han conocido en algún lugar. Se expone en el Museo Ajmatova el único salvado de los 16 apuntes "egipcios" que hizo el pintor de la poeta. Dice la nota en Ñ:

Ajmátova (1889-1966) conoció al artista italiano en 1910 en París durante su luna de miel. Un año más tarde Modigliani realizó en la capital francesa una serie de dibujos inspirados en la imagen de la joven poetisa peterburguesa.En sus memorias, Ajmátova recuerda que regresó a Rusia con 16 dibujos regalados por el pintor, de lo cuales sólo se conserva uno, ya que el resto se perdió durante los primeros años de la revolución.El retrato, un pequeño dibujo realizado a lápiz, se encontraba en propiedad del hijo del mecenas y amigo de Modigliani, Paul Alexandre, y fue adquirido posteriormente por la compañía sueca Ruric, según la agencia RIA-Nóvosti.

La nota también explica que Modigliani realizó varios dibujos de la poetisa rusa inspirado en las esculturas monumentales del Egipto de los faraones. Los dos solían visitar juntos los salones egipcios del Louvre.

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Publicarán diarios de Solzhenitsin

9.04.2008
Obras póstumas de Solzhenitsin empiezan a aparecer. Fuente: wikimedia/ Estavief

La viuda del escritor ha confesado que el próximo año aparecerá el Diario que Solzhenitsin escribió durante 25 años. Conociendo la vida de marginación y de insultos en su propio país, sin duda la obra será tremendamente reveladora, aunque no sea un diario a carta cabal sino un "diairo interlocutor". Así lo informa "El País":
Diario de una novela, un texto inédito del escritor ruso y Premio Nobel de Literatura Alexander Solzhenitsin, fallecido el pasado 3 de agosto, será publicado en 2009, anunció hoy su viuda, Natalia. "El año que viene, junto a su obra completa, serán publicados textos que todavía no han visto la luz y, en especial, el Diario de una novela, que escribió durante 25 años", precisó. Subrayó que "no se trata de un diario en el sentido estricto de la palabra, sino de un 'diario-interlocutor' con el que Solzhenitsin conversaba cuando escribió La rueda roja". "En este diario vemos a otro Solzhenitsin, no a aquel que todos conocen. No es una persona fuerte y segura en sí misma, sino un hombre atormentado y lleno de dudas", explicó. Indicó, además, que después de ser publicado en Rusia, también lo será en el extranjero, donde "le conocen y le quieren incluso más que en Rusia". Por otra parte, la viuda recordó que Solzhenitsin ha dejado una gran herencia epistolar. "Me aterra la idea de que en algún momento habrá que seleccionarla para su publicación", agregó.

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Obituario de Solzhenitsyn

8.17.2008
Solzhenitsyn toma notas en Hoover Library en Stanford (1976). Fuente: NYT

A los 89 años murió Aleksandr Solzhenitsyn, escritor soviético que ganó el Premio Nóbel de Literatura en 1970, para ira eterna del entonces régimen Unión Soviética que lo consideraba un traidor. En NYT le hacen un extensísimo y muy documentado obituario, a cargo de Michael T Kaufman. Lo califican ahí como Un Gigante y Una Víctima. Aunque han pasado varios días del hecho, mientras estuve de viaje, no quería pasar por alto esta pérdida tan significativa para quienes admiramos la literatura en libertad.

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Un opa ruso

7.10.2008
Carátula del libro. Fuente: boomerang

Como un Bartleby ruso ha calificado Rafael Narbona al protagonista de Petia camino al reino de los cielos, la novela del ruso Mijaíl Kuráyev editada recientemente por Acantilado. Petia es lo que en la sierra del país se llamaría el opa del pueblo, el loco inofensivo. Sufre retardo mental y en vez de decir el clásico "Preferiría no hacerlo" repite siempre "Camarada, la documentación y la hoja de ruta”. Señal de otros tiempos. La reseña en el suplemento El Cultural de "El Mundo":

Mijaíl Kuráyev (San Petersburgo, 1939) se interna en la mente de Petia con la precisión del virtuoso en el ejercicio de una pieza profundamente interiorizada. Esa exactitud se manifiesta en su estudio de la fuga. La fuga es la vida para un deportado e incluso para el hombre común, que al evadirse de su rutina, asume temporalmente la posibilidad de ser otro. Para el protagonista del relato, en cambio, es la calamidad más insoportable. Petia ama a Stalin, detesta a los que se fugan del Gulag, adora los uniformes, pero no es un sicario. De hecho, el poder le ignora, pues le considera un infrahombre. Su muerte accidental revela que el Gulag tritura con la misma indiferencia a disidentes, colaboradores e indiferentes. El sentido del Gulag es preservar la esencia del poder: ningún hombre está a salvo, la muerte y la tortura nunca son inútiles. Petia camino de los cielos recuerda las parábolas de Kafka sobre el poder, pero tamizada con la experiencia histórica de los totalitarismos. Inteligente, digresiva, con el gran estilo de los escritores centroeuropeos, tierna, cruel, más cerca de Dostoievski que de Tolstoi, su mérito central reside en el personaje de Petia, que en su profunda imbecilidad recuerda a los pobres de espíritu de las bienaventuranzas. Hay que rescatar la vieja noción de alma para entender la historia de Petia. Petia representa la escasez y la necesidad, el llanto mudo de los enajenados y la ignominia de la exclusión. Sólo la literatura que aspira a la verdad y no al entretenimiento banal puede hacer visible lo que el poder oculta en los sótanos de la historia.

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Eliminado: Viktor Pelevin

6.27.2008
Viktor Pelevin. Fuente: hs.fi

Se le acabó el combustible a Rusia. O más bien, quizá sería justo decir que en el juego de ajedrez que plantearon los técnicos ayer (como anticipó Vila Matas), Aragonés venció sin atenuantes al gran Guus. La verdad es que los rusos nunca supieron descifrar el partido, no sabían cómo marcar y tampoco sabían cómo desmarcarse. Aragonés anticipó en todo momento las intenciones de Rusia y se dio el lujo de no contar con sus dos atacantes estrellas (Villa lesionado, el niño Torres desconcentrado) y aún así ganar 3-0 a un equipo que parecía imbatible. De todo modos, hay que agradecer a Rusia porque ayudó a que esta Euro2008 sea extraordinaria. Y quedar en expectativa por qué sucederá con Andrey Arshavin (a ver si lo compra el Real Madrid y termina de malcriarlo con goyerías). Y si de descubrir rusos se trata, prueben con el irreverente Viktor Pelevín, cuya novela Homo Zapiens es extraordinaria y también es muy recomendable El meñique de Buda. Nada que ver con los rusos hoscos, por si acaso, aunque algo pérfido es. Mondadori suele traducirlo.

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Semifinales Euro2008 literaria

6.25.2008
el balón de la euro2008. Fuente: uefa

Hoy empiezan las semifinales en la Euro2008 literaria. Luego de unas semanas, solo cuatro países con sus escritores quedan en pie. Entre hoy y mañana se decide quienes pasan a la final. Los que se enfrentan en las semifinales son:

Berhnard Schlink (Alemania) vs. Orhan Pamuk (Turquía)

Enrique Vila Matas (España) vs. Viktor Pelevín (Rusia)

En cuanto a las encuestas, Enrique Vila Matas sigue encabezando las preferencias con el 34% En segundo lugar quedó el ya eliminado Portugal, con Antonio Lobo Antunes, que alcanzó el 17% antes de despedirse. En tercer lugar quedó Cees Nooteboom (Holanda), que llegó al 12% antes de ser eliminado. Y en cuarto lugar, Orhan Pamuk (Turquía), con en sólido 9%, que ha experimentado un subidón luego de que su equipo eliminase a Croacia.

A propósito de la Eurocopa 2008, Enrique Vila Matas ha escrito ayer en El País un texto sobre el partido que este jueves enfrenta a los, según afirma Vila Matas, dos mejores entrenadores de la Euro: Guus Hiddink y Luis Aragonés.

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