Antes que nada, quiero aclarar que soy fan de la FIL Lima desde hace muchos años, como le consta a muchos amigos y en especial a Doris Moromisato. Siempre los he apoyado y los seguiré apoyando porque, como dije en un comentario anterior, creo que la FIL Lima es un bien cultural del país y que la Cámara Peruana sólo cumple un rol organizador, a veces muy eficientemente y otras veces no tanto. Por otra parte, considero a Doris y a Liliana Minaya como amigas y jamás he tenido problema alguno con la Cámara Peruana del Libro ni con sus asociados. Asimismo, admiro y respeto el trabajo de los editores independientes peruanos (a unos mucho más que otros, claro) y me parece una espléndida idea que se asocien en el ALPE en parte para fortalecerse como empresas, y en parte también para poder exigir a sus asociados que cumplan los contratos con sus autores.
Por tanto, lo que realmente quisiera es que el nudo gordiano se desate de una vez, o se rompa por algún lado, y todos los miembros del ALPE participen en la FIL como asociados y no independientemente. Es cierto que algunas editoriales independientes agrupadas en el ALPE ya están viendo, por su cuenta y riesgo, la manera de participar en la FIL de este año. No me parece cuestionable esa opción, ciertamente, porque muchos de ellos desde hace meses se han preparado para este evento y no pueden desperdiciarlo. Pero sí creo que, en lo que respecta al tema del enredo, todos los editores deberían estar unidos y decir las cosas claras. Eso es lo que haré yo, si no se arregla el entuerto: declarar antes de cada presentación en la FIL (tengo un par de ellas) mi protesta contra el maltrato de la CPL al ALPE.
El día de hoy, el secretario de la CPL, Jaime Carbajal, ha hecho unas declaraciones en Perú21. Aunque me parecen lamentables en el tono, que denota las rencillas personales que hicieron estallar este lío ("
creo que ha hecho una gran labor como editor, a pesar de que ha perdido a sus más importantes escritores" dice irónicamente), sí son útiles para aclarar (mientras no exista un comunicado oficial, prometido pero no cumplido) la opinión de la CPL sin intermediarios o citas. Por ejemplo, la idea del sub-arriendo está explicada del siguiente modo:
Quiero explicarle el proceso de adjudicación de stands. Primero se hace una preventa, donde solo pueden participar los socios de la Cámara, quienes tienen un precio especial. Aquí Peisa se adjudicó ocho stands. Además, pidió cuatro espacios adicionales. No le pusimos ninguna objeción porque no hay un tope para comprar espacios. El problema aparece cuando la directora cultural de la Feria del Libro recibe peticiones de la ALPE alegando que ellos habían pagado por sus stands. “Tenemos cuatro espacios”, le dijeron. Peisa compró espacios para la ALPE en una preventa destinada solo a socios de la Cámara. La ALPE no debió participar de esta preventa pues no es socia de la Cámara (...) Acá tengo un correo electrónico que el señor Pierre Emile Vandoorne (socio de la ALPE) le dirige a uno de sus asociados, donde le refiere el mecanismo que han encontrado para participar de la Feria, que era alquilar los stands a través de Peisa. Nos estaban sacando la vuelta. Segunda falta: en el correo se les indica, y cito, “el costo de participación de cada miembro de la ALPE”. ¿Acaso esto no es un subarriendo? Luego, precisan que al alquilar el espacio tendrán “un descuento debido a la tarifa preferencial que hemos obtenido”. Claro, obtuvieron una tarifa especial porque los alquilaron a través de Peisa, pero el descuento no les corresponde. Aquí no hay discriminación. No hay veto, pues todas sus actividades están en nuestro programa cultural. Lo que nosotros no vamos a permitir es la criollada. Han querido sacarle la vuelta a nuestro reglamento.
Algunas cuestiones deben ser detalladas antes esta respuesta. La primera de ellas es la figura del "sub-arriendo". Esa figura comercial implica una situación de aprovechamiento de una editorial con fines de lucro. Es decir, ofrecerle a un negocio un lugar mejor ubicado y a un precio más atractivo al que le ofrece la misma CPL, aprovechándose de su condición privilegiada de socio. ¿Se da esa figura en este caso en particular? De ninguna manera y por un hecho incuestionable: Peisa no es ajeno al ALPE sino que es parte activa de esa Asociación. Por tanto, los intereses del ALPE son los mismo que los de Peisa. Dado que el mismo Carbajal declara que "no existe tope" para el número de stands alquilados por cada socio de la Cámara, Peisa tenía todo el derecho de alquilar 12 stands (o más si lo considerase necesario) para desplegar toda su oferta y todos sus intereses. Por eso, Peisa y ALPE hablan de "representación comercial", una figura legal y no una "criollada" como pretende Carbajal. Pongamos por ejemplo que una distribuidora decide alquilar un stand distinto para cada uno de los sellos que representa, ¿es eso un sub-arriendo? Si yo decido firmar un contrato de alquiler de un departamento para que viva mi madre o mi hermano, ¿es eso un sub-arriendo?
Para tener razón, entonces, la CPL debería comprobar que el único fin de Peisa al contratar esos stands para sus socios era lucrar con ellos a través de la figura ilegal del sub-arriendo. Y tendría que demostrar, además, que ninguna otra empresa asociada a la CPL alquila stands para ejercer como representante comercial. Pero eso es imposible porque no son socios de la CPL solamente editores, sino también libreros (como Carbajal) y distribuidores (como la presidenta Gladys Díaz), es decir, personas que cumplen el rol de representación comercial con distintas casas editoriales, y alquilan stands para ofrecerlas. Si una librería o una distribuidora decidiera, además de sus stands, alquilar alguno más para promocionar en exclusiva los libros de la editorial X o Y, ¿están sub-arendando el espacio a X ó Y? No, porque los intereses de esa libreria o distribuidora serán los mismos que los de sus representados.
Ante ese simple y demostrable hecho, lo que realmente resulta una "criollada" es que Jaime Carbajal pretenda confundir a todos y ofrezca como "prueba" del sub-arriendo un email donde los asociados del ALPE detallan las condiciones de cómo consiguieron esos stands. ¿Es que ahora, súbitamente, a la CPL le preocupa la modalidad en que sus socios pagan sus stands? ¿Qué importancia tiene si esos stands son pagados del bolsillo del editor, a través de un préstamo bancario o personal, una subvención privada, la mamá millonaria del joven editor o por una chanchita entre los chicos del barrio? Mientras sea legal, la forma como cada socio financia sus stands no debería importarle a la CPL. Como socio protagónico del ALPE, a Peisa le conviene que su asociación tenga presencia en la FIL Lima, y si convence a los demás socios de invertir para que ello sea posible, y éstos deciden -me imagino en una junta de asociados- que es una buena idea financiar esos stands, no existe nada ilegal y ninguna "criollada" detrás de ello, sino un acuerdo comercial que la CPL debería honrar. Que el contrato se firme no con el ALPE como institución sino con uno de sus asociados en particular (Peisa), que asume la representación comercial de los demás asociados, es una figura absolutamente legal y no una "criollada". Que el dinero salga supuestamente no de una trasnacional poderosa sino de la franciscana contabilidad de esos chicos (quienes, además, deciden invertir en stands en la FIL como reconocimiento a la labor cultural que ésta realiza y con el deseo de no quedar excluidos del mundo editorial peruano) no debería ser motivo de sospecha ni de burla despectiva ("es una criollada" repite Carbajal), sino de aplauso.
Ahora bien, si estos argumentos basados en la sensatez no son suficientes para la curiosa terquedad que ha mostrado la CPL ante este problema, siempre queda el irrefutable agumento ético.
Así, sería bueno que Carbajal explique dónde ve la "criollada", la tremenda pendejada que él no está dispuesto a permitir, digamos, en que un grupo de editores jóvenes, con pujantes pero pequeñas editoriales independientes (en las cuales, por cierto, se invierten capitales peruanos y se publican autores nacionales casi en un 100%), quiera participar en la FIL en óptimas condiciones (es decir, con stands en lugares privilegiados y con el mayor descuento posible) frente a editoriales transnacionales, distribuidores con gran despliegue comercial y financiación externa y librerías poderosas que les dan un mínimo espacio, en medio de la oferta bestselleresca, a esos libros independientes. Es decir, ¿cuál es la ventaja que esos chicos quieren lograr con su supuesta "criollada", salvo la de ocupar dignamente un espacio que les permita presentar sus productos peruanos no diseminados en stands sobrantes sino en un lugar idóneo? Porque, señor Carbajal, no estamos hablando de que Peisa alquiló esos stands para dárselos a un negocio que ofrece lectura veloz o inglés intensivo, ni a distribuidores de libros de quiromancia, sino a editores peruanos sin muchos recursos económicos, pero con ganas de creer la literatura de su país y de invertir (¡vaya locura quijotesca!) en autores jóvenes (que son los que editan mayormente). Es a esos editores independientes y entusiastas a los que la CPL les ha cerrado la puerta y a quienes el señor Carbajal acusa de "criollos" o trata como "delincuentes" que se quieren meter a un cine por la puerta falsa. No es así. Esos editores lo único que han hecho todo este tiempo es buscar las mejores condiciones -debido a que no pueden competir de igual a igual con editoriales, distribuidoras y librerías poderosas presentes en la FIL- a la hora de invertir ya sea editando un libro o consiguiendo un stand a menor costo y en un buen lugar.
El sr. Carbajal declaró en La República que la Feria no es un negocio sino un evento para difundir cultura ("La FIL es, en sus palabras, un motivo para que la producción editorial y la cultura se difundan y lleguen al público lector"). Sería buen que diga, entonces, según esa perspectiva, cuál de todos los socios de la Cámara está en mejores condiciones que esos editores jóvenes de difundir cultura y cumplir ese altísimo designio que ud. ve en la FIL. Entonces si podré decir que tiene razón en declarar que esos "editores" se hicieron los "criollos" para "sacar ventaja" de un grupo de socios. Pero pretender que ese grupo de franciscanos editores jóvenes ha ganado ventaja "tramposamente" frente a empresas que mueven miles o millones de soles, por el simple hecho de querer ahorrar un 35% del precio de un stand o ubicarse un poco mejor que lo que la CPL quisiera para ellos, es una insensatez. En tal caso, sea más honesto y acepte que la FIL Lima no es ese evento que busca "difundir cultura al público lector" sino un negocio redondo y que ud., al buscar una leguleyada para quitarle esos stands, está velando no por el orden de sus statutos sino por los intereses de algunos de sus socios que deciden tener esos stands para vender productos que muy probablemente no alcancen, ni mínimamente, el valor cultural que alcanzan los libros del ALPE.
Pero nadie en la CPL reconocerá eso ante la prensa. Nadie dirá: "La verdad es que nuestros socios, que son los que mantienen a la institución, quieren esos stands y nos importa un bledo que sean para esos editores peruanos, tenemos que dárselos" Y ya que se trata de hablar de difusión cultural, adheriéndome a las propias palabras del señor Carbajal, creo que la CPL en vez de intentar mezquinamente demostrar, con un email fotocopiado o impreso en bond de 60 gramos, quién pagó qué stand, debería de una buena vez ofrecerles incluso gratis -ya que estamos hablando de difusión y no de negocio, ¿verdad?- aquellos stands privilegiados a esos jóvenes editores a manera de compensación por todo lo que hacen día a día por la literatura peruana. Estoy seguro de que ninguno de sus socios, si realmente cree que la FIL es un evento cultural como dice Carbajal y no un negocio desalmado como parece serlo por lo que se esconde tras esas declaraciones, se opondrá a ese obsequio.
PD.- Pierre Emile Vandoorne, de la ALPE; ha mandado un comentario a Moleskine aclarando algunas de las declaraciones del sr. Carbajal. Copio su comentario también debajo de este post.
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