En Santiago de Chile
10.30.2006[FIL] Estoy desde el viernes en la FILSA de Santiago, alojado hasta hace unas horas en un hotel onda David Lynch llamado Hotel Foresta, frente a la librería de Sergio Parra Metales Pesados, espléndido (Parrita me asegura que ahí se alojaron Bill Styron, Olga Orozco y José Watanabe, entre otros) pero sin internet. Ahora me moví al hotel que dispone la organización para los invitados: Times suites, muy moderno y con Bussines Center pero lejos de la estación Mapocho donde se desarrolla la FILSA. Y los taxis son impagables. ¿Qué puedo decir de la Feria? El local, una vieja estación de tren ganada para actividades culturales, es un sitio ideal para estos eventos. Está absolutamente modernizada pero aún se descubre la arquitectura de estación, sobre todo en las andenerías donde se ubican las salas de conferencias y, desde luego, el techo alto y esquelético, como vientre de Ballena, y eso es genial (podría hacerse una Feria paralela en la estación Desamparados, pienso).
Lamentablemente, la Feria no tiene demasiado público -ni siquiera un domingo a media tarde-, no hay aglomeraciones de personas en los pasillos como en la Feria de Lima o la de Guadalajara, y las conferencias están casi vacías (salvo que sean escritores super best sellers), no más de 15 personas en las salas chicas, la mayoría de ellas además amigas del autor. ¿Por qué hay tan poco público? Varias posibilidades que me han ido soltando amigos chilenos en estos días: deficiente campaña de prensa; poca oferta cultural (no hay esos mega-conciertos como en Bogotá o Guadalajara); muy alto el costo de la entrada (vale 2,000 pesos, casi 4 dólares, el ingreso adulto que en la Feria de Lima, por ejemplo, es de 40 centavos de dólar); los libros están demasiado caros, sin descuentos, y no hay una oferta atractiva de libros (muchas novedades, sobre todo chilenas, pero ciertamente poca oferta internacional). Sorprende, por ejemplo, lo relativamente pequeño del stand de Alfaguara en comparación con otras ferias. También argumentaron por ahí que los lectores chilenos son muy chauvinistas, ¿es posible? No me lo han dicho directamente mis amigos, pero yo me pregunto, siguiendo a El Mercurio: ¿no será además que la participación peruana sin el trinomio Vargas Llosa-Bryce-Bayly, y su sobre-estimado "boom literario", es ciertamente tibia y un pobre anzuelo? (aunque los libros de gastronomía se están agotando, quizá debí cederle mi invitación a Gastón Acurio).
Eso sí, en el stand de los distribuidores de Anagrama en Santiago (notoriamente más eficientes que los distribuidores peruanos) hay una oferta impresionante: libros a 4 dólares (2,000 pesos). Encontré ahí varios libros descontinuados de Panorama de Narrativa que estoy seguro que el mismo Jorge Herralde me envidiaría.