MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Francia en Madrid

5.25.2009
La literatura francesa en vitrina. Fuente: Babelia/ fernando vicente

La Feria del Libro de Madrid tiene como País Invitado de Honor a Francia. Sí, esa misma Francia que fue dada por muerta por al anglofílica Times hace un año y que, desde entonces, no solo ha dado grandes escritores sino incluso un Premio Nobel. Como canta Maelo: "Las tumbas son pa´los muertos, y de muerto no tengo ná". El colombiano Juan Gabriel Vásquez afina la puntería para explicar lo que podría ser un signo evidente de la literatura francesa contemporánea: la mirada hacia fuera. Así lo explica:

Le Clézio se ha pasado la vida de un continente a otro; Enard [autor de Zona] ha vivido varios años en países árabes y ahora vive en Barcelona. No es más que una banal coincidencia biográfica, por supuesto, pero uno tiene que pensar si esas novelas abiertas al mundo, con un punto de apoyo en varias culturas y con influencias de varias lenguas, no estarán causando un efecto interesante en lo que se escribe y se lee en Francia. Las benévolas, del norteamericano Jonathan Littell,que acaba de publicar Lo seco y lo húmedo, es parte de la actual literatura francesa tanto como La piedra de la paciencia, del afgano Atiq Rahimi, y tanto como La mujer que esperaba, del ruso Andréi Makine, y tanto como Marcas de nacimiento, de Nancy Huston, una canadiense que escribe en francés o en inglés indistintamente: cuatro novelas recientes donde la lengua francesa muta y se contamina (es decir, vuelve a la vida). "Una de las fuentes del genio francés está en su aptitud para incorporar a los outsiders", dice Don Morrison en la conversación que he citado al principio. Se refiere a los marginales de la cultura, tipo impresionistas o surrealistas, pero podría referirse a todos estos novelistas que, por razones biográficas o lingüísticas o imaginativas, viven en más de un ambiente al mismo tiempo. No puede ser una simple contingencia que varias de las más interesantes novelas francesas que se han publicado en estos meses sean encarnaciones de esa mirada hacia fuera: Una novela rusa, de Emmanuel Carrère, es la historia de un hombre (llamado, bueno, Emmanuel Carrère: son las convenciones de la autoficción) que investiga la desaparición de su abuelo en 1944 y acaba por descubrir algo mucho más terrible; Dora Bruder, de Modiano, es la historia de una joven desaparecida durante la guerra que obliga al novelista/investigador a reevaluar su relación con la memoria y las vidas ajenas; Nacida de las tinieblas, de Anne-Marie Garat, es parte de un voraz fresco del siglo XX; Ravel, de Jean Echenoz, es la historia del compositor distorsionada por la voz personalísima y el talante lúdico del novelista (si ustedes han leído Al piano o Me voy, saben a qué me refiero). De manera que no: la novela francesa no ha muerto. "¿Dónde está el Zola de hoy?", se pregunta Don Morrison. "¿Dónde están los Balzac y los Hugo contemporáneos?". Yo diría que la pregunta correcta no es dónde están, sino cómo se actualizan, en qué formas puede la novela francesa meterse en el mundo desde una sensibilidad contemporánea. Y los nombres están ahí. Y fíjense ustedes, los hay incluso que nacieron en Francia.

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HAY FESTIVAL GRANADA por Daniel Mordzinski

5.14.2009
La gran manzana del Hay Festival Granada 2009, Orhan Pamuk. Foto: Daniel Mordzinski


Premiado (y consumista como siempre) Andrés Neuman, apurada Izara García (Hay Festival) y relajado Guillermo Altares ("Babelia") rumbo a la presentación. Foto: Daniel Mordzinski

Libanés Rabih Alameddine, sin palabras. Foto: Daniel Mordzinski

Premio Gouncourt Atiq Rahimi en baño intercultural. Foto: Daniel Mordzinski

Andres Neuman, en el fondo es bueno. Foto: Daniel Mordzinski


Genial escritor indio Vikram Seth redecorando su habitación. Foto: Daniel Mordzinski

Sombras de Andrés Trapiello. Foto: Daniel Mordzinski

Premio Nobel Orhan Pamuk y colombiano Juan Gabriel Vásquez, cuentos del Alhambra. Foto: Daniel Mordzinski

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Atiq Rahimi, premio Goncourt

11.11.2008
Atiq Rahimi. Fuente: adn.es

Lejos de la expectativa y la polémica de años anteriores (ni un aclamado por todos como Litell ni un autor menospreciado al final como Houellebecq), el premio Goncourt ahora fue a Atiq Rahimi, un escritor franco-afgano con su primera novela en francés, Syngué sabour. Dice la nota:

Syngué sabour es la confesión de una mujer afgana que se libera de la opresión conyugal, social y religiosa delante de su marido, en estado vegetativo. Un libro-poema que "abre puertas y ventanas sobre el mundo". "Su concisión, la nitidez anhelante de su sufrimiento, su cálido fatalismo -comentaba Jacques-Pierre Amette en el diario Le Point- hacen de Rahimi un pariente literario de Beckett". La novela ganadora del Goncourt será publicada por la editorial Siruela el próximo mes de abril y bajo el título La piedra de la paciencia. Esta misma editorial ya publicó el anterior libro de Rahimi, Laberinto de sueño y de angustia.


Esto es lo que dice Pierre Assouline sobre el premio y el premiado. El explica el premio de esta manera:

Certains jurés des grands prix d’automne ont fait une telle surenchère ces dernières années que, pour les Goncourt, le coup d’éclat consistait tout simplement à renouer avec la vraie vocation des prix littéraires : la découverte et la révélation. Pour y parvenir, ils disposaient de deux candidats idéaux sous la main parmi les quatre en lice: Blas de Robles et Atiq Rahimi. Le premier ayant déjà eu son lot, la voie était libre pour le second. Ce qui passa sans mal.


Pero la decisión no le parece desacertada. La novela le gusta mucho:
S’il est un juré auquel l’auteur et l’éditeur doivent le Goncourt, c’est bien l’un de deux petits nouveaux, Tahar Ben Jelloun. Depuis qu’il a lu Syngué sabour en juillet chez lui à Tanger, il n’a cessé d’en plaider la cause auprès de ses camarades de jeux. Petit à petit, les autres prix faisant le ménage et les circonstances aidant, il les a gagnés à sa cause. Jusqu’à ce qu’ils se rendent à cette évidence : Syngué sabour est un beau récit d’un accès aisé (dont je vous disais grand bien dès le 24 août), sorti de la plume d’un nouveau romancier français (un écrivain n’a-t-il pas sa langue pour vraie patrie ?) qui a élargi les frontières de ladite francophonie à un pays d’Asie centrale toujours rongé par la guerre, publié depuis ses débuts par un petit éditeur exigeant qui en 25 années d’existence n’a jamais cédé sur son absolu de la littérature, et qui glorifie discrètement la fière réaction d’une femme dans une civilisation où tant d’autres sont soumises. Autant dire que ce Goncourt 2008 a tout pour lui. La mort de Nadia Anjuman, cette poétesse afghane de 25 ans sauvagement assassinée à Hérat il y a trois ans par son mari “parce qu’elle était trop libre”, avait été un choc pour Rahimi qui l’admirait. De ce choc est né Syngué sabour. Sa mort le lui a inspiré. La “N.A.” à qui il rend hommage sur la page de garde, c’est elle. Elle venait de publier un recueil intitulé Fleur rouge foncée (Gul-e-Dodi) avant d’être battue à mort. Dans l’un de ses poèmes, elle écrivait : ”Espoirs envolés, désirs non exaucés, Je suis née en vain, c’est vrai”…

El otro prestigioso premio francés que se otorgó en estas fechas es el Reanudout, que fue a dar al guineano francófono Tierno Monenembo, de 61 años, que a finales de la década de 1960 escapó de la dictadura de Sekou Touré, por 'El rey de Kahel', la epopeya de Olivier de Sanderval, precursor de la colonización de África occidental en el siglo XIX.

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