MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Frisch

4.29.2005
Ayer, saliendo de dictar del Centro Cultural de la PUCP, pasé por la librería "La Tertulia" y, como siempre, di una vuelta a ver si encontraba algo que me llamase la atención. De pronto, supe que no iba a irme de ahí sin comprar un libro, era como una cábala. Busqué un libro que sea muy barato, así que fui a la mesa de cinco soles o más y conseguí un libro de Max Frisch llamado Mi o el viaje a Pekín, editado por Alfaguara en los años 80. Lo abrí, con curiosidad pero sin demasiado interés, en el taxi de regreso a casa y para cuando llegué a mi puerta (no más de 10 minutos de camino) el libro me había seducido absolutamente. Es muy breve, 112 páginas, anoche me leía casi la mitad (suspendí el libro de Janet Malcolm) y esta noche lo termino. ¿Por qué hemos olvidado tan absurda y rápidamente a Max Frisch?



Mi o el viaje a Pekín Como no encontré la carátula de la edición castellana de Alfaguara, que debe estar descontinuada, coloco la edición alemana de la editorial Suhrkamp.

Viernes en El Mercurio

Como todos los viernes, paso revista a los artículos más interesantes que aparecen en el "Suplemento de Libros" del diario El Mercurio. El artículo central es una entrevista absolutamente concesiva a Isabel Allende en su círculo íntimo, que empieza con un gorro que lo dice todo "La madurez y la experiencia le han enseñado que la fama es algo que sucede fuera de su casa, en sus viajes por el mundo. Y si hoy puede decir que está viviendo la mejor etapa de su vida es precisamente por lo que ha logrado puertas adentro, con los espíritus y seres reales que forman su núcleo más estrecho". Luego hay un artículo de opinión en el que Ignacio Echevarría va con la pierna levantada contra el Premio Fundación José Manuel Lara. Otro crítico que suele ser lapidario, pero que es mucho más inteligente y culto que Echevarría, el mexicano Michel Domínguez, hace una reseña elogiosa del libro póstumo de Bolaño. El agente literario Guillermo Schavelzon publica un recuerdo del recientemente fallecido Augusto Roa Bastos donde dice que era "Pequeño, tímido y muy callado". Y finalmente, un capítulo más de la telenovela Piglia-Nielsen, que en esta ocasión está inspirado en la película ganadora del último Oscar. Realmente, si Magaly Medina tuviera su programa en Argentina los urracos no se la pasarían persiguiendo solo a vedettes y futbolistas, sino también a escritores.

Estoy leyendo (28/4)

4.28.2005
Leyendo a Chejov de Janet Malcolm
Alba: Barcelona, 2004
187 págs

Locura

4.27.2005
Para quienes han leído esa curiosa y a ratos genial novela del escritor briránico de intrigas "góticas" Patrick McGrath titulada Locura, les resultará muy interesante este artículo de Barcelona Review escrito por Javier Calvo, traductor de Mondadori de ese libro. Además, acaba de publicar una nueva novela en España titulada Port Mungo.



Locura Según Calvo, la novela es "Un Kramer contra Kramer con psicópatas"

Más sobre Roa

A propósito de la muerte de Roa Bastos, la última vez que oí su nombre mencionado (antes de saber de su pésimo estado de salud) fue en la ceremonia de premiación de la novela El Turno del escriba, en el último Premio Alfaguara. Un periodista, probablemente de Paraguay, les preguntó a las autoras -Ema Wolf y Graciela Montes- si ellas se habían inspirado en Yo, el supremo para escribir la novela en la que un escriba, desde la cárcel, redactaba las anécdotas de Marco Polo. Ellas, un poco desconcertadas, dijeron que no, que habían tenido en cuenta decenas de libros pero ése precisamente no. Sin embargo, mientras ellas hacían memoria para ver si había alguna relación (una de ellas dijo, en voz baja, "ah, ya recuerdo, claro") yo pensé que la pregunta no era absurda sino, al contrario, tenía mucha razón aunque es obvio que esa novela pertenece actualmente a las biblotecas y las librerías de viejo antes que a los libros que están circulando en librerías, por eso fue tan difícil recordarlo o identificarlo de inmediato con El turno del escriba (salvo para un lector paraguayo). Ojalá que la muerte de Roa Bastos, sumada a la novela de Alfaguara, otorgue un justo renacimiento a Yo, el supremo.

Murió Roa Bastos

Murió Roa Bastos. Recuerdo la lectura de Yo, el supremo cuando era adolescente, en los incómodos libros verdes de Oveja Negra. La lectura de esa novela era particularmente fastidiosa en esa edición, además, por el tamaño de letra y lo mal pegado que estaba el libro. Sin embargo, la novela me gustó. Pronto descubrí que el tema de la corrupción, el poder, la dictadura, etc. ocultaba en realidad un tema que me interesaba más, mucho más, y que era el poder del escribano, la memoria, la palabra, la libertad y sobre todo la ficción. Está vinculado al discurso de Vargas Llosa, "La literatura es fuego". Quizá eso sea, finalmente, lo más importante de Roa Bastos. El perteneció a una raza de escritores que piensan que la literatura deja un testimonio de la lucha contra el poder, y en ese sentido mejora la realidad y se compromete con el cambio. No es, necesariamente, una postura sartreana sino una más realista: la postura de quien tiene realmente fe en la cultura y el arte como un agente social. Y eso, viniendo de un escritor que sale de un país tan complicado como Paraguay, en medio de dictaduras interminables además, es dignísimo de elogio. Por otra parte, algo raro me ha sucedido con el personaje Roa Bastos. Yo lo recuerdo de un encuentro de escritores en España (aquel que fue el insumo de La disciplina de la vanidad). Fue el segundo en darnos una conferencia, luego de Jorge Amado. Leyó un texto ecologista que no tenía nada que ver con libros o lecturas. Era un texto político, bien escrito y claro, pero que podría esperar de un ministro o un funcionario. Como además, saltándose las reglas del encuentro (la exigencia de que los autores consagrados convivan una semana con los jóvenes), terminó su conferencia, almorzó con los directivos y se fue esa misma tarde a Granada (creo que estaba en Book tour por la novela El fiscal, 1993), me quedó hasta hoy la impresión de que Roa Bastos era un escritor-funcionario, un burócrata literario sin pasión y con cierta distancia e incluso pedantería (subrayada por un pañuelo que llevaba al cuello, elegante pero rígido, no como los de Bryce tan sueltos y desenfadados). Sin embargo, leyendo los comentarios sobre su muerte, las anécdotas, lo humildemente agradecido que estaba con Chilavert que pagó una operación coronaria en el 2,000 (incluso iba a escribir una biografía del arquero), y sobre todo las fotos (genial la que publica "El Comercio", el cuarto desordenado y el autor con la mirada tímida y medio sorprendida) esa primera impresión se ha desvanecido y ahora me queda una de respeto. Me he prometido releer Yo, el supremo para hacer las pases con mi recuerdo malo y probablemente equívoco.



roa bastos 1917-2005 Fue autor, entre otras obras, de Hijo de hombre, El trueno entre las hojas, Yo el supremo , Vigilia del almirante y Madama Sui.

Fuguet habla del lector

4.22.2005
En la última edición del Suplemento de Libros de "El Mercurio" Alberto Fuguet, a partir de la letura de la nueva novela de Ricardo Piglia titulada El último lector (editada por Anagrama hace unos meses) discute la tendencia tan de moda actualmente de escribir libros cuyos personajes son o quieren ser escritores (quien esté libre de pecado que tire la primera piedra... ¿no era el personaje de Tinta roja un aprendiz de escritor?) y habla a favor del protagonista de la novela de Piglia, que es el otro lado de la cuerda: el lector. Según Fuguet, el tema de esa novela es simple pero no es menor: ¿qué se siente cuando se lee?



El último lector de Ricardo Piglia que, según el autor, es "el más personal y el más íntimo de todos los libros que he escrito".

Manuscrito de Vallejo

4.21.2005
El Director de la Biblioteca Nacional, Sinesio López, ha emprendido la búsqueda de 25,000 dólares para comprar un manuscrito de César Vallejo (un artículo sobre la Rusia comunista). Y para conseguirlo, está dispuesto a veder uno de José Enrique Rodó (valorizado, dice, en 60 mil dólares). Lo interesante es que, al parecer, de logra su objetivo Sinesio López inaugurará, para enseñarlo, una muestra que incluiría los manuscritos (creo que son mecanoscritos con correcciones) de los poemas de César Vallejo que donó su temible viuda a una institución benefactora. El sábado 23 de abril, este sábado, la librería El Virrey celebrará el Día Mundial del Libro exhibiendo el puña y letra de Vallejo (como buen fetichista, me encanta esa expresión "puño y letra") y rebajando el precio de todos sus libros, solo por ese sábado, a 20%. Cita infaltable.

La hermenéutica monstruosa

4.20.2005
Leo la reseña que Alan Pauls hace del libro de Thomas Abraham, Situaciones postales, que publicó Anagrama en el 2002 (el libro fue finalista del XXX Premio de Ensayo de la editorial). La reseña, por descontado, está muy bien escrita. El libro trata de las amistades epistolares de dos dúos literarios: Nabokov y Edmund Wilson, y Hannah Arendt y Mary McCarthy. A través de esa correspondencia, al parecer Abrahams hace un libro desmesurado que lo mismo arranca a patadas contra la vanidad literaria como levanta figuras de escritores y las interpreta en medio de sus contradicciones y su sensibilidad única. La reseña trae también una breve entrevista con Thomas Abraham que me ha dejado intrigado, en especial por el comentario que hace sobre la anécdota que da origen al libro. Se los dejo para que lo disfruten y les dé ganas, como a mí, de leer un libro probablemente inhallable en Lima: "Hacía rato que lo andaba buscando a Nabokov. ¿Quién se cree que es este ruso blanco de mierda que basurea a Gombrowicz, que desprecia a los filósofos, a las ideas, a Dostoievsky? Así empecé. Yo cuando empiezo un libro no sé qué va a resultar, y acá fue muy interesante que la historia se revirtiera. Todo cambió cuando descubrí la edición que Nabokov hizo del Eugenio Oneguin de Pushkin. Esa traducción tan fea, ese libro tan... psicótico. Le dedicó años, lo publicó, lo defendió, y hasta decía que era su obra maestra. Un hombre del que se decía que era un maestro del inglés... ¡la importancia que le da a lo feo! Ahí me dije: este tipo atraviesa más de una puertita. Su posición es interesante. Dice: bueno, como esto no se puede traducir, lo voy a comentar; infinitamente, como Las mil y una noches. ¡Las notas son cien veces más largas que el poema! Inventó un género: la hermenéutica monstruosa. Ahí descubrí la grandeza de Nabokov. Descubrí que su desprecio era auténtico, muy valioso, y que además él aceptaba pagar el costo. No era simplemente un nene bien de San Petersburgo; era un titán. Hay que pasarse años consultando escribanías, viendo cuánto costaba un lote de tierra en tal lugar de Siberia... La locura de Nabokov superaba bastante a la de Gombrowicz".



Situaciones postales, de Thomas Abraham

Parece fácil...

Leyendo el comienzo de Piedra Infernal (Lunar Caustic), la novela breve de Malcolm Lowry, vuelvo a tener esa sensación de cuando era un adolescente y pensaba "qué fácil es escribir"... y en realidad, sí, parece fácil, pero sin embargo qué difícil, qué absolutamente complicado e imposible, llegar a ese nivel en el que escribir resulta fácil y por eso mismo contundente, simple, directo al blanco. Tomemos este primer párrafo, por ejemplo, dedicado a un alcohólico. No son más de seis líneas pero dudo que exista mejor descripción del estado beatífico de la ebriedad en literatura (me gusta más, incluso, que aquellas que aparecen en La Leyenda del Santo Bebedor de Joseph Roth, novela con la que ésta está emparentada naturalmente)

"Un hombre sale de una taberna del puerto por la mañana temprano, el olor del mar en sus narices y una botella de whisky en el bolsillo, deslizándose suavemente por el empedrado como un barco que deja el puerto.
Pronto se adentra en una tormenta, y dando bandazos trata frenéticamente de regresar. Ahora entra en cualquier puerto.
Entra en otro bar."

Estoy leyendo (20/4)

Piedra Infernal de Malcolm Lowry
Montesinos: Barcelona. 90 págs
1988

Bulgado

La mente juega unas pasadas increíbles. Hace unas semanas, me sobresaltó venido de no sé qué lugar hundido de la memoria el nombre "Conrado Bulgado", que me pareció recogido quizá de algún libro (un libro paródico, pensé, o de un mal autor que no se percató de la cacofonía en el nombre de su personaje). Y por más que traté de deducir de dónde podría había sacado el nombrecito aquel, no llegué a recordarlo. Pero no había día en que, por cualquier cosa, terminaba diciendo en voz baja "Conrado Bulgado". Y sonreía. Al fin, la semana pasada estuve en casa de mis padres revisando mi antigua biblioteca universitaria con ánimo filibustero, cuando me topé con un ejemplar de 1993 de Permiso para vivir, las Anti-memorias de Bryce Echenique, publicadas por Peisa (también hay ediciones en Anagrama y Planeta). Y como sé que se viene la continuación (Permiso para sentir se llamará) decidí releerlas para ponerme al día. Y es ahí que, leyendo los capítulos dedicados a Cuba, encontré de súbito el bendito nombre "Conrado Bulgado", que era el de un gran amigo de Bryce (por google sé que aún trabaja en Casa de las Américas como especialista en Relaciones Internacionales.. y ahora me pregunto por qué, siendo yo un googlemaniaco, no se me ocurrió colocar ese nombre en el buscador antes). Saciada mi curiosidad, la pregunta es, sin embargo, qué juego de carambolas, qué sutilezas desliza la mente humana, para imponerme un nombre tan sonoro y luego conducirme, como si fuera una coincidencia (pero no, no hay coincidencias con la mente, eso lo puede explicar muy bien Oliver Sacks), hasta el libro donde encontraría la respuesta que me andaba haciendo. Quién pudiera saber.



Bryce conversando no con Conrado Bulgado, sino con Alberto Fuguet y Mario Vargas Llosa en Lima, en el año 2000

Los cachorros

4.18.2005
Hace unas semanas, Javier Agreda publicó un artículo en la revista Identidades, del diario "El Peruano", que quizá no pretendió ser tan polémico pero ha resultado bastante comentado por los aludidos. Se tituló "Retrato del narrador adolescente" y en éste se buscó vincular a los tres primeros autores publicados por la editorial Estruendo Mudo (Johann Page, Luis Hernán Castañeda y Carlos Gallardo) y considerarlos como una promoción de autores con rasgos en común. El rasgo predominante, según Agreda, sería lo adolescente: "(...) es lo "adolescente", (...) el factor dominante en la narrativa de estos escritores, tanto por los personajes y su particular "visión del mundo" como por los temas abordados en los relatos: el descubrimiento del amor y la sexualidad, la soledad y la falta de comunicación (la juvenil necesidad de integración y aceptación), y especialmente el enfrentamiento entre el mundo subjetivo de la infancia y el mundo real de los adultos. Esos elementos adolescentes están detrás de cada una de las características en común de estos tres libros. El énfasis en la subjetividad de los protagonistas." Además, Ágreda afirma categóricamente que los tres autores tienen como principal influencia la narrativa fantástica de Julio Cortázar. Pues bien, las reacciones no se han hecho esperar, y primero salió la réplica de Carlos Gallardo en su weblog ("Generación estruendo") y luego la de Johann Page en el suyo ("De generaciones"). Aún no se sabe si Luis Hernán Castañeda replicará también, pero es probable que en su situación de ventaja (es al que mejor lo ha tratado la crítica) decida no hacerlo. Resulta obvio que lo que más les ha molestado a estos cachorros de la narrativa peruana última son tres cosas: que se busque similitudes entre ellos (los artistas adolescentes se sienten individuos originales e irrepetibles); que se los califique de "literatura adolescente" (que pueden entender como una crítica velada a su poca capacidad de tratar temas "serios") y finalemente, lo más doloroso, que se les enrostre como principal influencia a un escritor tan a la mano, casi un lugar común, un escritor que se vende en kioskos, como Julio Cortázar y no escritores más caletas y oscuros y personales como los que ellos leen felices (supongo que Gallardo hubiera preferido que le mencionan a Joyce, y Page menciona a Felisberto Hernéndez). Y aunque siempre hay que desconfiar en este medio donde la crítica literaria siempre esconde su segunda o "su chiquita" -futbolísticamente hablando- es cierto que la reacción de los aludidos representa un ejemplo más del ego trip que emprende todo escritor novel rumbo al estrellato o la estrellada, lo que ocurra primero.

Estoy leyendo (18-4)

Antimemorias: Permiso para vivir de Alfredo Bryce Echenique
Anagrama: Barcelona, 1993.
495 págs.

Necrológicas

Las necrológicas por la muerte de Saul Bellow continúan. En el diario Página12 han hecho una selección de frases amables sobre el narrador norteamericano, dichas o escritas antes de su muerte por escritores como John Cheever, Alberto Moravia, Ian McEwan, Martin Amis, Arthur Miller y Philip Roth. Asimismo, una nota introductoria con datos biográficos de Rodrigo Fresán.

Eggers

4.15.2005
Recuerdo que en Madrid cogí el libro de Dave Eggers titulado Ahora sabréis lo que es correr y lo tuve unos segundos entre mis manos, dudando si comprarlo o no, y al final lo dejé en su sitio pensando: "algún día me arrepentiré de esto". Y de pronto, luego de unos meses, me encuentro con este post en el estupendo blog de Mauricio Salvador y sé que hoy es ese día.

Revista a la "Revista"

Como todos los viernes, abro la página web de "Revista de Libros" del diario El Mercurio y me encuentro con artículos que valen la pena leer. En primer lugar, la positiva reseña de Camilo Marks de la nueva novela de Mario Bellatin en la que dice una verdad justísima "Bellatin, otra vez, asombrará y encantará a sus admiradores, aunque su apuesta pueda resultar limitada para la mayoría de los lectores". Luego, una entrevista a Jaime Coyller, que acaba de publicar un libro de cuentos, quien en algún momento se refiere sin pelos en la lengua al malestar que siente con la revista Babelia. Al ser preguntado por qué opinaba de no haber sido incluido en Babelia cuando hicieron un especial sobre literatura chilena, dijo: "Me pareció una desfachatez, porque se veía claramente que la muestra estaba asociada a los intereses del grupo Santillana, que es el que publica el suplemento "Babelia". Que se proclamara en portada a Fuguet, digamos, como el sucesor eventual de Bolaño, me parece un despropósito. Nada más lejos de Bolaño que Fuguet. Pero desde mi perspectiva, que conozco cómo funcionan los grandes intereses editoriales, que cuotean el espacio de crítica en función de sus propios intereses económicos, no me sorprendió. Se sabe que conseguir una mención en ese suplemento si no eres Alfaguara es poco menos que un milagro. Hubo otro momento en que se publicó "El extraño mundo del Cono Sur", donde había un diálogo de Piglia con Bolaño y se mencionaba a varios autores, entre los que yo estaba, aunque, curiosamente, en ese momento yo tenía un libro en Alfaguara. No me alegra mucho haber aparecido, como tampoco me deprimo por no estar ahora. Las cosas no cambian en nada". Juan Villoro comenta un libro del célebre crítico alemán Marcel Reich-Ranicki en el cual acribilla a Robert Musil, de quien dice que su enorme novela El hombre sin atributos es "el desorden mental de un ingeniero desorientado". Y finalmente, mi favorito, la página de El lector compulsivo (¡yo quiero ese puesto!) que describe un paseo por librerías de Buenos Aires.

Estoy leyendo (14/4)

4.14.2005
La soledad de los aviones, de Sergio Galarza
Estruendo Mudo: Lima, 2005
105 págs

Premio Alfaguara

4.13.2005
Ya salió en España la novela que ganó el premio Alfaguara, El turno del escriba, escrita a duo por Graciela Montes y Ema Wolf. Como miembro del jurado que falló a favor de la novela, súbitamente siento una enorme responsabilidad y espero que le vaya muy bien a la novela, que debo adelantar es muy distinta a la anterior ganadora (la de Laura Restrepo) e incluso diría a todas las anteriores premiadas. La novela a mí me cautivó de inmediato por el lenguaje, que es estupendo, y por una historia en la que el tema vida real/ficción es el eje principal. Me sorprendió mucho (a todos los sorprendió, obviamente) saber que detrás de ese estilo tan afiatado y personal se encontraba el trabajo de dos autoras, que además, para más sorpresa, se dedicaban a la literatura infantil. Aún más, que el motivo central (Marco Polo y su escriba) fue sugerido por el nombre de la cervecería donde se sentaban a conversar sobre cualquier cosa, antes que se les ocurriera escribir a cuatro manos esta novela. El trabajo de investigación fue largo y sus resultados notables. No es una novela policial ni de suspenso, como podría creerse por estar tan de moda las novelas históricas con intriga, sino una novela muy divertida e inteligente sobre el poder de la imaginación y la capacidad de la ficción. Espero ansiosamente los resultados de la crítica literaria, y que llegue al Perú para leerla de nuevo, ahora en formato libro.



El turno del escriba, novela premiada con el VIII premio ALFAGUARA

Tacones altos

4.12.2005
Muy divertida la entrevista que le hace el periodista Ernesto Escobar a Fernando Ampuero en el último número de Barcelona Review. Ampuero se explaya sobre el tema de su libro "El Enano", la diatriba que publicó contra César Hildebrandt. Con respecto a eso, comentó una crítica literaria muy peculiar: "Una de las críticas literarias más espectaculares que he recibido fue la que me hiciera Magaly Medina, directora de un espacio de telebasura y que entonces era su amiga, quien frente a las cámaras agarró mi libro (El Enano), lo tiró al suelo, y lo empezó a pisotear con el taco del zapato, diciendo: "esto es lo que hay que hacer con este libro". Mi hija, que vio de casualidad la escena, me llamó por teléfono: "¡Papá, prende la tele! ¡Magaly está pisando tu libro en este momento!" (Risas). ¡Qué espectáculo! ¡La literatura debería desatar más a menudo pasiones de este tipo! (Risas). Bueno, esta misma mujer, Magaly, se peleó tres meses después con su gran amigo César Hildebrandt y entonces volvió a comentar mi libro y se puso a leer fragmentos enteros, diciendo "Sí, debo admitirlo, Ampuero tenía toda la razón…" (Risas)..."



magaly medina súbita crítica literaria que hace gala de una enorme subjetividad y tacones muy altos.

alias Coco

4.11.2005
Después de Mario Vargas Llosa, creo que Manuel Puig es el escritor del Boom que más influye en la promoción de escritores de Latinoamérica nacidos después de los años 60. Su estupenda intromisión en los medios masivos, como los folletines y el cine de Holywood, ha creado una generación de escritores que recurren a diferentes medios para expresarse literariamente (Alberto Fuguet sería el paradigma de eso). Sin embargo, Manuel Puig nunca se "creyó" escritor, en el sentido más usual del término, y eso ha quedado expuesto muy bien en sus cartas que, a diferencia de esas cartas "literarias" y reflexivas de autores como Julio Ramón Ribeyro, que tenían una imagen del "escritor" a lo siglo XIX. Las cartas de Coco (el alias familiar de Puig) son muy divertidas y despreocupadas, con alusiones a las divas de cine y con diatribas fuertísimas, como corresponde a una persona apasionada que muchas veces se deslizaba a los melodramático (como en las películas que tanto le fascinaron). Las acaban de publicar en Argentina bajo el título de Querida familia y el suplemento Radar Libro (de página 12) le ha dedicado su edición del sábado.



manuel puig (1932-1990)

el hombre silencioso

4.05.2005
Leo en el libro sobre Beckett una frase que no es de él, pero podría perfectamente atribuírsele (aunque la autora dice que cuando se la comentó, él movió la cabeza, como afirmando, pero también podría significar que la rechazaba): "El hombre que guarda silencio cuando no tiene nada que decir no es un hombre taciturno; el verdadero hombre silencioso es el único que permanece tranquilo cuando tiene algo que decir... Yo guardo silencio y, cuando me canso de hacerlo, tomo un tranquilo respiro, y luego vuelvo a quedarme callado".

Estoy leyendo (5/4)

Cómo fue: recuerdos de Samuel Beckett, por Anne Atik
Circe: Barcelona, 2005.
171 págs