MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

El año del libro-flotador

8.05.2009
Flotador. Fuente: moédetriana

¿Cómo es posible que en plena crisis, la industria del libro en España siga vendiendo igual que en años anteriores o incluso superando sus ventas? ¿Y por qué, si es así, es cada vez más complicado que una editorial grande apueste por autores "de culto" o de celebridad más literaria que marketera? Muy fácil: todo se resuelve con la teoría del momento, la que todos comentan en las ferias de libros y congresos literarios: el libro-flotador. Así lo resume Carlos Geli en Babelia:

"Sin esos libros, los libreros este año tendríamos que hibernar". Ni la librera ni los títulos a los que se refiere son cualquiera. La primera, Núria Pons, es la responsable de la macrotienda Bertrand, segunda librería más grande de Barcelona. Los autores que salvan al gremio en año de crisis son: Larsson con su trilogía, Stephenie Meyer, Ildefonso Falcones, Javier Cercas, Ken Follett y John le Carré, que han publicado libro en el curso 2008-2009, ahora acabado. Y seguirán salvando el año otros que vendrán en breve: Isabel Allende, Anthony Beevor, Eduardo Mendoza, Henning Mankell y Dan Brown, por citar algunos. "Gracias a las reservas, hicimos el 10% de la facturación mensual en sólo un día y en el global nos incrementó las ventas en un 20%. Nos salvó el trimestre", apunta Txon Pagès, de la librería Etcétera, en el barcelonés Poblenou, refiriéndose al último Larsson. Pero la magia sueca no es patrimonio de la tienda pequeña. "Los dos primeros días hicieron el 40% de las ventas y nos ha subido la facturación un 15%", admite Pons. "No me gusta hablar de libros-flotador, pero ellos solos generan entre un 15 y un 20% de los ingresos en un año cuyo primer trimestre cerramos con un 10% por debajo del 2008", calcula Fernando Valverde, presidente de la Confederación Española de Gremios de Asociaciones de Libreros (CEGAL). Y constata: "Este 2009 está siendo generoso en libros así". (...) "La crisis ha agravado este mercado polarizado; hoy aún es más suicida tener los almacenes llenos, por eso se filtra mucho más y salen los nombres que salen", según la editora Elena Ramírez (Seix Barral), que quiere dar su golpe el 20 de octubre con Eduardo Mendoza, del que publicará su debut en el relato: Tres vidas de santos. La última obra de Mendoza, El asombroso viaje de Pomponio Flato, sólo alcanzó los 400.000 ejemplares. Algo parecido espera Tusquets, que en octubre lanzará la última aventura del inspector Kurt Wallander de Henning Mankell, El hombre inquieto: 100.000 ejemplares de salida. Todos son reticentes a traducir en cifras la cantidad que puede sumar un libro así a la facturación anual. Cavallero confiesa una: "Follett solito aporta el 15%". Mendoza es un ejemplo de autor-marca. Son los que garantizan ventas estratosféricas, aunque sea a pequeña escala. Un ejemplo, el historiador Anthony Beevor con El día D (sobre Normandía), que Crítica editará el 10 de septiembre (25.000 unidades). ¿Se fuerza a esos autores a aparecer más en tiempos de crisis? Ramírez precisa que al ser valores seguros, "igual se intenta colocarlos en el segundo semestre para cerrar bien". Pero no es tanto que se les conmine a tener obra como que "se exploten varios formatos de una misma obra suya", añade . (...) Decir que libros así perjudican a la librería tradicional es excesivo, precisa el director general de Random House Mondadori. "Creo que perjudican a todos porque llevan el riesgo editorial al máximo por las inversiones que requieren y sacan oxígeno a libros que en otro momento hubieran tenido mayor suerte en la calle". Para la editora de Seix Barral, la gran batalla es el espacio y desechar esos puntos de venta es un lujo: "Aunque estos libros pueden desvirtuar las librerías más literarias y perjudicar a sellos como el nuestro". "Se puede ser elitista, pero no tener esos libros hoy, sería del género tonto, porque mueven la caja registradora", dice Pons, desde Bertrand. Y así, los libreros, admite, descongelan los pedidos a los editores y la rueda libresca vuelve a girar. Como un flotador.

Al respeto, pueden también leer el interesante post de Ezequiel Martínez en su blog en revista Ñ.

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Le Carré entrevistado

4.06.2009
John Le Carré en sus estudio. Fuente: Carles Ribas/ elpaís

La lucha de un hombre por permanecer moral en un mundo amoral. Para Guillermo Altares, autor de una nota sobre el escritor en Babelia, es el principio alrededor del cual gira la obra y vida de John Le Carre. Altares va hacia la residencia de Le Carre en Tregiffian (al suroeste de Inglaterra) donde entrevista a uno de los escritores más vendedores del mundo, el auténtico ícono en las novelas de espías, quien acaba de publicar su última novela hasta el momento: El hombre más buscado (Plaza & Janes), espionaje después del 11-S. Les dejo algunas preguntas de la extensa entrevista:

La inmensa avaricia de las grandes corporaciones y de los bancos ha sido uno de los temas centrales de sus últimos libros, incluido El hombre más buscado. ¿Ha sido ésa la causa de la crisis que padecemos?
Es un sistema imposible de mantener... Hay grandes corporaciones cuyos presupuestos son superiores a los de algunos países, y tienen una influencia enorme. Una parte de la globalización consistía en dar a la industria y al comercio un gran poder. La idea era que podría haber un crecimiento ilimitado en un mundo ilimitado y que eso sería sostenible desde el punto de vista ecológico y financiero. Traería lo que mucha gente creía que era prosperidad y felicidad. Allí donde he viajado del mundo en desarrollo, he visto que los efectos de la globalización no eran precisamente ni la felicidad ni la prosperidad universal.

Pero supongo que nunca intuyó que contemplaría el final del sistema bancario tal y como lo conocemos.
Es casi como un movimiento popular. Y es tan drástico y tan irreversible como la caída del muro de Berlín. No paro de decirles a mis nietos que tienen mucha suerte de estar vivos en un momento como éste. Creo que es mucho más que la revisión de la historia económica. Esto es radical y revolucionario. Y es muy posible que los resultados sean positivos. En los últimos años, he tratado de escribir sobre cuáles fueron las disciplinas que han reemplazado a las que nos fueron impuestas durante la guerra contra el comunismo. Hubo un vacío, necesitábamos un nuevo enemigo, lo encontramos en el islam, necesitábamos una nueva excusa. Puede ser que estemos ante un momento revisionista, no creo que todos nos convirtamos en socialistas de la noche a la mañana, pero sí que se inventará una nueva forma de respeto mutuo.

La guerra fría estuvo marcada por la paranoia, pero el mundo posterior al 11-S también. ¿Qué periodo es peor?
Eso es lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos. Ha vuelto, nos hemos vuelto a encarcelar a nosotros mismos. Es como si tuviésemos que alimentar un apetito, una adicción a la paranoia. Hemos olvidado que durante la guerra fría éramos constantemente conscientes de la amenaza nuclear, pasamos por crisis como el muro de Berlín o los misiles en Cuba, y siempre pensamos que estábamos a un paso de la destrucción nuclear. No sé si tenemos más miedo ahora o entonces, porque ahora nos dicen que tengamos miedo.

¿Y otro fantasma de la guerra fría no cree que es el poder que está alcanzando el antiguo KGB en Rusia?
No podemos pensar que por un lado está el Kremlin, por otro el nuevo KGB, por otro el crimen y por otro los oligarcas. Todo forma parte de la misma pieza. Sería imposible distinguir el crimen de la riqueza soviética, a los oligarcas de la Mafia. Tenemos que ver a Putin como el oligarca en jefe y como alguien que quiere acumular tanta riqueza y poder como sea posible para controlar Rusia desde cualquier posición, ése es el punto de partida en el que está. Creo que acumula poder para el futuro. Y cuando elimina a oligarcas como Jodorkovski, son realmente guerras entre facciones del poder.

¿Está usted trabajando ahora en algo relacionado con los oligarcas?
Bueno, interpretan un papel. Estoy escribiendo una novela y aparecen en un rincón.

Creo que si hay un gran tema en sus 21 libros, es que relatan la historia de hombres morales que tratan de sobrevivir en un mundo inmoral. ¿Está de acuerdo?
Sí, es así, y además tiene que ver con lo que estoy escribiendo ahora mismo. No es suficiente, además hay que organizar una trama; pero creo que es el momento en que los lectores se identifican con la historia porque la mayoría de la gente quiere tomar el camino decente. Y el problema es cómo tomar la opción decente en una situación compleja. Naturalmente, el patriotismo y la idea del patriotismo son muy cuestionables para cualquier persona porque están muy cerca del racismo. La opción decente es algo que también marca mi propia vida. En primera instancia sobre qué hacer con mi padre cuando me di cuenta de que era un estafador. ¿Qué hacía? ¿Avisar a la gente de que no tratase con él? Mi solución fue escapar a Suiza a los 16 años. Y luego entré muy rápidamente en la experiencia de la guerra fría. Me empezaron a decir desde muy joven: "Éste es un trabajo sucio, David, pero alguien tiene que hacerlo, y porque hacemos el trabajo sucio somos héroes". Ésa es otra asunción muy peligrosa. Detesto que midamos la fuerza de un país por la fuerza de sus servicios secretos, es totalmente antidemocrático.

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Le Carré Junior

6.06.2007
John Le Carré, a este palo ya le brotó una astilla. Fuente: El Confidencial

El hijo del best seller policial John Le Carré publicará en Random House su primera novela 'The Wages of Gonzo Lubitsch' bajo el seudónimo de Nick Harkaway. ¿Cuánto le han pagado de adelanto? Casi 600 mil dólares, una minucia digamos. ¿Lo que se hereda no se hurta?

Su feliz agente literario ha declarado que la novela es “un poco como John Irving en el sentido de que adora a su cordial narrador, un maravilloso hombre de acción que no para de enamorarse y que no tiene nada que ver con los personajes de su padre John Le Carre".

Por cierto, John Le Carré es también un pseudónimo (bastante snob por lo demás). El nombre verdadero del autor era David Cornwell.

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El (inútil) espía Kapuscinski

5.22.2007
Ryszard Kapuscinski. Fuente: CBC.CA

Ya pasaron por lo mismo John Le Carré, a Graham Greene y a Ernest Hemingway. Y ahora le toca el turno a Ryszard Kapuscinski, el cronista polaco recientemente fallecido, a quien se le acusa de haber aceptado espiar para la policía secreta de su país durante el régimen comunista, entre los años 1967 y 1972, a cambio de permisos para viajes a África y el Medio Oriente. Así lo cuenta “El Comercio”.

Lo divertido de la nota publicada en la versión polaca de la revista Newsweek, es esta frase que está en el archivo Kapuczinski: “Durante su cooperación demostró mucha voluntad, pero no ha provisto ningún documento significativo". ¡Gracias a Dios había espías inútiles como éste, o se nos venía la tercera guerra!

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