MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

El gusto por las mujeres feas

3.12.2007

[NOVEDAD] La editorial Estruendo Mudo acaba de iniciar su colección "Tránsfugas", dedicada a autores de otras lenguas, con la edición de un libro del que se habló mucho el año de su publicación en Francia (en el 2005): El gusto de las mujeres feas, de Richard Millet. La publicación ha sido auspiciada por la Embajada de Francia y su traducción estuvo a cargo de Patricia de Souza, quien actualmente vive en París.

Según la nota de prensa, la novela: "(...) se adentra en los mitos de la masculinidad y la belleza, en un mundo extraño de repentinos ataques de sinceridad y de vidas privadas del placer. Sin eufemismos ni fórmulas que suavicen su contenido, en El gusto de las mujeres feas de Richard Millet emprende un viaje interior que examina el desarraigo que conlleva a una visión trágica implicada por saberse dentro del grupo menos favorecido. La construcción de la identidad del personaje, desde la infancia, se ve determinada por un momento quiebre en el cual ve revelado en su propia madre el sesgo que llevará toda su vida: No todo el mundo puede ser bonito y él no lo es".

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David Goodis

3.04.2007

[CLARIN] Si he de creer al buscador de Moleskine, la única vez que he mencionado el nombre de David Goodis antes de hoy fue como parte de una respuesta de Marcelo Cohen sobre el héroe de las novelas policiales. A mí me parecía que antes de eso le dediqué un post entero. Como sea, hoy leo en la revista Ñ del diario Clarín un homenaje a este escritor atípico de novelas policiales, de la serie pulp más precisamente, un autor de culto pese a que tantas veces se codeó con la fama, incluyendo el hecho de que una de sus novelas sirvió de base para la película de Francois Truffaut ¡Disparen sobre el pianista! La nota, por cierto, anuncia que el talento de este norteamericano nacido en Filadelfia fue reconocido en primer lugar en Francia y mucho antes de que Truffaut lo adaptara al cine. No es la primera vez que Francia "lanza" a un escritor estadounidense en su propio país. Lo hizo con Auster. Lo hizo, ni más ni menos, que con Poe. Un documentalista que trabajó con Goodis en vida lo explica así: "Me pregunto si los franceses no encontrarán cierta melancolía existencial en las novelas de David; una postura desprovista por completo de cualquier juicio hacia las personas tocadas y dominadas por el destino y que, a pesar de ello, no pierden su dignidad, ni determinados valores éticos, ni su capacidad para sentir las cosas. En todo esto hay cierto existencialismo".

Este párrafo del artículo es notable porque, además, nos regala un buen cuadro comparativo entre genios del género: "En los melancólicos antihéroes de Raymond Chandler hay, siempre, una pizca de esperanza, una mirada piadosa, la búsqueda ideal. El Spade de Dashiell Hammett, duro y cínico, sabe que a pesar de todo es posible obtener un poco de justicia. Los personajes de Goodis, en cambio, están marcados desde su nacimiento: nada ni nadie puede alterar el curso de sus destinos. Un destino que jamás lleva hacia la luz. Un destino que es muerte, autodestrucción, autohumillación, culpa, impotencia, derrota y desolación. Para Goodis, la existencia es un mero hecho contingente. Sus personajes viven escapando del pasado; agobiados por la desdicha, no esperan nada del futuro. En medio de tanta negrura, a veces se cuela una muchacha frágil, de pelo lacio, casi asexuada, vehículo del bien y de la pureza, pero también prisionera de la fatalidad. Su mundo es descripto con un estilo preciso, que rechaza las metáforas, que desdeña toda retórica, que siempre opta por la frase corta. "Caminaba muy lentamente, y no sentía la mordedura del viento helado, no sentía nada. Y poco después, al doblar en las esquinas, no se molestó en mirar los nombres de las calles. No sabía hacia dónde se dirigía, y tampoco le importaba". Así termina Viernes 13, otra de sus grandes obras."

Otra vez el mar


[EL MERCURIO] Para el prejuicioso parecer de quienes piensan que la literatura solo se puede discutir en las mesas de melanine de una cafetería de letras, o en las de madera rajada de una cervecería con nombre de pollería, dirigir un círculo de lecturas donde participan mujeres que son estupendas profesionales y madres de familia, es un motivo de burlas machistas y pedantes. Sin embargo, muchas veces en esos círculos he logrado lecturas realmente interesantes e iluminadoras. Por eso, suelo someter a esos alumnos y alumnas a libros que a mí me han fascinado, con el afán de complementar mi lectura con esas lecturas desde ángulos no cubiertos por mi experiencia o instrucción. A veces, el resultado es un desastre (todavía me duele, como un insulto personal, el poco interés que despertó Pálido fuego). Otras veces, una confirmación. Y en varias ocasiones, una revelación. Entre estas últimas ocasiones considero la lectura de El mar, de John Banville, una novela que tiene tantas lecturas como lectores distintos, pero hasta el momento todas llenas de admiración.

Por eso, pese a su brevedad que nos deja con la miel en los labios, no puedo dejar de recomendar una entrevista a Banville que aparece en la "Revista de libros" última. En ella explica algunas cosas sobre la escritura de El mar. Responde, por ejemplo, a qué lo motivo a escribir sobre el amor y la muerte: "Yo no creo que uno decida nada. Una novela es una forma orgánica, y crece orgánicamente, no como el organismo humano, sino como proliferan esos extraños y horripilantes crecimientos naturales cuando se desparraman químicos en el agua. Respecto de las mujeres, ése es un tema al cual los niños le dan vueltas siempre, el misterio del ewige Weibliche [eterno femenino]." Asimismo, confirma la importancia que le da al lenguaje en su literatura: "El personaje principal en todas mis novelas es el lenguaje o, mejor dicho, el estilo. La manera en que algo está dicho es mucho más interesante y significativo que la cosa misma, si efectivamente existe en el arte algo fuera del estilo. Como sostiene Derrida, rien hors texte. La Memoria en ficción siempre es ficción, incluso en Proust, quizás especialmente en Proust. Nadie está recordando en El Mar, todo es invención. Y yo soy el inventor, no "Max Morden", quien es un fragmento de mi imaginación, una criatura hecha de palabras." ¿Y el mar? ¿Es un símbolo, una metáfora? ¿Por qué siempre el mar? "El mar es meramente el mar, en toda su extrañeza, su inconmensurabilidad, y su simplicidad" dice. Y dice bien.

W.H. Auden 100


[BOOMERANG] A manera de homenaje tardío al poeta W.H. Auden, cuyo centenario se cumplió el 21 de febrero de este año y pasó bastante desapercibido, les dejo este post publicado por Jean Francois Foguel en su blog en el "Boomeran(g)" que, a mi entender, es el más versátil y por tanto el mejor de todos los ahí reunidos (sin desmerecer algunos buenos días del resto, incluido Santiago Roncagliolo actualmente atribulado por problemas domésticos con el internet como yo).

El párrafo final del comentario es imperdible: "En la ciudad de York (donde nació Auden), hay un plan para obligar los taxistas a aprender sus poemas para satisfacer a los turistas . No es “humor inglés” es “mala broma” para mandar al olvido lo que queda, para mí, del poeta del siglo XX. RIP, Auden, nadie te merece."

Faverón en "El Hablador"


[EL HABLADOR] En el blog "El Hablador" recientemente inaugurado y y bastante leído (y polémico), aparece una interesante entrevista de Francisco Ángeles a Gustavo Faverón donde se tocan diversos temas como el de la importancia de los blogs, los estudios en literatura y la crítica literaria ("la crítica literaria es un ejercicio de aprendizaje, como la antropología o la filosofía. Si uno piensa que la literatura encierra sentidos atendibles, nos describe, nos explica, nos construye, entonces estudiarla es tan importante como estudiar la mente humana o la sociedad"), la antología Todas las sangres ("La sentí más o menos como esperé que fuera: incómoda y polémica, difícil de aceptar incluso para algunos de los antologados. Incluso dos de ellos, Oswaldo Reynoso y Miguel Gutiérrez, hicieron observaciones públicas. A la gente le gusta entender el problema como que ambos pertenecen al grupo de los llamados ‘andinos’, pero en realidad no tiene nada que ver con asuntos étnicos y regionalistas, sino que ambos vienen del grupo Narración.") y su paso como editor y comentarista de libros en la revista "Somos".

Sin embargo, la parte más subrayable de la entrevista en una noticia que para algunas personas -me incluyo- no era una novedad, pero hará sin duda que los inseguros de siempre se caigan de espalda y se llenen de temores (y empiecen a redactar mentalmente reseñas literarias como quien escribe necrologías adelantadas): Faverón está terminando una novela que, aunque no tiene aún editor, espera acabarla para mediados de este año. Sobre ella dice: "Es una novela de misterio, pero también es una reflexión sobre la posibilidad de construir una historia nacional a partir de momentos límite, como los años de la violencia en el Perú. Pero es una novela escrita completamente en clave alegórica: no vas a ver en ella terroristas y policías, ni bombas, ni nada demasiado realista, aunque se basa en un hecho real".

Polémica sobre Gabo


[EL MERCURIO] En la "Revista de Libros" de El Mercurio el crítico español Ignacio Echevarría responde a un artículo publicado en ese mismo medio por Víctor Farías en que, al parecer (lamentablemente, no leí esa columna) propone leer Cien años de soledad como una reflexión histórico-filosófica de América Latina. Echevarría califica el artículo como "pedante" pero al mismo tiempo sugerente. Dice: "a estas alturas, no puede ser menos que bienvenido cualquier intento de conectar la literatura con el mundo al que pertenece, tanto más si se trata de mostrar que, tanto como una particular visión de ese mundo, una determinada obra es a la vez resultado - y no sólo expresión- de las relaciones de fuerza y de las dinámicas que en ese mundo operan".

Pero más adelante, Ignacio Echevarría no se nota tan comprensivo. Hacia al final comenta: "La verdad es que uno también quisiera ver estas afirmaciones mejor fundadas. Pero lo que uno desearía, antes que nada, es poner en evidencia el trasfondo burdamente simplificador y penosamente reaccionario sobre el que, en oposición a la supuesta negatividad de García Márquez, se perfila el voluntarioso "positivismo" de Farías.No es tarea ésta que merezca mucho trabajo. Incluso en un periódico conservador, como es El Mercurio, llaman la atención la displicencia condenatoria y la desinhibida autosatisfacción que emanan del artículo de Farías. No vale la pena demorarse en desmontar los falsos sobreentendidos sobre los que el artículo se sustenta".

El último párrafo de la crítica suena a puntillazo: "Algo evidente, en el caso de Farías, cuando opone a los irreductibles posicionamientos de "García Márquez y los suyos" el modelo de una democracia - la chilena- "hecha con materiales desconocidos para el socialismo dictatorial, ineficiente y corrupto".¿Se ha parado Farías a pensar cuáles son esos materiales? ¿Serán, acaso, las dos décadas de pinochetismo, de adoctrinamiento neoliberal, de purga política, de depredación social y económica? No cabe duda de que todo ello ha contribuido muy eficazmente a crear riqueza, otra cosa sería ahora ponerse a averiguar para quiénes. Según Farías, está claro, en cualquier caso, que ese es, en Chile lo mismo que en Bolivia o en Guatemala, el camino abierto para que "el continente termine su obra en equidad y espíritu afirmativo".Vale, sí, ojalá, pero, entretanto, ¿qué obra es esa que por lo visto había empezado el continente? ¿Y de quién?"

Gabo 80 años


[LA REPUBLICA] Este martes, Gabo -demasiado tarde recuerdo que a Alberto Fuguet le parece horrible que alguien lo llame así- cumplirá 80 años. El diario La República levanta un cable de EFE en que se rinde homenaje al gran escritor colombiano a través de su ciudad natal: Aracataca, pueblo que inspiró a la inextinguible Macondo. Dice la nota: "Ese cosmos, el clima ardiente, la atmósfera caribe, los aromas, incluso los que llegaban desde el lejano mar, la humedad, la gente, el bullicio de las calles, los techos de palma y de zinc y a café, la sombra de los árboles de almendro y mango sobre los corredores de las casas, persisten en el pueblo". Pero también se habla de la actualidad de Aracataca, en la que la figura de García Márquez tiene absoluta importancia: "También se quejan de (...) cómo, pese a toda la gloria literaria que ha hecho universal el nombre de Aracataca, centenares de sus habitantes, especialmente los mozos, viven de transportar personas en las pintorescas bicicletas-taxis y de la venta de minutos de llamadas por teléfonos móviles en las calles, lo que desata una competencia de precios "porque no hay empleo".

Sin embargo, para quienes hemos leído el mundo de Macondo y sentido un guiño de familiaridad, en especial si venimos de una familia provinciana, estas palabras de Gabo no pueden ser más precisas: dice sentirse"latinoamericano de cualquier país, pero sin renunciar nunca a la nostalgia de mi tierra: Aracataca, a la cual regresé un día y descubrí que entre la realidad y la nostalgia estaba la materia prima de mi obra".
En la foto, ingreso a Aracataca- Macondo

¿Por qué escriben?


[EL DOMINICAL] Un estupendo regalo para los escritores jóvenes el que publica en El Dominical de hoy Guillermo Niño de Guzmán. Al parecer, Niño de Guzmán tiene en su poder un ejemplar del año 85 de la revista francesa Liberation, ofrecido por Javier Sologuren, donde 400 escritores de todo el mundo respondían a la pregunta "¿Por qué escribe usted?". La selección incluía "desde Borges, Gracq y Beckett hasta Oe, García Márquez y Walcott, pasando por Philip Roth, Brodsky y Grass, por sólo citar algunos nombres" según Guillermo, y nunca fue traducido al español. Solo fueron incluidos tres peruanos, los narradores Alfredo Bryce Echenique, Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa, quienes por entonces vivían en Europa.

A continuación coloco las respuestas que me parecen más motivadoras:

Alfredo Bryce Echenique: "Escribo porque, negándome a creer en la soledad de la página en blanco, siento que vienen a poblarla las mujeres, hombres y ciudades que más he amado en el transcurso de mi vida".

Julio Ramón Ribeyro: "Porque me libera de cierto sentimiento de culpabilidad inexplicable".

Mario Vargas Llosa: "Creo que mi vocación de novelista está impregnada de la nostalgia de esas aventuras leídas y que es un oscuro esfuerzo por rechazar esos límites entre lo inventado y lo vivido, un esfuerzo contra la razón práctica para vivir múltiples vidas y cada una de ellas con mayor intensidad, diversidad e impunidad que las que permite la vida verdadera.

Cuba literaria


[BABELIA] Muchas veces he comentado el interés que despiertan en mí los nuevos narradores cubanos. La verdad es que para mí las cosas que hacen Antonio José Ponte, Rolando Sánchez Mejía o José Manuel Prieto están por encima del promedio de lo que se escribe en América Latina. También espero leer pronto lo que escriben dos mujeres: Wendy Guerra y Teresa Dovalpage. Y eso solo para hablar de autores de mi promoción. La revista "Babelia" comparte conmigo el entusiasmo y se pregunta por el futuro de la literatura cubano en el contexto político actual (la ausencia sensible de Fidel Castro, especialmente). Para ello María Luisa Blanco escribe un interesante artículo, que incluye entrevistas a varios autores, titulado "La azotea de los escritores" realizado con motivo de la Feria del Libro de La Habana, que se lleva a cabo actualmente. Al respecto, por ejemplo, el poeta Antonio Arrufat (nacido en 1935) dice: "Me sorprende su serenidad. Creí que la enfermedad de Fidel supondría un sobresalto, pero ya han pasado ocho meses desde su retirada y todo va adquiriendo un ritmo algo diferente. Creo que la gente maduró y esto se parece a una transición, aunque aquí no usamos esa palabra. La larga educación política y el adoctrinamiento están dando un resultado positivo (...) Aquí no va a haber una guerra civil, no vamos a matarnos unos a otros. Ni los que están fuera están dispuestos a venir con armas, ni nosotros a salir al Malecón a tirarles. Creo en una reconciliación, las fronteras que no existen en literatura tampoco van a existir en la realidad política y social".

Por su parte, Wendy Ramos -quien ganó el Bruguera con la novela Todos se van- reflexiona así: "Desde la enfermedad de Fidel hay días en los que camino por la calle y me parece que siempre es domingo por la tarde. No estamos educados para enfrentar la vida con miedo, eso nos hubiese dejado en el camino. El peligro es no encontrar una salida desde nosotros mismos. La mejor salida sería entre cubanos y la esperanza es lo último que se pierde".

También se entrevista a los que están fuera, por ejemplo el excepcional autor Antonio José Ponte, quien finalmente aceptó salir de Cuba y ahora goza de una beca de la Fundación Carolina en España. Ponte dice: "Es mi primera salida al extranjero luego de varios años sin recibir permiso cubano de salida, y es difícil detallar lo que esto significa en mundo ganado, en libertad". Con respecto al tema Fidel Castro declara: "Este nuevo interés político es perfecto para enfrentar el futuro cubano, y la literatura podría enriquecerse (...) El cambio que yo espero no ha comenzado aún. Dentro de Cuba continúa existiendo represión y censura. Tengo gran cantidad de miedos al respecto. Miedo a que derramen sangre y esperanza de libertad (...) Como Enma Zunz, quisiera estar ya en el día después".
En la foto, las azoteas de La Habana.

Sobre Tokio

3.02.2007

[EL CULTURAL] Ya antes he comentado lo bueno que es el blog del escritor español Alberto Olmos, Hikikomori, al que llegue desde el "Boomerang" gracias a otro blog estupendo, el de Jean Francois Foguel. En aquella ocasión comenté que estaba próxima a publicarse su novela, por Lengua de trapo, Trenes hacia Tokio. Una de mis lecturas pendientes. Pues bien, ahora leo en El Cultural una reseña a la novela de Olmos escrita por Ángel Basante en la que destaca la peculiar forma en que está narrada (al parecer, siempre en presente y con frases cortas) como una opción de la que el narrador está plenamente consciente como lo prueba este párrafo citado de la página 164: "Permítanme que descomponga mi relato con la analepsis de mi jefe. Odio las analepsis y las prolepsis: para mí todo es presente narrativo porque todo me sucede hoy. Debo de ser rarito". El reseñista corrige al narrador diciéndole que no es raro sino simplemente que ha usado una forma de narrar, tan válida como cualquie otra.
Por ello mismo, de la reseña me llama sobre todo la atención el párrafo final: "sin embargo hay serios reparos que poner a este texto, por lo común correcto, pero con demasiadas banalidades sin trascendencia y que nos dice poco de la sociedad japonesa más allá de lo ya sabido por todos, aun teniendo en cuenta que lo aquí relatado se sitúa en el siglo XXI, pues hay referencias al centenario del Quijote en 2005, a la película Million dollar baby, a la tenista rusa Sharapova y a la novela de Murakami Kafka on the shore. Aunque ya estemos en una sociedad colgada de los móviles y de internet, enfangada en el sexo y la pornografía, sería de agradecer una mayor amplitud de miras y profundización en la sociedad japonesa." No he leído la novela, como dije, así que no puedo saber en realidad a qué se refiere con aquello de "demasiadas banalidades" pero por lo que el mismo reseñista ha explicado en su columna, me parece obvio que no debería esperarse ninguna "profundización en la sociedad japonesa" y menos una "amplitu de miras" en esta novela, como si fuera un libro de viajes escrita por un viajero del siglo XIX o, peor aún, y dios nos libre, por Saramago. Habrá que leerla.