MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Otra vez el mar


[EL MERCURIO] Para el prejuicioso parecer de quienes piensan que la literatura solo se puede discutir en las mesas de melanine de una cafetería de letras, o en las de madera rajada de una cervecería con nombre de pollería, dirigir un círculo de lecturas donde participan mujeres que son estupendas profesionales y madres de familia, es un motivo de burlas machistas y pedantes. Sin embargo, muchas veces en esos círculos he logrado lecturas realmente interesantes e iluminadoras. Por eso, suelo someter a esos alumnos y alumnas a libros que a mí me han fascinado, con el afán de complementar mi lectura con esas lecturas desde ángulos no cubiertos por mi experiencia o instrucción. A veces, el resultado es un desastre (todavía me duele, como un insulto personal, el poco interés que despertó Pálido fuego). Otras veces, una confirmación. Y en varias ocasiones, una revelación. Entre estas últimas ocasiones considero la lectura de El mar, de John Banville, una novela que tiene tantas lecturas como lectores distintos, pero hasta el momento todas llenas de admiración.

Por eso, pese a su brevedad que nos deja con la miel en los labios, no puedo dejar de recomendar una entrevista a Banville que aparece en la "Revista de libros" última. En ella explica algunas cosas sobre la escritura de El mar. Responde, por ejemplo, a qué lo motivo a escribir sobre el amor y la muerte: "Yo no creo que uno decida nada. Una novela es una forma orgánica, y crece orgánicamente, no como el organismo humano, sino como proliferan esos extraños y horripilantes crecimientos naturales cuando se desparraman químicos en el agua. Respecto de las mujeres, ése es un tema al cual los niños le dan vueltas siempre, el misterio del ewige Weibliche [eterno femenino]." Asimismo, confirma la importancia que le da al lenguaje en su literatura: "El personaje principal en todas mis novelas es el lenguaje o, mejor dicho, el estilo. La manera en que algo está dicho es mucho más interesante y significativo que la cosa misma, si efectivamente existe en el arte algo fuera del estilo. Como sostiene Derrida, rien hors texte. La Memoria en ficción siempre es ficción, incluso en Proust, quizás especialmente en Proust. Nadie está recordando en El Mar, todo es invención. Y yo soy el inventor, no "Max Morden", quien es un fragmento de mi imaginación, una criatura hecha de palabras." ¿Y el mar? ¿Es un símbolo, una metáfora? ¿Por qué siempre el mar? "El mar es meramente el mar, en toda su extrañeza, su inconmensurabilidad, y su simplicidad" dice. Y dice bien.
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