MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Franz premiado

10.23.2008
Carlos Franz. Fuente: la nación

En una ceremonia encabezada por la presidente Michaelle Bachelet, Carlos Franz recibió en su país, Chile, el Premio Mejores Obras Literarias 2008 por su novela Almuerzo de Vampiros (Alfaguara). Dice la nota de prensa:
La presidenta Michelle Bachelet y la Ministra de Cultura, Paulina Urrutia, encabezaron la ceremonia de entrega de distinciones a los ganadores, que recibieron cada uno un premio en metálico de 13.400 dólares por parte del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Este año se presentaron 441 obras y 203 correspondieron a la categoría de obra publicada, en tanto que 238 participaron en la categoría de obra inédita, precisó un comunicado del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.La presidenta Bachelet recalcó que su administración seguirá "bregando para que los bienes culturales lleguen a todos". La ministra de Cultura, en tanto, destacó la importancia de este galardón "por cuanto constituye un verdadero reconocimiento anual al talento y genialidad literaria de creadores nacionales en los géneros tradicionales, además del teatro y la literatura infantil". (...) El Premio Mejores Obras Literarias fue creado en 1993 como un galardón de excelencia y se enmarca en las políticas de incentivo a la creación literaria chilena que promueve el Consejo Nacional del Libro y la Lectura.

Para conocer un poco más de la obra ganadora, pueden leer el homenaje que le hizo en "El País" hace unas semanas Carlos Fuentes, y una reseña en Letras Libres de Félix Romeo. Por otra parte, la nota de prensa también anuncia los ganadores en categoría "inéditos" donde me alegra la presencia de mi estimado Pablo "el pulpo" Azócar:
En la categoría de obras inéditas resultaron ganadores los autores Pablo Azócar, en poesía; Mauricio Electorat, en novela, y Hernán Gonzalo Soto, en cuento. En ensayo, el premio fue declarado desierto.

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Félix Romeo vuelve

2.17.2008
Félix Romeo. Fuente: zaragózame

Conocí a Félix Romeo en Lima y lo volví a ver alguna vez en Madrid. No supe más de él, salvo la preocupante noticia de que había dejado voluntariamente de escribir ficción. Sin embargo, leo hoy que ha regresado a la literatura con una obra titulada Amarillo (que tiene un blog especial) que al parecer es un dolorosa expiación por el suicidio de un amigo. No era difícil descubrir conversando con él que tras ese aspecto intimidante (dos metros, barba crecida, mirada verde y brazos que retorcieron los fierros de un futbolín en el Barra Brava) había una enorme sensibilidad y generosidad, que aparece sin ataduras en esta novela. Contrastes de la vida: Una pérdida lamentable que, sin embargo, implica también una recuperación para quienes admiramos la obra de Félix.

Dice la reseña: "Los recuerdos de Romeo se encadenan. Algunos, durísimos: «Los amigos no pueden reconocer un cadáver. Sólo los familiares. Y nosotros no éramos familiares, y tus familiares no aparecieron en toda la tarde ni en toda la noche». También se encadenan los remordimientos: «Todo empieza con una pregunta: ¿cómo no me di cuenta de que te ibas a suicidar? De esta pregunta sale otra pregunta: ¿por qué tu muerte me produjo un alivio tan grande? De esta pregunta sale otra pregunta: ¿soy responsable de tu muerte? Y de esta pregunta sale una última pregunta: ¿por qué desde hace años arrastro una terrible sensación de culpa por tu muerte?». Cartas, críticas firmadas por el propio Izuel, fragmentos de sus cuentos, que serían recopilados en Todo sigue tranquilo (Ediciones Libertarias, 1994): cada nueva pieza del rompecabezas le sirve a Félix Romeo para ir completando el retrato del amigo muerto, al que siempre protegió y al que siempre quiso. Un retrato que no tiene nada de biográfico, porque a Romeo no le interesa hacer biografía; le interesan los pequeños detalles: la aversión de Chusé a dejarse fotografiar, su melancolía, sus lecturas, su música, sus sueños: «Me gustaría estar metido en un tren, y largarme y quedarme dormido en el asiento del vagón y despertarme en cualquier parte».

Lo que no hay en Amarillo son adornos. Tampoco sentimentalismo. Ni moralina. Porque de lo contrario se quemaría, para hablarnos de «la peor muerte» Romeo ha preferido tomar distancia. Como si estuviera redactando un informe forense. Un informe policial en el que se reconstruyen los últimos pasos de la víctima. Sus últimas palabras. «Tu muerte fue una bendición para mí: no habría vuelto a escribir si tú hubieras seguido vivo -confiesa el autor de Dibujos animados y Discothèque-. No paro de pensar que tu muerte es un siniestro crimen perfecto con un único beneficiario: yo. No te induje. Yo quería que te repusieras, que abandonaras esa tristeza, que a mí me parecía totalmente autoimpuesta, ridícula.» Chusé Izuel no se repuso. Saltó. A lo mejor porque, como escribió Emily Dickinson y repite aquí Javier García Sánchez, morir no duele, lo que duele es la vida.

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Norman Manea

7.10.2007
Norman Manea con un ejemplar de sus memorias. Fuente: cotianul.ro


Una vez tuve entre mis manos El regreso del huligán, editado por Tusquets, la autobiografía del rumano Norman Manea. Una sóla vez y lo perdí. Fue en el extranjero, no recuerdo si en México o Chile. Cosas de la maleta, el temible sobrepeso, etc. Había olvidado el libro y al autor hasta que esta entrevista de mi recordado amigo Félix Romeo en Letras Libres me lo ha traído de vuelta. Manea es un escritor sobreviviente de un campo de concentración, quien luego debió vivir sometido a la dictadura comunista en Rumanía. Actualmente vive exiliado en EEUU. Tusquets ha editado varias obras suyas, además de las memorias, como los cuentos Felicidad obligatoria. No pierdo las esperanzas de volver a tener entre mis manos, y ahora sí mío, El regreso del húligan. Buscaré entre los saldos de "La Familia", que distribuye Tusquets.

PD 13/7/07.- ¡¡¡Lo conseguí en la librería "La Tertulia" del CCPUCP!!!!

Explica Manea en la entrevista su acercamiento a Kafka: "Cuando debuté como prosista en Rumania muchos críticos dijeron que yo era proustiano, y a lo mejor tenían algo de razón, pero la vida que llevé, incluida la época comunista, ha sido cada vez más kafkiana. Y es normal que me haya influido. No podía quedarme indiferente ante la realidad circundante".

También habla largamente de su padre, personajes principal de sus memorias: "Retrospectivamente, mi admiración por mi padre aumenta. Pasó situaciones muy difíciles y él llevaba su sufrimiento con una gran sobriedad. De una manera muy digna. Me sentí muy indignado cuando leí en una revista rumana de extrema derecha que El regreso del húligan pone de manifiesto que no hubo Holocausto, que no hubo sufrimiento y que mi padre se escapó del Lager para pasarse a los rusos porque era comunista. Todo lo contrario a lo que escribo en el libro y... todo lo contrario a la verdad. Mi padre no tenía simpatía por los rusos, perteneció al ejército rumano y habría ido al frente. Habría ido al frente... si los judíos hubieran podido ir al frente, pero lo tenían prohibido. La misma manipulación de antes. Volví a sufrir, esta vez por mi padre, porque yo ya estaba acostumbrado a los insultos. Mi padre demostró un gran coraje. Abandonó Rumania a los ochenta años para instalarse en Israel. Él llevó adelante la tramitación, la mudanza, el viaje... Los últimos siete años de su vida los vivió en una enorme soledad en Jerusalén. Yo estaba en Estados Unidos en una situación no demasiado buena, pero iba dos veces al año a visitarle. El final de una vida con muchas dificultades para alguien que empezó a los nueve años, huérfano, que tuvo miles de trabajos pero que quiso también estudiar. Fue el único de su familia que siguió los estudios. Un hombre hecho a sí mismo. [Norman Manea hace una pausa bastante prolongada.] Noto mucho su ausencia. Mis padres eran muy distintos y no se influyeron recíprocamente nunca. Mi preferido era mi padre, pero me parezco más a mi madre. Una vez le confesé a un amigo que no soportaba las obsesiones de mi madre. Él me dijo que ella había sido quien me había dado el talento. No era culta, pero tenía un sentido especial del drama humano. No sé si existe el gen del talento, pero hay un dicho judío que a lo mejor explica algo: “¿Por qué nunca los hijos de los sabios son sabios? Para que no se crea que la sabiduría se puede heredar”. Volviendo a la falsificación de ese detalle biográfico de mi padre (que había dejado el Lager para unirse al ejército soviético): el Lager fue liberado por los soviéticos y todos los hombres, esqueléticos, fueron reclutados por el ejército rojo, sin preparación militar. Los rumanos deberían aplaudir a mi padre porque abandonó el ejército rojo que invadió Rumania. Lo que sé es que si mis padres siguieran vivos no habría podido escribir un libro como El regreso del húligan".

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