Roth digerido
Siempre que John Crace, el maléfico y divertido autor de la columna "The digested read" en The Guardian habla sobre un autor o un libro que conozco (cosa que no sucede muy a menudo), lo leo con la maldad en los ojos. Sé que es arbitrario, sé que es perverso, sé que lo gana el ingenio y las ganas de hacer chiste antes que el análisis profundo o certero, pero también me gusta su desenfado. Ahora, le tocó el turno a Exit Ghots, la última novela de Philip Roth.
Empieza así la reseña: " hadn't been in New York in 11 years. Other than for surgery in Boston to remove a cancerous prostate, I'd hardly left my rural retreat in the Berkshires. But now I was on my way to Manhattan to see a urologist who specialised in treating incontinence problems. I'd been alone all these years, apart from occasional visits from my housekeeper, Larry. And he killed himself a year ago. I don't take an interest in anything. I just write, read and wet myself. I hadn't been in New York in 11 years. Other than for surgery in Boston to remove a cancerous prostate, I'd hardly left my rural retreat in the Berkshires. But now I was on my way to Manhattan to see a urologist who specialised in treating incontinence problems. I'd been alone all these years, apart from occasional visits from my housekeeper, Larry. And he killed himself a year ago. I don't take an interest in anything. I just write, read and wet myself. I checked into the Hilton and went to a diner across the road from the hospital. I heard a voice I recognised. It was Amy Bellette, whom I'd last seen in 1956 with EI Lonoff the night he left his wife. She was his mistress but I didn't recognise her. The side of her head was shaved and a surgical scar cut a serpentine line across her skull. Her hands shook. I said nothing. Something had obviously gone wrong (...)
Y al final, como siempre, la conclusión llamada "The digested read, digested": Life's a bitch and still you don't die.
Etiquetas: eeuu, exit ghost, inglaterra, john crace, philip roth, RESEÑA
TRADUCCIÓN: “Hacía 11 años que yo no había estado en Nueva York. Sino para una intervención quirúrgica para extirpar una próstata cancerosa en Boston, difícilmente salía de mi retiro campestre en el Berkshires. Pero ahora estuve en mi medio, en Manhattan, para consultar un especialista en problemas de incontinencia urinaria. Todos estos años había estado solo, con excepción de ocasionales visitas de mi servidor, Larry.
Y él se suicidó hace un año. Ya no me intereso en nada. Sólo escribo, leo y me mojo (N. del T.- Muy probablemente quiere decir que se mea los pantalones). Me alojé en el Hilton y fui a una cena atravesando el camino desde el hospital. En eso escuché una voz que reconocí. Se trataba de Amy Bellette, a quien había visto la última vez en 1956 con EI Lonoff la noche en que éste abandonó a su esposa. Ella fue su amante pero no la reconocí en el momento. El lateral de su cabeza había sido afeitado y una cicatriz quirúrgica surcaba como serpentina su cráneo. Sus manos temblaban. No dije nada. Era claro que no le había ido bien (…).
Y al final, como siempre, la conclusión llamada “La lectura digerida, digerida”: La vida es una puta y aún no te mueres.
5:37 a. m.
Uf, qué susto, creí que era la vida de Roth. ¿O es la vida de Roht?
ay, estos judíos neoyorquinos, que no saben que Zola vivió y murió en Europa.
Fdo: Una europea.
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