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En el diván

Diván. Fuente: páginadelguión

Me encantan los psicoanalistas. Pienso que son extraordinarios personajes de ficción (a pesar de eso, no puedo soportar dos capítulos seguidos de In Treatment). Por eso me interesa mucho las dos novelas con personajes de diván que han aparecido en castellano este año. Una es Elegía para un americano de Siri Hustvedt, guapa y famosa esposa de Paul Auster, y la otra es Algo que contarte de Hanif Kureishi (que he dejado a la mitad para leer El viajero del siglo de André Neuman). Ambas editadas por Anagrama, por cierto. En Radar Libros Gabriel Lerman tiene la estupenda idea de comentar las similitudes y diferencias en ambos libros:

Hay semejanzas entre la última novela de Hanif Kureishi, Algo que contarte y Elegía para un americano de Siri Hustvedt, ambas publicadas a comienzos de este año en castellano. La primera salta a la vista y es que sus dos protagonistas y narradores son psicoanalistas, es decir, personas que viven de escuchar relatos, y la segunda –casi como efecto de la primera– es la construcción de una suerte de novela-balance de época, que entre la literatura del yo y el ensayo de historia cultural intentan diseñar nuevos modelos del recuerdo, nuevas tentativas entre memoria y ficción. Que Jamal Khan y Erik Davidsen sean psicoanalistas no es poco ni casual. Casi como la contracara del joven de provincias siglo XIX a la Balzac que sueña con triunfar en París, desde la inocencia natal al fango desmoralizante del centro, estos antihéroes desencantados que superan los cincuenta intentan comprender el derrotero de sus seres queridos desde una posición de realización profesional y abundantes logros personales, conscientes de las ventajas que esto supone en un mundo aciago y bárbaro, donde se vive la crisis civilizatoria desde los centros de Occidente: Londres y Nueva York. (...) Sin embargo, el imperialismo recargado de Estados Unidos y Gran Bretaña desde mediados de los noventa, cuando no los afanes de neocolonialismo, han colocado a estos escritores progresistas y refinados de mediana edad en un espantoso brete. La guerra de Irak, y como huellas en sus ciudades los atentados a las Torres Gemelas y en el Metro londinense, coronó el desencanto. La novela posmoderna, entonces, abandonó la celebración de la pluralidad y los pequeños relatos, para refugiarse o rozar una especie de repolitización y examen cultural del mundo, a través de narradores que les permiten explicarse y contarse por qué ese mundo se ha vuelto tan loco. De allí los psicoanalistas. Ya no hay guerrilleros ni roqueros sino analistas: expertos que escuchan y no proclaman ni agitan. (...) Las cosas que diferencian a esta novela de Kureishi de la última de Hustvedt también son evidentes. Y esto incluso implica alguna referencia sobre la crisis de la cultura contemporánea. Porque, contra lo que podría esperarse, mientras que esta novela inglesa resulta fresca, vital, plena de humor y colores, la novela norteamericana surge ciertamente preciosista, engolada, de una interioridad fina en exceso, acaso cargada. En resumen, los términos parecen haberse invertido. Según estas novelas, el clima de los Estados Unidos de hoy pareciera conservador y brumoso, frente a cierto aire cosmopolita y desprejuiciado del otro lado del océano. El Viejo Mundo corre por izquierda al nuevo, tal es la paradoja de la hora, al menos entre los anglosajones o, específicamente, entre los países que lideraron una de las últimas marchas imperiales.

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3:35 p. m.

Si bien no es propiamente de psicóanalistas, también es bastante recomendable "La Interpretación del Asesinato" de Jed Rubenfeld, publicado por Anagrama.

Saludos cordiales, muchas felicitaciones por el blog.    



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