Onetti y Borges, según MVLL
Estoy leyendo El viaje a la ficción: el mundo de Juan Carlos Onetti de Mario Vargas Llosa, editado por Alfaguara, realmente con un gusto enorme. Vargas Llosa es agudo como crítico pero, además, es un estupendo contador de historias (bueno, estoy diciendo boberías de perogrullo), por lo que el libro es una delicia. Sin embargo, llego a un momento en que Vargas Llosa se vuelve osado: cuando intenta establecer una relación literaria entre dos aparentes enemigos enfrentados, como eran Onetti y Borges. Para Vargas Llosa, la escritura de La vida breve, la primera obra maestra novelística de Onetti, donde se inventa (la inventa un hombre desesperado, además, Brausen) además el universo citadino de Santa María, hubiera sido imposible sin la lectura de los cuentos borgianos como "Tlon, Uqbar, Orbis Tertius". La explicación que da VLl es más que convincente (en ambos textos el mundo de la ficción invade la realidad y se apropia de ella). Pero luego viene la anécdota:
Onetti no fue probablemente del todo consciente de la deuda que contrajo con Borges al concebir en Santa María su propia Tlön, porque aunque leía a Borges con interés, no lo admiraba. Rodríguez Monegal cuenta que él los presentó y que el encuentro en una cervecería de la calle Florida, de Buenos Aires, no fue feliz. Onetti, hosco y lúgubre, estuvo poco comunicativo y provocó a Borges y al anfitrión preguntándoles "¿Pero qué ven ustedes en Henry James?" uno de los autores favoritos de Borges. La poca simpatía personal de Onetti por Borges fue recíproca. En 1981 Borges fue jurado del Premio Cervantes, en España, y en la votación final , entre Octavio Paz y Onetti, votó por el mexicano. (...) Mi pálpito es que Borges nunca leyó a Onetti y probablemente la sola idea que guardaba de él tenía que ver con aquel frustrado encuentro en una cervecería porteña y las provocaciones anti-jamesianas del escritor uruguayo.
Bueno, cosas de divos que se estrellan al conocerse. Eran otros tiempos. Ahora son los años de Bogotá39, donde todo es felicidad y armonía. Seguro que si quien los juntaba no era el díscolo Rodríguez Monegal sino las encantadoras Cristina e Izara, y el encuentro no era en una cervecería sino en un bar con mojitos y salsa en Bogotá, esos dos terminaban abrazados.
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Ja,ja,ja,ja, disculpa, pero veo bien difícil esa posibilidad con Borges o con Onetti; me parece más cuerda la idea de que alguno de los dos envenene el trago del otro, y pienso que ese sería Onetti: si se entera o se le pasa por la cabeza una idea así fijo que lo mata, vaya perrada, y sólo por eso espero que sean otros tiempos, porque eso, perdón la palabra, suena demasiado pendejo para hacerlo... Suerte.
3:53 a. m.
Querido, te equivocas con el libro de vargas llosa sobre Onetti. Son buenos resúmenes de las historias de Onetti, un trabajo introductorio para alumnos gringos, donde la palabrita subdesarrollo chirría demasiado a lo largo del ensayo, pero calar, lo que se dice calar en onetti, nada. Serías demasiado complaciente con VLl si, como Onettiano, no lo percibes.
1:02 p. m.
Lo que importa es que estamos hablando de dos monstruos, dos pilares sobre los cuales lo bueno y lo mediocre de la literatura latinoamericana se sustentan. Me quedo con Onetti primero, segundo con Onetti y al final con Onetti, a pesar de Borges.
8:12 a. m.
Esa comparación final entre los Bogota39 y Onetti y Borges, es además de huachafa, pretenciosa y risible. Cópmo se van a comparar esos sin nadie, sin ninguna obra de valor, con esoa dos grandes maestros. Que ejercicio de las vacuidad más incipiente y pueril. Da pena, pobre mediocre apoyado por tus relaciones. Jajaja.
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