Roth reseñado
Indignación, la novela de Philiph Roth traducida por Mondadori que empezaré a leer recién el 16 de mayo (confirmado) tiene como trasfondo la guerra de Corea y tiene a un joven judío de 18 años, Marcus Messner, como protagonista. Luego de varias novelas, finalmente Roth abandona el tema de la vejez y los temores no a la muerte sino a la destrucción física, y se entrega a una novela sobre el poder y la indignación. Jose María Gulbenzu la ha reseñado para Babelia y la califica de "soberbia" y a su obra en conjunto "monumento literario del siglo XX". No puedo estar más de acuerdo ¿Para cuándo el Premio Nobel? Si no se lo quieren dar a Vargas Llosa, por lo menos que dignifiquen ese premio dándoselo a Roth:
Los personajes quedan soberbiamente construidos con un mínimo de elementos. Cada uno -excepto el joven Marcus- muestra de sí mismo la cara que necesita el autor, pero esa cara la llena por completo su propia actuación. Son personajes funcionales que adquieren la categoría de complejos, lo cual es una hazaña no infrecuente en Roth, pero aquí extraordinariamente depurada. El papel que les atribuye es el de rodear el nacimiento de la indignación dentro del desarrollo de la personalidad de Marcus Messner, y a fe que lo consigue. Son, además, dentro de una única cara, ambivalentes, por eso insisto en la cualidad de hazaña literaria. La madre que visita a su hijo en el hospital, convaleciente de una apendicitis que todos sospechamos que se le ha disparado tras la conversación con el decano, introduce entre las emociones quizá calculadas un pacto sospechosamente parecido a un chantaje. La muchacha de la que se enamora está escondiendo, además de ciertos actos, una historia muy dura, sólo apuntada, pero trazada con unas pocas e impagables pinceladas que son un modelo de empleo de la sugerencia. La progresiva locura del padre tiene un desarrollo lleno de matices que se apoya sólo en dos momentos de exposición desarrollados con una lucidez impecable. El decano Caudwell, en fin, doblado al final por el presidente de la universidad en un acto público donde se resume todo el hervor de la novela, está construido sobre un miserable camaleonismo que contiene a la vez la untuosidad, la comprensión, el paternalismo y el anatema; y el modo en que muestra al lector el paso de un liberalismo de fachada al juicio preconcebido merece estar a la altura literaria de los ejercicios espirituales que recibe el joven Stephen Dedalus en el Retrato del artista adolescente de Joyce. En suma: ciento setenta y tantas páginas le bastan a este sabio y consumado escritor para expresar el sentido de su cívica indignación moral dentro de una historia que concluye dramáticamente con un muchacho que ha luchado por su libertad personal y moral para acabar acribillado a bayonetazos en una trinchera en Corea y fundirse en la nada. La obra narrativa que viene escribiendo Roth desde El teatro de Sabbath en 1995 es, con alguna excepción menor, uno de los monumentos literarios más grandes que se han levantado en los Estados Unidos desde la segunda mitad del siglo XX.
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Más que la noticia, me sorprendió que tuvieras una fecha oficial para el inicio de la lectura de la novela de Roth. Yo jamás he podido mantener una de esas fechas que me impongo y esos órdenes que digo que seguiré férreamente. Al final, sale lo que la biblioteca quiera expulsar de sus entrañas.
4:04 p. m.
Iván, me gustaría participar de tu grupo de lecturas. Hay algún requisito para formar parte??
Además, te sugiero -creo que es necesario- que prepares un curso para leer a Roth. El blog "El lamento de Portnoy" es para iniciados, no podrías hacer un curso breve sobre Roth para poder entender la evolución de su obra?
Saludos,
Luis Eduardo
6:46 p. m.
desde hace un buen tiempo mi favorito para el Nobel es Philip Roth
10:06 p. m.
Lo siento, Pynchon está antes que Roth para el Nobel. Que haga fila.
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