MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

El testigo Wyndham Lewis

carátula del libro. Fuente: blogimpedimenta


"Íntimo de James Joyce, T. S. Eliot o Ezra Pound, archienemigo de Noël Coward y de los artistas del grupo de Bloomsbury (como Virginia Woolf)" esas son las credenciales con que se presenta en sociedad Wyndham Lewis cuya autobiografía Estallidos y bombardeos acaba de ser editada por Impedimenta. Mercedes Monmany hace la reseña en el ABCD las letras:

Anticomunista y visionario ferozmente individualista, en oposición permanente a los aires y las modas de su tiempo; admirador en sus inicios de los movimientos fascistas, en un momento en que los escritores de izquierda se encontraban mayoritariamente implicados en la defensa de la URSS, falló sin embargo de forma escandalosa en una obra superficial y precipitada sobre la figura de Hitler, algo que nunca se le perdonaría, a pesar de su seria y sincera retractación posterior a través de The Hitler Cult y The Jews, are they Human?, ambas de 1939. Algo ingenuo, si pensamos que la Europa triunfante de la segunda posguerra mundial tendría que haber abjurado eternamente de un buen número de sus más grandes creadores, desde Céline o Drieu La Rochelle a los italianos Brancati y Malaparte (que experimentaron un giro en sus ideas, como Lewis), por no hablar de Heidegger y Jünger o del grandísimo Pound, amigo y valedor artístico de Wyndham Lewis. Sí tuvo, en cambio, un indudable olfato para detectar a un trío imponente y primordial de «hombres de 1914», del que ofrece impagables retratos, tanto pictóricos como narrativos, en su libro: Ezra Pound («formábamos un grupo de jovenzuelos bastante alborotadores y altaneros y fue Ezra quien nos organizó de esta forma, nos gustara o no»), James Joyce («la señora Joyce se opuso a mi presencia en París, pensó que pervertía a su Dante de Dublín») y T. S. Eliot («¿hace falta que diga que es el mejor poeta en lengua inglesa?»).Pero, sobre todo, Wyndham Lewis jugaría un papel primordial como jefe de filas de movimientos vanguardistas de su tiempo. En su papel de futurista británico -tal y como narra en Estallidos y bombardeos-, recibe a Marinetti poco antes de iniciarse la guerra. La escena de la ruptura entre estos dos titanes es cómicamente narrada por Lewis, que ya había dictaminado que el culto exagerado a las máquinas era una ofuscación naif y meridional. Así que en 1914, seis meses antes de declararse la contienda, y alentado por Ezra Pound, fundó la revista Blast, órgano del movimiento vorticista, como lo había bautizado su célebre protector. Escéptico con una guerra «de épicas dimensiones, que no resolvió nada y que había desmoralizado al mundo, acostumbrándolo a una violencia incesante y sin sentido», a través de Cantleman, un álter ego narrativo, Wyndham Lewis, como hizo Canetti, se dedicaría en varios capítulos de su libro a teorizar sobre el inquietante espectro «de moda» en aquellos años, causante de no pocos estragos ideológicos: la Masa. «Parecía -dirá- como si la única posibilidad para la renovación del individuo se hallara en la muerte temporal de las Masas, seguida de una Resurrección [?] La Masa inglesa es un dragón estúpido. ¡No se debería permitir que fuera por ahí sola!». Unos tiempos convulsos en que todos, como las máquinas vertiginosas que ensalzaban los futuristas, «se movieron demasiado rápido», reconocerá Lewis: «Cada vez más cansados por la Guerra, la Depresión y la Revolución, el mundo ha retrocedido».

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