Grass detrás de escena
Todos recuerdan el cuento "Las babas del diablo" de Julio Cortázar, aunque quizá sea sobre todo por la estupenda (aunque una amiga mía la detesta) versión titulada Blow-up que hizo sobre ella Michelangelo Antonioni. Pues Gunter Grass recuerda la película (y probablemente también el cuento) y ha decidido usar el mismo recurso para escribir la segunda parte de su autobiografía (no tan polémica como Pelando la cebolla, la primera parte) en el que el juego de ficción-realidad es más complejo. La espero con ansias:
El Premio Nobel de Literatura Günter Grass se ha dedicado en su nuevo libro, Die Box (La caja), a contar ante todo historias de familia (...) La tentación de ver en Die Box una continuación de Pelando la cebolla -libro que generó un escándalo por la revelación de que Grass había sido miembro de las SS- es evidente, al igual que la de ver la obra como una autobiografía. El personaje central es un escritor cuyas obras tienen los mismos nombres que las obras de Grass. Sus hijos, que son los que van contando la historia, tienen otros nombres distintos a los reales, pero coinciden en el número y en la profesiones. Sin embargo, hay un elemento fantástico que desbarata la idea de que la obra es una mera autobiografía: una cámara fotográfica -la box- que, como lo explica un personaje, ve cosas que no están ahí, cosas que ocurrieron antes o que ocurrirán más tarde o deseos de los personajes fotografiados. Es inevitable pensar en dos cuentos de Cortázar: El apocalipsis de Solentiname y, sobre todo, Las babas del diablo, texto del que partió el italiano Michelangelo Antonioni para rodar su película Blow up. En ambos relatos, la cámara de un fotógrafo descubre verdades horribles que no se ven con la mirada natural. En un caso porque ve de manera más honda y en otro debido a que, como la box del libro de Grass, es profética. El libro está dedicado a la fotógrafa Maria Rama -muerta en 1977-, presunta propietaria de la cámara mágica y a quien Grass pone en su boca una explicación de las particularidades del aparato. La cámara, explica, se volvió loca durante la guerra al ser la única superviviente de un taller de fotografía después de un bombardeo. Una posible lectura del libro -que habría que calificar con novela autobiográfica o, mejor, como autobiografía fantástica- podría concentrarse en las historias de los dos matrimonios de Grass y de algún otro amorío, y en la forma como vieron todo ello sus ocho hijosY como nadie está conforme, algunos medios, como el diario Die Welt o la revista Der Spiegel, han mostrado cierta decepción porque, a diferencia de lo que ocurría con Pelando la cebolla, en esta ocasión todo haya quedado en un plano doméstico y no haya escándalos que explotar. Nunca se darán satisfechos los periodistas si no les mandan carne cruda.
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