Stendhal y América
Nadie conoce más a Stendhal que Michel Crouzet, quien acaba de publicar Stendhal et l'Amérique, un nuevo intento de introducirse en el pensamiento de Stendhal y desde ahí proyectarse al mundo y a los cambios que ocurrían en los años en que el genial escritor de Rojo y negro vivía. Marc Fumaroli, en un artículo publicado en el ABCD Las letras, compara el ensayo de Crouzet con la lectura de Otra vuelta de tuerca de Henry James. ¿Cómo así?
Al igual que Otra vuelta de tuerca, Stendhal et l´Amérique comienza como un idilio. A diferencia de Tocqueville, que había nacido noble, legitimista, y enemigo de la Revolución, el plebeyo Beyle se adhirió desde la infancia a la Revolución del 89, aplaudió la ejecución de Luis XVI, y creció, como buen discípulo de los ideólogos, en la admiración a Washington, a Franklin, a Jefferson y a La Fayette, cofundadores de una República libre, igualitaria y racional, faro del republicanismo francés. Por añadidura, al odiar a Burke, y al compartir con Napoleón la idea de que Estados Unidos era el aliado natural de Francia en su combate contra la odiosa oligarquía comercial e industrial inglesa (extinguido el «sueño inglés» de Montesquieu), el joven Beyle tenía todos los motivos, además de la opinión de la izquierda francesa, para creer en el «sueño americano». En principio al menos, ya que a pesar de su frecuente antojo de emigrar al otro lado del Atlántico, sus antenas detectan rápidamente, al contrario que las de Chateaubriand, que Napoleón es un tipo de personalidad no comparable con Washington. Al final de la Restauración, en el momento en que pasa de ser ideólogo a convertirse en ensayista del romanticismo y publica sus primeras novelas, su percepción de Estados Unidos cambia radicalmente. La Hija Mayor de las Luces deja de ser un modelo político para convertirse en un problema vital, moral, poético y estético que Stendhal ya no dejará de analizar bajo todos sus ángulos; una modernidad invasora en la que descubre al enemigo mortal de la brillante modernidad romántica, en uno de cuyos grandes intérpretes él está a punto de convertirse. El idilio con la virgen América, tanto para él como para su héroe Lucien Leuwen (y para la institutriz de Otra vuelta de tuerca), se convierte en una angustiosa pesadilla.
El tema del libro ha sido tratado, por supuesto, por Pierre Assouline en su blog.
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