MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Banville Babelia

John Banville en su estudio. Como podrán ver, usa Mac y tiene tres libretas Moleskine sobre la mesa. Definitivamente, es de los míos. Fuente: el país

Así como la semana pasada el suplemento Babelia estuvo dedicado a Richard Ford, esta semana se lo han dedicado al extraordinario John Banville quien acaba de publicar en traducción española una segunda novela bajo el seudónimo Benjamín Black, titulada El otro nombre de Laura (editorial Alfaguara). Mi recordado amigo Marcos Giralt Torrente es el encargado de escribir la elogiosa reseña, mientras que Enric González le hace una extensa entrevista. Ahí comenta la importancia de sentirse un escritor irlandés:
Empieza con el viejo y solvente argumento de la condición irlandesa. “Yo soy irlandés, y los escritores irlandeses escribimos en inglés, una lengua extranjera. No nos sentimos cómodos, miramos el lenguaje desde fuera. Cuando leo a Nabokov [de origen ruso] le entiendo perfectamente, porque también escribe inglés desde fuera. Un autor inglés intenta que su prosa sea fácil y transparente, siguiendo el consejo de George Orwell: el texto debe ser como una hoja de cristal. Para mí, para los irlandeses, no debe ser un cristal, sino una lente capaz de aproximar, alejar o distorsionar. Mire, venimos del gaélico, una lengua extraordinariamente evasiva en la que no es posible decir cosas directas. No se puede decir, por ejemplo, “soy un hombre”. Habría que decir algo así como “estoy en mi hombría”. El gaélico es oblicuo y se aleja continuamente de lo esencial, mientras el inglés es lo contrario, va directo al grano. “Esa tensión, nacida a mediados del siglo XIX, cuando dejamos de hablar gaélico y adoptamos el inglés del imperio, generó un lenguaje nuevo y potente. El lenguaje de Wilde, Keats, Shaw, Joyce, Beckett, distinto del inglés de Inglaterra, Estados Unidos o Australia”. “Irlanda es un país de contadores de historias”, prosigue. “Imagine que uno de nuestros políticos o uno de nuestros obispos comete algo terrible. Bien. A usted le interesaría saber exactamente cómo han sucedido las cosas. Para nosotros, eso es secundario. Lo que nos importa es cómo van a explicarse. Si el político o el obispo son capaces de justificarse con gracia, es decir, con un relato humano y apasionante, pueden salir del apuro sin grandes problemas”.

Por otra parte, también comenta su necesidad de dominar el lenguaje, rechazando el extendido halago que lo considera el mejor prosista del inglés contemporáneo:
"Tengo muy desarrollado el sentido del absurdo y no creo en la noción del gran hombre, el maestro. Muchos de los males del siglo XX surgieron de ahí, de la devoción por el presunto gran hombre. Yo llevo casi 50 años en esto y, sí, creo que a estas alturas he aprendido a manejar mi idioma. Soy capaz de escribirlo todo exactamente como quiero. Pero no soy un maestro, no tengo autoridad. Sigo peleándome con las sombras, aún me pregunto con qué palabra empezar y aún tengo miedo a hacerlo mal. Soy como un bogavante. ¿Se imagina un bogavante? ¿Recuerda esas pinzas enormes? Yo tengo la pinza: es esta mano. Está increíblemente desarrollada para escribir historias. Sé que dispongo de ese talento. El resto de mí, como le ocurre al bogavante, es coraza y fragilidad".

También aclara que, aunque se le puede considerar un autor exigente, de ningún modo eso implica que es una de esas raras avis llamadas "escritor para escritores":
"Esa fama es un desastre porque los escritores no compran libros, y si lo hacen es para apuñalarte por la espalda [mi prosa] puede ser difícil, aunque a mí no me lo parezca. Es cierto, mis textos no toleran al lector que se duerme entre una línea y otra. Exigen atención. Si no fuera así, ¿qué sentido tendría escribir?”

Etiquetas: , , , ,

« Home | Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »

» Publicar un comentario