Demonios de Lowry
Una de mis mejores inversiones el año pasado fue leer todas las obras de Malcolm Lowry que pude encontrar en las librerías limeñas. Al final colapsé, pero fue una experiencia lectora alucinante. El Fondo de Cultura Económica publicó hace una década una biografía de Malcolm Lowry escrita por Douglas Day. Y ahora se prepara para publicar una nueva biografía, escrita esta vez por Gordon Bowker, titulada Perseguido por los demonios. Vida de Malcolm Lowy. En el suplemento Confabulario anticipan unos párrafos de esta nueva publicación sobre un escritor cuya fama literaria estuvo siempre precedida por su mitología. Este fragmento no tiene desperdicio:
"Así, hay dos versiones de la vida de Lowry, dos aspectos tan diferentes como complementarios. Hay un Malcolm en el País de las Maravillas, cargado de condenas y lleno de fantasmas, y otro Malcolm que se refleja en el Espejo Oscuro y Retorcido. Como Alicia, siempre tuvo a la mano alguna poción mágica (whisky, tequila o mezcal) con la cual podía transformar su entorno y su persona, convertir la suciedad y la desolación del manicomio en la visión de una ciudad lunática, hacer del paraíso infernal de México el escenario de la gran novela moderna sobre la lucha de la humanidad contra las fuerzas del mal. Lowry mismo reconoció haber creado en gran medida los horrores y los terrores que lo inspiraron y que le permitieron asumir el papel de Cualquier hombre moderno, enfrascado en su lucha interna por la sobriedad y la cordura. Aunque cuando estaba todavía en Cambridge le informó despreocupado a su asesor, Hugh Sykes Davies, que estaba condenado, más tarde aprendió de Ortega y Gasset que todos somos novelistas y creamos la ficción de nuestra propia vida. Y hay muy pocos escritores cuya obra sea el centro de la vida, y en que la vida se entreteja de manera tan profunda y deliberada con la obra. Sus dos tiranos, a decir de Lowry, eran la pluma y la botella, pero nadie acogería a sus verdugos con más entusiasmo que él. Se dedicó a ambos, compulsivo y sin tregua. La pila de botellas que dejó tras de sí y el montón de manuscritos que produjo, atestiguan el arduo trabajo de su vicio principal y de su mayor virtud. Vivió y escribió sin cesar; abandonó manuscritos, los perdió, los recuperó y los reescribió. Tuvo una enorme renuencia a terminar cualquier cosa. Una vez puestas las palabras en el papel, dejaban de ser suyas, y al reescribirlas lograba poseerlas de nuevo. Del mismo modo, siempre estuvo reescribiendo su vida pasada, reinterpretándola, a la luz de Freud o de Jung, de la cábala o de la filosofía de Ortega y Gasset. Al igual que el Lowry ficticio (el escritor mítico que él mismo creó), existió desde luego el de carne y hueso, que nació el 28 de julio de 1909, murió el 26 de junio de 1957, se casó dos veces, estuvo siempre estreñido, fue propenso a los accidentes, se autoexilió, sifilofóbico que llevó una vida marginal de alcohólico en Londres, París, Nueva York y México, y que pasó catorce años en la oscuridad de la Columbia Británica a expensas de su padre. Sin embargo, hay partes importantes de esa vida física que no se consignaron. Detestó a la sociedad con sus buenos modales, y su profundo sentimiento de marginación lo alejó mucho de la corriente principal de la vida literaria, donde hubieran podido observar y describir sus movimientos los amigos, los admiradores y los testigos críticos. Incluso estando casado se desaparecía durante días enteros en borracheras que después le era imposible recordar. Y quizá su muerte se encuentre más velada por el misterio que la de cualquier otro escritor inglés de su estatura".
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