Más y menos libros
El interés que tenemos todos de promover la lectura no puede llevarnos al populismo. Ese es el riesgo que se corre cuando no existe una política cultural clara y se ve al aliado (las editoriales) como el enemigo. Sobre eso comenta Alonso Cueto en su columna hoy en "Perú21".
Dice: "Una visita a diferentes países me ha llevado a ver otra vez de cerca la situación de los libros. De todos, me sigue impresionando el trabajo que han realizado Colombia y México. El Ministerio de Cultura colombiano ha implementado una red de bibliotecas en todo el país. En Bogotá hay tres bibliotecas de gran nivel, entre ellas la magnífica Virgilio Barco. La red nacional mexicana está integrada por 7,010 bibliotecas y cuenta con 31 millones de libros. Los resultados se ven: más gente leyendo en las calles, en los parques, en los transportes públicos. De regreso a Lima, voy a la Feria del Libro, que ha tenido un público apreciable. Al día siguiente, en Radio Programas del Perú, oigo unas declaraciones del señor Ernesto Yepes, secretario ejecutivo de Promolibro. Yepes afirma (cito de memoria, pero no creo equivocarme) que "hay que sacar a los editores del Jockey Plaza" y "llevarlos a las zonas pobres". Luego, agrega que "los editores no van a querer ir a esas zonas porque saben que allí no van a vender". Las declaraciones del señor Yepes tienen un espíritu loable (buscar llevar más libros a las zonas más deprimidas), pero me parecen equivocadas. La filantropía puede ser parte de una empresa privada pero no es su fin. Que los libros vayan a las zonas deprimidas no es responsabilidad de los editores privados sino del Estado (...) En México y en Colombia, el Estado compra libros a las editoriales y abastece con ellos sus bibliotecas. Aquí, no."
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