El experimento Zambra
Para algunos críticos, la experimentación literaria es una mala palabra. La incomprensión ante una literatura que busca explorar nuevas alternativas es un signo de gran parte de la crítica española, peruana y chilena (no así, por ejemplo, la argentina, francesa o parte de la mexicana). Por eso, el entusiasmo que ha despertado entre lectores jóvenes o más inquietos Alejandro Zambra (el último de una saga de autores latinoamericanos con el estigma de la experimentación) es, para esos críticos, una bofetada contra sus principios. A veces con sutileza, y otras con declaraciones destempladas, siempre sus críticas enfilan no contra la calidad de su obra sino contra la validez de su propuesta. Dos críticos, uno español y otro chileno, comentan la nueva novela de Alejandro Zambra: La vida privada de los árboles (Anagrama).
En el suplemento ABCD, Miguel García Posadas, famoso Cid campeador desde hace años en cruzada contra de la literatura experimental, declaró: "Se trata de un modo de novelar que recuerda un poco, salvando todas las distancias, a la llamada novela deshumanizada de la entreguerra que encarnaron Ayala, Bacarisse, Domenchina, Jarnés o Salinas. Un modo de novelar que suscita entusiasmos -ya adujimos al principio algunas reacciones sintomáticas-, no, desde luego, el nuestro (...) Es esta clase de literatura la que suscita la indignación de George Steiner (Presencias reales, 1989) en la medida en que se sitúa contra toda trascendencia, aunque sea laica. No está sola en la reciente narrativa latinoamericana; valgan los nombres de César Aira o Mario Bellatin. Bastante más pertinente nos parece que el narrador cite a Borges, que fue un minimalista avant la lettre y un gran antimetafísico, aunque haya quienes todavía se sientan fascinados por la hermosa pero insustancial retórica borgiana de espejos, lunas y tigres". (PD: no dejen de notar frases dichas entre dientes como: "salvando las distancias", "no, desde luego, el nuestro" y en especial la palabra "insustancial" vinculada a la palabra "Borges").
En "La Revista de Libros", José Promis dice: "los renovadores que se quedan en la forma corren el riesgo de ser devorados por la auténtica literatura. El ingenio formal es insuficiente per se para otorgar a un texto una categoría perdurable. Zambra ha escrito dos satisfactorias y brevísimas novelas ingeniosas, pero que dejan la impresión de ser los capítulos iniciales de un relato mayor que debiera ofrecer la profundidad que todavía no se percibe en éstos". (PD: nótese la palabra "relato mayor" usado como un valor necesariamente positivo).
Etiquetas: anagrama, chile, españa, la vida privada de los árboles, RESEÑA, zambra
Vaya, qué curioso. Yo leí las dos novelas de Zambra y me parece que son muy distintas, la nueva es, para empezar, bastante más melancólica y nada "experimental". Me gustó más que el Bonsaí, que me habia gustado mucho. ¿Que tiene que ver Zambra con Bellatin o con Aira? A mi parecer, nada, salvo que escriben libros breves...
11:14 a. m.
Yo, en cambio, coincido. Ambos libros carecen de emoción.
11:15 a. m.
ambas novelas carecen de emoción, algo esencial en una novela, a mi modo de ver.
10:26 a. m.
¿Carecen de emoción? ¿Qué dices?
Si yo casi lloré... Bueno, emociones...
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