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El caso Di Nucci (I)

Sergio Di Nucci, en el ojo de la tormenta. Foto: Revista Noticias

No, no se trata del título de una nueva novela negra. Se trata de dos sonados casos de supuestos plagios que sucedieron en Argentina hace unos meses. Uno de ellos involucró a Federico Andahazi, ganador del Planeta 2006 como comenté en una nota anterior. Los familiares de un dramaturgo desconocido denunciaron que Andahazi había copiado el argumento Los conquistadores de una obra de teatro de su padre. El autor premiado dijo que nunca había leído esa obra y la cosa no pasó a mayores. La otra acusación fue más compleja, más interesante, y tuvo más consecuencias. Se trata del premio La Nación-Sudamericana que consiguió el argentino Sergio Di Nucci con Bolivia Construcciones (fue publicada bajo el seudónimo Bruno Morales). Luego de unas semanas, un chico de 19 años descubrió que la novela tendría párrafos ligeramente modificados de un clásico catalán: Nada, de Carmen Laforet. Al principio se suponía que eran 30 páginas, pero luego se redujeron a 15 párrafos por ahí y por allá. Como sea, el jurado (Carlos Fuentes, Tomás Eloy Martínez, Griselda Gambaro, Luis Chitarroni y Hugo Beccacece) deliberó nuevamente y revocó el fallo, quitándole el premio a Di Nucci bajo la siguiente consideración:

Bien sabemos que las distancias entre texto ajeno y propio, entre copia y originalidad, son muy difusas, y que incluso cierta crítica especializada ha borrado esas distancias. Las discusiones al respecto podrían ser infinitas. Sin embargo, la manera en que se efectúa la apropiación es la que determina su validez dentro del discurso literario. En el caso de Bolivia Construcciones, los fragmentos de Nada, incluidos con mínimos retoques, no significan una reescritura. La novela avanza, las situaciones siguen porque Carmen Laforet las aporta. La ética de un escritor, su honestidad intelectual, consiste en adjudicar a quien corresponda lo que no es fruto de su propio trabajo

Sergio Di Nucci (quien antes de conocerse el tema había cedido los 19,000 dólares del premio a la Asociación Deportiva Altiplano) trató de defenderse de una manera tan torpe que lo único que hizo fue quedar al descubierto:

"Desde la primera entrevista con LA NACION hablé de la reescritura como un principio constructivo de la novela, que por algo se llama Bolivia Construcciones. (…) Con sólo introducir una única modificación un mismo texto cuenta otra historia. Nunca quise perjudicar a Carmen Laforet. Por el contrario, quise que Nada , la novela de ella, tuviera más lectores y no menos. Nada es una novela clásica que se enseña a los chicos en el secundario. Quise que Nada se reconociera en Bolivia Construcciones. Es decir, se quiso mostrar a Nada, no se la quiso ocultar, lo cual hubiera sido muy fácil. Se quiso señalar a esta otra novela, no ocultarla, se la quiso homenajear, no cancelarla. Esto de la reescritura de Nada se hace en música con el sampleo, o en artes plásticas, como lo que hizo Warhol con La última cena"

Cabe anotar que en ningún lugar de la novela aparece alguna referencia a Nada ni a su autora Laforet ¿Cómo pretendía homenajearla? En el suplemento Radar, Mario Libertella hace un buen resumen del caso. La pregunta queda resonando en ese artículo es: ¿Cuándo termina la intertextualidad y comienza el plagio? Un tema largamente tratado en la crítica literaria y artística que no será resuelto ahora, y que atañe no sólo a la ética profesional sino a consideraciones sobre la naturaleza de la obra artística. En este caso en particular, sin embargo, Libertella sí hace un alcance muy interesante y pocas veces atendido: ¿qué sucede, o cuánto se modifican los conceptos de plagio o intertextualidad, cuando estas acusaciones son hechas contra novelas premiadas? Libertella pone así el dedo en la llaga:

“¿Por qué las acusaciones de plagio en lo que va del año –casos Di Nucci y Andahazi– recayeron sobre obras premiadas? ¿Una obra premiada, con todo su aparato atrás, se lee desde otro registro que una obra no premiada o que una edición de autor? En una de las intervenciones de Jorge Panesi en los debates en cuestión, escribió: “La acusación de plagio implica cuestionar toda la literatura moderna. Además, la literatura es el territorio del robo, todos roban, todo aquel que escribe roba, la literatura implica la suspensión de la moral. Esto cambia cuando está la ley de por medio. Y un jurado, un premio y el dinero son las representaciones de la ley en la institución literaria. En un certamen de esa naturaleza entran en consideración cuestiones económicas, éticas e institucionales. Creo que el jurado está compuesto por lectores de primera línea. De cualquier modo, cuando leyeron y premiaron Bolivia Construcciones por primera vez, leyeron la novela como literatura. Cuando la leyeron por segunda vez, la leyeron desde lo institucional, desde el punto de vista económico, del qué dirán. Hay dos lecturas, ¿con cuál se queda el público? ¿Con la primera o con la segunda?”


Buena pregunta, ¿verdad?

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1:33 p. m.

Hay algunos hilos que no se los ven, creo, sobre lo de Nucci: era obvio que tarde o temprano se iba a saber que se trataba de un plagio, ¿por qué lo hizo? ¿Por qué donar el premio tan inmediatamente? ¿Será una movida editorial? ¿Se tratará de alguna especie de heroísmo literario?

Sobre la pregunta que lanzas, la primera lectura es la que pesa más (y esto debe reconfortar al autor); el jurado no puede eludir que se trata de un convincente trabajo de traducción. Que los lectores no seamos buenos, eso es otra cosa.    



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