El título de este post iba a ser "Deseo y decepción". Había deseado mucho leer el libro de
Pablo Tusset llamado
Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, que publicó Lengua de Trapo con enorme éxito y que me habían recomendado mucho, por divertido, y siempre el destino se oponía: en España no lo encontré hace unos años, en las librerías de Lima nunca lo tuvieron, luego lo conseguí en México y me lo robaron con la maleta, finalmente una amiga muy querida me envió su propio ejemplar para que lo lea en el avión (porque era lo único que podría distraerme) así que lo metí en la maleta de mano que preparé para Madrid y, listo, casi doce horas con Tusset. La experiencia fue una decepción enorme, a pesar de que quería que me guste para complacer a mi amiga. Es cierto, hay partes muy cómicas, al estilo sketchs de programas humorísticos, pero a medida en que iba avanzando en la novela empezaba a sentir algo así como verguenza ajena, como cuando uno ve a una niña imitando a una cantante de moda (digamos, Christina Aguilera o Britney Spears) con una ropa hecha por su madre y haciéndolo tan mal, tan obvio, tan caricaturesco, que dan ganas de sacar a la niña del estrado o de esconderse detrás de los demás como si uno sufriera también la verguenza (aunque, claro, de eso la niña ni se entera). La razón principal es que jamás, o muy pocas veces, he visto a alguien imitando tanto y tan mal a un personaje, como Tusset hace con Ignatius really, el personaje de
La Conjura de los necios de John Kennedy Toole. No sé si en españa alguien ha hecho notar este parecido tan escandaloso, pero me imagino que sí porque es demasiado obvio. Incluso el personaje de Tusset -Pablo Miralles- en algún momento de la novela lo comenta. Es más, el apodo de ablo ("Baloo") y la descripción física que hace de sí mismo (un hombrón algo torpe y sucio) es una referencia a Igantius. Y su gusto por la metafísica absolutamente disparatada también. Y las bromas, y la intriga policial. Sin embargo, la enormísima diferencia es que mientras la novela de Toole es absurda, incoherente, exagerada, delirante y desconcertante, y por eso mismo genial, la de Tusset es predecible, localista y el autor está demasiado enamorado de su personaje, al que lo califica de guapo y seductor a cada tanto, y al que quiere disfrazarlo de payaso en una página y de super detective en la otra. Una lástima, porque realmente quería reírme en el vuelo, pero esta novela es un bluff impresionante, una auténtica decepción que, para colmo de males, tiene un final tan tirado de los cabellos que da ganas de escribirle al autor para exigirle explicaciones por su falta de aplomo literario.
cruasán Deseo y decepción de esta novela pretendidamente cómica de Pablo Tusset.