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Las cartas de Emily Dickinson

Manuscrito de Emily Dickinson. Fuente: wikimedia

Mientras las cartas de amor lésbico de Gabriela Mistral siguen escandalizando y emocionando en el ámbito literario hispanohablante, Lumen publica las cartas de otra poeta que se supone vivía dentro del clóset, la gran Emily Dickinson. Luis Antonio de Villena comenta en "El Cultural" la correspondencia de la mejor poeta de lengua inglesa y, al mismo tiempo, la más secreta.

Vestida sólo de blanco los últimos años de su vida, cuando muy pocos la veían o entreveían por su jardín, E. Dickinson pasó leyendo la Biblia protestante y a Emerson como una de sus principales influencias, y cuidando a su madre enferma, una existencia dedicada a las amistades y experiencias del espíritu, cada vez más sublime y más lejos. Los tres últimos años de su vida no salió siquiera de su habitación, abrumada por la muerte del último de sus amores imposibles, el juez Lord, que le había pedido en matrimonio, y por el Mal de Bright, la misma nefritis que padeció Mozart y que acabaría matándola en 1886. Es extraño que Tennessee Williams no hiciera de ella uno de sus personajes, porque bajo cierta óptica lo parece. Como dice bien Nicole d'Amonville Alegría en su trabajado prólogo a esta acertada selección de la fértil correspondencia de Emily, en pocos autores sus cartas tendrán tanto que ver con sus poemas. En realidad, salvo muy cortas excepciones, no hacen sino desarrollar hacia sus amigos, conocidos, parientes o maestros -consideró tener dos- la misma salvaje y potente vida interior o íntima que aparece en su lírica. Cuando en una carta temprana a Susan termina diciendo: “¿Quién te quiere más, y mejor, y piensa en ti cuando a otros vence el sopor? Es Emilie” (como firmó antes que Emily), ¿cómo no pensar no sólo en sus poemas, sino en que contrariamente a lo que dice Harold Bloom, no reprimió su vida pasional, que es caudalosa en cartas y poemas, la practicara directamente o no? (...) Esta antología de la correspondencia de Dickinson -muy notable a mi gusto, en una traductora que ya vertió una antología poética de la autora- se divide en cuatro grandes períodos que son la primera juventud (1842-57), los años en que secretamente empezó a escribir poesía en serio (1858-65), los años de reclusión casi absoluta en que escribe menos cartas o poemas (1866-79) y finalmente los años finales signados por lo elegíaco de varias muertes cercanas y el culmen de su reclusa excentricidad (1880-1886).

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