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Vargas Llosa: "Onetti, la derrota con gloria"

Mario Vargas Llosa y Onetti. Fuente: suplemento ñ

El suplemento Ñ de la semana pasada tiene como nota principal una extensa entrevista a Mario Vargas Llosa, cuya obra dedicada a Juan Carlos Onetti El viaje a la ficción (Alfaguara) recién se publicará en Argentina. El gorro de la nota, titulada "La derrota con gloria" dice: "En el reverso del pesimismo onettiano, Vargas ve el fulgor de una creatividad literaria que destaca como la más moderna del continente". Hay que aclarar, eso sí, que el libro de Vargas Llosa sobre Onetti es una obra introductoria, la de un lector fanático e inteligente y no la de un erudito. Y que, desde luego, los rasgos que más le interesan destacar de la obra de Onetti, antes que el mundo deprimente de sus personajes, es el de la ficción como un país que existe paralelamente a la realidad y con sus propias reglas y que se impone sobre el real (hasta el punto de que Santa María, nacida de la cabeza de un personaje, termina siendo el lugar real donde ocurren casi todas sus ficciones). Es decir, Vargas Llosa lee a Onetti en clave vargasllosiana. Como debe ser. Dejo aquí algunas preguntas:

Usted dice que no se dedica a hacer ensayos sobre escritores que no lo hayan impresionado o que no le hayan aportado. En el caso de Onetti, ¿qué es lo que más lo ha impresionado?
Varias cosas. Una, fundamental: creo, es uno de los primeros, sino el primer escritor de lengua espa­ñola, en hacer una literatura abso­lutamente moderna, una narrativa moderna. Desde luego, está Bor­ges, por ejemplo, que es un escri­tor absolutamente universal. Pero, para mí, antes que Onetti, no hay ninguno que utilice la técnica moderna narrativa como lo hace él, que además utiliza una prosa desligada de la prosa tradicional, convencional. Onetti inventa una prosa a partir de un lenguaje oral, una prosa que simula la oralidad. Y esto desde su primera novela, que hay que acordarse que es de los años 30 cuando lo que preva­lecía tanto en España como en América Latina era una narrativa muy costumbrista, con ecos de la estética modernista. Entonces, hay una verdadera revolución en estos textos que escribe Onetti, que reflejan clarísimamente lec­turas de los grandes narradores de su tiempo, desde Celine, Joyce..., después Faulkner, que tiene tan­ta influencia en él. Por otra parte, me impresiona mucho el mundo tan personal de Onetti; él crea un mundo de una gran autenticidad, desde luego sesgado hacia el pe­simismo, hacia una visión muy negativa de la condición humana, de las relaciones humanas.

Hay en Onetti toda una gale­ría de derrotados radicales. ¿Ve puntos de contacto entre ellos?
Lo interesante, en el caso de Onetti, es que esos derrotados al final escapan a través de la fic­ción. Todos viven experiencias de derrota efectivamente radical en el mundo tal como es. A algu­nos eso los lleva a suicidarse –hay una gran cantidad de personajes suicidas en Onetti– pero los que no se suicidan, escapan por la fan­tasía. Se inventan mundos pura­mente imaginarios en los que se refugian y pueden sobrevivir. Y yo creo que ése es el origen de la ficción; creo que nosotros empeza­mos a inventar porque el mundo no nos resultaba suficiente. O nos resultaba hostil, no lo entendía­mos, o vivíamos como golpeados, atemorizados por él. Y entonces, al final encontramos esa fórmula, que era inventar otros mundos para vivir la ilusión del relato, del relato oral al principio, y después, el relato escrito, o filmado. A mí me parece que una de las origina­lidades de Onetti consiste en que prácticamente toda la obra de él muestra este proceso, en distintos individuos, hombres, mujeres, que después de vivir experiencias atroces de frustración, de derrota, pues se escapan a través de la fan­tasía. Es evidente que eso Onetti no lo pudo planear nunca, él no pudo saber nunca que iba a darle a su obra toda esa unidad, diríamos, orgánica, a través del tema de la ficción.

Usted sabe que hay teorías psi­cologistas y feministas sobre la visión de Onetti de la mujer.
Me imagino que las feministas con Onetti no pueden estar muy contentas.

Critican sobre todo esa visión cosificada de la mujer ¿La suya cuál es?
El mundo de Onetti es un mun­do machista, desde luego pero donde los hombres por lo general son débiles. En "El infierno tan te­mido". ¿Quién es más temible, el periodista Risso o esa mujer, esa actriz? La actriz es la que concibe esa venganza, que al mismo tiem­po no se sabe si es una venganza o una búsqueda de recuperación con una frialdad mental y una amora­lidad que ningún hombre llega a superar. O sea que esas mujeres son mujeres también tremendas, son mujeres que tienen una capa­cidad de resistencia a la adversidad feroz. Pero es un mundo que se puede llamar machista, desde lue­go, no es un mundo igualitario.

¿Qué consuelo nos queda des­pués de leer a Onetti?
Nos queda el consuelo de la fic­ción. La obra de Onetti parece des­tinada a ilustrar cómo a través de la ficción, los seres humanos no solamente nos recompensamos de todo aquello que nos hace su­frir o nos desmoraliza en la vida, sino al mismo tiempo, vivimos más, enriquecemos nuestra ex­periencia, nos amamos, vivimos aventuras extraordinarias. Es de­cir, la función de la ficción no es solamente compensatoria, es tam­bién enriquecedora de la experien­cia, gracias a la ficción podemos hacer realidad apetitos, deseos, anhelos, que sin la ficción queda­rían siempre frustrados, porque jamás la vida de nadie va a estar a la altura de lo que son sus sueños y sus deseos. Creo que ése es un tema fundamental y por eso le he puesto al libro El viaje a la ficción, porque creo que ése es un tema recurrente en los cuentos como en las novelas.

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