Joao Gilberto Noll entrevistado
La novela Lord me fascinó tremendamente. La novela Bandoleros me gustó, sin demasiado entusiasmo. Conseguí en agosto la última novela suya traducida por Adriana Hidalgo, Harmada, pero aún no me atrevo a leerla. Espero un buen momento porque será una lectura definitiva para ver si Joao Gilberto Noll es uno de mis escritores (como diría willy schavelzon, que ya me caló muy bien). En la revista Ñ de Clarín lo entrevistan calificándolo como "una de las voces más originales de la narrativa brasileña" y comparándolo con Beckett en su proyecto de llevar "su sintaxis hasta el límite, hasta llegar a rozar el error". Dice Noll:
Creo que mis libros intentan un cuerpo a cuerpo con nuestra precariedad de expresión. La incursión por la sintaxis va hasta su límite, rozando el error. Es preciso personificar la dificultad inherente a la expresión. Clarice Lispector sufrió mucho esa autoexposición en sus libros. Pero yo lucho para no hacer de los personajes figuras abstractas, sino circunstancias. Mis personajes están insertos en un paisaje concreto. Londres, Boston, Porto Alegre, Río de Janeiro. Pese a esa tangibilidad, mi protagonista, que en cierta forma es siempre el mismo, de un libro a otro, no tiene nombre, vive desfamiliarizado, sin un rostro acabado, extraño, como una aparición eclipsada, casi. Mi protagonista es un hombre que llevo en el pecho y no existe la menor posibilidad de que se disuelva. Es mi único dogma. Existe cierta ética literaria en la preservación de ese ideal imaginario, cultivado dentro o fuera de lo escrito.
También habla de su nueva novela, Acenos e afagos, aún no traducida al castellano:
En mi nueva novela, terminada hace unos meses, llamada Acenos e afagos ("Gestos y caricias"), ese hombre acompaña su propio fin dentro de su sepultura. Apegado a un obstinado residuo de vida, en un empirismo terminal, percibe que todo es cuestión de minutos. Pero su compañero, vivo todavía, improvisa la función del sepulturero. Sepulturero a la inversa. Saca con mucho esfuerzo el ataúd del foso y lo abre para darle un beso a su amante suspendido en la ausencia. ¿Un nuevo Lázaro? No, no se trata de nostalgia de algún ilusionismo del Evangelio. Es otra cosa. Es tal vez lo que se podría considerar la infiltración del ardor en la duración inútil del cuerpo. Al fin y al cabo, soy de una generación para la cual las matrices de la dialéctica eran las fuerzas que terminaban por producir sentido y acción.
Sin embargo, lo más sabio que dice, el verdadero mensaje de la entrevista, es aquel en el que se refiere al tema de lo formal, o más precisamente al lenguaje que uno elige para escribir sus libros. ¿Es a drede un escritor beckettiano?, le preguntan:
Escribo eso que mi organismo está en condiciones de darme. Siendo una somatización, el aspecto formal es el que le da cuerpo a la trama. Poco importa si se elige una forma clásica o vanguardista. Fui ligeramente afásico cuando era chico, el lenguaje siempre me costó. Y traigo esos dramas para componer, junto con otros elementos como el lenguaje de mi trabajo de escritor. Pero la literatura no es producida por la abstracción, como podría ser el caso de un ensayo. Por más que a un escritor le gusten las construcciones abstractas, todo se remite al cuerpo, la unidad humana, lo queramos o no. En este sentido, la literatura fue para mí el hecho histórico de la existencia física y sus derivados, como por ejemplo el aparato psicológico y sus percepciones deformantes, realistas o afeadoras.
Y nada más. Así habla un escritor que sabe lo que hace.
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Tal vez, a mí me gustó.
8:39 a. m.
Me pasó al revés. Me gustó más Bandoleros que Lord. Pero más allá de eso, está claro que el tipo es un grande, y apenas ahora lo estamos descubriendo. Justo ayer hojeaba Harmada en Prometeo, pero mi tarjeta ya podía más.
Saludos
GV
2:45 p. m.
Me gusta Noll y me gustó la nota. Pero disiento, Bandoleros me gustó mucho más que Lord. A lo mejor porque la leí primero. Harmada no la leí. Una duda: ¿por qué no se menciona al autor de la nota? Según dicen, Oliverio Coelho es único escritor posta de la generación de narradores argentinos nacidos en la década del setenta. Leí un sólo libro, Promesas naturales, es como un Lord más barroco y CF.
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