El discurso del Nobel
Un discurso teñido de compromiso y también de América Latina (en especial del indigenismo) fue el que dio J. M. Le Clezio un día antes de recibir el galardón. El discurso, titulado En la jungla de las paradojas, estuvo dedicado a Elvira, una joven panameña que contaba cuentos. En México, especialmente, están felices con el discurso porque en él recordó a Juan Rulfo. Pero el Perú no se quedó atrás, con la mención a José María Arguedas:
Pero le Clézio también dedicó el Nobel a una interminable lista de escritores de todos los rincones del mundo, entre los que había bastantes nombres de América Latina.Juan Rulfo, con su Pedro Páramo y El llano en llamas, por las fotos "simples y trágicas" del campo mexicano; a Jean Meyer por haber aportado la palabra de Aurelio Acevedo y de los insurgentes cristeros de México central; a Luis González, autor de Pueblo en vilo; a José María Arguedas; a Octavio Paz; a Miguel Angel Asturias y al poeta Homero Aridjis. Y a otros tantos autores africanos, europeos, asiáticos, de las primeras naciones de América.Pero sobre todo, Le Clézio habló hoy del bosque de las paradojas, definido por Dagerman, en el que viven los escritores y del que no pueden escapar, sino dejarse llevar y "explorar cada sendero" dentro del privilegio que supone la libertad de movimientos y de vivir donde se elija. Porque para Le Clézio, "la prohibición de vivir en el lugar de elección es tan inaceptable como la privación de la libertad".
Desde luego, el discurso ha sido comentado y recogido por decenas de diarios y blogs del mundo. Pero lo más interesante está en manos de Pierre Assouline, en su blog Republique les livres, quien califica al discurso como un Bennetton literario, el "united colors of litterature”. Por cierto, el título del discurso lo tomó prestado de una frase del estupendo escritor sueco Stig Dagerman de quien Sexto piso ha publicado un libro imperdible: Otoño alemán, que creo que lo vi en la Feria del libro de Miraflores, en el stand del FCE. Búsquenlo.
Actualización 11/12.- Gustavo Faverón en Puente Aéreo se entusiasma muchísimo con el discurso, que puede leerse aquí en su versión en inglés, y declara:
"En tiempos recientes, que un escritor gane un premio suele ser ocasión para que componga un discurso superficial, un par de bromas seguidas de alguna confesión, unas palabras de ocasión que digan poco o no digan nada sobre el oficio, sobre el compromiso (personal o comunal) del oficio, sobre el vínculo entre ese oficio y la realidad exterior.El discurso de Jean-Marie Gustave Le Clézio la noche de anteayer, en Estocolmo, en el fórum previo a la entrega de los premios Nobel de este año, está a años luz de esa media mediocre: es interesante, y es un documento agudo, agresivo a la vez que fraterno y paternal, crudo pero sensible: un recordatorio oportuno (parece) de por qué el trabajo de escritor, en sus avatares más notables, ha caído durante siglos en los hombros de personas lúcidas, pensantes y sin temor a lidiar con ideas complejas."
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