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Falleció Elke Wehr

Elke Wehr (la primera a la derecha, de lentes) acompañada de colegas en el 2005. Fuente: projekte

El éxito de muchos escritores españoles y latinoamericanos en Alemania se debió a Elke Wehr, la gran traductora de Javier Marías (esa traducción es mítica y muchos dicen que catapultó a la fama a Marías), de Julio Cortázar, de Mario Vargas Llosa, entre muchos otros. La traductora murió a fines del mes pasado y la recuerda así Javier Marías en su obituario:
Cuando el 18 de junio supe de su enfermedad, la llamé por teléfono. Estaba en el hospital, pero sonaba bien de voz. Se sabía sin esperanza y lo aceptaba. "Mis amigos me admiran mucho por esto; la verdad es que no sé por qué. ¿Qué otra cosa se puede hacer?". Y añadió: "He tenido sesenta y dos años buenos, no me puedo quejar". No sabía cuánto iba a durar, añadió, pero me quiso "tranquilizar": "He entregado el primer tercio del último volumen de Tu rostro mañana, y espero entregar el segundo de aquí a no mucho. Es lo que más me ayuda y me anima, trabajar". Espero que la editorial alemana conserve lo que llegó a poner en alemán, de ese volumen que carecerá de su voz. No leo alemán, pero todas las críticas de mi novela Corazón tan blanco destacaron lo maravilloso que sonaba su texto en esa lengua. Como sé que no suena así en la mía, estoy convencido de que Elke Wehr lo mejoró. Y los más de 1.200.000 lectores que tuvo esa novela en alemán la leyeron sobre todo a ella, en realidad. No me cabe la menor duda, y por ello mi agradecimiento a Elke Wehr será tan infinito como lo fue su tarea y su gran pasión. Nuestra literatura -y aquí me atrevo a incluir a los demás autores a los que prestó su voz- habría sido sin ella mucho peor.

Además de Mario Vargas Llosa, tradujo a otros peruanos como Alfredo Bryce Echenique, José María Arguedas y Alonso Cueto, quien escribió el lunes sobre ella:
Salvo para quienes estuvieron en un evento organizado por la Universidad de Ciencias Aplicadas hace un tiempo, el nombre de Elke Wehr no es muy conocido entre nosotros. Sin embargo, Elke, quien murió el viernes pasado a los sesenta y dos años, fue una figura en el mundo editorial europeo. Traductora de Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Fernando Vallejo y otros escritores, hizo que el famoso crítico Marcel Reich-Ranicki describiera su prosa como un "alemán luminoso". El día que la conocí en 1999, en un hotel de Miraflores, había estado caminando por las calles. Me dijo que había visto demasiados mendigos y me preguntó cómo era posible que no se hubieran vuelto todavía guerrilleros. Le dije que era una pregunta que yo también me hacía. A partir de entonces, empezó una conversación entre nosotros que ha durado hasta hace poco. Al día siguiente, quiso conocer el colegio militar Leoncio Prado (que tan bien conocía en La ciudad y los perros). Cuando la llevé, se me ocurrió decirle a los guardias que éramos una pareja buscando un colegio para su hijo, y así pudimos visitar todas las cuadras, que ella vio emocionada. Volvió a Lima dos veces más y se convirtió en una cultora de lo que ella definía como las dos grandes virtudes limeñas: la comida y la amistad. Era también una comentarista brillante y, a veces, implacable de los libros que leía.

Por mi parte, debo decir que guardo un bello recuerdo de ella y su impecable alemán el año pasado, en Berlín, en casa de Michi Strausfeld. Esa noche, su broma favorita fue hacerse la "alemana" que no entendía las bromas ni las ironías de los latinos, para asustar a los incautos que, como yo, pensábamos que habíamos "metido la pata" y nos deshacíamos explicándole la broma cuando ella la había entendido perfectamente pero se divertía más poniéndonos incómodos por un segundo (antes de estallar en carcajadas). Una enorme pérdida para la literatura en castellano y, obviamente, en alemán.

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