Hoteles vacíos
Luego de ver las cifras de venta de la shortlist del premio Booker, Blake Morrison en The Guardian compara todo ese furor, ese despliegue de shortlist y booktours, es decir ese interés desbordante en los premios literarios y los autores, con un hotel de lujo con un solo cliente. Buenísimo.
Dice: "You know that feeling you get when you're eating in an empty restaurant or seem to be the only guest at a hotel, yet there are lots of waiters, chefs, maids, cleaners, barmen, receptionists, etc, and you think: how can they afford to keep going? Where's the income coming from? The figures don't add up. The business looks doomed. But when you return a year later the place is exactly as before. had that feeling this week, about literary fiction, after the award of the Man Booker prize. The Booker is always a special week for fiction. And though terrestrial television coverage of the event is shorter and frothier than it used to be - 60 seconds of high drama on the 10 o'clock news as the winner is announced, rather than a half-hour programme with author interviews and a panel of critics - media interest remains intense. That's true in general of literary fiction: the new Philip Roth, the award of the Nobel prize to Doris Lessing, the reports of this or that novelist (usually Martin Amis) being involved in some spat - all generate hundreds of column inches. Reading groups have given a boost to fiction, too. And when, amid the bow ties and posh frocks, the Booker goes to a writer as talented as Anne Enright, it seems all's right with the world".
TRADUCCIÓN: ¿Conoce usted esa sensación que se experimenta cuando está usted comiendo en la mesa de un restaurante vacío o pareciera que es usted el único huésped de un hotel, pero hay un gran número de meseros, cocineros, camareras, limpiadoras, barmans, recepcionistas, etc, y usted piensa cómo pueden seguir en pie con el negocio? ¿de dónde salen las ganancias?. Las cuentas no son positivas. El negocio parece que se derrumba. Pero cuando usted regresa al cabo de un año, las cosas siguen exactamente como antes. Esa es la sensación esta semana, acerca de la ficción literaria, después de la premiación del Man Booker. El Booker ofrece siempre una semana especial para la ficción. Y aunque la cobertura televisiva del evento es más corta y más banal que antes -60 segundos de tensión dramática en el noticiero de las 10, cuando el ganador es proclamado, en lugar de un programa de media hora, con entrevistas al autor y un panel de críticos- el interés mediático sigue siendo intenso. Esto es cierto en general sobre la literatura de ficción: el nuevo Philip Roth, la dación del Nobel a Doris Lessing, los rumores acerca de este o aquel novelista (en general Amis) involucrado en alguna riña o desavenencia –todo generando centenas de centímetros de columnas. Los clubes de lectores han dado un empuje a la ficción, también. Y cuando, entre las reverentes corbatas y elegantes vestidos femeninos, el Booker es dado a una escritora tan talentosa como Anne Enright, todo parece marchar muy bien en el mundo.
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