Celine Curiol en un jardín
En su columna semanal “Dietario voluble” de El País, Enrique Vila Matas comenta un encuentro en el jardín en Brooklyn de Paul Auster y su esposa, Siri, con la escritora francesa Celine Curiol que tantos elogios le ha rendido Auster (su novela Voces en el laberinto apareció en España en el sello El Aleph). Cuenta también, brevemente, cómo cumplió el sueño walseriano de convertirse por 70 horas, en Lyon, en un “escritor fantasma”.
Escribe Vila Matas: "Ahora tenía a Céline frente a mí, inesperadamente, en aquel jardín de Brooklyn. La imaginaba en Francia. Asustaba saber que era la inventora de un complejísimo personaje femenino llamado Ella, y pasé revista fulminante a su novela y a la historia de aquella joven que, todos los días, cuando regresa sola a casa, espera la llamada del hombre al que ama sin que el sentimiento por parte de él sea recíproco, aunque eso poco le importe a Ella, que a la espera del hipotético momento en el que se reunirá con él se entrega paradójicamente al mundo entero, se entrega a la noche parisiense más canalla y peligrosa, la noche de los barrios difíciles y de los bares turbios, donde se comporta de forma muy curiosa al demostrar una absoluta compasión por los desconocidos noctámbulos que en diferentes momentos hacen que su individualidad trastabille: la historia extraña de una joven, Ella, que oscila entre lo más íntimo y lo más universal; la historia de una mujer que va llegando al hombre que ama a través de un trayecto insólito, a través de su denodado interés y amorosa afición por los otros, siempre guiada por su fijación exhaustiva por cualquier detalle."
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Este personaje, Ella, me ha hecho recordar una novelita corta de Emmanuel Azócar, escritor venezolano muerto en plena juventud. La novela se titula "She" (Ella en inglés) y tuvo una edición de 1000 ejemplares en 2001, Fondo Editorial Ambrosía. Trata sobre los campos petroleros, un medio social en proceso de cambio y sus niños yendo hacia la adultez. Si lo permites, Iván, he aquí un muy corto extracto del libro de Azócar:
"Sudorosos nos mojamos todos corriendo por las calles, por encima de los barriales. Los pechitos de She se veían saltar tras su vestido de agua. Por primera vez la vi casi mujer, hasta ahora sólo niña, compañera de juegos. Cuando nos besamos los toqué, ella me miró a los ojos, se soltó suavemente y nos dijo hasta mañana. Mientras caminaba se hacía su cola de caballo, volteando a ratos hasta perderse."
Lagsa.
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