Subastan Olivetti de McCarthy
Los fetichistas literarios quizá saben que, al igual que muchos escritores que se niegan a ingresar al mundo cibernético, Cormac McCarthy escribía aún en máquina de escribir mecánica. Lo que probablemente no sabían era que lo hacía en la misma máquina desde hace décadas, una Olivetti lettera 32 color verde hospital psiquiátrico, bastante feíta y anodina la verdad, donde tipeó todas sus novelas hasta hoy. Increíble para quienes, como yo, prácticamente vivimos pendientes de los dictados del dios Steve Jobs antes de escribir lo que sea (mi próxima novela deberá esperar a que me consiga la nueva iMac y su delicioso wireless keyboard and Magic Mouse). Pero las futuras novelas de McCarthy deberán ser escritas con una nueva Olivetti o algo enchufable. Según Andrés Hax, en revista Ñ, se subastará la máquina del norteamericano para recaudar dinero para el Santa Fe Institute. Se espera 20,000 dólares. Hax, optimista, está convencido de que llegará a 100,000 dólares. Dice la nota:
Es imposible imaginarse que hoy un joven novelista que recién comienza su carrera podrá terminar escribiendo su obra entera -durante los cincuenta años o más que vienen- exclusivamente en una sola máquina de escribir. Sólo por ese hecho la subasta de la Olivetti (modelo Lettera 32), que se hará en Nueva York este viernes, será un evento extraordinario para los fetichistas y coleccionistas de artefactos del mundo literario. Pero además, la máquina pertenece a uno de los mejores novelistas estadounidenses después de Ernest Hemingway y William Faulkner. Según el sitio de la subasta se estima que se venderá en una suma entre $15.000 y $20.000. Este redactor apuesta que la cifra superará los $100.000 dólares. Solo se tienen que meter un Johnny Depp y un Brad Pitt a combatir en la puja para que sea la subasta sorpresa del año. (...) Ñ Digital habló por teléfono con el instigador de la subasta, un amigo y colega de McCarthy del Santa Fe Institute, el economista John Miller. "Yo estaba hablando con Cormac y me comentó que por fin se le había roto su Olivetti. Cómo no maneja Internet –no tiene, ni usa computadora- yo le dije que le iba a conseguir una nueva: y le compré un modelo igual en e-bay por menos de diez dólares." Fue Miller a quién se le ocurrió preguntarle a McCarthy si vendería la máquina para donar los fondos al instituto. [...] Miller le contó a Ñ Digital que cuando le sugirió a McCarthy que se podría subastar la Olivetti y donar las recaudaciones al Instituto el novelista no dudo. "Aceptó inmediatamente. Se puso en contacto con un amigo en Nueva York para arreglar la subasta, porque yo no sé nada de estas cosas." El amigo, Glenn Horowitz —un librero anticuario— de Nueva York que hizo el puente entre McCarthy y la casa de subastas Christie's también habló por teléfono con Ñ Digital desde su librería/galería en East Hampton. "Yo creo que Cormac reconoce cuan generoso ha sido con el el Instituto de Santa Fe. Y esto es una manera de agradecerlos. En un momento pensé en comprarla yo mismo, pero después pensando en el estatus ya legendario que ha conseguido Cormac decidí que lo mejor sería ofrecerlo en una subasta pública; que le daría más beneficios al Instituto y que –además- sería muy divertido." La Olivetti viene acompañada con una carta escrita por McCarthy certificando que es su máquina de escribir: "Esta máquina de escribir fue comprada por mi en una casa de empeño en Knoxville Tennessee en el otoño de 1958. Pagué cincuenta dólares por ella. Es una Olivetti Lettera 32 y el número de serie es 2143668. No ha sido arreglada o limpiada salvo una vez que le saque el polvo con un compresor de aire en una estación de servicio en el otoño de 2009 cuando ya estaba empezando a mostrar signos de desgaste... He tipiado sobre la máquina de escribir todo los libros que he escrito, incluyendo tres que no se han publicado aún. Incluyendo todo los borradores y correspondencia que escribí diría que han sido cerca de cinco millones de palabras a lo largo de un periodo de 50 años.
Etiquetas: cormac maccarthy, eeuu, NOTICIA
Vaya, me pregunto si aun en Lima habrán lugares donde se puedan reparar las viejas máquinas de escribir. Yo aun tengo mi Remington malograda y, solo por curiosidad, me gustaría volver a escribir en ella. Qué tales gustos para añejos.
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