Kadaré reseñado
La última novela traducida por Alianza al castellano del albanés Ismaíl Kadaré, El accidente, ha sido reseñada en ABCD las Letras por Mercedes Monmany. "Probablemente, sea esta su obra más intimista y circular, más claustrofóbica y teatral" dice Monmany. ¿El tema? El amor, por supuesto. ¿Qué otra cosa puede ser intimista, circular, claustrofóbica y teatral al mismo tiempo sino el amor? Dice la reseña:
El accidente tuvo lugar en la carretera hacia el aeropuerto de Viena. Era un día brumoso y un taxi, de forma inexplicable, se sale de la calzada. Los dos pasajeros, un hombre maduro que trabaja en el Consejo de Europa para cuestiones relacionadas con los Balcanes occidentales, y la chica que le acompaña, ambos albaneses, salen disparados del vehículo y mueren al instante. Sólo sobrevive el conductor, que declara no recordar apenas nada. Nada excepto que una fuerte luz le deslumbró. Y que a través del retrovisor vio a la pareja dándose un beso «forzado» que le perturbó profundamente. Los datos con los que se cuentan son pocos, y tras el aburrimiento por parte de los servicios de inteligencia serbios y albaneses, que acaban tirando la toalla, un nuevo investigador anónimo y sumamente minucioso retoma las pesquisas. Para la reconstrucción de la vida de los dos amantes muertos, el enigmático Besfort Y. y la becaria Rovena, cuya relación duraba cerca de una década, utilizará todos los medios a su alcance, por disparatados que en ocasiones parezcan: testimonios de antiguas amantes despechadas, testigos y conocidos, el diario de la joven, donde esta apuntaba sueños y presagios... Uno de los encuentros finales de la pareja será precisamente en La Haya, sede del famoso Tribunal Internacional que juzga los crímenes de la antigua Yugoslavia. ¿Qué es lo que esconde Besfort y por qué le tiene pánico a su citación para testificar ante el Tribunal? En un momento dado, tal y como advierte Rovena, de su cartera caen las fotografías de unos niños muertos. Se trata de niños serbios despedazados a causa de los bombardeos de la OTAN. Unas fotografías que evidentemente le han sido enviadas para señalarlo como instigador o directamente como asesino de niños. Lo importante es que ahora su amante, Rovena, se ha hecho partícipe del secreto y no podrá desechar la idea de que sea un asesino: de ella, en el caso de que lo tenga planeado, o de civiles inocentes. Aunque, como le responderá Besfort, se trataría más bien de un macabro «concurso»: fotos de niños serbios despedazados contra fotos de niños albaneses degollados a cuchillo. ¿Existe una jerarquía dentro de la muerte? A lo que él mismo se contestará que sí: dentro de la tremenda tragedia irreparable que significa la muerte de un niño, le dice a su amante, no es lo mismo que un pequeño muera en un accidente de tráfico, por las bombas o acuchillado. Porque en el bebé acuchillado ha intervenido directamente la mano de un hombre, al contrario que en el caso de una «bomba ciega». Parece como si todo formara parte de un mismo infierno creado por un ser humano, Besfort, que no puede soportar por más tiempo la prolongación de su amor por Rovena. Él mismo, respondiendo a la tragedia clásica se contestará: «No había muerto Eurídice sino el amor».
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