MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Andrés Newman en Hay Festival

Andrés Newman. Foto: Pepe Marín. Fuente: Piedepágina

Andrés Newman estuvo en el Hay Festival como parte de la pequeña delegación del Bogotá39 que asistió al evento (además de Nettel, Roncagliolo y Vásquez). Eso ya lo comenté antes gracias al blog de Gastón García. Newman ha dejado sus impresiones en el diario ABC. No se pierdan la anécdota del realismo mágico y aquel cómico "Juan Gabriel Márquz". Mucho camino por recorrer para los jóvenes escritores latinoamericanos.
En «The Guardian» acababan de elogiar la primera novela de Juan Gabriel Vásquez, de lo cual nos alegramos pese a la empecinada mención del realismo mágico. Él y sus compañeros hacen lo posible por aclarar que el «boom» fue estupendo, pero que vivimos en otra época. Al final del acto lo despiden llamándolo «Juan Gabriel Márquez». Jimmy Carter dio una rueda de prensa con cinco guardaespaldas, denunció el bloqueo en Gaza y se fue en helicóptero. Todos los invitados norteamericanos, con ocasión o sin ella, mostraron sus simpatías por Obama. Daban ganas de apoyar a Hillary. Salman Rushdie ha venido sin guardaespaldas. Pasea con su familia como un curioso más. Su aspecto es fresco y relajado: o se ha hecho cirugía o se ha curado de espanto. En una conferencia sobre pintura india, Rushdie intenta mostrarles a los vasallos del antiguo Imperio que la colonia tenía civilización antes de ser civilizada. Desde su silla de ruedas, utilizando el bastón como palanca dialéctica, Gore Vidal muestra su malhumor oscuramente simpático. Muy consciente del show, remata sus sarcasmos poniendo la voz ronca. El público le ríe de antemano las inteligencias. ¿Un consejo para los jóvenes?, le preguntan. «Crezcan», contesta él. «América», declara, «es un país del que nadie puede estar demasiado orgulloso». El acto de «Bogotá-39» (la nómina de nuevos autores latinoamericanos que fuimos elegidos a iniciativa del Hay Festival) también está repleto. «Tras emigrar, durante años», explica Juan Gabriel Vásquez, «no escribí sobre Colombia porque no la entendía». Se deduce que, viviendo lejos, fue entendiéndola mejor. No estar en un lugar nos permite explorarlo. Santiago Roncagliolo habla de Sendero Luminoso y lo compara con los atentados de Atocha: «Tomé conciencia del terrorismo nacional a través de la experiencia del terrorismo extranjero». «Me fui de México», recuerda Guadalupe Nettel, «huyendo de mi familia, que me sobreprotegía». Quizá por eso ahora cuenta bellísimas historias de desprotegidos.

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