La cocina de Barnes
En febrero estará viajando a Argentina Julian Barnes, y los de ADN Cultura se adelantan y le dan el alcance en su propia casa en Inglaterra. El gorro de la nota es tan apetitoso que no puedo evitar copiarlo íntegro: "Habló de sus años de niñez, cuando quería ser judío porque los mejores alumnos de su escuela, los más sofisticados y elegantes, era judíos, y anticipó los temas de la novela que está escribiendo, en la que se mezclan la ficción y las memorias familiares. Además, se refirió a la influencia que el cine de la nouvelle vague ejerció sobre él. Confesó que siempre prefirió a Truffaut a Godard y mostró con orgullo una curiosa fotografía de Borges"
Dice Barnes sobre su nueva novela: "Es una memoria de mi familia mezclada con un ensayo sobre la muerte, con una conversación con mi hermano que recorre las páginas como hilo conductor. Mi hermano dice que a él no le importaría morir, que no le gustaría, pero es un filósofo y sostiene que como no se puede hacer nada al respecto no vale la pena ni quejarse ni temerle. Yo en cambio, creo que es muy fácil temer a la muerte, aunque me libro se llame "Nothing to be frightened of". (...) mi hermano será excéntrico pero es totalmente honesto. El vive en Francia así que la mayor parte de nuestro intercambio fue por correo electrónico. Yo le dije que le iba a mostrar los borradores ni bien los tuviese listos dado que él aparecía tanto en ellos, y me respondió que los leería encantado pero que no le importaba en absoluto lo que yo dijera en esas páginas sobre él. Es más, me aclaró que si su memoria era distinta a la mía respecto a cualquier hecho que mencionase, que no le prestara ninguna atención a su opinión porque seguramente yo lo recordaba mejor que él. En general soy tremendamente supersticioso respecto a hablar de un libro antes de que esté terminado, pero como ya tengo 230 páginas listas, solo falta la lectura final y publiqué un pequeño adelanto en el New Yorker, me siento bastante confiado.
Y sobre su próximo viaje a Argentina declara: "Bueno, se bastante de fútbol, de Borges, de vino, pero en vez de meterme con clichés prefiero mostrarle uno de mis tesoros más preciados: es una foto de Borges con dos mujeres que, según la inscripción al dorso son las famosas bailarinas de tango Rosita Quiroga y Mercedes Simone. Es tan amateur la foto que a las famosas bailarinas de tango les cortaron los pies. La ví en el catálogo de un anticuario americano y supe que tenía que tenerla, porque era genial y por todo lo que admiro a Borges (...) He escrito bastante al respecto [de Borges], pero puedo resumirlo en una sola frase. Me gusta Borges porque no hay nadie como él, por su originalidad absoluta y su firme determinación de ser Borges en cada palabra que escribió".
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