Casavella premio Nadal
Confirmando que tiene buenos dateros, o los oídos bastante afilados, Juan Palomo volvió a acertar con el ganador de un premio. Esta vez lo hizo con el Nadal, que fue para Francisco Casavella por Lo que sé de los vampiros. Como finalista quedó Eva Díaz y la novela El club de la memoria.
Dice la nota: "La obra del escritor Francisco Casavella (Barcelona, 1963) ha estado marcada por contener jirones del género picaresco, en un contexto de engaños, apatía moral y sordidez, con la que ha retratado -y, cada vez más, reflexionado- su ciudad natal y la España contemporánea. Los estragos que el estilo y la mirada de este outsider pueden causar en el siglo XVIII, a partir de las peripecias de un personaje que da vueltas por las cortes de media Europa, podrán apreciarse en la novela Lo que sé de los vampiros, con la que ayer Casavella ganó su primer gran premio: la 64ª edición y los 18.000 euros del Nadal, que convoca la editorial Destino, y que le consagra en las letras españolas. Martín de Viloalle es el personaje que decide libremente, el 2 de abril de 1767, acompañar a los jesuitas expulsados de España. Miembro de una extraña sociedad entre filosófica y estafadora, esta voz que pulula de corte en corte de media Europa no dejará de formular sobre el engaño de la condición humana, afán no muy alejado del que inspira la mayor parte de la obra de Casavella desde su debut con El triunfo (1990), premio Tigre Juan (1991). Los años y los libros han acrecentado la dureza de los personajes en un mundo ruín y la crítica social, como reflejó Quédate (1993) -otro retrato de la Barcelona marginal-, Un enano español se suicida en Las Vegas (1997, que Antonio Chavarrías llevó al cine como Volverás) y la trilogía El día del Watusi (2002-2003), sobre la España de la Transición. Esa flaca por esos submundos y su casi nula presencia en los cenáculos explican que Casavella, colaborador habitual de Babelia, suplemento cultural de este diario, tenga poco en común con autores de su generación, como Ignacio Martínez de Pisón y Martín Casariego. Su buen oído por la oralidad callejera, por otro lado, facilitó su incursión en el mundo del cine, donde ha sido guionista (en Antártida, de Manuel Huerga; Dos mujeres, de Enric Folch, y en la versión de El triunfo, de Mireia Ros) y director de un corto: Demasiado para Baxter.